Los personajes de Sailor Moon no me pertenecen, corresponden a Naoko Takeuchi, la historia es mía

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El Error Que Cometí

Por CrimsonMizzle

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Permítanme presentarme… tengo 27 años, médico cirujano… a mi corta edad, toda una promesa según mis colegas y entrevistas publicadas en las más famosas revistas del país, catalogado como todo un Don Juan, tengo mucho éxito con las mujeres… cada noche una distinta, jamás repito el mismo plato… y quien lo haría con semejantes ofertas de bellezas que me llueven, una situación económica envidiable por muchos, culto, inteligente y porque no reconocerlo… peco de soberbio…

Perdón, creo que no he dicho mi nombre… Chiba… Darien Chiba.

Por cierto, dije… ¿qué era el infeliz más grande del mundo?... pues lo fui… y esta es mi historia…

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Seis años atrás…

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Estaba encerrada en uno de los cubículos del baño. No quería salir, afuera, frente al espejo y maquillándose estaban Beryl y Esmeralda. Al igual que ella estaban en último año de preparatoria, pero a diferencia suya… "esas" dos eran conocidas como las ovejas negras de la preparatoria Juuban... seguramente si buscaban la palabra "fácil" en el diccionario habría un fotografía de ambas. No pudo evitar oír la conversación… ya que hablaban de ella.

—Te juro que no puedo entender a semejante bombón, él que es todo un hombre —suspiró— y que hombre… guapo, inteligente, universitario… y fijarse en esa mosca muerta de Tsukino.

—Quizás no sea tan mosca muerta después de todo Beryl… para mantener a semejante hombre, lo único que se me ocurre es que sea una puta en la cama. A decir verdad con tal de mantenerlo a mi lado yo lo sería feliz... aunque ya lo soy rió ante su comentario— es más, ni siquiera me preocuparía en cuidarme… lo amarraría inmediatamente con un hijo… y siendo menor de edad, él debiera responder casándose.

—No me digas que no estás usando protección con Diamante, Esmeralda —más que a pregunta se oía a reproche.

—Como crees, Diamante es muy guapo… pero no me embarazaría jamás de él. No soy tan estúpida… dije que con alguien como Darien Chiba no la usaría… Diamante es solo una diversión más —la pelirroja observó la hora en su móvil.

—Creo que se nos hace tarde vamos a clases, antes que nos regañen —señaló Beryl y ambas salieron del baño.

Serena salió del cubículo, estaba desconcertada y muy triste. No podía creer lo que había oído.

—Qué Darien está conmigo, solo porque solo soy una prostituta en la cama… pero si yo jamás me he acostado con él ni con nadie —murmuró melancólicamente para sí.

Se dirigió a la sala de clases, lamentablemente llegó tarde y la dejaron castigada en el pasillo, en todo ese momento no pudo quitar esas palabras de su mente.

Al finalizar la hora de clases, todos salieron corriendo, ella ni siquiera se percató… aún estaba sumida en sus pensamientos.

—Serena, ¿dónde estabas? —reprochó Mina.

—En el baño, no me sentía bien —no quiso dar mayores detalles y prefirió mentir.

—A decir verdad te ves un poco pálida —señaló la castaña— ¿quieres ir a enfermería?

—No Lita, ya estoy mejor gracias.

Así pasaron las horas de clases y Serena continuaba sin ningún ánimo. Al finalizar la jornada estudiantil, salió cabizbaja de la preparatoria. Para su confort en frente, estaba aparcado el deportivo rojo que ella conocía perfectamente, apoyado sobre este, un guapísimo hombre de 1,90 con un cuerpo de infarto, cabello negro azabache, tez morena como terciopelo y unos ojos azules que derretían a quien los mirara, vestía completamente de negro, dándole un aire misterioso y de sofisticación único.

A su alrededor como jotes revoloteaban muchas jovencitas de la preparatoria, entre ellas Esmeralda y Beryl. Serena sintió una punzada en el estómago y otra en el corazón… la verdad es que esa situación era parte de su rutina, pero no podía evitar sentirse así… se moría de los celos.

