Disclaimer: Los personajes pertenecen a Victor Hugo.


Tú le quieres,

él te hiere.

Él conseguirá un mundo nuevo, o eso asegura,

tú le escuchas, pese a que sabes que es una locura.

Él puede ver la belleza del futuro,

tú distingues su luz aunque el mundo esté oscuro,

te capturan sus ojos, brillando como estrellas,

él apenas te ve, en su vida no dejarás huella.

Te asegura que el alcohol te envenenará y pondrá fin a tu vida,

le respondes, con palabras envenenadas, que es curioso que lo diga un suicida.

Os hacéis daño, crees que no te quiere,

tú no vives, él se muere

Deberías irte, que estés ahí no tiene sentido,

Pero te quedas, sin emitir ningún sonido,

junto a él toda tu vida,

porque él es tu callejón sin salida.

Se cambian las tornas, tú pegas un trago,

y sin aviso es su día el que su vuelve aciago.

Te mira, tratando de ocultar la pena,

y su corazón bombea más sangre a través de sus venas.

Te insulta y finge que te desprecia,

y su falso odio acaba por derribar su figura recia.

Solo necesita que veas el mundo a través de sus ojos,

que mires y entiendas que allí fuera no hay solo despojos.

Tú no crees en su revolución,

él no se permite escuchar al corazón;

tu condena es su condena

y su pena es tu pena.

Podríais intentarlo, pero él no tragará su orgullo

y tú ya has pisoteado demasiado el tuyo.

Por eso tú continúas bebiendo

y, en el fondo, él sigue sufriendo.

Y no es hasta que ve sus sueños arder,

no es hasta que comprendes que sin él no tienes nada, nada que perder,

que te colocas a su lado, sin prisa

y él te recibe con una sonrisa.

Y al morir vuestras manos permanecen unidas,

para compensar lo alejados que estuvisteis en vida.


Notas de la autora: No hace falta que diga que lo de escribir poesía no se me da nada bien ¿verdad?

En fin, soy consciente de que esto es MUY cursi, pero es San Valentín y eso es una excusa perfectamente válida para ser cursi.