·:Flowers:·

Había pasado la noche en vela. Mirando desde aquella sucia ventana hacia la calle, observando la nieve caer y los pasos tranquilos de todas aquellas personas que eran ajenas a él y el sentimiento que le invadía la mente y el pecho. Pasaban sin percatarse de él, sin observarlo y sin siquiera pensar en su humanidad; una situación extraña para un reconocido joven cantante, pero era lo último en que pensaba. Llevó su mano diestra hasta el vidrio para tocarlo levemente con la yema de los dedos de forma casi ausente. Era un día importante, y todo debería salir perfectamente. Pero en su mente no cabía más pensamiento que ella. ¿Quién lo diría? Yamato Ishida, galán de galanes, sólo podía pensar en ella. Tenía 21 años, toda una vida por delante, una que sin duda una estaría llena de fama y un mar de fans que lo adorasen... Y a pesar de todo, su mente la ocupaba sólo una chica…

Se separó de la ventana y se dio la vuelta, observó a su alrededor, escudriñando con su azul mirada todo lo que le rodeaba en aquella solitaria sala deshecha, los muebles descuidados y fuera de lugar en gran parte. Sus pies se abrieron paso entre basura y ropa sucia esparcida por todos lados, incluso vidrios y objetos que en algún momento habría colocado en un intento de decoración. Era una escena desoladora, que daba la impresión de una batalla campal reciente, pero qué más daba, a él no le importaba.

Al llegar a la puerta de su habitación se detuvo unos momentos, recargó el hombro en el zaguán y observó. Allí estaba su guitarra sobre la cama, aquella guitarra eléctrica roja con blanco, que le traía recuerdos tan fantásticos que no pudo evitar cerrar los ojos para tratar de obtener imágenes vivas… Y lo logró.

Ante sí apareció aquella linda chica de cabellos castaños y orbes chocolate, sentada en una orilla de la cama, mirándolo mientras practicaba algunas notas sentado a su lado. Los ojos de él le miraban intensamente mientras tocaba, y la chica sonreía dulcemente escuchando los acordes sin mirarle directamente. Pero cuando él cerraba los ojos, ella se dedicaba a mirarle con la misma intensidad, suponiendo que él no lo notaría. Pero cuando él abría sus ojos y los clavaba en los de ella, el silencio se apoderaba de la habitación, al mismo tiempo que un tenue sonrojo lo hizo con sus mejillas.

Abrió sus ojos azules, regresando a la realidad y retiró con un movimiento de cabeza algunos de los dorados cabellos que se empeñaban en cubrir su rostro. Dejó escapar un suave suspiro y se separó de la pared para entrar al fin, como si hubiese requerido juntar las fuerzas para seguir con su plan. Se dirigió a un mueble con cajones y lo abrió, revolviendo sin cuidado el interior hasta sacar algo de ropa interior, tomó una toalla que estaba sobre la silla de su escritorio y se encaminó al baño.

Comenzó a desvestirse dejando caer sus prendas al suelo. Entró en la regadera y abrió suavemente la llave de agua fría. Las gotas comenzaron a caer poco a poco, hasta estallar en un chorro que caía sobre su cabeza y rodaba por todo su cuerpo hasta el suelo… Vaya que lo necesitaba. Su cabeza estaba hecha nudos, no encontraba en qué pensar. Este día iría a encontrarse con ella, y no era una cita normal.

Sin percatarse cómo o cuánto le tomó, terminó su baño, se cambió y alistó para salir. Había elegido para su salida un traje formal de color negro y una camisa blanca un poco desabrochada. Antes de salir tomó un par de anteojos negros que situó sobre sus ojos. Su gabardina negra descansaba sobre el perchero cerca de la entrada, se la puso sobre la ropa, tomó su cartera y las llaves de la mesa que estaba en una mesa, se puso los zapatos color azabache y abrió la puerta para salir de su departamento. Atravesó el pasillo de el edificio, y en vez de tomar el ascensor se decidió por las escaleras, la caminata no le caería mal para despejarse.

Ya fuera emprendió su camino. Cada vez que exhalaba un leve vapor se hacía visible. Entonces sus ojos mar se posaron sobre una pequeña tienda de flores a la mitad de la cuadra. Se detuvo frente al establecimiento por unos instantes y miró las flores… Una ligera sonrisa se delineó en sus labios. Nunca le había regalado un ramo a ella… No era mal momento para hacerlo… Y de hecho, no habría mejor ocasión.

