Disclaimer: Todo lo que reconozcáis pertenece a JK.

Aviso: Este fic participa en el Reto #7: "Desempolvando retos" del foro Hogwarts a través de la historia.


La primera pelea

— ¡Soplo yo!

— ¡No, soplo yo!

Fred y George Weasley jamás se habían peleado. No conocían lo que era la propiedad ni la intimidad y mucho menos el estar uno por delante del otro. Así fue hasta cinco minutos antes de tener que soplar las velas de su quinto cumpleaños.

Ahora se miraban enfurruñados el uno al otro. Como siempre, solo había un pastel en la mesa, y como siempre, solo una llameante vela coronaba el dulce.

Pero algo pasó, cayeron en la cuenta de que no eran una sola persona, sino individuos diferentes y al parecer no lo llevaban nada bien.

— Niños, soplad de una vez, la cera está a punto de llegar al pastel —se quejó Molly Weasley. Tenía a la pequeña Ginny en brazos y no podía llegar hasta donde estaban sus hijos para hacerles entrar en razón.

— Pero yo soy el grande. Tengo que soplar yo —dictaminó Fred con determinación.

— El grande soy yo —George estaba convencido.

Se miraron el uno al otro con el ceño fruncido y dirigieron la vista hacia sus padres.

— ¿Quién es mayor? —preguntaron con idénticas voces.

— Fred.

— George.

Arthur y Molly Weasley respondieron a la vez. ¿Quién tenía razón? En ese instante se dieron cuenta de que no sabían cuál de los dos había nacido solo cuatro minutos antes que el otro.

— Chicos.

Bill miraba a sus hermanos con esa superioridad que destilan los mayores, él ya era grande, tenía doce años, y la experiencia le había enseñado muchas cosas.

Los gemelos detuvieron su disputa para mirarlo. Bill era muy inteligente y seguro que sabía cuál de los dos era mayor.

— A ver, ¿cuántas velas hay?

— Una —quizá Bill no era tan inteligente, ni siquiera sabía contar.

— ¿Y vosotros? ¿Cuántos sois?

Fred y George se miraron. Definitivamente Bill no sabía contar.

— Dos.

— ¿Y no creéis que si sopláis los dos a la vez lo haréis más fuerte y se apagará antes?

Los dos hermanos se volvieron a mirar, esta vez con sendas sonrisas en el rostro. ¿Cómo no se les había ocurrido antes? Claro que eran dos. Y dos siempre son más fuertes, más listos y más todo que uno.

Lo harían juntos. Todo. Siempre. A partir de aquel momento.

— Vamos —dijo Bill—. Una… dos… y ¡tres!

Soltaron todo el aire que habían cogido, resoplaron fuerte y la vela se apagó.