A pedido de la inmensa multitud de lectores que han sido víctimas de mis escritos he decidido reeditar esta serie cómica. Los Comunicados del Seireitei es una comedia de mi autoría basada en el supuesto de que la Asociación de Mujeres Shinigami ha pedido un espacio en los comunicados del Seireitei para hacer partícipes a toda la Corte de Espíritus Puros y aledaños, de los chimentos más jugosos de este y otro mundos.
La aceptación de este fanfic fue mucho más de la esperada por mi y como no tengo mejor idea que seguir complicándome la vida, voy a ofrecerles nuevamente esta historia, desde cero.
Espero sepan comprender mis retrasos y mis obligaciones como madre, ama de casa y profesional. Y desde ya les agradezco la lluvia de reviews que tendré por su parte.
Mil gracias, nos leemos pronto, Mary.
1. "La escandalosa oficina del Décimo Escuadrón"
- ¿Y a mi quién me manda a meterme en estos asuntos? – protestaba por lo bajo Renji. Estaba sentado en el suelo, en posición de loto, cruzado de brazos. Tenía puestos sus anteojos de sol, a pesar de que era de madrugada. Vigilaba la puerta de entrada al décimo escuadrón.
¿Quién lo había metido en ese lugar? En realidad, había sido él mismo. Pero bueno, su intención era custodiar algún escuadrón que tuviera más acción que el diez. Allí nadie asomaba ni su nariz, todos miraban desconfiados a su capitán y para completarla, Rangiku no lo dejaba en paz ni un momento. Ya estaba harto de esa situación, pero no podía retractarse y menos sabiendo que sólo hacía dos días que estaba allí.
Suspiró sonoramente en señal de desagrado y cerró sus ojos. Al poco tiempo su cabeza cedió al cantar de los grillos y tambaleó, casi cayéndose hacia delante. Se volvió a incorporar y bostezó con fuerza, estirando sus brazos hacia arriba. Se rascó la nuca y volvió a su anterior posición, incluidos los ojos cerrados. El sueño se apoderó de él.
Reunión general de Capitanes y Tenientes en el Primer Escuadrón. Todos los capitanes estaban en sus respectivos lugares y sus tenientes a sus espaldas. El Comandante General Yamamoto se encontraba parado en medio de la sala con una expresión en el rostro que demostraba preocupación y su ceño más fruncido que de costumbre. Todos permanecían en silencio y el ambiente se estaba volviendo cada vez más tenso. Se respiraba intriga.
- Los he citado aquí en carácter de urgente debido a que se está corriendo el rumor de que hay un ladrón infiltrado en el Seireitei. Por esta razón y por evidencias contundentes presentadas ante este Tribunal, he decidido asignar a voluntarios que se presenten – hizo una pausa mirando con ojos punzantes a cada uno de los capitanes y los tenientes – a cada uno de los Escuadrones y áreas más populares dentro de la Corte, para vigilar y prevenir futuros incidentes así como también para investigar hechos sospechosos. Por favor, informen a todos sus escuadrones y enlisten voluntarios para esta tarea
- Señor – lo interrumpió Kyoraku, - ¿se sabe algo de esté ladrón?
- En realidad – lo miró fijo y de mala manera – no sabemos nada de él, sólo que toma objetos preciados para las personas y se los lleva. Además, podríamos decir que no sabemos si exactamente es un ladrón. Podría tratarse de algún espía u otra clase de persona detestable – Nadie acotó nada más y por unos segundos se escuchaba el silencio.
- Terminada esta reunión, pueden retirarse
Todos comenzaban a cuchichear por lo bajo y a hacer comentarios ridículos sobre quién podría ser el famoso ladrón o qué bicho inmundo podría estar merodeando y acosando mujeres. Byakuya se disponía a retirarse, siempre con su cara de nada.
- Capitán Kuchiki – dijo Renji con algo de vergüenza. Byakuya se detuvo y lo miró. – Yo quisiera inscribirme como voluntario.
- Muy bien – contestó seco y se retiró.
- ¡! – un grito de mujer provino de una de las oficinas del cuartel. Renji se sobresaltó de tal manera que sus anteojos fueron a parar al suelo y se golpeó la cabeza con la pared. Se levantó como un rayo y entró repentinamente en la oficina de la Teniente, de dónde provino semejante grito. Y allí, parado en la puerta, con su mano en su zampakutoh y sus ojos abiertos de par en par, se quedó estático.
Rangiku estaba toda mojada, sólo cubierta con una pequeña toalla que no alcanzaba a tapar bien nada de su cuerpo. Su cara atormentada y llorosa, dejaba ver su angustia por algo inentendible para Renji, que nunca la había visto así. Ni llorando ni medio desnuda.
- ¿Q… qu… qué p…pasa? – dijo tartamudeando y mirándola de arriba abajo, sintiendo un calor sofocante provenir desde su interior.
- ¡ES QUE PERDI… PERDI… MI CADENA! – lloraba y gritaba desconsoladamente.
- ¿Cadena? – murmuró por lo bajo. – Cadena… cadena… cadena… - repetía como loro bien bajito, inspeccionando el agraciado cuerpo de la chica y disfrutando del momento, aunque con cierta vergüenza en su rostro por las imágenes fantásticas que acudían a su pervertida mente.
- ¡NO! ¡¿POR QUÉ? – seguía lamentándose Rangiku mientras revolvía todas las cajitas con bijouterie barata que tenía sobre su cómoda.
