Odiaba el papeleo.

Hacía horas que tenía la cabeza enterrada en un montón de papeleo administrativo, sin poder siquiera hacer una pausa para almorzar. Consideraba que era la peor parte de su trabajo y que debía conseguir cuanto antes un aprendiz a quien delegar todo ese montón de planillas por llenar, alguien que no se pusiera a temblar cuando la viera, sí, eso sería bastante práctico. Ella no era tan mala ¿O sí? Lo meditó un segundo, tamborileando el bolígrafo entre sus dedos; se encogió de hombros, era cuestión de subjetividad.

Dos golpes secos la devolvieron a la realidad.

-Adelante

-Buenas tardes querida, asumo que ya estás lista para irte a casa ¿Verdad? – La auror se sorprendió al ver a su invitado, habían quedado en que él la pasaría a buscar a las cinco de la tarde y ella no entendía en qué momento se le había pasado el día. Observó el reloj en su muñeca y comprobó que, como siempre, su amigo llegaba exactamente a la hora que habían arreglado, ni un minuto más ni un minuto menos.

-Buenas tardes serán para ti, Severus, yo me pasé el día llenando esta inutilidad y ya no sé ni cómo me llamo.

-Siempre de tan buen humor, ya te extrañaba –A Snape se le escapó una sonrisa que ocultó rápidamente, tenía un perfil que mantener – Deja ese escritorio, ¿Has almorzado? Por cierto, te llamas Bellatrix Black.

-Muy gracioso y no, no comí nada desde la mañana. Tengo unas cervezas en casa con algo para picar ¿Vamos?

-Suena a que tenemos un plan, señorita Black.

Media hora después, Bellatrix había cambiado su elegante atuendo de falda y camisa por unos cómodos skinnies que le daban un aspecto más jovial.

El living recibía los últimos rayos del sol que se filtraban perezosos por el gran ventanal que cruzaba la estancia, el cual permitía apreciar el mar.

-¿Qué tal tu día? – Preguntó Bella bajando los tres escalones que llevaban al living con una bandeja repleta de comida flotando unos centímetros delante suyo. Con delicadeza la bandeja se situó sobre la mesa ratona y Bella se acomodó en un sillón frente al que ocupaba Snape.

-Lo de siempre: asusté a algún que otro alumno de primer año, resté puntos a gryffindor, salvé al colegio cuando un estudiante de tercero hizo una poción bomba – Se encogió de hombros – No mucho más – Estiró su brazo y tomó un botellín de cerveza, dándole un buen trago.

-Y ¿Qué novedades hay en la dulce historia de amor? ¿Le gustó tu cambio de look? – Imitó la acción del pelinegro, sintiendo el leve sabor amargo de la cerveza deslizarse por su garganta.

-Por la forma en que me miraba hoy a la hora del almuerzo, creería que sí – Sonrió al recordarlo – Ese hombre es terrible, apenas pude probar bocado ¡Me estaba desnudando con los ojos en pleno comedor! –Bellatrix estalló en risas.

-¿Qué esperabas de él? Dumbledore nunca se comportó frente a nadie, suficiente que esperó a que te graduaras de Hogwarts – Acotó con voz burlona mientras se llevaba unas papas fritas a la boca.

-Supongo que tienes razón – Sonrió de lado, en un típico gesto suyo – Y la verdad es que me encanta que apenas pueda aguantarse. ¡Con decirte que vi los codazos que le pegaba Minerva!

Bellatrix volvió a reír al imaginarse la situación. El corte de cabello de su amigo había cambiado por completo la percepción que todos tenían de él. Se veía igual de aterrador pero más atractivo.

-Me alegra haber ganado la apuesta y espero no volverte a ver con ese horrible corte carré o juro que comprobarás en tu propia piel por qué me dicen Cruciatus, Snape.

-¿Ya te dije que serías muy buen aliado de Voldemort? ¡A veces pareces hija suya!

