No One Will Cry


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—Nadie llorará.

Aquellas fueron las últimas palabras que escuchó tan pronto se tomó la molestia de analizar fríamente la situación, en menos de 48 horas todo su mundo se había venido abajo y tanto Dios como sus camaradas e hijos sabían que eso de perder el control, simplemente no iba con él.

El resto de grabaciones en el dispositivo de audio eran una serie de gritos entre órdenes y comandos, la misión era sencilla: simplemente debían patrullar el área. Si había problemas tenían que comunicarse con él o Richard pero como era de suponer.

Damian no quiso esperar.

Un callejón escasamente iluminado, una bodega abandonada por el exterior, laboratorio clandestino por el interior.

La historia, aparentemente se volvería a repetir, siempre.

Cuando recibió su llamado, cierto era también que él ni siquiera se encontraba en el área, había otras prioridades, otros enemigos, otros más en quienes depositar su confianza y en los que dicho sea de paso, le costaría un verdadero infierno volver a confiar.

El justiciero se llevó la mano a la altura del rostro, presionó en el punto medio de los ojos aligerando con ello el pasar de los años y de la situación que estaba así o más rebasada de su control.

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—Bruce

—Ahora no —fue lo que respondió— y a punto estuvo de cortar la comunicación.

Estaba en un operativo en conjunto él y demás miembros de la liga, solo fueron necesarias tres palabras: un nombre seguido de algo más.

—Damián está herido —la sangre se congeló en el interior de sus venas, el maleante que estaba por someter escapó a su agarre pero en un acto involuntario y producto de la rabia contra sí mismo y el mundo lo tomó de las ropas y estampó su humanidad contra la pared, presionó el cuello, lo levantó del piso, el hombre forcejeo a medida que Dick hacía una pausa para continuar, él no era de pausas dramáticas, siempre sabía que decir y como decirlo, el hecho de que no pudiera hacerlo solo podía significar que el estado de Damian era poco más que peor.

Clark tuvo que llamar su atención para impedir que el hombre que estaba a nada de alcanzar la inconsciencia pasara de ahí a la otra vida, el resto de héroes lo notó a su vez deteniendo sus respectivas batallas por espacio de algunos segundos para dirigir una mirada a él, estaba tieso en la misma maldita posición y con el dedo colocado en el auricular.

—¿Qué es lo que no me estás diciendo? —demandó con violencia, Richard pasó saliva— él lo hizo a su vez, la respuesta fue breve, aterradora y concisa.

—Se bañó en un cultivo de químicos del que no sabemos absolutamente nada, Jason los trajo a casa pero hasta ahora el único que sabe lo que sucedió es Tim y no deja de repetir que debió ser él y no tu hijo.

Algo parecido a un grito escapó a su garganta, los héroes y bandidos contuvieron a su vez el aliento, nadie se atrevió a mover un solo músculo mientras observaban al hombre que competía en cuanto a condición física, espiritual y moral con el de acero, venirse abajo.

La noche como único manto, la luna como consuelo, era igual a aquella vez tantos años atrás en que lo había perdido todo, solo que a él —aún no lo había perdido— voló en su jet a una velocidad imperiosa hasta volver a casa, ahí el escenario era totalmente distinto.

Médicos, científicos entre conocidos y desconocidos realizaban estudios en una parte de la mansión que aparentemente acababa de convertirse en laboratorio químico, Alfred no fue quien lo recibió sino Ricardo, le explicó que Damian no se encontraba demasiado herido pero que a pesar de ello aún no lograban hacerlo despertar, Jason estaba con Tim y este último todo lo que hacía era repetir una nueva frase: —¿Por qué lo hizo? —el joven Todd no tenía respuestas pero sí ideas, abandonó la habitación del menor luego de escuchar la llegada de su mentor, éste lo esperaba en el pasillo.

Aún no pasaba a verlo, ni pasaría.

La carga moral era demasiada para él, la misma que lo había llevado a la parte más apartada de la mansión a sumirse en recuerdos pues resultaba inverosímil que lo último que le hubiera dicho a su hijo antes de partir era que él, era una total decepción.

