Advertencia: NC-17.

Género: Romance/Drama leve (?).

Resumen: Hace diez años y luego de los Juicios del Wizengamot, Draco Malfoy se ve obligado a dejar Inglaterra. En el exilio comenzó un viaje de búsquedas y encuentros, que ahora lo llevan de regreso a Londres, con Un Método para la felicidad.

Aclaraciones: Harry Potter y toda referencia, pertenece a JotaKá Rowling… y a todos los lectores que le hemos dado consciencia colectiva y mantenemos la llama encendida =D

Dedicado: a quienes han leído mis anteriores fanfics y continúan dejándome comentarios a lo largo de los años =***, el resultado: el bichito por escribir no me deja vivir en paz!

Y a Phoebe, que me pidió un último Drarry/Harco antes de que me cambie de Fandom XP

Notas del autor: He estado leyendo bastante sobre varios de los temas mencionados y aunque algunas cosas parezcan mentira, no lo son! Digamos que veremos algo así como un Draco-Guru-Hijo de la Perfección XD


El Método

Capítulo 1: Brahma I

En el hinduismo, existe una triada de dioses principales llamada Trimurti; según un viejo mito poco difundido, habrían nacido del huevo cósmico puesto por la Diosa Ammavaru.

Uno de estos tres dioses es Brahma, cuyo nombre significa literalmente "evolución" o "desarrollo". Se le concibe como el Dios creador del Universo y uno de los mitos principales, cree que Brahma fue el primer ser creado por Brahman, la divinidad absoluta del hinduismo.

Es representado tradicionalmente con cuatro cabezas de barba blanca, para simbolizar la sabiduría y cada una de sus cuatro bocas recita un Veda. Con piel roja y cuatro brazos, uno de ellos sostiene una fuente de agua para crear vida, en otro lleva un yapa-mala o "collar de cuentas" para contar el tiempo del universo, uno de los textos védicos en otra mano y un Padma o "flor de loto", en otra. Monta un Jamsá o "cisne" como su Vájana, "transporte", para volar por el Universo.


Robard parecía no darse cuenta de lo que estaba haciendo. Esa era la única respuesta que Harry podía pensar. Su jefe ignoraba la calamidad que se les venía encima. Porque la presencia de Draco Malfoy, sólo podía significar una calamidad.

El hombre ya le había advertido a la división 3, el grupo de Harry, que habían dos nuevas incorporaciones para la misión. Dos hombres de otro grupo y que tenían experiencia en el tema. Harry no pensó que esa división era precisamente la 11, el escuadrón de McGowan, donde estaba Malfoy.

Suspiró.

El hombre había regresado a Inglaterra hace un poco más de un año, después de cinco años fuera, perdido en algún lugar del mundo.

Como era de esperarse, su aparición había causado revuelo: el mortífago hijo de Lucius Malfoy, había regresado siendo un auror. Nadie lo había creído y muchos pensaron que con el pasado que se cargaba, ni Robard, ni el Ministro lo aceptaría. Fue todo lo contrario. Y después de haber estado a prueba durante tres meses en la Unidad de Análisis Mágico Criminal - UAMC, había sido incorporado en una división de campo.

La División 11. Le habían dado un mes a lo mucho, con el perro de McGowan gritando, exigiendo y pateando culos a diestra y siniestra. Nadie quería asumir que el rubio, siendo el niñito de mamá, snob y estirado que recordaban, había aguantado con semejante animal de jefe.

Por supuesto, nadie quería asumir tampoco, que Malfoy tenía cualidades. Su expediente había comenzado a ser divulgado como material de periódico y todo el mundo se había enterado dónde había estado y qué había hecho. El repentino éxito en las misiones de McGowan, concordaban con las capacidades intelectuales y profesionales de su nuevo subalterno.

Unos se habían alegrado… y otros enfurecido.

-¿Qué dices?-

-No es como si esto fuese llevado a votación.-

-Potter.- resopló el hombre, pasándose una mano por la frente como si estuviese cansado de lidiar con él. –Hay que terminar con este caso, debes reconocer que a este punto están parados.- Harry frunció la boca. Incapaz de aceptarlo. –Una de cada tres llamadas están relacionadas a estas pociones y el Ministro está presionando con ponerle fin. Podrás ser El Salvador del Mundo Mágico, pero aún no has encontrado una solución.-

El moreno asintió apenas. No podía decirle a su jefe, que estaban esperando a que alguno de los distribuidores localizados, cometiera un error, porque podrían pasar meses antes que eso sucediera.

-El chico ha mostrado aptitudes, podríamos dejarlo a modo de prueba por un par de meses.- ¿meses? Joder. Su grupo se iba a voltear de cabeza en menos tiempo.

-Usted sabe que tenemos un tenso pasado en común.-

-¿Conflictos personales?- el hombre alzó una ceja. –No quiero saber que por unas niñerías, estas poniendo en riesgo la resolución de un caso. Esto es serio Potter. Estamos hablando de contrabando no sólo de pociones de fabricación ilegal, estamos hablando de consumo ilícito de sustancias medicinales y estupefacientes.-

-No es mi intención involucrar viejos resentimientos, pero la mayoría en mi división tiene cuentas pendientes con él…-

-Para eso estas de jefe. Sosiégalos.-

"Si, qué fácil", pensó.