-Soy adorable ¿Verdad? Pero no nací para defender a un desquiciado cara de feto – Se encogió de hombros como si aquello no fuera con ella.

-Por Merlín, menos mal – Snape levantó su botella en un brindis imaginario.

Bella sonrió y ambos se sumieron por un rato en el silencio, disfrutando de la variedad que tenían para picotear. Sus pensamientos volaron hacia los inicios de su amistad, que se remontaba al primer tren que tomaron rumbo a Hogwarts, Severus era, aún hoy en día, su más fiel amigo. Con el tiempo, el silencio se había vuelto un lugar muy cómodo para compartir. Sin embargo, Snape notaba que su amiga estaba particularmente pensativa ese día.

-¿Me lo vas a contar? – Inquirió con una de sus cejas levantadas.

-Mierda, Sev, me gusta mucho - Bellatrix suspiró resignada y le dio un gran trago a su cerveza- Es una insoportable mezcla entre inteligencia, soberbia y sensualidad – Su amigo soltó una seca carcajada.

-Y no olvidemos que podrías ser su madre, querida.

Bellatrix le envió una mirada asesina pero ¿A quién quería engañar? Su amigo tenía razón, Hermione apenas llegaba a las 17 primaveras y ella ya pasaba las 36. La tortura había comenzado cuando, tras la muerte de su hermana y su cuñado, decidió llevar a Draco a vivir con ella. Y con él venía incluida Hermione, quien pasaba las tardes junto con su sobrino en su hogar, hacía ya un año.

Bellatrix al principió agradecía lo leal que era la chica con Draco, sin embargo, el paso del tiempo en la adolescente fue desatando aspectos desconocidos de su personalidad. Atrás había quedado la chiquilla nerd que se pasaba horas en la biblioteca, el uniforme del colegio se había vuelto su arma letal y sabía a la perfección lo que ocasionaba subir cinco centímetros la falda. La misma que hacía volar la imaginación de la pelinegra cada vez que se ondeaba con el viento. Bufó y se acomodó mejor en el mullido sillón de cuero negro, con sus pies entrelazados a la altura del tobillo sobre la mesa baja frente a ellos.

-Es culpa del trabajo, estoy pasando demasiado tiempo en casa – Bellatrix apoyó su botella en la mesa ratona - ¿Sabes si está con alguien en Hogwarts?

-¿Con alguien? –Severus sonrió brevemente - Bella, si los rumores son ciertos, está con la mitad más una de las estudiantes femeninas. No distingue casas, sangre ni colores – Bellatrix resopló – ¿Qué pasó con esa profesora de Beauxbatons? Creí que iban en serio.

-¿Con Emilie? Es una bruja encantadora pero mis pensamientos me los roba la amiga de mi sobrino.

-¿Qué es lo que estás buscando, Bella? En serio, me desconciertas. Tienes una carrera hecha, proclamada la mejor auror de tu generación ¿Y te encaprichas con una adolescente?

-¡No es un capricho!

-¿Es amor? Bella, ¡Tiene 17 años! Puede ser la estudiante más inteligente de Hogwarts, pero no deja de ser una niña que aún no sabe qué quiere en la vida.

A lo lejos se oyó la puerta principal cerrarse y las inconfundibles voces de los dos chicos dieron por finalizada la acalorada conversación.

-Tía, Severus - Saludó el joven Draco, notando al instante el ambiente tenso en el que estaban los dos mayores. Segundos después, apareció Hermione.

- ¡Pero si es mi rubio preferido!

- ¡Quién te ha visto y quién te ve, Bellatrix! ¿Acaso queda rastro de la fría auror que habitaba en ti?

-La verás pronto si me sigues tocando las narices, Snape.

Severus sonrió divertido.

-¡Qué pesados que son! – Se quejó el rubio, soltando su mochila en uno de los sillones de una pieza.