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—Quiero escuchar lo que sucedió, ahora —Jason asintió a medida que junto con Dick se encerraban en su despacho— ambos lucían aún las prendas de combate, lo más que habían atinado a hacer para proteger su identidad secreta era desprenderse de los antifaces y cubrir sus figuras con largos abrigos a fin de que los científicos pudieran recibir instrucciones y comenzar a hacer su labor.

Grayson tomó lugar en uno de los asientos frente al escritorio, los otros dos decidieron permanecer en pie, Red Hood miró a su padre de manera inquisitiva, frívola y letal, cierto era que en una época fueron cercanos, amigos, colegas —¡joder que fueron familia!— pero cierto era también que él, lo había dejado morir y dicha muerte, seguía sin ser vengada.

Estaba de visita por la ciudad —comenzó a decir— puede que nadie de aquí lo recuerde pero yo sí, el demonio lo mencionó una vez y aunque no me van esas cursilerías de los regalos pretendía por lo menos darle una buena patada de cumpleaños —al escuchar su declaración, si es que aún era posible, los colores abandonaron del todo el rostro de Bruce Wayne— el menor sonrió satisfecho,

Superman se lo habría reprochado también.

¿Qué es lo que sabes de tu hijo Bruce? ¿Lo conoces realmente? A ti y a mi se nos fue arrebatada nuestra familia pero lo mismo no sucede con él. ¿Qué es lo que te lo impide? adoptaste a esos chicos sabrás tú por qué y me consta que a tu manera fuiste cálido y amoroso con ellos ¿Pero por qué no con él?.

Bruce apretó los puños a ambos lados de su cuerpo y dejó caer su osamenta sobre un sillón de piel.

—Como sea, estaba por ahí columpiándome, saludando a los chicos, soltando algunos disparos para que no se le olvidara a nadie quien era su dueño —Bruce gruñó molesto, Nightwing ni se inmutó— estaba por llegar a los buenos barrios cuando mi receptor captó su señal de audio, escuché a los mocosos llamarse a gritos, lo normal: ¡Lárgate de aquí Red! seguido de un ¡Cállate y explica por qué estás aquí! eso llamó mi atención, si bien mi primer idea era cambiar algo de dinero, ir a su encuentro y matarlos del miedo, la respuesta de Tim, me hizo cambiar de opinión.

¡No me sueltes! Por favor, Damian ¡Damian!

La puerta se abrió de a poco desvelando a una figura no tan larga de estatura, bien formada y delgada, Tim llevaba las mismas ropas aunque con ausencia de botas, antifaz y capa, se había armado de valor para ver a su padre y completar la historia.

—Encontramos unos maleantes en el callejón, parecía un asunto de drogas, un intercambio, es decir, todos estaban en un enorme circulo y no hacían realmente ruido, le dije a Damian que volviéramos a casa, él carraspeó, me llamó cobarde pero se mostró de acuerdo, lancé mi garfio, fui secundado pero entonces mientras me elevaba alcance a ver lo mismo que sin lugar a dudas había visto él.

Un niño, en medio de ellos —Bruce volvió a resoplar, Jason soltó un juramento, Ricardo una maldición— recrearon la escena vivida noches atrás en la que el joven Wayne había terminado por asesinar a una jodida banda de tratantes de blancas.

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¡Qué crees que hiciste ahí afuera Damian! —había gritado Bruce totalmente encolerizado arrojando por los aires el primer objeto que entrara en su campo visual y que para su mala suerte había resultado ser el teclado de su sofisticado equipo de cómputo, el menor bufó con hastío, el cuerpo temblando de rabia, las manos así como las ropas y el rostro impregnados de sangre.

¡Es que no puedes entender una mierda de lo que te digo!

¡Claro que lo entiendo padre! Pero también entiendo que lo que hice ahí afuera fue librar al mundo de una maldita escoria que sin lugar a dudas, al salir de la cárcel lo habría vuelto a hacer

Tú no puedes sab...