-¿Entonces?- la respuesta estaba más que clara. No era una petición. Harry asintió y la vuela pluma se agitó ligeramente, alzándose sobre sus cabezas. Suspiró larga y lastimosamente.

-La división 3 acepta la recomendación de los aurores: Joseph Cobbs 1999-2207-IBA y Draco Malfoy 19840112-E. Firmado por Harry James Potter, 2001-5678-IBA.- la pluma hizo un ligero hondeamiento y se detuvo frente al auror donde Harry garabateó su firma rápidamente.

-Perfecto. Te enviaré la copia y las carpetas de Cobbs y Malfoy.- Robard hizo una mueca que parecía cercana a la felicidad, casi como si hubiese cerrado el mejor trato del mundo.

-Claro.-

-Alegra esa cara Potter, a ver si así se acaba esta mierda de caso.-

-Claro, señor.-

Apenas salió de la oficina del Jefe de aurores, pudo distinguir la pelirroja cabeza de su amigo asomarse por sobre los bordes de los cubículos. Un poco disimulado movimiento de cejas le dijeron a Harry que Ron quería hablar con él en su oficina.

El moreno habría preferido tomarse una poción contra el dolor de cabeza, antes de enfrentar a su equipo.

-¿Qué sucedió ahí dentro?- lo asaltó Ron, antes siquiera de sentarse. Harry se dejó caer sobre su silla acolchada, como un peso muerto.

-Está confirmado.- murmuró más para sí mismo, casi como si deseara convencerse, de una vez por todas. Ron hizo una mueca amarga.

-¿No pudiste negarte? ¿Mostrar otra alternativa?-

-No era una petición, Ron, Robards los quiere en el caso.- masculló, sintiendo que su jefe había pasado por encima suyo. Lo que resultaría en su comodidad y buen ambiente de trabajo, destrozados. –Eso era todo.-

-Nos quedará aguantarlo…-

-Eso creo.-

-¿Crees que los demás lo vayan a tomar bien?-

Harry suspiró, sabía de alguien que tenía demasiado rencor contra los mortífagos, además de los propios miembros del ED que se habían vuelto aurores o los que trabajaban en el Ministerio. Ver a Malfoy siendo un "auror", sacaría de quicio a cualquiera. Era irrisorio, como una muy mala broma o un sarcasmo muy negro, muy-muy ácido y con tintes de malas intenciones. De malos propósitos.

Después de todo, había un motivo por el cual Malfoy había sido destinado a la División 11 y era porque estaba constituido por aurores de poca monta y extranjeros. Ese era un cuerpo de viejos que iban en la curva descendente de sus carreras, de hombres sin compromiso y si debía decirlo con palabras duras: eran aurores fácilmente reemplazables y que nadie iba a extrañar.

En fin… ¿por qué mierda tuvo que regresar?

Miró el pequeño bolso de mano que estaba sobre la banca de los vestidores y suspiró. Éste no era el giro de los acontecimientos que esperaba. Todo se había vuelto tan abrupto y definitivo en un par de semanas. ¿Debería tomarlo como una oportunidad o como un problema?

El grueso nudo de aprensión que se había atorado en su garganta, no ayudaba en nada. Si lo viera, seguramente Ahsan movería la cabeza negativamente, diciéndole que estaba siendo testarudo.

Recogió el resto de sus pantalones deportivos de su casillero y escuchó más que vio, como algo caía al suelo. Su pulsera de cuentas.

Se sentó en la banca y recogió la pieza tomándola en sus manos.

-¿Qué sucede?- no necesitó mirar para saber que era Joe quien le hablaba, a varios casilleros de distancia.

"Habla", se dijo el rubio. Tragó varias veces e intentó poner sus pensamientos en orden.

-¿Estas nervioso o algo?-

Draco miró a su compañero de equipo. De alguna forma, que no tenía nada que ver con su color de piel o con su humor fácil y un poco ácido, Joseph Cobbs le recordaba a Blaise Zabini. Quizás por eso eran tan buenos amigos. A pesar de las líneas confusas que habían unido sus vidas, de la fuerte atracción inicial y la íntima calma final.

Joe había sido su "Amit", la segunda persona que había ayudado. No había sido algo difícil, el hombre sólo había necesitado aclarar su mente y encontrar el rumbo de su vida. Había requerido de alguien que escuchara toda su confusión, todos sus cuestionamientos, pero sin prejuicios o ansiedad chismosa. Eso era algo que Draco podía hacer. Después de todo, Ahsan había alabado su calidad de oyente.

Fue un excelente segundo intento, después que su primera tentativa de ayuda resultara en un completo fracaso.

El rubio deslizó cada una de las cuentas de madera de almendro, a través de sus dedos, reconociendo el tacto como algo cálido y familiar.

