Yo Minna,

Si es la primera vez que leen alguna de mis historias, pues bienvenidos.

Si, en cambio, han estado conmigo en los años anteriores antes del hiatus, pues lo siento desde lo más profundo de mi corazón. He estado trabajando en mis historias incompletas, sin embargo, me ha resultado difícil ya que mientras leía los capítulos publicados sentía que quería quemar todo y volver a empezar, algo difícil dada las circunstancias en las que me encuentro.

Todas las historias terminaran este año. Promesa de autor.

En fin, este nuevo ship (que en su momento no supe apreciar jaja) me ha dado muchas ganas de realizar una historia ya que casi no se encuentran muchas en español.

No pregunten, solo gócenlo.

Minna Daisuki,

Qiutyvampire.

Capitulo#1 El Príncipe Azul

Dejé el apartamento para aventurarme en la nueva ciudad. Finalmente me encontraba en el camino para conseguir mis sueños. Desde pequeño, mis padres siempre habían tomado todas las decisiones importantes por mí, así que cuando hace unas semanas abandoné la escuela de negocios y les informé que me marchaba de la ciudad, su reacción era de esperarse. Después de ser amenazado por mi padre y escuchar sobre la desgracia que representaba para la familia, tomé unas cuantas de mis pertenencias y me marché.

Me encontraba ahora en Nueva York, donde intentaría enrolarme en la Academia de Artes más prestigiosa en la ciudad. Después de enviar mi portafolio había sido llamado a una entrevista y fue el empujón que necesitaba para decidirme a seguir mi sueño. Con los ahorros que había logrado acumular durante toda mi vida había conseguido este pequeño, y costoso, apartamento en una avenida poco transitada de Manhattan.

Crucé la calle dispuesto a encontrar una cafetería la cual convertiría en mi predilecta durante el tiempo que me mantendría aquí. Un buen café me es necesario para poder empezar mi día con pie derecho, además necesitaría un espacio donde pudiera plasmar con tranquilidad todas las ideas que han rondado sobre mi cabeza desde joven.

Me detuve frente a una pequeña y pintoresca cafetería a dos bloques de mi apartamento. El olor a café tostado y pan recién horneado se podía percibir desde afuera. Crucé la puerta, un pequeño cascabel informó de mi llegada; tomé asiento en una de las mesas que se encontraban cerca de la barra y un momento después la mesera se encontraba junto a mí. Llevaba dos coletas altas, lo cual, para mí gusto, era demasiado cabello suelto para una persona que trabaja en el área alimenticia.

-Qué deseas ordenar? - preguntó, un deje de desinterés se podía percibir en su voz.

-Aún no he podido observar detenidamente el menú- respondí, un poco perplejo ante la falta de cordialidad. Antes de que pudiera preguntarle qué me recomendaría, me dio la espalda y se dirigió a otra mesa.

Fruncí el ceño y me dispuse a estudiar el menú, el cual era bastante parecido al de cualquier cafetería. Mientras me decidía entre un moccachino y un Cafe Latte, la mesera hizo su aparición nuevamente con un bolígrafo en su mano y una mirada impaciente.

-Ya? - preguntó exasperada.

Levanté una ceja, ofendido. Abrí mi boca dispuesto a hacerle saber lo que pensaba de su actitud cuando un hombre con cabello rojizo hizo su aparición detrás de ella.

-Maka, cariño- posó una mano sobre su hombro y me miró apenado -No puedes tratar así a los clientes.

La chica rodó los ojos antes de clavar su mirada en mí, esperando a que le indicará mi orden.

Tomaré un americano- y nunca volveré.

Giró sobre sus talones y se dirigió a la barra que se encontraba detrás de mí.

-Lo siento mucho- se disculpó el hombre -Nuestras dos meseras debieron ausentarse por hoy y mi hija insistió en ayudar.

-Pues si sigue así probablemente pierda clientes- indiqué, tratando de ocultar el enojo que sentía.

-Sé que lo dices por ti- su sonrisa se torció -Eres la única persona que no he visto por aquí anteriormente, Maka es una señorita muy agradable, solo que tiene un carácter un poco… fuerte.

Me disponía a responderle cuando fui interrumpido por el sonido de lo que parecían vidrios quebrándose y un gritó agudo.

-Maka! - gritó su padre, corriendo hacia la barra. Sin pensarlo me apresuré tras él dispuesto a prestar mi ayuda.

Me encontré con la chica, quien yacía en el piso rodeada de cristales y con la ropa salpicada de café, temblando mientras sostenía su brazo con fragmentos de cristal incrustados en él.