¡Claro que lo sé! Y tú también pero no quieres aceptarlo, dices que esos hombres necesitan ayuda y ¿De quién la van a recibir? ¿De alguien como Harley Quinn? Los malditos se conocen en Arkham intercambian historias y después salen para volver a hacerlo solo que diez veces peor, tú no puedes estar en todos lados y la prueba soy yo. ¡Es esto! los maté y no llegaste para detenerlo. —Bruce le soltó un puñetazo— mismo que logró frenar en su velocidad mas no en impacto, lo estampo contra otro de los paneles de control y lo levantó de los brazos, no era un chico ni demasiado alto o corpulento, la petulancia en su rostro seguía ahí, el gesto altivo, irritado, la maldita personificación de superioridad y soberbia que indudablemente le había heredado a los Al Ghul y sin desearlo, sin ser consciente de ello, lo odió por eso.

Por seguir la senda sangrienta de su estirpe y mancillar con ella el nombre de sus bien amados padres.

No volverás a salir sin mi supervisión o la de tus hermanos

Tsk —escupió en su cara— haciendo ademán de querer liberarse pero sin llegar a hacerlo, cuando se trataba de él, Damian hacia lo posible por frenar en su acción, sin importar el castigo que le infringiera, su hijo cedía y él se imponía.

Es una orden y también te quitaré la espada

¡No puedes hacerlo! Es de mi abuelo

Te la quitaré hasta que aprendas que debes usarla para defender y no para…—Damian se soltó entonces— amaba esa espada, era el equivalente en valor sentimental para él a la máscara de Red Hood, los bastones de Nightwing o la capa de Red Robin, lo destruyó con la mirada. Una vez más esa maldita mirada digna de un asesino y él le devolvió otra igual, sus hermanos intervinieron entonces, los últimos dos y en cuya presencia apenas si había reparado.

Dami —comenzó a decir Dick, tomándolo por el hombro y entonces el asesino explotó—

¡Crees que eso tampoco lo sé! ¡Que soy demasiado estúpido como para no ver la diferencia entre proteger una vida y ultimar otra! ¿Quieres escuchar como lo aprendí? ¿En verdad quieres saberlo? él no respondió, detestaba escuchar esas historias, la brutalidad de su educación puesto que le parecía una salvajada todo lo que la liga de asesinos había hecho con él durante diez años.

Esta conversación se acabó

¡No! ¡No vas a hacerme esto de nuevo! —pero lo hizo, tomo su orgullo, les dio la espalda y lo abandonó—

Yo si quiero escucharlo —alcanzó a pedir Tim cuando él estaba a media escalera— Damian bufó de nuevo, temió que iniciara una nueva pelea pero si quería hacerlo, tenía algo mejor que patadas y puños para amedrentar a sus hermanos.

¿A ustedes nunca los trató así, cierto? Supongo que si alguna vez fallaron en un objetivo o salieron heridos, todo lo que hizo fue consolarlos, esperar a que estuvieran listos, en cuanto a mi.

La primera vez que fallé, fue cuando no pude sostenerme del hilo metálico de mi garfio, íbamos demasiado rápido y como pueden ver ni mis piernas o brazos son tan largos como los del promedio de modo que saltar de la misma distancia me llevo a apenas rozar el cable y caer irremediablemente a la nada, el abuelo enfureció, me humilló delante del gremio, tomó mi brazo y lo rompió en dos argumentando que así ya tendría un motivo para no ser capaz de sostener mi peso.

Lo siento —susurró Tim—

No importa, los huesos sanan pero otras heridas no, lo que quería que escuchara mi padre es que entiendo perfectamente la diferencia entre proteger y matar.

Los asesinos me lo enseñaron a temprana edad, fue así como le perdí el miedo a asesinar.

Esa explicación ya no la escucho él, recordaba lo suficiente de R'as como para imaginar la tortura a que lo habría expuesto. En su momento lo había sometido también pero la diferencia estaba en que él ya era un joven para cuando se entrenó con los asesinos, ya tenía definidos sus ideales y objetivos. Pero Damian ¿Qué tenía él?

