Mi maestro
Toda la atmósfera estaba cargada de él, de su inconfundible aroma, de todo él a pesar de encontrarse tranquilamente sentado en una esquina de la habitación, jugando con la copa de vino antes de tomar otro sorbo, mirándome fijamente como si fuese la mayor de las distracciones. Podía sentir aquella mirada que atravesaba los cristales de sus gafas incluso a pesar de darle la espalda, mientras limpiaba mi arma.
Podía oír como cruzaba las piernas para cambiar de postura, otro sorbo y un terrible silencio que se mezclaba con aquel olor a sangre y muerte que mi maestro desprendía. La arrogancia personificada y yo, una boba que estaba atada a él, preguntándome si aquel ser aún conservaría algo de su ya olvidada humanidad.
A continuación se levantó, dio unas grandes zancadas por la estancia haciendo resonar sus botas, ahora parecía nervioso. Me di la vuelta para observarle, se había quitado el sombrero y sus gafas descansaban sobre la mesita en la que había dejado la copa de vino. Andaba de un lado a otro, haciendo ondear su abrigo rojo como la sangre que hacía brotar a sus enemigos, con las manos en la espalda. Debí de quedarme absorta, pues él de nuevo me miró fijamente.
- Agente – me dijo de pronto - ¿Alguna vez te has enamorado?
No se a qué venía eso, siempre hacía esas preguntas tan directas, bueno, que voy a contar si gracias a una de esas preguntas estaba yo aquí, con él. Primero me preguntó si era virgen y ahora quiere saber si me he enamorado, menuda lógica.
- No – respondí.
- Mejor así, los hombres son unos necios, eres demasiado vulnerable y te engañarían fácilmente.
Yo vulnerable, lo que me faltaba por oír.
- No lo creo, se valerme por mi misma, te recuerdo que era agente de policía.
Casi no había terminado la frase cuando observé que mi maestro ya no estaba enfrente mío, se apareció detrás de mí y me abrazó por la espalda.
- Bien, supongamos que soy un "humano aprovechado". ¿Qué hará la agente de policía?
Conocía la llave a la perfección, aquella que me permitiría librarme de una situación así, pero por alguna extraña razón las piernas me flaquearon al sentir los brazos de mi maestro rodeándome la cintura. ¿De verdad me estaba probando? Saqué la pistola que acababa de limpiar y le apunté a la cabeza sin mirarle. Mi maestro silbó de entusiasmo, al parecer le encantaban aquellas reacciones, cualquier reto podía ser un juego. Entonces me soltó mientras se reía a carcajadas.
- ¿Y tú qué? ¿alguna vez te has enamorado?
Automáticamente Alucard, mi maestro, dejó de reír y me observó con seriedad. Fue a la mesa y cogió el vaso para tomar otro sorbo de vino.
- ¿Acaso te interesa? – me dijo.
- Sí.
- ¿Por qué?
- Bueno porque… - en aquel momento no supe que decir y observé como mi maestro volvía a jugar con el vaso, tras unos segundos supe continuar – Porque tú eres lo único que tengo, mi única "familia"… ¿aunque es algo raro, no? Jaja… - mi risa sonó estúpida, pero ahora mi maestro me miraba con los ojos más abiertos, su boca ya no mostraba una sonrisa burlona, sino que la mantenía entreabierta, parecía sorprendido por mi respuesta. De nuevo se dejó caer en la silla y dio otro sorbo de vino.
- Hace mucho tiempo, ya ni lo recuerdo…
- Alucard – le llamé por su nombre y él me miró de nuevo sorprendido - ¿Acaso nosotros no tenemos ya el derecho de amar? ¿Estamos ya condenados a esta vida sin más recompensa que servir a nuestros amos? – dije mientras me miraba las manos, confundida. Siendo humana jamás había encontrado el amor, y ahora nadie podría llegar a quererme sabiendo en lo que me he convertido.
- ¿Por qué piensas eso?
Mierda, olvidé que podía leer la mente…
- ¿Lo preguntas en serio? Pues porque en primer lugar tengo que beber sangre para sobrevivir, porque tengo que ir por ahí matando monstruos que… - comencé a decir furiosa.
- ¿Te arrepientes entonces de lo que hice? – me cortó. Observa esto, dijo mientras cogía mi pistola. Ante mis ojos, vi como mi maestro se disparaba en la cabeza. A los pocos segundos volvió en sí, la herida se había regenerado por si sola. Ya lo había visto más veces, cuando cumplíamos las misiones. - ¿Lo ves? Esto sí es una condena, la eternidad agente, es una losa demasiado pesada como para pasarla en soledad, por eso yo te…
Dejó la frase a medias, parecía asqueado. Antes de tomarse el siguiente sorbo de vino le detuve, la copa cayó al suelo. Casi sin pensarlo le besé con fuerza en los labios. Un impulso que me llevó a la locura de pensar que mi maestro era el único ser capaz en el mundo de entender lo que yo sentía.
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Disclaimer: Estos personajes pertenecen a su autor original.
Autora: a continuación el lío, nudos de corbata que se deshacen en el aire, guantes manchados, ¿la locura? ¿el intento de humanizar al rey de los no-muertos?
Este es mi primer fic de Hellsing, próximamente cargado de lemon, si queréis que lo continúe, claro está^^