Por eso cuando tuvo que bautizarlo, como gesto culmine del regalo, de su desinteresada ayuda, Draco había decidido que Joe era digno de ser llamado Amit: amigo.

Lo que se venía ahora, con este traslado, era algo completamente distinto. ¿Había estado jugando demasiado a lo seguro?

Suspiró. "Habla", recordó, como si escuchara la voz de Ahsan. "Eres bueno para escuchar, pero no para comunicarte".

-No sé qué voy a encontrarme allá.- finalmente dijo.

-No hablas del caso.- comenta el hombre negro y Draco niega. -¿Es por Potter y su pandilla?-

-Me fui en el peor de los términos.-

-Piensa en el trabajo, mientras más difícil más te obsesionas. Quizás eso te ayude a ignorarlos.-

-Los problemas no están para ignorarlos…-

-Bueno, ahí tienes tú respuesta.- la voz de Joe sonó divertida.

Sonaba muy fácil, pero Draco no estaba seguro de poder enfrentarse al rostro de su pasado.

Deslizó la pulsera de cuentas y la observó en su delgada muñeca. Vetas curvas y sinuosas, oscilando entre el amarillo anaranjado al rojizo de la madera. Era una pieza llena de hogar y calma, delicada y hermosa.

Draco se había marchado de Inglaterra después de su juicio ante el Wizengamont, casi como si estuviese huyendo de la turba, de la deshonra o de alguna clase de pasado rencoroso, que podría saltarle encima en cualquier momento, diciéndole que no debió salir vivo de esa guerra. "Eres tan culpable como los demás". Tal como una maldición familiar, como había ocurrido con su padre, con su padrino, como su loca tía Bella o como sus desajustados tíos Rabastan y Rodolphus, como había ocurrido con todos sus parientes y conocidos mortífagos.

No lo sabía. En ese momento de su vida no sabía nada, sólo sentía una ansiedad nerviosa que le decía que debía irse, antes que algo sucediera. ¡Vete! ¡Largo! ¡Alguien pisa tus talones! Tal vez el padre de algún niño muerto, la hermana, la madre o la hija de alguna de las mujeres que el Señor Tenebroso torturó en la Mansión Malfoy, cualquier disconforme con su libertad. Lo que había visto y vivido en su propia casa había sido casi demasiado para su cordura de niño mimado, de niñito rico criado entre algodones.

La lustrosa mesa donde había cenado con sus padres, donde había celebrado sus cumpleaños con sus amigos, había sido tomada como piedra de sacrificio. El Señor Tenebroso la había manchado de sangre y esa asquerosa serpiente se había alimentado sobre ella.

En ese tiempo, después de los juicios, habían caminado sobre campo minado. Por eso Draco había tomado a su madre, pagado el altísimo precio de un traslador y habían huido lejos.

Un tiempo en Francia, unas semanas en Suiza, luego habían viajado a Italia. Allí su madre se había asentado con comodidad, ese era su lugar y estaba encantada. Pero Draco no había encontrado tranquilidad o sosiego en los restos del coliseo, en la Capilla Sixtina, en la arquitectura de Brunelleschi o las esculturas de Donatello.

No había encontrado calma en los objetos que antes podrían haberlo fascinado. Sólo veía piedra y trozos de bronce pulido. Qué hacer cuando sentado en la hermosa Plaza de San Pedro, sólo había visto montones de gente zumbando a su alrededor, como el constante ruido de una colmena, sonando fuerte en sus oídos e incluso después de regresar al departamento, sentado sobre su cama mirando la noche.

Zumbando. La gente hablaba, pero para el rubio era como el molesto ruido de un abejorro.

Sus pies no se habían podido quedar quietos y a pesar de caminar por toda Roma, por visitar Florencia, Nápoles y Venecia, Draco veía lo mismo en todos lados. Nada que le quitara el molesto susurro en su cabeza, nada que lo atrajera, que lo conmoviera. Nada que lo atrapara en esa caída a la realidad. Draco había perdido su vida durante su séptimo año y no encontraba nada que lo asentara a la tierra una vez más.

Darse cuenta que el mundo seguía girando, existiendo, cambiando, riendo y suspirando mientras él parecía perdido, lo había tocado. Los turistas disfrutaban del sol y la caricia del viento, mientras él intentaba degustar un té que se le hacía mucre al paladar y trataba de detener su pierna derecha que se balanceaba arriba-abajo, como un maldito sicópata.

Para su cumpleaños número 19, Draco recuerda haberle dicho a Narcissa que se iría de viaje. Ella casi se había levantado para arreglar sus maletas, yendo a dónde él quisiera ir.

-¿A dónde cariño? ¿Austria? ¿Alemania? ¿Tal vez las playas de Portugal?- y ella le había sonreído con ese gesto de madre. De quien lo da todo.

Pero Draco no podía seguir viviendo bajo sus alas, sin darse cuenta de lo que tenía delante. Viendo como ella lima las asperezas del camino, alisa los bordes de la verdad, pintando las palabras, decorando el ambiente que habitan. No están de vacaciones, están huyendo, están exiliados.