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—Esta vez fue diferente —interrumpió Drake— llegamos a tiempo, Damian se arrojó sobre ellos, liberó al chico que salió corriendo y entonces yo lo ayudé, eran seis tipos, entre jóvenes y maduros, el solo verlos o permitir que nos vieran me producía escalofríos así que con gusto les patee el trasero y creí que Damian también lo hacia más cuando me detuve a revisar ya no lo vi, iba metros arriba siguiendo a alguien que no reconocí pero tengo la seguridad de que él si.

Llevaba un traje de combate negro, máscara bicolor y dos espadas a juego, le grité a Damian que se detuviera pero no me escuchó, entraron en la bodega, en lo que yo creí que era una bodega y cuando lo seguí ambos estaban enfrascados en una frenética lucha, ese hombre iba a matarlo. Sus golpes eran certeros y el pequeño D estaba desarmado —Jason y Dick sintieron una punzada de auténtico terror al escuchar eso— claro que estaba desarmado pensó con remordimiento Wayne, él le quitó las armas poco antes de...

Le grité de nuevo y me uní a su paso, el oponente era un asesino nato, sé que lo era porque jamás había sentido erizarse los vellos de mi nuca hasta que me enfrenté a él.

—¡Lárgate de aquí Red! —me exigió con furia pero no lo escuché— el hombre detuvo su ataque, creó una distancia entre nuestros cuerpos al tiempo que nos apuntaba con las espadas.

—¿Red? —cuestionó entonces— Oh ya veo, ahora no solo contaminas la sangre sino que eres compañero de armas de este sujeto. Dime algo elegido ¿Dónde está tu padre? la última vez que lo vi parecía muy interesado pero evidentemente ya se aburrió de ti. Todos en algún momento lo hacen ¿No es cierto?

—¡Cállate y explica por qué estás aquí!—gritó Damian, con la mirada ardiente y posición de ataque— yo no sabía que hacer, el interior de la bodega estaba casi vacío y nosotros pendíamos de una superficie endeble a considerable distancia de un profundo contenedor de liquido, el olor me pareció extraño, me recordó el laboratorio escolar, comencé a aislar compuestos de manera inmediata al tiempo que aquellos dos continuaban en su duelo de miradas, los químicos que identifique en mi mente eran peligrosos, corrosivos, iba a arrastrar a Robin por la fuerza hasta sacarnos de ahí pero evidentemente no fui el único que pensó así. —Drake dejo escapar un poco de aire— escondió el rostro, sus ojos se humedecieron y sus puños se cerraron hasta que sintió su carne arder por la presión de las uñas, luego de eso continuó.

El hombre como expliqué, estaba armado pero no solo con espadas sino con granadas, las diminutas piezas rodaron por el piso hasta dispersarse a nuestros pies y yo…me congele en el acto, pensé que íbamos a morir ahí, ¡Yo no quería morir así! pero Damian reaccionó, tomo el garfio con una mano y se aferró a mi con la otra, las detonaciones se escucharon, nosotros nos elevamos pero no demasiado.

El sujeto lo tomó por la fuerza, se había columpiado, colocado del lado opuesto a donde Damian pretendía sostenernos y con una cuerda había enlazado su pierna, la presión que ejercíamos contra él era demasiada, podía escucharlo gemir, maldecir y también temblar, el hombre reía por lo bajo, dijo algo sobre el destino, el honor, la familia, ojo por ojo y también lo llamó decepción. —Bruce se hundió en su asiento, el orador lo notó pero aún así continuó— Damian comenzó a soltar mi mano, le suplique que no lo hiciera.

—¡No me sueltes! Por favor Damian, ¡Damian! —pero algo en él había cambiado— cerró los ojos, aumentó el agarre en torno a mi mano, me levanto a su nivel e hizo que fuera yo quien sostuviera el lanza garfios, acto seguido susurro una frase que me helo el alma y se soltó.

Llegue a la cornisa, mire hacia mi hermano, pendía boca abajo a merced de ese desgraciado y en ese momento fue que llegaste tú. Jason asintió, cuando él entró, derribando una pared entera con su propio kit de explosivos, solo escucho a Red gritar con desesperación, dirigió su mirada al objeto de su llamado y ahí fue que lo vio. El hombre soltó la cuerda y Damian cayó como en cámara lenta hacia abajo, se iba sereno, eso fue lo que en realidad le aterro y congelo, Ricardo fue consciente del temblor de su hermano al recordar aquello, sostuvo su mano y el otro agregó.