—¡Princesa! —fue la voz que la sacó de sus cavilaciones.

Se acercó lentamente hasta llegar donde su novio.

—¡Hola amor! —le dio un casto beso en los labios y se subió al carro.

Después de cerrar la puerta, Darien bordeó el auto dirigiéndose a la otra puerta y se subió también.

—¿Cómo estuvo tu día cielo? —la besó demandantemente, hizo subir a Serena al cielo.

—Bien —respondió sin ningún ánimo.

—¿Estás bien? —preguntó con cierta preocupación al ver el estado de indiferencia de su novia.

—Sí, solo me duele un poco la cabeza —mintió a medias, tanto darle vueltas a las palabras de esas dos… le había comenzado una suave migraña.

—¿Dónde quieres ir?

—Esta vez elige tú, la verdad es que no estoy para pensar amor —se acomodó en el asiento, echó su cabeza hacia atrás y cerró los ojos.

El moreno echó andar el carro y se alejó de aquel lugar. Cuando sintió detenerse el carro, abrió los ojos y Serena reconoció el lugar donde se encontraban… el edificio donde su novio vivía. Tomaron el elevador, llegaron al séptimo piso, apartamento 702, entraron.

Serena se dirigió al balcón un momento, nuevamente cerró sus ojos inhalando profundamente… la migraña se había pronunciado mucho más.

—Ten —le extendió unas píldoras para el dolor de cabeza junto a un vaso de agua.

—¡Gracias! —echó dos a su boca y bebió un poco de agua.

Dejó el vaso en una mesita que allí se encontraba, sintió las manos de su novio en su cintura a la vez que mordisqueaba su cuello, se volteó para quedar frente a él.

—¡Te amo Serena! —susurró contra sus labios y los devoró como si no hubiera un mañana.

Dejó sus manos recorrer a su antojo el cuerpo de su novia, caminó con ella hasta el sofá haciéndole caer en este, para situarse sobre ella. Ella recorría la espalda de él tímidamente con sus manos soltando pequeños gemidos de placer que le provocaban los besos y mordiscos de Darien en su cuello. Se tensó cuando sintió las manos de este bajo su falda, tratando de bajar sus bragas. Sujetó su mano deteniéndolo y sentándose en el sofá.

—Lo siento princesa —se disculpó avergonzado.

—Discúlpame a mi Darien… es solo que aún no estoy preparada —habló sin mirarlo a la cara.

El se acercó y con suavidad la tomó del mentón para que lo mirase a los ojos.

—Te amo princesa, y te esperaré —la besó tiernamente en los labios, luego en la frente— ¿Qué quieres comer? ¡Yo muero de hambre! —señaló animadamente, tratando de cortar el tenso ambiente que se había generado.

—¡Pizza! —señaló con mejor ánimo.

—Pizza será entonces —tomó su móvil e hizo un pedido de su pizzería favorita.

Horas más tarde después de comer, hablar y regalonearse mutuamente, la llevó a su casa.

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Había pasado una semana y Serena no tenía noticias de su novio… estaba desesperada, lo llamó a su móvil muchas veces sin éxito, solo daba al servicio de mensajería donde dejó varios, sin obtener ninguno de regreso, lo buscó en su apartamento, el conserje le dijo que hacía una semana había salido con una pequeña maleta y aún no regresaba.

Estaba preocupada… por su mente pasaron miles de ideas… entre ellas la conversación de Beryl y Esmeralda…

—Será que me abandonó porque no quise acostarme con él… aunque el conserje dijo que salió con una pequeña maleta… quizás surgió una emergencia… pero por qué no me dijo nada.

—¿En qué piensas Serena?

—Nada especial Mina, solo tonteras.

—Estos días no ha venido a buscarte Darien. ¿Están peleados?

—No, como crees… es solo que tuvo un contratiempo y tuvo que salir de la ciudad —mintió, tratando de oírse realmente convincente, sin saber si aquello era cierto.

—Ah, menos mal… mira que escuché a las arpías de Beryl y Esme decir que te había abandonado por no cumplirle —Serena sintió que el corazón dejó de latir por unos segundos.

