SANGRESUCIA

Por Cris Snape

Disclaimer: El Potterverso es propiedad de la señora Rowling.

Esta historia participa en el reto "Viñetas de emociones" del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black". El reto consiste en escribir tres viñetas de no más de 1000 palabras cada una y que giren en torno a tres sentimientos en concreto. Para esta segunda participación, he elegido a Caradoc Dearborn como personaje y me han tocado en suerte las siguientes emociones: odio, vanidad y fe. Y para no perder la costumbre y hacer las cosas por orden, comenzaré con el odio.


1

ODIO

Lo que Caradoc Dearborn, Gryffindor de cuarto curso, se dispone a hacer no está bien. De hecho, una parte de su conciencia le repite una y otra vez que se de media vuelta y olvide el asunto porque él es básicamente una buena persona, pero Caradoc está tan enfadado y tan cansado que decide dejar a un lado sus principios y, por primera vez en toda su vida, permite que el odio guíe sus acciones. Se siente bien por ello. O al menos eso le parece al joven brujo, porque también está nervioso y alterado y ansía terminar con aquello cuanto antes.

Tal vez no se esté comportando con el honor y la valentía que se les presupone a los miembros de su casa. Tal vez pueda decirse de él que está obrando cobardemente, escondido tras una enorme armadura mientras espera a su víctima, pero Caradoc está haciendo lo único que puede hacer porque, aunque le gusta afrontar sus problemas de frente, sabe que no podrá vencerle en un duelo cara a cara. Y realmente necesita vencerle, desquitarse por todas las veces que ha sido agredido y humillado, hacer que ese bastardo se trague todas y cada una de sus palabras. Todos y cada uno de los sangresucia que le ha dirigido desde que ambos pusieron un pie en Hogwarts.

Sangresucia. Al principio, Caradoc ignoraba por completo el significado de esa palabra, pero no le gustó. La forma que ese chico tuvo de pronunciarla, el desprecio ciego presente en sus ojos mientras lo hacía, llevaron al Caradoc niño a investigar. El disgusto que se llevó cuando comprendió el insulto fue mayúsculo. Se dio cuenta de que la gente le odiaría simplemente por ser hijo de muggles y que no había nada que él pudiera hacer para cambiar eso. Sintió algo de pena por ellos de la misma forma que sentía pena de aquellos que odiaban a los negros, a los judíos o a los musulmanes, pero pronto la pena dio lugar a la rabia, y la rabia al odio. Desde el mismo momento en que comenzó a sufrir las consecuencias de ser un sangresucia, Caradoc Dearborn supo que nunca podría perdonar todo el daño que esos imbéciles le estaban causando.

Thorfinn Rowle es el peor de todos, el cabecilla de su grupo, el imbécil que no se cansa de presumir de la pureza de su sangre. Es un chico alto y rubio y Caradoc aún recuerda el día que lo conoció, ambos subidos en las barcas que los llevaban rumbo al castillo. Recuerda a Rowle arrugando la nariz. "Apesta a suciedad. Yo diría que eres un sangresucia, ¿me equivoco?". Caradoc recuerda que había estado emocionado hasta ese instante y que se había encogido sobre sí mismo cuando Rowle se rió de él. Recuerda que esa fue la primera humillación de todas. Y aunque no fue la peor, sí fue la más dolorosa porque consiguió cortar de raíz todas sus ilusiones, porque por primera vez se dio cuenta de que el mundo no es un lugar nada bonito.

Caradoc aprieta los dientes cuando su mente se ve inundada por recuerdos horribles. Cierra los ojos un instante y procura calmarse, aunque no lucha ni contra el odio ni contra la rabia. Sabe que ambos le vendrán muy bien cuando aborde a Rowle porque Rowle es bueno con la varita y Caradoc únicamente cuenta con el factor sorpresa de su parte. Piensa aprovecharlo muy bien y por eso se queda muy quieto cuando escucha pasos acercándose. Contiene la respiración y le alegra comprobar que se trata solamente de un mago. De Rowle.

Afirma el agarre de la varita y cuenta hasta diez. Rowle está cada vez más cerca y, cuando calcula que sólo le faltan un par de metros para llegar a la armadura, Caradoc lanza el primer hechizo. "Cobardica. Ni siquiera has dejado que te vea". Aleja rápidamente ese pensamiento de su cabeza, da un salto hacia delante y se coloca en posición para un duelo. Sin embargo, Rowle no está en condiciones de atacar. El Petrificus Totalus ha funcionado a la perfección y Rowle yace tumbado boca abajo. Caradoc se regodea pensando en lo asustado y enfadado que debe estar y decide darle la vuelta sólo para verle la cara. Para eso y para decirle lo que tanto desea decirle, por supuesto.

Aunque sus facciones parecen relajadas, en los ojos de Rowle puede leerse lo cabreado que está. Caradoc sonríe y se agacha a su lado. Sólo por precaución le arrebata la varita y la tira por la ventana, suponiendo que Rowle irá a buscarla en cuanto le libere del hechizo. Estaría bastante bien que algún estudiante la pisara sin querer y la partiera por la mitad, pero no se atreve a hacerlo él mismo porque sabe que sería llegar demasiado lejos. Ni siquiera un tipo como Rowle merece algo tan terrible.

—Ahora no te ríes tanto, ¿verdad, Thorfinn? —Le dice conteniendo al máximo la ira, evocando lo acaecido tres días atrás, cuando Rowle y sus amigos le emboscaron y le obligaron a caminar desnudo por los terrenos de Hogwarts. Las risas y las burlas aún resuenan en su cabeza y el castigo que Dumbledore les impuso no es suficiente para Caradoc-. Ya verás qué divertido es ir por ahí pareciendo un payaso.

Caradoc procede a pintarle la cara con colores llamativos. Se asegura de que permanecerán justo allí durante al menos un par de días y disfrutará de ello mientras pueda. Sabe que a Rowle no le hará ninguna gracia, que seguramente se vengará de forma espantosa, pero no le importa porque merece la pena y porque piensa estar preparado ante cualquier imprevisto. Nunca se separará de sus amigos, nunca irá solo a ningún lado y nunca bajará la guardia. Tal vez el futuro se presente peligroso y estresante, pero mientras convierte a Rowle en un payaso siente que ya no es un sangresucia. Es un mago poderoso y capaz y luchará contra la injusticia desde entonces y para siempre.


El cuerpo del capítulo tiene exactamente 1000 palabras. Más no me he podido ajustar ^^. Ahora, vamos a por la siguiente viñeta.

Besetes.