—Viejo, fue como si el pequeño demonio por fin aceptara irse en paz.

Se hundió por completo y de no ser por los gritos desesperados de Tim yo no habría logrado reaccionar, disparé al contenedor todo lo que tenía hasta que la maldita cosa se rompió y su cuerpo se liberó, corrimos hacia él, el asesino ya se había ido, lo tome entre mis brazos, le practique los primeros auxilios olvidándome de la maldita mascara y toda la miserable puesta en escena, se veía tan pequeño, frágil. —joder— gritó encolerizado mirando a su padre.—¡Solo es un niño! maldita sea ¡Solo un niño y tú lo mandaste ahí sin su puñetera espada!— el mayor no agregó nada, solo faltaba ver la lividez de su rostro para comprender que lo mismo estaba pensando y que se odiaba y odiaría más de lo que ya lo hacía, por el resto de sus días.

—Yo recolecté una muestra de líquido —agregó Drake— sus ropas se habían desgastado, carcomido, las heridas en torno a su cuerpo cerraron de golpe como si aquel corrosivo hubiera fungido como cauterizador, recuperó la respiración al tercer intento de Todd, expulsó más líquido pero no despertó. Jason lo tomó en brazos, su motocicleta estaba afuera, nosotros habíamos llegado a pie.

¡Una carrera haber quién llega más lejos Red! —Tim cerró los ojos al recordar sus palabras, parecía una locura que hubieran pasado solo tres horas de aquello—

—¿Por qué se soltó?

—Porque de no hacerlo se habrían caído los dos —respondió Dick—

—Si, pero por qué, ¿no era más satisfactorio soltarme? siempre está diciendo lo mucho que nos odia en especial a mi ya que soy el menor y el único que aún vive con…—Tim ya no alcanzó a terminar esa frase, comenzó a llorar, sintiéndose otra vez como de doce años y no dieciséis— Jason se congracio con su hermano, lo abrazo por detrás y es que él tampoco lograba entender ¿Por qué Damian se dejó caer así?

—No entren en pánico, hay que localizar al sujeto —medió Nightwing— saber quién es y lo que hacía en…

—Sé quién es —respondió Bruce— levantándose de su asiento y mirándolos a todos con algo parecido al remordimiento, la derrota y el temor.

—¡Si lo sabes, cómo lo encuentro! —demandó saber Hood—

—Ustedes no harán nada, ninguno, se quedarán aquí por si Damian...

La puerta del despacho se abrió de nuevo, Alfred lucía devastado, el traje de etiqueta en ausencia del saco, las mangas levantadas, el nudo del moño desabrochado, saludó a los jóvenes con un movimiento de rostro y acto seguido se dirigió al mayor.

—Amo Bruce, es un placer para mi informarle que el señorito Wayne ha recuperado el conocimiento pero a la vez —y esto lo dijo igualando al otro en estatura y gesto irritado— le exijo saber ¿Por qué lo primero que pide, es no ser expulsado de esta casa?

Bruce desvió la mirada, era la primera vez que sus hijos lo veían hacerlo, el aludido respetaba a Alfred como haría a un padre y es que de hecho, ante sus ojos lo era. Pennyworth cruzó los brazos, sus hijos sudaron frío, Bruce frunció el ceño, le dio la espalda y respondió.

—Eso es porque le dije que ya no sería bienvenido aquí, lo hizo de nuevo y yo...

—Felicidades amo Bruce, se ha superado a sí mismo pero permítame informarle a partir de este momento que el día en que el joven Damian o cualquiera de los aquí presentes ya no puedan poner un pie en esta casa, será el mismo día en que yo me iré. Y por si aún así lo está considerando también le informo que ese chico no saldrá de aquí hasta que los médicos que están abajo le den el alta y los científicos determinen exactamente qué era esa sustancia en que se sumergió, si tendrá secuelas a corto, mediano o largo plazo. ¿Le quedó claro?

—Si, Alfred

—Bien, entonces supongo que tampoco requerirá mis servicios ya que no pienso dejar su alcoba a menos que sea él quién lo pida, con su permiso.