-Quiero ir solo- se miraron, -y quiero ir lejos.-

-¿Cuán lejos?-

-Todo lo lejos que necesite.-

"Todo lo lejos que necesite", el rubio no lo sabía, pero debió recorrer bastante camino para lograr satisfacer esa necesidad. Para calmar no sólo sus pies, sino para comprender que su problema se llamaba culpa, que tenía toques de un miedo desmedido y se asentaba en la completa incomprensión de sus propios sentimientos y la falta de comunicación. No había sabido cómo decirle a su madre que necesitaba arrancar, aunque no sabía de qué, cuando la guerra ya había acabado. Pero la tranquilidad que había visto hasta entonces, no había hecho más que agitarlo ansioso con una vehemencia que no podía contener, ni entender. Era así de profundo.

La dualidad –no sólo mágica- era la peor enfermedad para el mundo occidental.

-¿Listo?- el rubio saltó sorprendido.

-¿Cuándo crees que nos den el traslado?- miró su bolso. El jefe McGowan les había ordenado alistar sus cosas, pero mientras no se aceptara el traslado, ellos estarían en ascuas.

-Si saben lo que les conviene, debería ser ya.- Joe cerró su bolso, le aplicó un encantamiento empequeñecedor y lo dejó dentro de su casillero. –Mientras, nos quedamos en receso. ¿Qué vas a hacer por ahora?-

-Supongo que bajaré a Análisis.- Draco imitó a su amigo y dejó su bolso en su casillero. -¿Tú?-

-Quizás vaya a entrenar o a ver a los chicos.- el moreno le habló antes que llegaran a la puerta de salida. –Realmente no pareces muy entusiasmado con esto.-

-Sólo estoy tratando de hacerme a la idea.-

-No lo veas como un castigo, tarde o temprano esto debía ocurrir… ver a tus excompañeros.- Draco asintió. –Es a lo que viniste.-

El rubio suspiró y reconoció el hecho para sí mismo. "Pero lo único que siento ahora es un gran nudo en la garganta".

-Eres muy bueno trabajando para otros, pero te cuesta mucho hacerlo por ti.-

-No me hables como Ahsan.-

-Haa…- ríe el hombre, -es que tengo razón.-

-Me voy. Si sabes algo del traslado, me avisas.- Joe asintió.

-Saluda a Longbottom de mi parte.-

-Claro.-

Cuando Harry llegó a su departamento esa noche, supo que algo debió haber ocurrido, porque había algo de ceniza esparcida frente a la chimenea. Claro indicio de que alguien había intentado entrar y comunicarse con él, incontables veces.

Con un pase de varita, limpió la suciedad en el suelo y se comunicó con el departamento de Hermione y Ron.

-¡Harry!- escuchó a los pocos segundos, la clara voz de su amiga. A través de las cenizas y el halo verde, podía distinguir su característico cabello alborotado. -¿Qué sucede?-

-Sólo quería saber si han estado llamado, porque tengo rastros de ceniza.-

-Yo no y Ron llegó hace un rato de la Madriguera. Si hubiese querido hablar contigo habría contactado de inmediato.-

-Entonces no es de la Madriguera tampoco…-

-Tal vez sea alguien del Ministerio, el Jefe Robards o algo así.-

-Acabo de llegar de allá y cuando Robards no puede contactar por chimenea envía a esas lechuzas que destrozan los marcos de las ventanas.- la chica rio.

-Ahm… quizás sea Colin.-

-Tal vez.- Hermione lo miró con ojos comprensivos.

-¿Quieres pasar a cenar?-

-¿No es problema?-

-Claro que no.- sonríe y le deja pasar. -¿Cómo van las cosas entre ambos?- le pregunta mientras se encaminaban hacia la cocina. Ella parecía entretenida preparando unos spaghetti con algún tipo de salsa.

-Creo que bien.- murmuró, recargado contra el mesón. Siempre encontraría interesante ver a una mujer cocinar. Picando, vaciando, espolvoreando, mezclando y probando, con tanta facilidad y confianza. -Ahora está solicitando una beca para un diplomado en Fotografía mágica, en una Universidad de Manchester.-

-Es lo que ha estado esperando.- Harry asintió, -¿Por qué "crees que bien"?- esta vez ella lo miró. Con un pase de varita, ella dejó la cuchara de madera revolviendo la salsa.

-Tú sabes que nuestros horarios no compaginan mucho y si se va a Manchester, vernos será casi imposible.- suspiró. –Y esta maldita misión… y el maldito traslado de Malfoy. Como si no tuviera poco.-

-He escuchado que Malfoy es muy capaz.- entonces Hermione camina hasta el refrigerador y le muestra una cerveza, que el moreno acepta con gusto.