En uno de esos descuidados movimientos histéricos, soltó su toalla y esta cayó delicadamente al suelo. Miró a Renji con lágrimas en los ojos y un leve sonrojo comenzó a aparecer en su cara. La quijada de Renji bajó, un ojo comenzó a latirle al igual que otra parte de su anatomía, pero más abajo. ¡Tenía a la mujer más codiciada de la Sociedad de Almas completamente desnuda frente a él! Dio unos pasos y entró en la habitación. Cerró la puerta mientras seguía mirándola atónito y ella permanecía parada, inmóvil, con los surcos marcados de sus lágrimas cayendo.
- ¿P… po… por qu… qué no te… vi… vistes? – tragó varias veces saliva antes de poder completar su frase. Ella era su amiga, su colega. Nunca había pensado en ella como mujer. Pero ahora, viéndola así tan… ¿como decirlo? Desprovista de ropa. Estaba haciendo que su lado más salvaje saliera a flote y al parecer, no sería fácil controlarse de ahora en más si ella seguía así.
- ¡MATSUMOTOOOOOOO! – los gritos del Capitán Hitsugaya resonaron por todo el cuartel cuando entró repentinamente en la oficina y vio la comprometedora escena. Renji estaba parado, con sus ojos y su boca abiertos y una entrepierna algo abultada. Rangiku totalmente desnuda en medio de la habitación, mirando con sonrojo y lágrimas alternativamente a Renji y a su Capitán, que al tomar consciencia de la condición de la chica, volteó su vista hacia la pared, con sus mejillas ardientes. - ¡VÍSTETE! – le ordenó. Ella manoteó nuevamente la toalla y se envolvió en ella. Cuando se disponía a retirarse, Toushiro la detuvo. Renji miraba aún impresionado por todo lo visto. - ¡¿QUÉ SIGNIFICA ESTO? ¡QUIERO RESPUESTAS YA! ¡TENIENTE ABARAI!
- Es… Esto no es lo que parece… es… no… ella… yo…
- ¡ABARAI! – Renji entró en razones, se paró firme y lo miró con decisión.
- ¡Señor! La señorita Matsumoto gritó y yo simplemente entré a verificar qué estaba sucediendo.
Toushirou miró a Rangiku con desconfianza.
- Taicho… alguien robó mi cadena – dijo tocándose el pecho.
- Vete – le dijo a Renji con malhumor y sus mejillas rojas.
Renji se retiró. Definitivamente esa aburrida noche se había convertido en una locura. ¿Quién iba a decir que al final en ese escuadrón pasaría algo? ¿Le robaron la cadena? Pero si él estuvo vigilando todo el tiempo. A no ser que… ¡No! ¡Se había quedado dormido unos minutos! ¡No podía ser!
Caminaba en línea recta, iba y venía haciendo un surco. Las imágenes de Rangiku desnuda acudían a su mente y lo hacían delirar de nuevo, pero al instante recordaba los ojos azules del capitán Hitsugaya y el mismo hielo de su zampakutoh le refrescaba la mente. De sólo pensar en algún castigo por su parte lo hacía tiritar.
- ¡Abarai! – gritó desde la espalda de Renji con enojo.
- Capitán Hitsugaya – dijo firmemente haciendo una reverencia.
- ¿Alguien entró al cuartel mientras tú estabas vigilando?
- No señor – seguía firme, pero comenzaba a caerle una gota de sudor por el costado de su rostro. Estaba intentando disimular que en realidad no podía asegurar lo que estaba diciendo debido a aquel momento de descuido.
- La Teniente Matsumoto ha extraviado su cadena. Se la quitó para darse una ducha – evidentemente recordó la escena anterior porque sus mejillas se sonrojaron – y luego no la encontró más. Debe avisar al Comandante de esto inmediatamente. Yo me quedaré vigilando – le dijo mirándolo fijo y con un tono helado.
Al otro día, por la tarde
Hisagi estaba ordenando las revistas con Los comunicados del Seireitei(1), que debido a los últimos acontecimientos con el supuesto ladrón, salía semanalmente. Preparaba los paquetes para todos los escuadrones sin siquiera mirar las tapas. Ya estaba harto de hacer ese trabajo. Supuestamente era problema de la Décima División, pero desde que él les hizo el favor de hacer la repartija cuando estuvieron en el mundo humano, ahora se lo habían asignado permanente a él. Bufaba a cada momento y ponía las revistas en sus cajas de mala manera.
Algo llamó su atención cuando una de las revistas se cayó al suelo. Se agachó para levantarla y vio en la tapa un cartel muy cursi, "de la Asociación de Mujeres Shinigami", pensó enseguida, que decía "Nueva Sección: Chimentos". La tomó entre sus manos y comenzó a ojearla. Noticias, noticias, noticias aburridas, más noticias más aburridas, hasta que llegó a la rosada página de Chimentos. Sus ojos se abrieron al máximo y su boca también. Se le aceleró el corazón y comenzó a apretar la revista entre sus manos.
- ¡¿Qué significa esto? – gritó, logrando que los que estaban con él voltearan a verle.
- ¡Eh! ¡Shuhei! ¡¿Qué pasa? – Hisagi sólo miraba anonadado la página, con sus brazos temblorosos y su corazón bombeando a mil.
"La escandalosa oficina del décimo escuadrón
Al parecer, el capitán Toushiro Histsugaya no se queda atrás como todos pensábamos y no es el único. El Teniente Renji Abarai también la pasa bien allí, cuidando del cuartel. Ayer, durante la madrugada, se encontraron los tres para tener una fiesta privada en la oficina de la teniente Rangiku Matsumoto…"
No siguió leyendo por el asco y la impotencia. Miraba la foto estupefacto, en ella salía Rangiku desnuda, con sus "partes" borroneadas, Renji y Toushiro mirándola, los tres sonrojados. ¿Qué significaba aquello? ¿Quién estaba detrás de semejante aberración?
(1) Shuhei las está repartiendo en el capítulo 230 del manga, le da un ejemplar a Ukitake.
