Exoneración: los personajes pertenecen a bioware, así como el mundo de Dragon age.


Los magos no son buenos, oye comentar a los templarios del lugar en cuanto los ven llegar, lo acompañan con miradas de desaprobación en sus pupilas, lo mismo que le han intentado inculcar a él desde que se consagró como caballero de la Orden del temple, pero irónicamente el destino le concedió renacer otra vez de las manos – o quizás más le valiese llamarlas garras, - de una bruja de la espesura, una apóstata, para luego guiarlo por los caminos del reino de Ferelden en compañía de dos magas. Una de ellas completamente detestable e impía, pero la otra, la otra es un cantar bien diferente; se erige en el vórtice creado entre la capilla y el temple con aquellos prejuicios, desafiándolos, demostrando que son inciertos. Ofreciendo siempre una sonrisa a cada agravio, extendiendo la mano en cada caída. De aspecto frágil mas llena de valor férreo. Había sufrido y perdido como todos en esta Ruina, aún así ni un vocablo de queja había emitido, sólo conocían sus labios palabras de consuelo para los demás.

Desvía la vista mientras esto reflexiona y la ve allí cerca de un muro, solitaria y al mismo tiempo genuinamente bella: es una rosa y Alistair si de algo sabe es de rosas, también de perros que tratan de estropear un rosal escarbando sus raíces, orinando sobre él.

Una rosa no se debe cortar pues de lo contrario se marchita. Hay que admirarla desde la distancia, mimarla, regarla pero no en demasía y también hay que tener cuidado con sus espinas. Aún así, en su niñez ha visto cómo las sirvientas del Arl las disecaban, haciendo que se conservasen siempre bellas.

Sin poder ni querer evitarlo vuelve a pensar en la maga, su compañera gris y, la similitud existente entre ella y esa rosa que pronta está a desaparecer por causa de esos sucios engendros tenebrosos que, sumidos como están en su ignorancia, brutalidad y podredumbre del alma, no saben de belleza ni entienden de rosas de delicados pétalos con espinas.

Un loco y extraño impulso lo lleva a apartarse del grupo, acuclillarse ante la rojiza rosa y echarle un vistazo a ella que ríe provocando susurros en la brisa mientras habla con Morrigan. Vuelve a concentrarse en los pétalos carmesís como la sangre que corre por sus venas, aquella que prevé derramar para detener la Ruina. Decidido toma aquella rosa, dispuesto a salvarla, a disecarla para conservarla, protegerla, mas sin saber que en su subconsciente aquella rosa la representa a ella, la maga que ha roto todas sus creencias, aquella que cada mañana le inspira a creer, la que le ha enseñado que los magos sí pueden ser buenos.