-Llamaré una ambulancia y traeré unas toallas húmedas, por favor podrías quedarte aquí hasta que regrese. Lamento incomodarte de esta forma- me suplicó el hombre aceleradamente, tomando su celular y perdiéndose detrás de unas puertas de madera.

-Te encuentras bien? - pregunté, arrodillándome junto a ella.

Su mirada se clavó en mí, cargada de fastidio.

-Una estúpida cafetera me acaba de reventar en la cara, ¿crees que me encuentro bien? - dijo enojada, se levantó y se acercó al mesón de donde sacó unas tijeras, con cuidado cortó su camiseta por la mitad y dejó su pecho al descubierto.

-Qué estás haciendo? - balbucee mirándola.

Ella no respondió, se volteo hacia mí y me fulminó con la mirada.

- ¿Estas arrodillado sobre vidrio, eres tarado o qué? -

-Eres insoportable- dije, levantándome y quitándome mi chaqueta, la coloqué sobre sus hombros.

Sin agradecerme ella se volteó y se perdió por la misma puerta por la que un minuto antes había entrado su padre.

Rasqué mi cuello mientras dejaba salir un largo suspiro, escaneé con la mirada el lugar donde había ocurrido el incidente, un brazalete fino yacía sobre un charco de café. Aún sin comprender porqué lo tomé y lo enjuagué en el lavabo, dejándolo sobre una servilleta.

Caminé hacia la mesa para tomar mis pertenencias y dejar el lugar ante la mirada ansiosa de las personas que se encontraban en el lugar y habían atestiguado lo ocurrido.

Aquella noche me mantuve despierto dando vueltas en la cama, preguntándome de qué forma había terminado todo el ajetreo de la mañana. A mi mente vino la imagen de la chica con la camisa cortada a la mitad y un ligero sonrojo se apoderó de mis mejillas. Suspiré con cansancio y me golpeé con una almohada en la cabeza, intentando dejar de lado aquel recuerdo.

Había pasado una semana, una insufrible y larga semana, y aún en mi cabeza seguía rondando ella. Cerré la tapa de la laptop con más fuerza de la necesaria y la coloqué sobre la mesa de noche; me levanté de la cama hacia el closet y me vestí con rapidez, la única forma de detener esta locura era ir y cerciorarme que todo estaba bien. Salí a la calle y caminé a la cafetería, al llegar pude observar a través de la ventana que las sillas se encontraban sobre las mesas y dos chicas limpiaban vigorosamente el piso. Abrí la puerta y la campanilla llamó la atención de ambas.

-Estamos cerrados- dijo una de ellas, su cabello era de un color rubio cenizo y sus grandes ojos de un azul claro. Su tono no era nada amigable, lo que me hizo preguntarme si todas las meseras del lugar tenían la misma actitud.

-Lo siento- dije, la puerta se cerró tras de mí. Ambas me miraron expectantes -Estoy buscando a Maka-

La otra mesera me sonrió ampliamente.

-Eres el novio de Maka? - gritó, divertida.

-No, no- agité mis manos delante de mí, estremeciéndome con la idea -Solo pasaba a preguntar si se encontraba bien-

-Maka no se encuentra aquí, es muy rara la ocasión en que lo hace. ¿Tienes algún mensaje? - la primera mesera retiró su bolígrafo de detrás de su oreja y sacó una libreta de su delantal -Quién la busca? -

-En realidad ella no sabe mi nombre- respondí ligeramente avergonzado, la chica levantó una ceja.

-Eres algún tipo de acosador? - preguntó la otra mesera, con la cabeza ligeramente inclinada hacia un lado y manteniendo una gran sonrisa.

Tosí para disimular mi incomodidad. -Solo me preguntaba si estaba bien, no es necesario que tomes un mensaje de mi parte, la semana pasada estuve aquí cuando ocurrió el incidente con la cafetera y solo pasé para…- mi mente se iluminó -recoger mi chaqueta.

Una gran sonrisa apareció en el rostro de la primera mesera.

-Así que tú eres el príncipe azul- dijo con burla.

-Príncipe azul? - respondí confundido.

Ella le hizo una señal con la cabeza a la otra chica, quien se apresuró hacia las mismas puertas de madera por donde Maka y su padre habían desaparecido hace una semana, un minuto después regresó con mi chaqueta cubierta por una fina funda transparente.

-Maka la llevó a la tintorería y la dejó aquí esperando a que la recogieras- explicó la primera mesera mientras la chica rubia me entregaba la chaqueta -Ella me pidió que te dijera…-

-Que no hagas cosas innecesarias! - exclamó la otra mesera interrumpiendo a su compañera.

-Patty! - fue regañada, mientras era mirada con desaprobación -Eso no fue lo que dijo Maka-

-Fue lo que quiso decir- respondió ella encogiéndose de hombros.