—Sabes que esas hablan por envidia —señaló molesta— no le hagas caso amiga.

—Gracias Lita.

—Serena esta tarde Andrew y yo iremos al cine con Mina y Armand, ¿te gustaría ir con nosotras?

—No muchas gracias, no quiero interrumpir… además tengo cosas que hacer. Pero gracias de todos modos —se acomodó en su pupitre para que sus amigas no vieran que sus ojos se habían cristalizados.

Al finalizar las clases Serena, decidió ir a caminar, necesitaba despejarse y quitarse las malas ideas de su mente. De pronto se encontró frente a un escaparate de ropa interior femenina. En vitrina había conjuntos muy sugerentes y femeninos. Vaciló por unos segundos, pero finalmente se decidió a entrar. Compró dos diminutas tangas de encaje, una negra y otra blanca y dos brasier a tono. Llegó a su casa y las escondió en una gaveta de su armario… sabía que en algún momento podría necesitarlas.

Marcó nuevamente al móvil de su novio, estaba preparada para que la arrojase al servicio de mensajería. Para su sorpresa no fue así, el teléfono marcó normal, pero no contestó. Serena suspiró resignada.

—¡Creo que me dejó!… asúmelo Serena… Darien te abandonó —sus ojos se cristalizaron, pero supo contener las lágrimas.

Y así en la más profunda tristeza y dolor, lentamente cayó en los brazos de Morfeo…

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Estaba en su cama mirando el techo, era sábado ya iban a cumplirse dos semanas sin saber de su "ex novio" como ya lo llamaba ello y eso la estaba matando. Estaba por entrar a ducharse cuando comenzó a sonar su móvil. De mala gana lo tomó, pensó que sería Lita o Mina para invitarla a salir. Para su sorpresa el visor anunciaba "Amor".

—Tranquilízate Serena, calma… finge que no has sufrido… finge indiferencia —se dijo a sí misma— trató de guardar la compostura, dejó sonar un rato más el móvil y contestó quedamente.

—¿Diga? —con su mejor voz de indiferencia.

—¡Serena, soy yo!

—Ah, Darien ¿cómo estás?

—Princesa necesito verte por favor… ¡te necesito! —se oía a ruego… a súplica.

No quería correr a sus brazos, pero lo oyó tan mal… que no podía dejarlo solo… ella también lo necesitaba… esas dos semanas sin saber de él habían sido un completo infierno.

—Mmm… está bien.

—Paso por ti.

—No, yo voy sola ¿dónde?

—Mi apartamento —Serena tragó duro.

—De acuerdo, ahí estaré en 20 minutos —cortó el llamado.

Se dirigió al armario y buscó ropa, optó por una faldita corta de color blanca, un top ceñido al cuerpo sin brasier, buscó unas sandalias con medio taco de color blancas y finalmente la ropa interior… sacó unas bragas blancas de niña… luego recordó su compra y optó por la tanguita de encaje blanca.

Se miró al espejo, se ruborizó al verse —¡esa no soy yo!— pensó, pero durante casi dos semanas sufrió mucho por su amado novio y las palabras de Esmeralda y Beryl no dejaban de rondar en su cabeza.

"… para mantener a semejante hombre, lo único que se me ocurre es que sea una puta en la cama. A decir verdad con tal de mantenerlo a mi lado yo lo sería feliz"

—Si quieres conservarlo, debes entregarte Serena —suspiró— después de todo… algún día tiene que ocurrir… y que mejor que sea con él.

Terminó de maquillarse, se perfumó, cogió un bolso. Se miró por última vez al espejo y agradeció que sus padres estuvieran fuera de la ciudad… seguramente le habrían castigado de por vida o metido a un convento por su atuendo.

Salió de su casa y tomó un taxi. Durante todo el trayecto se sintió incómoda, el chofer no le quitaba la vista de encima y las miradas no eran precisamente de admiración… eran bastantes vulgares y lascivas.