Sin dudarlo más se acercó y comenzó a escudriñar entre lo que ofrecía la señora dueña del puesto. Después de unos momentos encontró lo perfecto. Pagó, para luego salir del lugar con un hermoso ramo de tulipanes rosas, perfectos para ella, sin dudas. Las nubes mantenían la mañana gris, dando la ilusión de que era más temprano, pero al menos la nieve había dejado de caer, miró su reloj: cinco para las diez. La cita era a las ocho treinta, pero sabía que habría demasiada gente, así que se decidió por retrasar su llegada, de seguro ella entendería.

Se puso en marcha de nuevo y atravesó las calles una tras otra hasta llegar a una zona menos poblada, se acercaba a su destino. Conforme se acercaba y miraba el lugar de encuentro a lo lejos, su corazón comenzó a sentirse aprisionado de nuevo, justo como se había encontrado durante toda la noche. Su paso se alentó y bajó el ramo de flores que llevaba afianzado contra el pecho… Llevó su mano libre al rostro, para retirar los lentes y observar hacia su destino, entrecerró los ojos… Sin duda ella estaría allí.

Con cada paso su corazón se sentía más sofocado… Su garganta se secó y se le hacía difícil tragar… Guardó los lentes en el bolsillo de su gabardina y comenzó a recordar la última vez que la había visto…

Habían salido de compras. A él no le gustaba la idea pero ella había insistido tanto, y con una mirada tan dulce, que había tenido que acceder. Ese día había pensado en expresarle sus sentimientos por ella, pero durante todo el transcurso de su excursión por el centro comercial no había tenido oportunidad alguna de decírselo. Ya bajaba el sol cuando caminaban de regreso hacia la parada del autobús, ella sonreía mientras cargaba parte de sus compras, el resto, la gran mayoría obviamente, las traía él. La miraba de vez en cuando y la escuchaba hablar de varias cosas a las cuales ni prestaba atención en el momento, pues todos sus sentidos estaban fijos en la mujer que tenía a un lado. El autobús se acercó y paró frente a ellos, abriendo las puertas. Ella tomó el resto de las bolsas, y subió. Yamato se quedó inmóvil, olvidando que tendría que haber subido también, pero la ola de repentino valor le hizo olvidar todo lo demás excepto gritar su nombre, ella se giró.

- ¡Me gustas!… ¡Me gustas mucho! –Le gritó mirándola a los ojos. Sus ojos se abrieron más y las puertas del autobús se cerraron entre ellos. Pudo ver cómo ella se giró y tomó asiento, sin voltear hacia fuera, sin mirarlo. Parecía suceder en cámara lenta.

Sintió que se le partía el corazón… Bajó la mirada y apretó los puños, lo había arruinado todo… Entonces la escuchó.

- ¡Yamato!

Era ella, había abierto la ventanilla que estaba cerca de su asiento, y en ese instante el camión comenzó su marcha.

- ¡Yamato, tú también me gustas! – Le gritó mirándolo a los ojos, con una sonrisa y una mirada de preocupación, mientras el camión se alejaba cada vez más y más. - ¡Te veo más tarde! ¡Adiós!

Yamato se quedó atónito sin entender realmente lo que había ocurrido. Y en la siguiente esquina vio el camión dar vuelta. ¿Había oído bien? … ¿La había oído bien…? … Tardó en asimilarlo, y luego de unos instantes sonrío.

Al llegar frente a ella, su mente volvió a la realidad, se detuvo y miro hacia donde estaba ella.

- Mimi, estas flores son para ti…

Yamato se hincó y cerró los ojos cubriéndolos con la mano diestra. Aquella había sido la última vex que la había visto. Dejó caer las flores frente a sí mientras un par de lágrimas rodaron por sus mejillas.

Mimi Tachikawa, amada hija y amiga. 1987-2007. Que descanse en paz

O.o … Este fic se me ocurrió cuando iba en autobús hacia mi casa… xD

Ojalá que les haya gustado! Y si no, o si sí! Dejenme reviews! O.ó …. Jeje Por favor…!

Gracias por leerlo, espero los reviews de amenazas, quejas, sugerencias, castigos, felicitaciones o lo que me quieran mandar… x3 Ayus

-EDIT- :3 Cambios en un poco de redacción y mis comentarios finales... Vaya que era una sonza... Bueno, aún, jeje. No hubo muchos cambios en historia, sólo correcciones y mejoras lijeras... En fin, gracias por haber leído mi fic!

See Ya

Misu Hiwatari