Me aclaré nuevamente la garganta y tomé mis pertenencias.

-Gracias por esto- dije mientras me volteaba hacia la puerta -Me disculpo por haber interrumpido sus quehaceres.

-No hay de qué. ¿Le diré a Maka que pasaste a saludar- dijo la mesera que primero me atendió -Cuál es tu nombre por cierto?

Me volteé y sonreí. -No es necesario, no somos conocidos ni nada por el estilo. Solo sucede que estuve en el momento y lugar preciso-

-Yo diría que más bien te entrometiste en donde no te llamaban- dijo una voz a mi espalda. Pude notar como las dos meseras frente a mi sonreían.

-Pensé que no te vería hoy, Maka-

-Vamos Liz, sabes que es noche de póker y los chicos se ponen bastante ruidosos. No aguanto estar rodeada de esos imbéciles.

Me volteé y me topé con sus ojos esmeralda clavados en mí. A diferencia de la primera vez, en la que llevaba unos pantalones negros holgados y una camiseta, en esta ocasión llevaba un vestido corto de verano.

-Ha pasado una semana, en verdad te gusta incomodar a la personas- dijo ella, dirigiendo su mirada a la chaqueta que descansaba en mis manos -Y además venir a esta hora, interrumpir a las meseras y por consiguiente obligarlas a regresar a casa más tarde de lo usual; Sabía que la caballerosidad había muerto, pero no sabia que te gustaba bailar sobre su tumba.

Apreté mis dientes con fuerza y dejé salir un suspiro en un vano intento de calmarme.

-No pensaba regresar por esto- respondí enojado -realmente no tenía ganas de toparme con una persona tan tosca y poco agradable como tú-

Ella levantó su mano y la llevó a su pecho, fingiendo indignación.

-Vendré el día de mañana a una hora más prudente para cancelar el valor de la tintorería- me disponía a marcharme cuando su brazo se extendió frente a mí, bloqueándome la salida. En ese momento pude apreciar las marcas rojas en su piel, producto del incidente. Mi estomagó se retorció y sentí una pizca de vergüenza ante mi comportamiento.

-No te atrevas a volver para algo tan ridículo, si bien nadie te pidió que hagas algo tan innecesario como colocar tu estúpida chaqueta de diseñador sobre mi ropa teñida de café, la limpieza era la única respuesta lógica ante tú, repito y resalto, innecesaria acción- sus brazos se cruzaron en su pecho mientras me contemplaba con los ojos entrecerrados.

-Oye, Maka- ella y yo volteamos la cabeza en la dirección por donde había venido la voz. Dos chicos se encontraban parados a unos metros de nosotros, el inusual color de sus cabellos me hizo recordar que estábamos en New York.

-Acaso este tipo te está dando problemas? - dijo uno de ellos, su arrogante sonrisa tiró de uno de mis nervios, estaba a punto de un colapso al estar rodeado de gente tan poco agradable.

-No Black Star, y aún si lo estuviera haciendo yo podría patear su trasero sin tu ayuda- respondió ella con fastidio. El chico dejo caer hacia atrás su cabeza mientras soltaba una carcajada.

Su acompañante, sin embargo, mantuvo su mirada fija en mí, atento a mis movimientos.

-Conoces a este sujeto? - sus ojos se posaron perezosamente sobre mi chaqueta y una sonrisa surcó su rostro -Oh. ¿Es él el príncipe azul? -

El otro chico dejó de reír y me miró perplejo.

-Ese es el príncipe azul? - hizo una mueca desaprobatoria y bufó -Me imaginaba que sería diferente, ¿qué sucede con esas extrañas líneas en la mitad de su cabeza? - exclamó para finalmente soltar otra carcajada.

Maka golpeó su frente, generando un fuerte sonido al momento de hacerlo y agitó su cabeza con fastidio.

-Podríamos solo largarnos? Se supone que veníamos por Liz y Patty- dijo con cansancio. Su mirada retornó a mí -Ya puedes irte-

Levanté mis cejas, sorprendido.

-Dios, que desagradable eres- exclamé girando sobre mis talones y retomando mi partida. Detrás de mí continué escuchando las voces y risas hasta que doblé la esquina.

Mientras caminaba de regreso a casa intentaba olvidar todo lo que había acontecido y a las personas tan maleducadas y groseras que había conocido producto de ello. Entré al departamento y abandoné la chaqueta sobre el sofá, me cambié de ropa y me lancé de espaldas a la cama dejando salir un largo suspiro. Cerré mis ojos y los abrí nuevamente cuando la duda asaltó mi mente.

¿Qué habrán querido decir con eso de príncipe azul? -

Y de esa forma, otra insufrible semana empezaría.