Este fic está basado en el manga Akuma na eros, aunque todo se ha extrapolado a los personajes del Ouran, espero sea de su agrado. Aún cuando todavía no tengamos escenas fuertes, les advierto que habrá muchas en capítulos futuros, por lo que ustedes deciden si leer o no hacerlo. Los próximos capítulos serán más largos, lo prometo.
–¿Estás segura de lo que acabas de pedir?
–¡Sí! –contestó– Quiero amor, quiero que Suou Tamaki me ame.
La risa no se hizo esperar, el sitio oscuro en el cual se hallaba de pronto se sintió más frío, una ráfaga de aire corrió a su alrededor, impidiéndole abrir los ojos por un tiempo, cuando finalmente se calmó frente a ella estaban dos gatos sentados mirándola fijamente con un par de ojos ámbar. El de la derecha era naranja y el de la izquierda negro, mas bastaba con echarles sólo una mirada para darse cuenta de que no eran simples mascotas.
–¿Qué darías a cambio de ello?
La voz del gato naranja era grave, profunda y, sin embargo, juguetona. Pareciera ser que sus ojos podían taladrarla, entrando hasta lo más oculto de su alma; se sintió violada en ese momento, tembló ligeramente al darse cuenta de lo que estaba haciendo, pero ya no había marcha atrás, el demonio ya había sido invocado o, en su caso, los demonios.
–Mi alma… –respondió suavemente.
–Recibimos esas peticiones todos los días, de gente desesperada, de gente que ha perdido la fe, tú no eres especial y tu alma no nos es realmente atrayente, así que si no tienes nada más qué decirnos…
–¡Esperen! –les gritó, antes de que dieran media vuelta y se marcharan.
Los gatos quedaron en silencio, mirándole impasibles. La de ojos chocolate tragó grueso al darse cuenta de lo siguiente que diría, esperaba poder dárselo a Tamaki, pero si no tenía al rubio entonces de nada le serviría. Abrió los labios pero las palabras no querían salir de ellos, finalmente, al ver cómo los felinos parecían cansados de su indecisión, les dijo:
–Tengo otra cosa… mi… virginidad…
Los ámbar sobre ella no parecían muy sorprendidos, pero parecieron meditar durante apenas una fracción de segundo. El gato naranja volvió a hablar.
–¿Tu alma y tu pureza? Parece tentador… déjanos ver…
La ropa que la cubría se desintegró en ese momento, dejándole expuesta ante su minucioso escrutinio, ella intentó cubrirse con las manos.
–¡Por Kam…!
–¡No te atrevas! –oyó la voz del mismo felino– ¡No te atrevas a mencionar su nombre en nuestra presencia! ¡Ni siquiera pienses en él!
Una fuerza misteriosa le elevó unos centímetros sobre el suelo y luego obligó a mantener los brazos firmes a los costados, dejando expuesta toda su piel a la mirada de esos seres demoníacos. Pareciera ser que quedaron complacidos pues fue liberada, cayendo de nuevo al piso de ese sitio oscuro, la castaña les miró, notando su mirada juguetona.
–Está bien… no es mucho, pero ya te desarrollarás, niña –habló nuevamente el gato naranja–. Ahora sólo resta firmar el contrato, elige bien porque será inalterable.
–¿Elegir? –repitió, cubriendo con sus manos su pecho descubierto.
–Comprenderás que no nos gusta compartir nuestras presas, así que sólo uno podrá atender a tu llamado.
La castaña asintió. Sopesó sus posibilidades, ese gato naranja parecía no tener ningún pudor al hablar, jugando con su mente y provocando una serie de reacciones extrañas en su cuerpo, por su parte, el gato negro había permanecido callado y, hasta cierto punto, tranquilo al desarrollarse todo. La chica tomó su decisión.
–Elijo al de la izquierda…
Un viento helado se desató, el gato naranja pareció burlarse de ella y entonces el negro comenzó a crecer, sus contornos cambiaron y pronto frente a ella tenía al ser más atractivo que jamás había visto. Ojos ámbar juguetones, cejas perfectamente trazadas, rebelde cabello azabache de suaves hebras, nariz perfecta, una barbilla de ensueño y deliciosos labios que se curvaban en una sonrisa juguetona.
–¿Lo ves, Kaoru?
¿Esa era su voz? Se escuchaba tan sensual, tan profunda, tan grave, no parecía que fuera posible que con esas simples tres palabras todo su cuerpo hubiera temblado. La chica casi se sintió desfallecer al oírle hablar.
–Te dije que lo haría… ella me escogería…
–Así parece –respondió el otro.
¡Él sabía! ¡Sabía que se cansaría de rezarle a Dios todos los días, esperando que escuchara sus ruegos! ¡Sabía que caería en la desesperación hasta dar con ese extraño libro en la biblioteca! ¡Sabía que lo llevarías hasta su casa y prepararía todo para invocarlo! ¡Sabía que lo elegiría si se quedaba en silencio! De no haber sido así, no habría hecho nada de lo anterior, habría orado con mayor fuerza y devoción… pero ahora ya no había marcha atrás, el demonio estaba frente a ella.
–Entonces me retiro –oyó del otro gato.
