INTRODUCCIÓN

Octubre 6

Este día estuvo extraño. Debo decir que me sorprendió bastante su actitud. Esta vez fue más lindo, algo callado, pero esa parte de él me encanto.

Había estado con Sango y Ayame en la tarde, teníamos mucho de qué hablar. La única diferencia era que nos acompañaban dos personas más.
Me refiero a Inuyasha y Miroku. –Él es un recién llegado, lleva creo que unas semanas viviendo en la misma calle, comenzó a llevarse con los "idiotas"- No tardo en conocerme y a mis amigas, bueno a Ayame. Ya que mi nuevo querido amigo era vecino de Sango. Así que prácticamente ella fue quien nos presentó.

Lo extraño fue que hubo un tiempo en que todos nos llevábamos. Muy bien por cierto. Salíamos a jugar, pero eso era cuando teníamos doce años.
Cuando entramos a Secundaria, nos distanciamos. Nos ignorábamos o simplemente ni nos veíamos.
Fue un cambio feo, pero ni modo. Cada quien se fue por su lado y todos respetamos eso.

Hace unas semanas. Mi mama, mi hermano y yo. Acabábamos de regresar de la deportiva, íbamos a entrar a la cochera cuando paso Inuyasha.
-¡Buenas noches! –Fue lo que él dijo. Yo sonreí de oreja a oreja. Tenía micho tiempo que no lo veía. Había cambiado en apariencia, pero estaba segura que seguía siendo igual o más enfadoso que siempre.

Estaba completamente equivocada. ¿Ese que hablaba conmigo no podía ser él, o si? Su cambio era notorio. Solo que aun conseguía que me sonrojara cada vez que me veía o me hacía reír. Lo había extrañado mucho. Quería saber que había hecho en todo este tiempo que no supe de él.
Al parecer leyó mi mente. Pues comenzó a decirme todo lo que había hecho, como le iba en la escuela. Y una que otra novia por ahí.

No sé por qué me sentí enojada al oírlo hablar de las novias que había tenido. No tenía por qué enojarme. Después de todo él era mi amigo, el chico, enojón, el más gracioso de todos, tierno, lindo que yo tanto quería. Y aunque a veces hacía que me molestara, esta vez hizo que me sintiera muy feliz. No sabía que era, y tampoco podía explicarlo. Lo único que sabía era que me gustaba sentir esto.
Hablamos por horas, hace mucho que no lo hacíamos. Después él dijo que ya era tarde y que se tenía que ir.
Me dijo que nos veríamos mañana y se marchó. Yo no podía dejar de sonreír, me sentía muy extraña. Como si algo "revoloteara" en mi estómago. Y no era una indigestión. Tampoco había comido nada en mal estado. Pero entonces, ¿Por qué sentí eso cuando estaba con él?

Como había dicho. Al día siguiente volvió. A la misma hora por cierto.
Hablamos de los viejos tiempos. De cómo me enfadaba cuando me llamaba "niña". Y como me reía de él cuándo decía "carrito".
También hablo de cierto estúpido que no paraba de insinuárseme. Y como después de un tiempo se unió Takemaru también a la "cruzada".
Algo extraño que note en él fue que cuando le dije que lo bueno fue que él no les siguió el rollo. Se quedó callado. Como si le hubiera dado a un punto especial. Ya que al llegar a esa conclusión el cambio el tema y dijo puras tonterías.

Pase por alto esa evasiva. Pero quede un poco confundida. Era como si él también hubiera querido hacer lo mismo. No… El no haría eso. ¿Él era mi amigo verdad?
Y si no lo era, es decir, si quería ser algo más, ¿Por qué jamás lo demostró?

Fueron semanas en los que se reunía conmigo y mis amigas, y conforme más nos llevábamos, más intenso era lo que sentía. No sabía porque ahora me alteraba tanto. Recuerdo que aun siendo niña me sentía así al estar con él. Pero nunca le dije porque pensé que era normal querer tanto a un amigo.

A demás, Sango me decía lo tonta que era al no darme cuenta, y yo no entendía al principio. ¿Darme cuenta de qué? Eso me confundía. Cada vez que me veía hablando con él me decía lo mismo. Y lo más extraño era que él se quedaba callado. Entonces, ¿El sabia a lo que se refería?
Estaba enojada. Me decían cosas que yo no entendía. Y estaba más que claro que me ocultaban algo.
La pregunta era… ¿Qué?

Una tarde me enoje con el por qué paso frente a mi e hizo como si no estuviera. Y cuando regreso no le hable. Él se lo debió tomar muy enserio pues saludo a todos menos a mí.
¿Acaso era el quien se molestó?

Al parecer sí. Pues comenzó a hablar como si nada y me ignoro por completo.

Después de todo, al momento en que se acercó yo le dije que no me hablara, tal y como lo había hecho hace unos minutos.

Pero mira nada más que obediente.

No me hablo para nada. Bueno, en parte yo no lo dejaba, quiso disculparse pero yo no lo escuchaba, no entendía por qué me comportaba así. Después de todo no era tan importante.

