Celebración
por Mie Ame
¿Cuándo fue que todo comenzó a enredarse entre ellos dos de esa manera? ¿Cuál fue el momento en el que cruzaron la línea prohibida que la sangre les imponía?
Estando allí, a su lado, viéndolo dormir con su esbelto cuerpo entre sus brazos, era inimaginable para él estar separados. El amor que se profesaban el uno al otro era auténtico y le indignaba el hecho de que debieran mantenerlo oculto pues ese sentimiento, entre hermanos, no era bien visto ante la sociedad.
Innumerables veces quiso gritar al mundo lo que sentía por Takeru, pero sabía que nadie lo entendería. Las miradas de anhelo dirigidas al rubio más joven al caminar por las calles de Tokio lo enfurecían. Le habría gustado poder reclamarlo abiertamente y evitar así los cuestionamientos de familiares y amigos sobre sus vidas amorosas, y el tiempo que ambos se estaban tardando en sentar cabeza. Ya como profesionistas, ponían de pretexto el trabajo y sus agitadas vidas, cuando en realidad eran pareja desde hacía años atrás.
Nadie en su círculo de amistad lo sabía, ni siquiera Taichi, que siempre había sido su mejor amigo y confidente.
Pasó sus dedos por el sedoso cabello de su amado, contemplando el pequeño respingo que dio entre sueños ante la caricia. ¡Adoraba todo de él!
Con suavidad, para no despertarlo, se deslizó fuera de la cama y se puso unos jeans, camiseta, un mullido suéter, botas y una bufanda; parecía haber nevado durante la noche y no quería pescar un resfriado al salir.
Llegó a la panadería, para comprar un par de biscochos para desayunar.
— Buenos días, Matt. — lo saludó el dueño de la única panadería del lugar. Esa era la forma en la que los habitantes del pequeño pueblo inglés lo llamaban, al fracasar rotundamente en la pronunciación de su nombre japonés.
— Buenos días, Mr. Baker. — regresó el saludo el rubio, agregando un pastel individual a su cuenta.
— ¿Cómo se encuentra TK? Veo que no te acompaña esta mañana… — comentó extrañado el regordete hombre rascando su bigote mientras le cobraba a su cliente. — Es raro no verlos juntos. ¡Son inseparables! —
— Cuando salí de casa seguía dormido. — contestó Yamato al tiempo que pagaba. — Quería tener listo el desayuno para cuando despertara, así que salí antes a comprar algunas cosas. —
— Comprendo… — John Baker movió sus cejas de arriba a abajo, con complicidad. — ¿Tan pronto vuele a ser su aniversario? —
Yamato enrojeció visiblemente pero no respondió a la pregunta. — Que tenga un buen día, Mr. Baker. — tomando sus compras.
— Tú también, Matt. — respondió el hombre, divertido. — Saluda a TK de mi parte y de la Sra. Baker, por favor. —
Yamato asintió y salió del establecimiento, caminando media cuadra para entrar a otro local que esa, como todas las mañanas, se encontraba un poco más agitado que la panadería: "La Cafetería de Rosie".
— Buenos días. — saludó Yamato no bien entró en el diminuto café.
Desde la barra, una chica joven de cabello rojizo le sonrió ampliamente. — ¡Buenos días, Matt! ¿Cómo está TK? ¿Lo de siempre, para llevar? —
— Sí, muchas gracias, Rose. — contestó Yamato tomando asiento en una esquina, para evitar causar demasiado tumulto en el estrecho lugar. Unos cinco minutos después, Rose le entregaba dos vasos de papel con el relleno deseado, arreglados en una canastilla de cartón.
El rubio hombre regresó a la pequeña casa que con mucho esfuerzo él y Takeru habían comprado un par de años atrás. Prácticamente habían huido de Japón en cuanto tuvieron la oportunidad, alegando haber conseguido muy buenas ofertas laborales en Londres –que en realidad era cierto-, pero el verdadero motivo era poder empezar una vida juntos, en una ciudad en donde nadie supiera que eran hermanos. Simplemente buscaban poder vivir como una pareja normal y dejar de esconderse de todos, siempre preocupados por ser descubiertos por sus padres o amigos.
Aquí, en este rústico pueblito a las afueras de Londres, habían encontrado su lugar. A pesar de ser pequeño, la gente era muy tolerante y los habían recibido de muy buena manera. Al principio les remarcaban el gran parecido que compartían, pero al enterarse de que sus apellidos eran distintos, lo descartaban como una graciosa coincidencia. Además, contrario a Japón, en ese país su apariencia europea les permitía mezclarse con las demás personas sin destacar mucho, tal vez sólo por su atractiva apariencia, evitando así que la gente cuestionase su parentesco. Todos los rubios se ven igual. Recordó que alguna vez Taichi intentó molestarlo diciendo eso.
Dejó la bolsa del pan y las bebidas calientes sobre la mesa, el pastel lo puso en el refrigerador –ese sería para la cena. Luego se dirigió a la habitación para despertar a Takeru. Al llegar, lo encontró con los ojos pegados a su teléfono, probablemente enfrascado en alguno de sus juegos de gemas o zombies de jardín.
— Traje el desayuno. — anunció el mayor, sentándose en el borde de la cama.
Takeru puso inmediatamente el aparato en la mesa de noche, se acercó a él. Poniendo los brazos alrededor del cuello de su hermano, susurró en su oído. — Feliz aniversario, Yama. — para luego depositar un tierno beso en sus labios.