-Tal vez, pero sabes cómo era en el colegio. No quiero tener que lidia con sus arrogancias o que moleste a los chicos. Bones está completamente asqueado con la idea.-

-Eres el jefe, Harry, tienes suficientes medios para poner a Malfoy en cintura… de ser necesario.-

El moreno se le acercó para destapar las cervezas, cuando vieron a Ron entrar por la puerta. Lucía el cabello mojado y ropa deportiva.

-Hey, ¿qué pasa amigo? ¿Alguna novedad?-

-No realmente. Alguien intentó comunicarse por chimenea a Grimmauld Place, pensé que podrían ser ustedes.-

-Nop.- Ron se acercó a las hornillas y echó un vistazo a las ollas. -¿Qué haces?-

-Spaghetti con salsa bolognesa.-

-Por cierto, los chicos ya saben sobre… ya sabes…-

-Ron…- suspira el moreno.

-Bueno, es que Seamus me preguntó y tú sabes que es muy persuasivo…- sintió un escalofrío, el chico lo había estado atosigando toda la tarde. –Y también sabes que es un chismoso redomado.-

Joder, Harry no quería pensar en qué estarían murmurando los miembros de su División, seguramente cuestionando su capacidad para negociar ese horrendo traslado. Relevando su debilidad a las decisiones de Robards.

-¿Qué hay con la misión?- preguntó esta vez la chica.

-No mucho. A pesar del veritaserum no han dicho nada de importancia.-

-O son sólo distribuidores que realmente no saben nada o hay algún hechizo de censura que esté anulando la poción.- indicó el moreno.

-Parece una buena alternativa.- apuntó la chica. –Si tienen acceso a pociones nuevas o no registradas ni siquiera en los manuales avanzados, es porque estamos hablando de un mago o bruja de grandes capacidades.-

-Un pocionista de grandes capacidades.- reiteró, conociendo demasiado bien el punto de tope de ese caso.

-Malfoy era bueno en pociones.- Hermione los miró con cejas levantadas.

-Ugh, no me hables de él.- se quejó el pelirrojo.

-De hecho su expediente dice que tiene estudios avanzados en pociones y cosas rituales… cosas de sangre pura, supongo.- el moreno tuvo que aceptarlo.

-Sin mayor pista de los distribuidores, lo único que tienen son las pociones. Allí debe estar todo lo que necesitan, si lo piensas… son pociones nuevas, qué ingredientes se emplearon, el tiempo de fabricación. Ese es su eje.- ella reiteró.

-Lo sé, pero todo lo que Análisis nos ha dado es una lista vaga de ingredientes. Dicen que la fórmula de preparación hace difícil separar los elementos.- Harry suspiró, tomando un trago de su cerveza. -Lo único que nos han dicho con claridad es para qué sirven o si son la variación de alguna poción conocida.-

-Si es un pocionista tan hábil, debió haber estudiado en alguna academia reconocida o tener antecedentes previos. Nadie así puede pasar desapercibido.-

-Lo sabemos Hermione, también lo pensamos y ya revisamos.- Ron puso cara de circunstancias. –Y nada.- finalizó.

-Ahm…- ambos chicos la miraron, de nuevo. –¿Este pocionista podría ser tan hábil como el profesor Snape?-

-Tal vez, ¿por qué?- Harry alzó una ceja.

-¿Podría ser algún discípulo o algo así?-

-¿Tú crees?- preguntó el pelirrojo.

-Deben agotar todas las posibilidades.- concluyó ella y para el horrible pesar de Harry, el traslado del rubio cada vez se veía más como una buena opción. ¿Qué mejor ejemplo de un discípulo de Snape, que Malfoy?

-Joder.-

Cuando Harry regresó Grimmauld Place, el frente de la chimenea estaba sucia de ceniza, de nuevo. Era tarde y quería irse a dormir, pero decidió esperar a ver si trataban de comunicarse con él otra vez. Se dejó caer sobre el sofá de cuero, somnoliento y aburrido. Rogando a Merlín que la chimenea se mantuviera quieta y sin sonido los próximos cinco minutos, entonces se marcharía a dormir.

Su suerte no debía ser mucha, porque sintió un crepitar. Abrió los ojos con desgana, preguntándose si sería muy maldito de su parte, ignorar a quien sea que esté al otro lado y simplemente escapar.

-Harry…- escuchó una voz conocida. El moreno suspiró, hincándose frente a las brasas encendidas de verde.

-Colin.- dijo, después de desbloquear el acceso Flú.

-¡Ya estás ahí! Creí que no te encontraría.-

-Acabo de regresar de casa de Ron.-

-¿Puedo pasar?-

-Claro.-

Se hizo a un lado y a los pocos segundos tenía al chico saltándole encima, besándole con fuerza. Harry afianzó el agarre sobre su cintura y lo apretó contra su cuerpo. Extrañaba ese tipo de contacto, el gusto de otra boca sobre la suya. Haciéndolo olvidar de todo lo demás y aligerando un poco su humor.

-¿Tú estuviste intentando comunicarte antes?- se separó después de largos minutos, haciéndose hacia atrás.

-Sí, toda la tarde.- el chico sonrió.