Alfred salió por la puerta grande dejando a los demás atónitos aunque no por ello faltos de aliento.

—¡Lo echaste de la mansión! —gritó Dick— pues aparentemente era el único que aún podía articular una palabra, los otros dos se quedaron pasmados.

Ahora tenía sentido, su última frase, la misma que había hecho temblar a Drake de la cabeza a los pies:—Nadie llorará— el que fuera Red Robin se vino abajo junto con Red Hood quién comprendía a su vez la expresión tranquila y serena con que decidió caer al que creería su ultima morada.

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—Mmmh, con que aquí estás —la voz de Clark llenó de pronto el vacío de la habitación, la oscuridad era casi absoluta y de hecho, llevaba el último par de horas sin soltar el más remoto sonido o ejercer la más mínima acción.

—¿Que quieres aquí? Creí que había sido bastante claro la primera vez pero heme aquí, hete aquí, como en la noche en que me reclutaste y te respondí que el horror en Ciudad Gótica jamás se termina ¡Pero aún así te seguí! ¡Me deje convencer de que tu maldito ojo de halcón lograría protegerlos pero no funcionó! —el señor de la noche gritó estas últimas palabras con algo mucho más parecido a la locura que a la desesperación— su interlocutor no sabía que decir o hacer, había ido ahí como petición de la liga y también como un mandato propio pues al ser él su mejor amigo necesitaba saber qué era lo que lo había orillado a desaparecer de una misión encubierta como una jodida exhalación.

—Bruce, contrólate, no entiendo lo que dices

—¡Mi hijo está muriendo! —gritó el mayor de los Wayne, el último de los Wayne pues a pesar del conocimiento y los años que había pasado a su lado, él aún no había reconocido a Damian como su hijo. Le dio su nombre, lo incluyo en la división de bienes al igual que los otros pero de manera personal, íntima y espiritual, él aún.

Se resistía a hacerlo.

Superman advirtió lo torturado de su gesto, intentó ser comprensivo, averiguar un poco más por su cuenta y fue por eso que se atrevió a invadir la santidad de su hogar con ayuda de su visión de rayos X.

Cuatro sombras reunidas en el mismo lugar, una alcoba, una cama, una figura esbelta y delicada, percibió los latidos de su corazón encontrándolos ligeramente descompasados pero aún firmes y constantes, su respiración era leve pero seguía ahí.

Los chicos mayores junto al de servicio eran los que estaban entorno a ese cuerpo y eso quería decir que Bruce no se había equivocado en su declaración, era su hijo.

Su único hijo el que según él, estaba muriendo.

—Puedes respirar tranquilo, no esta muriendo, tan solo está exhausto y lo mismo me atrevería a decir de los demás y de ti

—¿Estas seguro de eso?

—Completamente, debo regresar con Lois ahora pero si quieres un consejo, sugeriría que vayas ahí y lo confortes tú mismo, eres su padre, tanto si lo quieres, lo aceptas, como si no.

El caballero volvió a quedar en penumbra, aún le dolía el alma por no decir del orgullo tras la paliza emocional que le acomodo Ricardo luego de su última afirmación.

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—¡Le dije que si volvía a derramar sangre no volvería a poner un pie en esta casa y aún así no le importo!

—¿Si? Y que me dices de ti. Un desquiciado asesinó a nuestros padres, no tuvimos opción para terminar aquí y no estoy diciendo que me arrepienta de ello, solo que no teníamos a nadie y él que toda su vida espero por ti, lo único que recibe es tu espalda.

—Quiero saber quien es ese sujeto Bruce —demandó Todd— soltando el agarre que ejercía sobre Tim.

—Su nombre es Deathstroke, perteneciente a la liga de asesinos, juró asesinar a Damian tres años atrás y eso es todo lo que necesitas saber. Nadie sale, ni tampoco entra como solicitó Alfred hasta que su hermano se encuentre bien.

—¿Y si ya no despierta que vas a hacer? Jugar a los naipes en su celda de Arkham junto con el Joker, se te están juntando los enemigos jurados padre.