El aludido no pudo sino sonreír ante el gesto. En verdad era plenamente feliz en ese lugar, un mundo ideal en su pequeña burbuja, junto al hombre que amaba. — Feliz aniversario, Keru. —
Habían pasado cinco años juntos ya, tres de ellos escondiéndose de todos, y dos viviendo libres de prejuicios. Le conflictuaba pensar en esos dos años que pasó mintiéndole a Sora, haciéndole creer que aún la amaba, para mantener la fachada. Desde un año antes de que las cosas se "formalizaran" con Takeru, ya había dejado de sentir por su gran amiga nada más que cariño y amistad, pero en ese momento estaba confuso y no sabía qué era lo que quería. Deseaba poder convencerse a sí mismo de que aún la quería y que podía seguir con ella, hacer realidad todos los planes que la joven había visualizado para su futuro, juntos. No hace falta decir que fue un año de terrible agonía, pues Yamato era consiente de cómo se iba desvaneciendo el amor y quedaba resentimiento, no hacia ella, sino hacia sí mismo, por no tener el valor de enfrentarla y decirle lo que estaba pasando.
Al final, ya sólo estaba con Sora por fuerza costumbre e inercia. Se convenció de que por lo menos le debía eso, estar a su lado y cumplir todos esos planes y deseos.
Un día, Takeru lo encontró llorando en su apartamento y, después de que el chico le preguntara el motivo de su estado, y el mayor le explicara lo que lo abatía, Takeru le aconsejó y lo consoló, quedándose a su lado todo el día. Por la noche, se despidió de él, aunque se mantuvo en contacto con él durante toda la noche por medio del celular.
Poco a poco se les hizo costumbre tener largas conversaciones por mensajes de texto, haciéndose más cercanos, y forjando una lazo como nunca antes lo habían tenido. Sin darse cuenta, el tema de conversación cambió, al igual que ellos y la forma en que se veían mutuamente.
Decidieron ir de viaje de fin de semana juntos a las aguas termales en Niigata y fue ahí cuando la relación entre ambos comenzó a tomar un camino diferente. Regresaron cambiados de ese viaje. En sus mentes ya no se veían de la misma forma y sus corazones profesaban un tipo de amor muy distinto al fraternal. Comenzaron a pasar más tiempo juntos –lo que, en la ignorancia del verdadero motivo, alegró a sus padres-, no veían a uno sin el otro. Eran uña y mugre. Sólo los hermanos sabían que aquellas estancias en casa del otro los llevaban siempre a un desenlace distinto al que los todos los demás pudieran imaginar.
Sin poder soportarlo más, tuvo que terminar su relación con Sora, pues sentía que no solamente la engañaba a ella, sino también se engañaba a sí mismo y, peor que todo, a Takeru –aunque el menor estaba consciente de que su hermano sólo estaba con la pelirroja para protegerlos.
El cambio de ambiente, de país, les había favorecido mucho. No parecía haberles costado tanto adaptarse y, de hecho, agradecían las diferencias culturales encontradas a tantos kilómetros de su país natal. Takeru siempre fue más extrovertido; atento y considerado, les fue ganando el aprecio de los lugareños.
Ambos trabajaban en Londres, Yamato daba clases de Astrofísica en una universidad, y Takeru era traductor en una editorial. Sus vidas, en ese país, eran realmente perfectas.
Desayunaron el chocolate caliente y los biscochos que Yamato había llevado, se arreglaron y condujeron hasta la cuidad, donde pasaron el día visitando el Museo de Madame Tussauds, sacándose fotos –es decir, Takeru obligando a Yamato a sacarse fotos- con montón de celebridades, para luego comer un menú de tres tiempos acompañado de una copa de buen vino en Orrery, en una de las mesas junto a sus hermosas ventanas en arco de medio punto. Era una ocasión especial y Yamato quería que Takeru la disfrutara al máximo.
Por la noche, regresaron a casa y Yamato sacó el pastel de crema y fresas que los había estado esperando pacientemente en el refrigerador. Solos, los dos, en su pequeña casa, pasaron la noche amándose frente a la chimenea, la cual los cubría de un calor que no se comparaba con el que irradiaban sus propios cuerpos.
A Yamato le gustaban sus aniversarios, porque le daba la perfecta excusa para consentir de más a Takeru y compensar el tiempo que tuvieron que esconder su amor.
Esta es mi primera aportación para la Semana de la Diversidad Sexual II del foro de Digimon Proyecto 1-8.
La combinación que elegí fue: Pareja prohibida – Yamato x Takeru.
Quien ha leído mis fics sabrá que me encanta relatar pequeños momentos en las vidas de las parejas, cosas que suelen hacer en sus vidas diarias o eventos especiales, como lo fue en este caso. Creo fervientemente que la felicidad está formada por esos instantes a los que a veces no les damos mucha importancia.
Esta historia tendrá 3 partes y será vista desde la perspectiva de Yama (aunque no es él quien narra los eventos).
Fic dedicado a la linda Chia, que es fans del TakaIshida (igual que yo).
Varias películas se mantuvieron rondando en mi mente mientras escribía este fic, como por ejemplo "The Holiday" que es más o menos cómo me imagino el pueblito donde viven Yamato y Takeru, y "Me Before You" para la cafetería, entre otras películas inlgesas.
¡Espero sus reviews!