(Por qué mierda me vestí así… Serena, fuiste una idiota… pero no quiero perderlo… sin él me muero)

Veinticinco minutos después estaba llamando a la puerta de Darien. Quien abrió rápidamente.

—Tardaste —dijo en un tono nada amable.

Serena vio su aspecto y se veía fatal… aunque lo peor no era su aspecto.

—¡Estuviste bebiendo! —regañó muy molesta la rubia.

—Solo un poquito —la miró detenidamente— ¡estás hermosa!

—Darien ¿dónde estuviste estos días? —interrogó en el mismo tono de molestia.

—No quiero hablar de ello —se acercó peligrosamente y devoró sus labios, a Serena le provocó arcadas el olor a trago que emanaba de su boca… Darien no había bebido un poquito… al parecer había arrasado con un bar completo.

La tomó en brazos y la llevó hasta su cama donde no alcanzó a depositarla porque tras trastabillar cayeron los dos en ella.

—Darien, esto no está bien… tu… tú estás bebido y yo cometí un error en… —fue callada por los labios de su novio.

Comenzó a besarla lentamente bajando desde sus labios al cuello, donde comenzó a mordisquearlo al principio suavemente para luego cambiar la intensidad a una un poco más brusca, haciendo soltar pequeños gemidos de placer a su novia. Por un momento Serena quedó estática, al notarlo él tomó las manos de su novia y las posó en sus nalgas esperando entrara en confianza… fue así cuando ninguno supo en qué momento la blonda recorría toda la espalda del guapo moreno y apretaba fuertemente su perfecto trasero.

Darien metió las manos bajo la pequeña falda… que sorpresa se llevó cuando sintió una pequeña tanguita de encaje, en vez de las tradicionales bragas de niña. Se separó de ella para contemplarlas y le encantó lo que vio… lentamente comenzó a retirar la falda aprovechando de rozar cada parte, cada rincón de las estilizadas piernas de su novia… luego hizo lo mismo con el top, dejándola solamente con la diminuta tanga.

Serena avergonzada trató de cubrir sus senos con sus manos, pero él no se lo permitió entrelazando sus manos con las de él.

—No sabes cómo te deseo… como te he soñado… y como añoraba este momento —susurró contra la piel de su vientre.

Lentamente comenzó a subir, hasta llegar a los senos de la joven y los devoró como niño hambriento… recorrió cada uno con su lengua y dientes despertando cada una de las terminales nerviosas incrementando su excitación. Serena se retorcía del placer y arqueaba su espalda producto de las exquisitas sensaciones que experimentaba por primera vez junto al amor de su vida.

Sintiéndose un poco más osada comenzó a desabotonar lentamente la camisa, besando cada espacio… cada centímetro de piel que iba dejando al descubierto de aquel perfecto torso. Cuando terminó de retirar la camisa, Darien se abalanzó sobre ella con desesperación. Serena pudo sentir contra su bajo vientre la potente, dura y húmeda erección de su novio, no supo en qué momento el se había deshecho de sus pantalones junto con sus bóxers.

—Ahora sí, serás mía y sólo mía —gruñó con voz ronca.

Destrozó la tanguita de Serena y la penetró de una sola estocada, de manera violenta y fuerte, las uñas de ella se encajaron en su espalda, de su boca salió una mezcla entre gemido y quejido que hizo eco en toda la habitación y en sus bellos ojos lágrimas que no pudo evitar.

La embistió con fuerza, con violencia. En ese momento Serena dejó de disfrutar… solo sentía dolor y tristeza… su corazón estaba roto. Darien no se dio cuenta… el solo continuó hasta que se descargó completamente dentro de ella.

—Ya eres mía… y solamente mía… mi deliciosa princesa —susurró en su oído.

(Esto no debía ser así… no debía ser así… debería haber sido hermoso… tierno… pero no así)

Quiso buscar su ropa y escapar de ahí, pero los brazos de su novio la detuvieron nuevamente.

—Te deseo princesa… te necesito.

—De…debo irme Darien… ya es tarde —trató de levantarse, pero él la detuvo con sus brazos en su cintura.

—Por favor… no me dejes ahora que te necesito —suplicó el moreno.