-Señorita Granger – Saludó burlonamente Bella a la castaña, que se había quedado en un segundo plano observando divertida el intercambio entre los mayores.

-Señorita Black, Snape.- Respondió la aludida.

-Granger. Draco, necesito hablarte, hoy no pude encontrarte en todo el día - Se adelantó Severus, poniéndose de pie.

-¿Qué pasa, padrino?

-Es un asunto de nuestra casa, preferiría discutirlo en privado – Al hombre no se le pasó por alto el gesto de disconformidad que había puesto su ahijado ni la ansiedad que se hizo presente en los ojos de su amiga.

-Por supuesto, vayamos a mi cuarto - Draco se volteó para enfrentar a su distraída amiga que observaba sus uñas - Ya regreso, Mione, sírvete lo que desees. - Hermione asintió hacia su amigo y los dos hombres abandonaron la habitación dejándolas solas. Bellatrix sintió la intensa mirada de Hermione incluso antes de girar hacia ella.

-¿Cómo estás, mocosa? - Se burló, el humor era la barrera que interponía entre ellas.

-Con muchas ganas de tomarme una cerveza, ¿Me invitas, Bella? - La voz de la joven sonó como un suave ronroneo para sus oídos. Asintió casi sin darse cuenta y la observó perderse dentro de la cocina.

-¡Tráeme una! – Gritó.

Hermione volvió con las dos botellas frías. Con su natural desparpajo tomó asiento en el mismo sillón que ocupaba la tía de su amigo. Se volteó de lado y acercó su cerveza a la otra.

-¿Brindamos?

-Claro, ¿Por qué?

-Por la fiesta sorpresa que le haremos a Draco para su cumpleaños –Susurro.

Bella levantó una de sus cejas, en un típico gesto suyo y meditó aquella opción. Si bien no se había olvidado del pronto aniversario del chico, cierto era que no había podido descifrar cómo deberían festejarlo. Tras unos segundos, el tintineó de vidrio contra vidrió rompió el silencio tras el brindis.

-Me gustan tus ideas, Granger.

-Lo sé – Respondió con su acostumbrada soberbia – Te voy a pasar mi teléfono así planeamos los detalles ¿Qué te parece?

Sin embargo Hermione no esperó respuesta y tomó el móvil que reposaba en la mesa, empezando a introducir su número en él. Bellatrix sabía que se arrepentiría de no haber frenado aquello a tiempo. Ella no era ingenua, si la amiga de su sobrino se pasaba todas las tardes allí, ¿Con qué necesidad le dejaba su número? Cerró los ojos agobiada y bebió de su cerveza.

-¡Listo! - La joven volvió a dejar el teléfono donde lo encontró y se recostó en el respaldo del sofá- Me gusta que Draco y tu usen objetos muggles – Comentó, llevando la botella a sus labios.

Bellatrix observó a la joven mover una de sus manos hacia la corbata que aprisionaba su cuello y aflojarla con un movimiento tan sensual y despreocupado que le pareció digno de la mismísima afrodita.

-Sólo aquellos que facilitan la vida de un mago – Respondió vagamente, con los ojos fijos en las acciones de la muchacha.

-Por supuesto, deberías probar los juguetes sexuales.

-¿Qué? – Bellatrix volvió a la realidad de golpe.

-No entiendo como entraste en Gryffindor, claramente eres una Slytherin – Habló Draco.

-Eso mismo pienso yo – Oyeron la voz de Snape. Ambos hombres habían vuelto al living y observaban la escena divertidos.

El resto de la tarde transcurrió sin mayores inconvenientes, los cuatro magos compartieron algunas cervezas más antes de que se hiciera la hora de partir cada uno a su hogar. Ya solos, Draco había decidido amasar unas pizzas mientras su tía adelantaba trabajo del ministerio. Luego se habían ido a cenar frente al gran televisor, ambos compartían el fanatismo por las series y ahora estaban siguiendo a una llamada Sense8.