-Sabes que estoy saliendo del Ministerio después de las siete.-

-¿En serio?-

-Sí.- el moreno suspiró. A veces no sabía si el chico simplemente lo ignoraba o era así de despistado.

-Los chicos van a salir a cenar, les dije que te llevaría conmigo.- le sonrió.

-¿Ahora?- eran pasadas las diez.

-Sí, bueno, ellos ya están allá. Te estuve llamando antes porque quería invitarte a la exposición de Marcel, te conté que sería en una galería muggle.-

-Sí, claro…- realmente no se acordaba de ninguna exposición, galería o un tal Marcel.

-Podemos ir ahora, antes de cenar… estará abierta hasta las doce.-

-Colin, es tarde y mañana me levanto temprano.-

-Harry…- se le abrazó, extendiendo sus brazos delgados por sus hombros, acercando su carita dulce hasta rozar un beso sobre sus labios.

-Cené con Ron y Hermione.- sonrió un poco dentro del beso, apretando la cintura de su novio.

-Puedes tomarte una cerveza o un vaso con agua… lo que quieras, pero quiero que me acompañes.-

-Por qué mejor nos vamos arriba y pasamos un rato solos.- movió sus caderas contra las del trigueño.

-Tienes tiempo y ánimo para el sexo, ¿pero no para cenar conmigo?-

Harry suspiró, siempre intentaba evitar esos encuentros con los amigos de Colin, porque usualmente no sabía de qué conversar con ellos. Sabía tanto de arte como de astronomía o física cuántica y cada vez que le preguntaban que le parecía tal o cual obra, Harry solo veía mamarrachos.

Una vez había dicho "Bonito" y esa pareció ser la peor respuesta que el artista había recibido.

-¿Qué tal si lo dejamos para el fin de semana? Mañana tengo una reunión importante con Robards, a primera hora.- era mentira, pero de las piadosas.

-Harry…- volvió a hacerle de esos encantadores pucheros. –Prometí que les presentaría a mi novio.-

-Pero tú novio es un auror ocupado.- el moreno le acaricio las mejillas tibias y sonrojadas de Colin, con las manos.

-Promételo. Este viernes salimos con mis amigos, promételo.-

-El sábado, sabes que el viernes me reúno con mi equipo.- los viernes eran sagrados, se reunían los seis a beber cerveza y hablar sobre las misiones.

-Está bien.- el chico bufó.

-¿En serio no quieres quedarte a un rapidito?- le sonrió y le beso suavemente, Colin suspiró con gusto pero termino separándose de él.

-No. Me deben estar esperando.-

-Vale. Ven mañana si quieres… ya sabes, lo más seguro es que esté aquí como a las ocho.-

-Bien.-

Colin lo besó nuevamente y Harry se hundió en la caricia. Después que el chico se fuera, el moreno tomó una ducha y se masturbó un poco antes de dormirse.

Deslizar el dedo índice por el borde de esas tazas de loza, siempre le había parecido algo interesante. El suave relieve cosquilleaba bajo la piel de su yema y le recordaba, de forma difusa y añorada, a la vajilla de porcelana de la Mansión. Esta pieza entre sus manos, no era ni remotamente fina o cara, pero refrescaban sus recuerdos más dulces y felices. Con el simple tacto, haciendo flotar al frente de su mente, la pasada experiencia de su niñez.

Sorbió un trago de té con bergamota, suave y relajante. Depositó la taza sobre el platillo, en la mesa de centro y reacomodó el libro sobre pociones medicinales sobre sus piernas.

Entonces, de alguna forma, a pesar del ambiente relajado que debería respirar, sintió una tensión presionar sobre su cuello y el aire a su alrededor.

Draco pensó en el chico sentado frente a él, aquel que se mantenía con la espalda tensa, encorvado sobre una pila de pergaminos. Leyendo afanosamente y garabateando sobre un pergamino.

Concentrándose, el rubio procuró dibujar su nombre dentro de su cabeza y dedicar sus pensamientos sólo a él. El cómodo espacio que debería ser esa casa estilo familiar, que debería otorgarle calma y confortabilidad, estaba siendo completamente ignorada. Ni siquiera el papel mural floreado, el tapiz kitsch de los sillones o la calidez de la madera color caoba estaban floreciendo recuerdos agradables para él.

Él no era nadie para reclamarle por interesarse únicamente en su trabajo o dedicarse en cuerpo y alma por algo que realmente le gustaba, pero el trigueño estaba perdiéndose de una parte importante de su vida e integridad.

Draco volvió a susurrar el nombre dentro de su mente, mientras contemplaba el cuerpo del hombre, sin dejar de recordar las veces en que él mismo se había hundido en ese absolutismo. Como si nada más existiera. Cuando su cabeza veía y percibía todo de forma unidireccional y las cosas dejaban de tener sentido.

Como en séptimo año. Cuando el sol avanzaba sobre el cielo, afuera de su ventana, muy lejos de la única verdad que había en su mente. Cuando el valor del nuevo día había perdido toda importancia y lo único que había en su vida era un armario. La Misión.