¿Y cómo no? Gatos que hablaban sin abrir la boca, escuchando su voz en tu cabeza, un chico perfecto cuyo rostro era pecado, cuya voz era la tentación misma, cuyos ojos reflejaban perversión y sin embargo, te instaban a caer en ella.
La misma fuerza se hizo presente por una segunda vez, levantándola del piso, quedando a la misma altura de él, pudo ver cómo sus labios se curvaban en una sonrisa pecaminosa y sintió que toda su fuerza de voluntad la abandonaba en ese momento.
–Hora de cerrar el contrato… Haruhi…
¡Su nombre! ¡Conocía su nombre! Ya no le quedaban dudas, ese hombre era el demonio mismo, Lucifer, el ángel caído y ella había caído en sus redes. Le había vendido su alma a alguien que la devoraría sin culpa ni remordimiento, le entregaría su virginidad a una escoria que la poseería sin sentimientos de por medio. Una lágrima rodó por su rostro al comprenderlo, Lucifer la secó con su lengua, describiendo el camino de la misma y sintió cómo todos los vellos de su cuerpo se erizaban por el simple tacto.
–Deliciosa, niña… –susurró en su oído– Estoy seguro de que eres la más apetitosa que alguna vez me llamara.
Sintió su aliento cálido sobre su cuello y luego el diablo unió sus labios con los suyos, no fue una beso dulce ni tierno, ¡se había robado su primer beso! ¡Aquel que soñara recibir de Tamaki! Su lengua se introdujo sin cuidado ni pedir permiso en su boca y un ligero cosquilleo se formó en la boca de su estómago, ¡besaba tan bien! Se separó segundos después, dejando un pequeño hilo de saliva entre sus bocas.
–Desde ahora, tu alma y tu virginidad me pertenecen…
Todo a su alrededor pareció quebrarse, levantándose del sitio en que se localizaba y dirigiéndose al cielo o al menos a la bóveda oscura sobre sus cabezas. Akuma sonrió y todo entonces se volvió borroso.
AKUMA NA EROS
El reloj sonó como todas las mañanas intentando despertarla. Haruhi sacó la mano de entre las sábanas, buscándolo y apagándolo al tercer o cuarto intento. Se paró segura de que llegaría tarde si se volvía a dormir, fue hasta el baño y tomó una relajante ducha, por un momento contempló su cuerpo, sintiendo esos ojos ámbar sobre ella otra vez, negó con la cabeza y terminó de bañarse.
Se envolvió en una toalla y contempló en el espejo, delineó sus labios recordando los de Akuma sobre los suyos y se sonrojó por el simple hecho. Decidió cambiarse antes de que sus pensamientos volvieran a traicionarla, tomó su mochila con sus útiles ya adentro y sólo entonces recordó el libro negro con dos gatos en relieve en la cubierta, lo tomó del piso donde habían unos trozos de vela todavía y negó con la cabeza.
¡Qué tontería! Debería dejar de ver esos programas de videntes o terminaría loca, ¿gatos que hablan? ¿demonios hambrientos de almas? ¿una apuesta tan tonta de su parte? Reñiría a Mei por darle esas locas ideas. Salió de su casa y marchó rumbo al Ouran, su vestido amarillo le recordó los cabellos de Suou Tamaki, el alumno más guapo del instituto y por el cual suspiraban todas las chicas.
Finalmente llegó hasta la academia, dejó sus cosas en su casillero y verificó su horario pegado en todos sus libros, a la primer hora tenía Matemáticas y aunque no fuera su materia o su maestro favorito, había que asistir puntuales. El grito de las demás estudiantes llamó su atención en ese momento, se giró teniendo un mal presentimiento y tuvo que recargarse en las taquillas o se desmayaría.
Frente a ella caminaba el chico más guapo que jamás hubiera visto en su vida, sólo podía existir en un sueño… o una pesadilla. El uniforme negro y azul sobre él sólo resaltaba su belleza masculina, la camisa blanca ligeramente desabotonada y la corbata negra floja hacían que todos los ojos estuvieran sobre él. Caminó seguramente hasta llegar a su lado, su melena azabache se movió de una manera atractiva y sonrió de tal forma que todas a su alrededor soltaron un suspiro.
–Creo que estás sobre mi casillero –dijo.
Haruhi no habló, se limitó a moverse y sólo entonces reparó en que sería su vecino del pasillo, ¿acaso no era ese el casillero de un tal Nekozawa? Estaba segura de que era así, pues alguien como él no podía olvidarse fácilmente. Pero el desconocido parecía seguro, colocó la combinación y abrió el locker, el cual tenía unos poster de bandas famosas de rock y unas fotos de guitarras, los libros estaban ordenados correctamente y sacó un grueso volumen rojo ante la mirada embelesada del resto de las chicas.
–Te veo en clases… –susurró al pasar– Haruhi…
Se quedó helada, sin saber qué hacer o cómo reaccionar. El demonio era real y estaba en su escuela, ¡en su salón! Ahora que caía en cuenta, ése era el libro de Matemáticas. Su corazón se aceleró al comprender que no había sido un simple sueño, Akuma estaba allí y reclamaría su premio al finalizar al contrato.