Nuevamente las palabras de Esmeralda y Beyl se hicieron presente en su cabeza.

(Si no lo complazco… quizás me deje… y no quiero… no quiero que me abandone… no lo soportaría) —cerró sus ojos y suspiró.

—Está bien —se recostó nuevamente en la cama esperando que Darien nuevamente la hiciera suya.

Darien, hizo lo que quiso con Serena. Fueron muchas veces que tuvieron sexo… porque eso había sido… solo sexo… no hacer el amor como siempre lo había soñado ella… sus ilusiones, sus expectativas, sus sueños… fueron solo una utopía… que el amor de su vida demostró que no existían… solo eran eso… una utopía…

Ya al amanecer Serena buscó su ropa, observó su tanga toda destrozada y maldijo por llevar una falda tan corta y blanca… de hecho maldijo el haberse vestido de esa manera… pero maldijo mucho más el haber ido aquella noche a ese apartamento. Se vistió en absoluto silencio. Por unos minutos contempló al guapo hombre que yacía boca abajo completamente inconsciente —se ve tan en paz durmiendo— pensó en su mente y salió rápidamente de aquel lugar.

Minutos más tarde estaba en su casa, entró al baño a tomar una ducha, se sentía demasiado adolorida, estúpida y fácil… una cualquiera…

—¿Qué mierda hiciste Serena?… ¿por qué lo permitiste? —se recriminó a sí misma— ¡actuaste como una puta Serena! —cerró los ojos y de pronto fue consciente de ello…

Acarició su vientre. Después de semejante noche, después que Darien se había descargado dentro de ella incontables veces… ella sin cuidarse y él no había utilizado preservativos… sin dudas había quedado embarazada… de eso no había la menor duda.

—Un hijo… un hijo mío y de Darien —suspiró— ¡mis padres me mataran! —largó a llorar, se dejó caer en el suelo abrazó sus rodillas, ni siquiera le importó que el agua se enfriara y siguiera corriendo por su cuerpo, las lágrimas de su rostro se confundían con el agua de la ducha, que caía sobre su cabeza.

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Darien despertaba en su apartamento, estaba agotado… no recordaba muy bien porque. Se sentó en la cama y las imágenes golpearon violentamente su mente.

—¡Serena! —murmuró y cerró los ojos.

Se dirigió al baño, tomó una ducha, se vistió y cogió su móvil… marcó a su novia.

—¿Dónde estás?

—En casa.

—Voy para allá, ¡espérame!

—De acuerdo —murmuró y cortó el llamado.

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Veinte minutos después Darien estaba sentado en el sofá frente a Serena.

—¿Por qué te fuiste?

—No lo sé… creo que me dio un ataque de remordimiento —trató de mofarse, pero su voz quebrada y los ojos cristalinos la delataban… ella no estaba bien.

—Princesa perdóname, no debí haberme aprovechado de la situación… estaba bebido… —fue interrumpido.

—No fue tu culpa Darien, yo también lo permití —habló en un hilo de voz.

—¿Te lastime, verdad? —Serena negó con la cabeza.

—No más de lo que me lastimé a mi misma —largó a llorar.

Darien se levantó del sofá y se inclinó ante ella, atrayéndola a su cuerpo y abrazándola.

—Tranquila amor, que no estás sola… yo estoy contigo y juntos vamos a solucionar esto —entrelazó sus manos con las de ella.

Serena lo miró confundida.

—¿Qué quieres decir? —preguntó desconcertada. Darien soltó una mano y del bolsillo frontal de su camisa sacó algo

—¡Ten! —le entregó una píldora. Serena la leyó… Postinor.

—¿Es lo que me estoy imaginando? —cuestionó molesta.

—No tomamos ninguna precaución anoche… y… bueno… yo estoy en la universidad… tú en la preparatoria… no podemos hacernos cargo de un bebé.

—No Darien, yo no voy a tomar esa píldora… si hay un bebé… es consecuencia de nuestros actos y el no tiene la culpa.