El caso es que yo no paraba de hablar. No dejaba de decirle cosas. Pues se notaba que en verdad estaba molesta.
Mis amigos se reían, pero no decían nada al respecto. No sé por qué me dio la impresión de que ellos también sabían lo que Sango me ocultaba. O de plano ya me estaba volviendo paranoica. O-O

Después dijo algo que me dejo impresionada, y muy pero muy apenada y… ¿Feliz?

Como yo seguía "insultándolo" –Literalmente, no lo hacía-. El cansado – Me imagino- me grito algo, creí haber escuchado mal, pero no fue así.
-¡Te voy a callar con un beso! –Fue lo que –Estoy segura- él dijo. Y aunque al preguntarle no quiso responder. Yo sabía que había dicho eso.

La pregunta era. ¿Lo había dicho en broma? ¿O será que estaba hablando en serio? Ha… no lo sé.

Y dure un buen rato sin saberlo. Hasta que un día Sango me dijo su gran misterio. Y lo que dijo no podía creerlo.
-Le gustas… -Me dijo mi amiga.- Esta loco por ti. ¿Qué no te das cuenta?

Respuesta: por supuesto que no. Eso no podría ser cierto, yo no le gusto a él. Mi amiga estaba en un gran error, no podía existir otra explicación.

A demás. ¿Cómo puedo yo gustarle? Creo que se equivocó de persona, la que siente algo por el soy yo.
-Uy si, lo demuestra mucho…- Dije yo con sarcasmo. –Siempre nos peleamos, discutimos por todo. Es tu amigo y mío. ¿Y tú dices que le gusto? Creo que la que necesita lentes eres tú…

Ella me miro callada, al parecer había dado en el clavo.

Era imposible.

¿Cómo podía el fijarse en una niña tonta ingenua que usa unos horrendos lentes que cubren la mayor parte de su cara?

En todos los años que lo conozco él ha visto ese rostro. Y yo los odio. Los uso porque sin ellos no veo nada. Odio como luzco con ellos, y odio tener que depender de ellos.

Por eso no creí nada. Aunque en este momento ya no los use. –Ya que ahora traigo de contacto- No soy bonita, no tengo nada que a él podría gustarle.
-Eso era… - me dije a mi misma. Deseche por completo las palabras de
Sango y actué como si nada hubiera pasado.

Más tarde paso él. Llego conmigo y nos pusimos a charlar. Esa sensación seguía en mi estómago cada vez que me veía a los ojos. Comenzó a darme miedo. No sé por qué. Pero en verdad, estaba aterrada.
Se sentó junto a mí, lo tenía muy cerca, y los nervios crecieron más. No tenía por qué sentirme así. No era la primera vez que lo tenía tan cerca. Eso me hizo recordar que siempre hacia eso. Siempre se sentaba junto a mí.

Y a mí no me molestaba. Era como si su presencia fuera agradable. Sabía que siempre estaría ahí, a mi lado.
Estaba muy callado, después comenzó a jugar con mis manos, más bien se burlaba, ya que eran muy pequeñas. Pero no las soltaba. Yo me sentí muy, pero muy avergonzada. Feliz –Eso estaba más que claro- ya que tenía una sonrisa boba adornándome el rostro.

Y en un segundo el tomo mi mano y la entrelazo con la suya.

Yo creí que estaba jugando o algo por el estilo.
Pero… no.

Era una sensación extraña. Muy buena debo decir. Era como estar en las nubes.
Cerré mi mano tomando la de el. Me miro a los ojos sorprendido. Pero no dijo nada. De hecho yo tampoco. No sabía que decir. Ni siquiera entendía por qué había hecho eso. Y más aún, porque él había hecho lo que hizo, y seguía haciendo.

Era uno de esos momentos en los que no es necesario hablar. Solo con una pequeña acción. Por más mínima que sea, era como haber dicho mucho.

Y así me sentía yo. Él estaba tranquilo. Tenía la vista fija en la calle. Yo lo veía a él. Su rostro, sus ojos, como evitaba a toda costa voltear a verme.

Se veía muy gracioso, tuve que aguantar las ganas que tenia de reírme.

Y así como vino la risa, se esfumo al ver hacía la calle y notar como iban pasando su mama y su hermana…
Mis ojos se abrieron del susto enorme que me provoco la presencia de ambas. Ellas nos veían con una sonrisa en los labios. No dijeron nada, pasaron como si nada, y yo no dejaba de sentir vergüenza.
A el debió darle igual. Ya que volteo a verme cuando ellas se habían ido. Yo lo vi también con una sonrisa, y de repente comenzó a reír.

Yo lo imite, en verdad había sido gracioso. La mirada burlona y picara de ellas nos dejaba apenados. Pero no dejaba de ser emocionante.

Era como si lo estuviéramos ocultando. Como si ninguno de los dos quisiera hablarlo.
Seria por miedo –Al menos por mi parte- no sabía aun que era lo que el sentía. Podría demostrar una cosa, pero otras veces era todo lo contrario.
Y eso me confundía. Cada "señal" que él me daba yo no las tomaba en serio.

Tal vez por eso mi amiga se molestaba. O quizás era por que no creía en sus mentiras.

No lo sé…

Solo queda esperar y ver qué pasa. Esperar a que las cosas sigan su curso. Esperar a que él se dé cuenta de lo que siento, y esperar porque todo no sea una cruel y sucia broma.