Primero había sido aquella misión que parecía imposible, luego había sido la sombra dentro de su cabeza, aquella que lo había seguido más allá de Inglaterra. La culpa.

Pero entonces conoció a Ahsan y esa presencia oscura carcomiendo los límites de su cordura, había conseguido una compañera mucho más agradable y menos destructiva. Y las noches de terribles pesadillas, se habían acabado.

Buscó el aroma de la bergamota dentro del aire cercano. El aroma dulce, suave y delicioso, lo transportó directamente a una noche en particular. La idea de recordar esas situaciones como si hubiesen ocurrido ayer, lo llenaban de una encantadora tibieza, aunque hubiesen sido desagradables y mortificantes en su momento.

»Parpadeó incontables veces, pero la niebla sobre sus ojos no le permitían enfocar más allá de su nariz. Dejó caer sus parpados y se mantuvo quieto. Quizás ni siquiera estaba despierto, tal vez era sólo otra parte de la pesadilla«.

»"Si lo fuera yo no debería saberlo". Había pensado su mente«.

»Draco aguardó tendido sobre ese cinto de juncos, que hacía de cama. Sintiendo que la dureza del suelo y el frío de la piedra traspasaba ese intento de lecho. Pensó en su cama en Italia y en la que había sido su cama en la Mansión Malfoy. Pensó en todas las comodidades que se estaba perdiendo por hacerle caso a ese viejo, sin dientes y su inglés primitivo. Podría irse en cualquier momento, pero sabía que no lo haría«.

»El extraño crujido de un grillo lo regresó a la realidad. Estaba en medio de la nada, en una de esas noches silenciosas y profundas. Negras como sus sueños«.

»Cuando abre los ojos la segunda vez, todo se le hizo más claro y reconocible. Podía ver el techo de paja, sumido en las sombras. Oscuro, casi negro, pero identificable. Siente además, el olor del sándalo«.

»-¿Qué hay en la noche que te atormenta?- escucha, desde la otra esquina del cuartucho«.

»Draco se queda en silencio, con la vista fija en el techo de paja e intentando ignorar el significado de esas palabras. Pero la presencia del hombre era suficiente presión sobre su consciencia como para quedarse callado, impávido«.

»-No es la noche.- no quiere moverse de su estado desmadejado, de todas maneras sabía quién estaba allí«.

»-Tama es la más baja de todas las gunas, es la fuerza que impulsa la oscuridad, la ignorancia, la destrucción, la pereza, la inercia, la resistencia y la indiferencia.- Draco mantuvo el silencio, entonces escucha al viejo exhalar una bocanada de humo o quizás era un suspiro cansado. Debía ser pasada la media noche, pero aun así, el viejo intentaba enseñarle sobre esas cosas incomprensibles. –Es la fuerza que aleja toda luz de nuestras vidas. Apaga sentimiento, corrompe las sensaciones y desnutre nuestra salud.-«

»-¿Según usted estoy enfermo de… Tama? ¿De perezoso?, ¿de ignorante?, ¿de indiferente?«

»-¿No lo crees tú?-«

»-¡Viva lo que yo he vivo y…!« aprieta los puños sobre el tálamo de juncos. El crujido le hizo saber que había partido y roto una buena cantidad.

»-No hay árbol que el viento no haya sacudido-«.

»-Por supuesto… ¿Y el viento qué ha sacudido en su árbol?, ¿ser pobre?, ¿qué venga un tigre y le coma su montón de viejas gallinas?- esta vez Draco se sienta y mira al otro lado de la habitación. Había pensado que vería sólo sombras, pero alcanzaba a divisar los contornos del pequeño y anciano hombre. Las varillas de incienso quemando a su lado y una larga pipa en su mano derecha«.

»-Tengo cabras también-«.

»-¿Y eso a mí qué me importa?-« había gruñido.

»-Sólo digo que no has visto nada… no ves nada de lo que hay a tu alrededor.-«

»-¿Quiere que vea sus cabras huesudas y su casa roñosa?-«.

»-El mundo que te rodea-«.

»-Éste agujero horrendo, perdido en medio de la nada, querrá decir…- escupe tan sarcástico como el niño de 11 años, que había hablado mal de la Familia Weasley, -pero no se preocupe, que me iré en cuanto pueda.-«

»El rubio escuchó cómo el aire salía de los pulmones del viejo, ésta vez estuvo seguro que era la exhalación del humo de su pipa. El aroma suave y dulce, le hizo fruncir el ceño. Se sentía tan fragante como el mango. Tan dulce. Casi desagradable«.

"Neville", vuelve a susurrar su mente, de regreso al presente y procura que sus sentidos se impregnen del espacio que comparten, de la imagen del hombre que es ahora. Grande y masculino, no como el chico gordito y cachetón, que había sido antes. Su mente se llena del aire que ambos respiraban, de los sonidos que perciben, del calor que entibiaba sus cuerpos y el gusto del té, tocando su interior.