—Entiéndelo —la zarandeó fuertemente— ¡YO NO QUIERO UN BEBE! ¡NO LO QUIERO! —Serena jamás había visto a Darien perder la compostura de esa manera.

—¡No lo haré!, no tomaré esa píldora —dijo tajante.

—¡SI NO LO HACES, TE OLVIDAS DE MI PARA SIEMPRE! —gritó eufóricamente al ver la necedad de la rubia— ¡NO CREAS! QUE POR UN BEBE VAS A ATARME A TI DE POR VIDA.

Serena sintió su corazón se detuvo para romperse en mil pedacitos, la sangre dejó de circular por sus venas y el aire abandonar sus pulmones y su cerebro… confirmado en ese momento Serena Tsukino había sido asesinada por el amor de su vida —se volteó, camino hacia la puerta de calle y la abrió.

—¡Adiós Darien! —habló con determinación, sabiendo por dentro que estaba completamente destrozada.

—¡Te vas a arrepentir Serena!… verás con el tiempo que te vas a arrepentir.

—Ya lo estoy haciendo Darien… me arrepiento de haberme entregado a ti.

—Yo también… no eres buena en la cama.

No vio la mano de Serena, solo oyó un golpe seco y sintió el ardor en su mejilla. Se llevó una mano hasta ella y le regresó el mismo golpe a la rubia.

—¡Eres un poco hombre! —escupió Serena con la mano en la mejilla.

—Y tú ¡una estúpida! —se marchó.

Serena cerró de un portazo y se dejó caer tras esta, lloró de rabia, de impotencia, de dolor… pero sobre todo de pensar que Darien tenía razón… ella solo tenía quince años y aún estaba en preparatoria, vivía con sus padres… que futuro podía darle a un hijo… ninguno.

Se levantó dirigiéndose a la mesa donde estaba la píldora, fue a la cocina por un vaso de agua y lo colocó junto a esta. Se sentó frente a ellos en una silla contemplando ambos adminículos… pasaron segundos… minutos… horas, de pronto miró el reloj de pared, habían pasado exactamente 5 horas en aquella posición. Cerró los ojos, se levantó de la silla.

—¡No puedo! —acarició su vientre— ¡No puedo tenerte! —murmuró amargamente, cogió la píldora y se la tragó, luego dio un sorbo de agua. Dejó el vaso en la mesa. Se dirigió a su habitación dejándose caer en la cama.

—Te odio Darien… ¡TE ODIO! —tomó el portarretrato donde estaban los dos y lo estrelló contra la pared haciéndose añicos el cristal al igual que el marco.

No supo cuanto tiempo estuvo en la misma posición, no tuvo fuerza ni ganas de nada, solo se quedó recostada en la cama mirando el techo… había pasado tantas horas llorando que ya no le quedaban lágrimas en sus ojos. Lentamente comenzó a vencerla el sueño y cayó en los brazos de Morfeo. En medio de la noche sintió un hilo de líquido caliente bajar desde su intimidad, recorriendo sus piernas y un fuerte dolor en el bajo vientre. Con temor retiró la colcha de la cama para ver que ocurría.

Asustada decidió llamar al causante de todos sus males… no quería, pero era la única persona que sabía que podría ser, además estaba completamente sola en casa.

—¿Qué quieres? —respondió de mala gana— ¡tú y yo no tenemos nada que hablar!

—Darien, no me siento bien —murmuró en un hilo de voz— estoy sangrando y me duele mucho —su voz denotaba dolor.

—¿Tomaste la píldora?

—Sí.

—Es normal, esos son efectos secundarios… también puedes presentar mareos y nauseas. Lo siento debo colgar… estoy ocupado.

Serena alcanzó a oír de fondo, antes que Darien colgara, la voz de una mujer del otro lado de la línea… Darien ya estaba con alguien más.

—¿Por qué Serena?, ¿por qué fuiste tan estúpida? de acostarte con ese infeliz… porque lo amo —se preguntó y respondió a sí misma— pero juro que te arrancaré de mi corazón… como que me llamo Serena Tsukino… te arrancaré de mi corazón y mi alma… así como te acabo se arrancar de mi cuerpo…

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