CAMBIANDO EL DESTINO

Un cuadro tirado en el piso era el mudo recuerdo que le quedaba al moreno de quien fuese su gran amor.

Desde que todo ocurrió, su único consuelo era el mirar una y otra vez aquel retrato en donde la princesa de Suna se mostraba sonriente, recuerdos de un pasado que Shikamaru sabia que jamás regresarían.

Medio se incorporo del piso donde permanecía tirando desde ya no sabia cuanto tiempo, repaso con sus dedos el retrato y su tristeza se transformó en ira, golpeo con fuerza un juego que permanecía a medio jugar desde que ella se marcho.

Lagrimas recorrieron su rostro un grito ahogado recorrió los oscuros pasillos del que un día fue un calido y feliz hogar, mientras la oscuridad lo envolvía por completo.

Con el retrato entre sus manos se sentó mirando el jardín viendo como el sol de la mañana teñía todo con sus colores y no se movió del lugar hasta que los colores de la tarde volvieron a teñir todo y las primeras estrellas empezaron a salir.

Aquella casa se había vuelto muy callada desde que ella no estaba, había dejado de ser un hogar, ahora era solo unas murallas vacías, sin vida, y cada rincón de ella le recordaba lo que ya no estaba, le recordaba que ya nunca más estaría a su lado.

Con el sol de la tarde se lavando y fue al lugar al cual solía ir desde que todo aquello había pasado.

Una pequeña piedra, en ella un simple símbolo de un reloj de arena, rodeado por una sencilla corona de flores.

-¿Lo recuerdas princesa?, esas son las primeras rosas de la temporada, las que mas te gustan- le dijo colocando una rosa roja justo sobre el símbolo que marcaba su origen.

-Pronto serán lo exámenes, por eso no vendré tan seguido, pero no te preocupes me las arreglare para venir.

El viento acaricio su cuerpo, como indicando bando su autorización, mientras una delgada línea de humo se desvanecía el la brisa de la tarde.

Sus pasos se encaminaron hasta la torre central donde a diario realizaba sus labores, como de costumbre la gente lo saludaba, y como cada día el no respondía a los saludo, solo una promesa lo mantenía en pie, solo por una promesa se levantaba a diario.

La última vez que escucho su voz, la última vez que vio sus ojos, ella le dijo "vive por los dos" Y eso haría, sobreviviría por los dos.

¿Cuantos años habían pasado?, 5 años, 6 meses 3 días. No era que los contara pero su mente a diario se lo recordaba.

Su cara ya no era la del vago aburrido, ahora era la de un cuerpo sin alma, que solo pasaba por esta tierra esperando el momento de reencontrarse con ella, era la única motivación que le quedaba.

Como cada día realizo sus labores lo mas rápido que pudo, como cada día mientras el estaba presente el silencio era sepulcral, y como cada día se levanto tomo sus cosas y se marcho 30 minutos antes de terminar su horario.

Corto una nueva rosa desde su jardín, de esas rosas rojas que tanto le gustaban, y la llevó hasta la tumba donde estaba los restos de su amaba y también su alma.

-Lo siento mujer, no pude venir antes, había mucho trabajo sabes que los preparativos de los exámenes son largos y tediosos, mira aquí esta tu flor… mujer.. no puedo con esto, no puedo seguir sin ti-

El silencio lo rodeo y el viento lo abrazó –Ciento tu presencia en cada cosa que hago, en cada rincón de nuestro cuarto, en cada mujer que veo en la calle, por que… por que te fuiste y me dejaste, sabias que yo quería morir antes que tú, por que te empeñaste en llevarme la contraria-

Sus puños se serraron con fuerza en sus costados, sus lagrimas caían una a una, un grito se sintió en todo Konoha, testigo mudo de la desesperación la frustración y la culpa que chocaban el su corazón.

Su sonrisa aparecía cada vez que cerraba sus ojos, su voz la escuchaba cada vez que el viento soplaba en sus oídos, su aroma lo sentía en cada rincón de Konoha.

-Hay que hacer algo no puede seguir así, lo estamos perdiendo Chouji-

-Creo que es tarde Ino, lo perdimos el día que Temari murió-

La noche llego y junto a ella, la soledad mas absoluta, aquella era la hora que mas detestaba, era la hora en la cual mas la recordaba, en el momento en que ambos se sentaban, se abrazaban, era el momento en que jugaban en la cama, cuando ella le tiraba los cojines en la cara y luego le sonreía, era cuando ella le llevaba dos té a la cama y se lo tomaban tranquilamente, era el momento en el cual realmente vivía, momento que ya no existían.

La transpiración nuevamente se hizo presente, su cuerpo empezó a agitarse, las innumerables explosiones lo sacudieron de manera vivida.

-Temari no… aléjate… por favor… no te acerques… VETE…TEMARI… NOOO-

Era cada maldita noche lo mismo, despertaba agitado, sentía el olor de las explosiones a su alrededor, la sangre escurriendo en sus manos, y su amada en sus brazos, sonriéndole de manera cansada.

Se levanto de su cama, y fue hasta la sala, se sentó en el suelo con el cuadro de ella entre sus manos, su sonrisa era lo único que podía tranquilizar su alma.

Nada aquella mañana hacia pronosticar que el día seria distinto a los demás, se levanto como a diario lo hacia, se vistió y saco una rosa roja como todos los días, entro al cementerio como tantas otras veces.

-Lo siento problemática no te he traído tu rosa, no te enojes mujer que fue por una buena causa, una anciana no tenia nada que dejarle a su hija, si se que soy una vago pero te prometo que a la tarde te traeré dos para remplazarla, nos vemos amor-