Seguramente el chico había olvidado todo lo que no fuera esas muestras de laboratorio y el registro del crecimiento de las pruebas vegetales. El chico se estaba perdiendo la mitad de su vida, ocultándose bajo la seguridad de sus plantas.

Draco suspira, intentando no ser notado y entonces se concentra en el trigueño, al otro lado de la mesa de centro. Quien parecía no haberse movido, ni advertido nada. Regularizando su respiración, el rubio extendió su magia de forma suave y continua, sintiendo sutilmente cuando ésta alcanza los límites del cuerpo de Neville. Cuando su propia fuerza toca y se entrelaza con la del chico.

Distinguir los bordes de su energía fue fácil, con la mente del Griffindor enfocada en otra cosa, casi aletargada entre estadísticas y descripciones. Tan sólo con entrecerrar los ojos y abrirse al tacto de la magia del trigueño, Draco pudo reconocer los tonos verdes y a veces amarillos, como una imagen vaporosa detrás de los parpados. Como la textura del aire en continuo movimiento y podría ser armónico, hipnótico, si no fuese por el tono negro y denso del Tama-guna, de las cualidades negativas.

Y entonces la calidez y templanza que siempre había caracterizado a Neville, cambio a una electricidad recorriéndole los músculos y la mente. La inquietud del chico, incluso estando despierto, consciente y viviendo la vida. Era tan evidente, que le estaba lastimando la cabeza. Allí estaban la oscuridad del pasado, la inercia y la resistencia a la vida presente, la indiferencia por sí mismo y la ignorancia más dura y determinante, opacando esa mente que ahora sabía era noble y vivaz. Comprometida.

…Y una personalidad como nunca había conocido antes. Longbottom había sido tan agradable y compatible, que con el tiempo, Draco no pudo evitar acercarse a él. Quizás esos tonos amarillos del Manipura tenían mucho que ver y su magia se sentía atraída. Complementada.

Draco presiona su energía Shakti, recordando las ondulaciones enseñadas por los textos Tántricos, intentando liberar esa tensión negativa transformándola en algo más placentero. Intentando hacerse un espacio entre los pensamientos del hombre y ese halo oscuro del Tama-guna. De la misma forma como Ahsan había hecho con él, como le había enseñado.

Después de todas las veces que se resistió a las palabras del viejo hombre, después de pelear, gruñir y maldecir por caer en ese agujero de mala muerte, Draco había terminado quedándose en esa casucha de piedra y paja. Se quedó allí por casi dos años, antes de decidir viajar a Delhi y hacerse auror. Gracias a que Ahsan lo había conducido lejos del Tama-guna, hacia el Raya-guna, hacia las fuerzas que promueven la actividad y la pasión activa.

Así como él lo haría con Neville, Draco actuando como su Devi.

-¿Draco…?- el rubio siente los ojos del trigueño sobre él, mirándolo atentamente. Lejos de las carpetas, los pergaminos y los libros de consulta. Tiembla casi imperceptiblemente y traga duro, cuando se da cuenta que una punzada había comenzado a atravesarle el cráneo.

-¿Qué?-

-¿Lo estás haciendo de nuevo?-

-Sí.-

Suspira, enfocando sus pensamientos en cómo su respiración entraba por su cuerpo y presionaba cierto punto en su garganta, luego bajaba a sus pulmones, extendiendo su caja torácica, tocando su abdomen, refrescando su cuerpo entero. Busca relajarse y continúa con el proceso vital, intentando no cerrar sus ojos y poder seguir mirando al hombre.

-¿Por qué? ¿Qué pasa?- escucha.

-Deja eso de lado- indicó todo ese material de investigación, -y piensa en otra cosa.-

-¿Cómo qué?- el chico frunce el ceño, pero de todas formas obedece.

El rubio siempre se sentiría sorprendido de las respuestas de Longbottom, incluso ahora. Ellos no habían tenido un pasado muy agradable, pero el chico había respondido asombrosamente amable desde el primer momento que lo vio, hace un año. Quizás estuvo un poco receloso y actuó reservadamente las primeras semanas, pero pronto entablaron una interesante amistad. Con el tiempo el trigueño se había dado cuenta que Draco comprendía sus inseguridades y los recuerdos que lo atormentaban, la infelicidad que alguna vez había sentido y eso, los había acercado mucho más.

Luego habían pasado de las simples palabras al tacto de las manos –a pesar de la aparente heterosexualidad del chico- y entonces, toda conversación y experiencia entre ambos, se volvió más cercana, íntima y cómplice. Que el trigueño hubiese mejorado físicamente con los años, era un bono que no podía despreciar.


Continuará… =D

Antes que nada, quiero disculparme por los cortes de los capítulos, ya que en algunas partes quedaron a mitad de escena!, pero me estaban quedando muy largos y me descompaginaba todo… = /

Ahora bien!, espero que les haya gustado este primer capítulo y le den una oportunidad a esta historia que estará compuesta por 3 grandes partes, cada una con varios capítulos.

Si tiene alguna duda con la historia, no duden en escribir.

Salu2!