En eso estaban cuando la vibración de su teléfono distrajo a la mayor. Lo tomó entre sus manos y vio que tenía un mensaje nuevo en whatsapp de "Mocosa sensual". Extrañada por tan inapropiado apodo, se fue directa a la foto de perfil del contacto y casi se le cae el móvil al encontrarse tan de cerca con los ojos de Hermione. Los ojos, la boca entreabierta y el escote que asomaba por su camisa abierta. Maldijo en silencio a todo el mundo mágico, esa chica era ilegalmente sexy.

Sus ojos no dejaban la pantalla, suponía que la imagen había sido tomada acostada en la cama y eso le llevaba demasiadas ideas a su cabeza. Una nueva vibración la trajo a la realidad y con mucho esfuerzo volvió hacia atrás, encontrándose con los mensajes de la chica.

Mocosa sensual

Hola Bella

Aquí tu dulce pesadilla

¿Me extrañas?

Bellatrix

¿También tendré que soportarte por aquí?

Ya quisieras, mocosa, no tienes tanta suerte

Mocosa sensual

Yo más bien diría que no tientes tu suerte…

Bellatrix

Sólo voy recordarte que estás desafiando a la mejor auror del mundo mágico.

Mocosa sensual

Lo sé, es lo que más me atrae de ti.

Bellatrix parpadeó sorprendida ante la inesperada confesión de la chica. Su corazón latía con fuerza contra su pecho, estaba segura de que Draco iba a oírlo de un momento a otro. Volvió a leer ese último mensaje y nuevamente un millón de terminaciones nerviosas cosquillearon en todo su cuerpo. Le gustaba. Ahora se había convertido en una realidad. Otra vibración la sobresaltó.

Mocosa sensual

Parece que con algunas cuestiones "la mejor auror del mundo mágico" es bastante miedosa

Bellatrix

Quizás la mejor auror del mundo mágico no quiere terminar en Azkaban.

Mocosa sensual

Podría ser nuestro secreto…

Bella, me doy cuenta de cómo me miras y siento tanto calor cada vez que apoyas tus ojos en mi cuerpo que un día de estos me voy a incendiar, es abrasador.

Cada vez que nos tocamos accidentalmente algo estalla dentro mío.

Bellatrix ya se había olvidado de como respirar y sentía unas fuertes puntadas en su centro. Se imaginó a Hermione aliviando su tensión sexual y tuvo que hacer grandes esfuerzos para ahogar el gemido que quiso escapar entre sus labios. ¿Cómo habían llegado hasta ese punto en sólo una conversación? Ya de por si era difícil negarse a los actos que hacía la chica para tentarla, pero hablar directamente sobre ello era estar en otro nivel. Ya no había nada de lo que pudiera agarrarse para no caer, todo era pura sinceridad en las palabras de la menor.

Bellatrix

¿Cuánto te falta para cumplir la mayoría de edad?

Mocosa sensual

Eso es un sí?

Bellatrix

Eso es sólo una pregunta

Y un quizás

Mocosa sensual

Puedo conformarme con eso, por ahora…

Los cumplo luego de Draco, no falta tanto.

Bellatrix

Draco! ¿Qué pensaste para su fiesta?

Mocosa sensual

Se me ocurrió que podríamos usar la terraza de tu casa, decorarla con un poco de magia y tener una abastecida barra de alcohol.

¿Qué te parece?

Bellatrix

Creo que es una pésima idea juntar adolescentes hormonados con barra libre.

Traeré a todos los aurores del ministerio por las dudas

Nunca se sabe con ustedes

Mocosa sensual

Ni el mejor equipo de ustedes podría detenernos, Bella

Ya deberías saberlo ;)

Bellatrix

Mocosa engreída, te dejo, tengo cosas que hacer

Mocosa sensual

Sueña conmigo.