—Todd —intervino Tim— Bien, será como ustedes quieran pero si el enano se muere te juro por todo lo sagrado y maldito que yo vengaré su muerte.

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A un mandato suyo los presentes abandonaron la habitación, el mayor con un poco más de resistencia que los menores, lo veía de la misma manera en que lo había visto a él en los viejos y buenos tiempos.

—Júreme que no va a reprocharle nada al joven amo, estaba destrozado de preocupación tan pronto despertó, me suplicó que no le dijera a nadie en específico a usted, no fuera a echarlo en su estado y si lo hacía no tenía cabeza para pensar a dónde iba a ir

—No lo haré, no diré una sola palabra Alfred

—Ese quizá haya sido el mayor de los problemas entre ustedes pero estoy de acuerdo, aún tiene fiebre, cambie la compresa de vez en cuando con agua fresca y si despierta otra vez, hágale saber que este siempre será su hogar.

—Lo haré —Pennyworth besó la frente del menor y le acomodó la sábana antes de salir, al hacerlo también le colocó una mano conciliadora sobre el hombro a él. A pesar de la situación, de lo que hiciera, tanto para bien como para mal, Alfred encontraba la manera de asimilar y aceptar los designios de su carácter.

Miró a su hijo en la cama, tenía el rostro maltratado por un par de golpes perfectamente bien colocados, los cabellos desacomodados, la frente perlada en sudor, respiraba pausadamente y mientras lo veía, era consciente de lo mucho que cambió en estos tres años. Lo recordó en la mañana siguiente al día en que llegó, destrozando el jardín con la espada en mano, pensó que tenía talento, que tenía futuro, que estaría orgulloso y ciertamente en los primeros meses así fue como se sintió.

Suspiró para sus adentros, pensando en si debería cambiar la compresa o solo tenderse junto a él, tomar su mano, su diminuta mano en el interior de la suya, pocas veces lo tenía así, recordando la diferencia no solo de edades sino de historias y personalidades, se disculpó silenciosamente con él, secretamente pues su orgullo no le permitía expresar en voz alta la grandeza de su error.

Jamás debió explotar de esa manera, por lo menos hubiera escuchado su explicación.

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Padre…

¡No vuelvas a llamarme así! ¡Eres una decepción para el uniforme, para mi casa y esta familia! Te lo advertí antes y te lo repito ahora. Ya no eres bienvenido aquí.

La expresión en su rostro tras escuchar aquello era una en la que apenas se detenía a reflexionar, le obligó a entregar su espada y también la capa, acto seguido, tomó sus armas, subió al jet y se marchó en dirección del lugar de encuentro con Superman y los demás héroes de la Liga de la Justicia, no quería saber nada de él o sus acciones, simplemente lo había hecho de nuevo, llegar a casa con el rostro y las manos impregnadas de sangre.

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—Mmmh…no, Suéltenme, ¡NO!

Damian comenzó a gritar en sueños, posiblemente las secuelas de ese cultivo químico estuvieran surtiendo efecto, lo contuvo con fuerza para impedir que se hiciera daño, sus gritos alertaron a sus hermanos que preocupados llegaron a pensar que había sido él quien le hacía daño.

—¡Que estás haciendo! —recriminó Todd—

—Déjalo en paz —sentencio Drake—

—¿Qué está sucediendo? —preguntó Dick—

—¡Suéltenme! Por favor Madre, haz que paren, ¡Haz que paren!

Alfred había hecho llamar al equipo médico, los hicieron a un lado revisaron sus signos y sin más inyectaron un sedante en su torrente sanguíneo.

—Eso le ayudará por esta noche, los resultados de las pruebas los tendremos mañana de modo que lo único que le puedo sugerir es que descanse.

Bruce agradeció eso, despidió a todos y regresó al sillón donde pasaría una terrible noche preguntándose a sí mismo qué demonios quería decir Damian con eso.

¡Haz que pare! —¿pero el qué?— sabía que Thalía jamás intervino para impedir la instrucción o castigos que la liga infringió a su hijo, a como ella veía las cosas estaba formando al futuro líder del mundo.

Gran error.

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Continuará...