Los personajes de Naruto no me pertenecen, pero sí parte de la trama y sus OCs.
Capítulo 1: Primer encuentro
La última guerra que habían librado se había llevado por delante a más de la mitad de sus aliados. El campo de batalla había quedado desolado, sembrado de cadáveres de hombres cuyos nombres no llegarían a conocerse nunca, pero que habían dado la vida intentando asentar las bases de un futuro mejor. Por suerte para ellos, de su propio clan únicamente se habían sufrido siete bajas.
- Hashirama –le llamó una voz a sus espaldas, sacándole de sus pensamientos–. ¿Qué haces aquí?
El moreno alzó el rostro hacia la figura que aparecía de entre los árboles que bordeaban aquel pequeño saliente de la montaña en el que estaba sentado, y alargó un brazo en dirección a la joven que no era capaz de ocultar su preocupación al ver el paisaje que se extendía bajo sus ojos.
- Eso debería preguntarte yo a ti. Los niños no deberían salir del campamento –comentó cuando ella se sentó a su lado.
La vió arrugar la frente mientras enfocaba en él su cristalina mirada de color azul.
- Hace tiempo que dejé de ser una niña, ya soy una ninja –protestó.
Él la golpeó en la cabeza con el puño, igual que cuando la regañaba cuando era pequeña. La escuchó quejarse y se levantó con una sonrisa, tirando de ella hacia el bosque, en dirección al pequeño claro en el que vivían.
- Pues los niños que juegan a ser ninjas tampoco pueden salir del campamento.
Ella gruñó a modo de protesta, golpeándole en la espalda con el puño cerrado mientras entraban de vuelta en el campamento.
El campamento era la única zona medianamente segura para ellos, el Clan Senju. Si bien era cierto que eran conocidos por ser de los clanes más poderosos, también era cierto que su principal rival lo era igual, o incluso más que ellos. Los Uchiha eran famosos por tener un chakra y jutsus muy poderosos, y una aptitud natural para todo lo relacionado con el combate. Eran temibles, según lo que le habían contado.
Aunque ella nunca había visto ninguno en primera persona.
Siempre eran Hashirama, Tobirama y los demás miembros del clan los que salían a la batalla, dejando que los niños, los ancianos y las mujeres que no eran ninjas se quedasen a salvo en el campamento.
- Así que ahí estabas, Houki –escuchó una voz más seria a sus espaldas.
- Tobirama…
- Sabes que no es seguro salir del campamento tú sola, ¿cuándo vas a aprender? Ahora mismo estamos en guerra –la cortó, con semblante serio.
- Siempre estamos en guerra –respondió ella, lanzándole una mirada voraz.
Se soltó de un tirón del brazo de Hashirama y se encaminó de vuelta hacia su tienda. Tobirama la observó en silencio mientras desaparecía en el interior de la tienda en la que dormía y se volvió hacia su hermano.
- ¿Cuántos? –Preguntó, haciendo gala de su habitual calma.
Hashirama se sentó sobre una roca mientras se rascaba la cabeza pesadamente.
- Hemos sufrido siete bajas dentro del clan, pero nuestros aliados necesitarán más tiempo que nosotros para reponerse. En cuanto a los Uchihas… no sé la cifra total, pero supongo que estarán más o menos igual que nosotros. No creo que tengamos otro enfrentamiento pronto.
Hubo un pequeño instante de silencio en el que el menor de los Senju no perdió detalle de la mirada triste de su hermano.
- Hashirama… ¿aún crees de verdad en alcanzar una tregua con ellos?
- Si pudiese hablar con él… tal vez.
- Si pudieses hablar con él, te mataría sin dudarlo. Madara Uchiha no desaprovecharía semejante oportunidad ahora que es el líder de su clan.
- El Madara que yo conocí…
- El Madara que tú conociste ha crecido, Hashirama. Y lo ha hecho en un clan maldito, rodeado de ansias de poder y muerte. No creo que la paz sea ahora algo posible –finalizó Tobirama, interrumpiéndole.
Hashirama no dijo más, y su hermano tampoco. Ambos sabían que discutir entre ellos por aquello era inútil, que debían reorganizarse cuanto antes y brindar ayuda a los heridos en la batalla, antes de que cualquier otra amenaza pudiese volver a cernirse sobre ellos.
Sentada sobre la pequeña cama de su tienda, Houki Jinsei permanecía en silencio mientras escuchaba a sus líderes discutir sobre los Uchihas. ¿Tan temibles eran? ¿Eran capaces de asesinar hasta el punto de no escuchar a Hashirama si se plantase ante ellos para pedirles la paz? Suspiró.
La Era de las Guerras de Clanes era todo lo que ella había conocido. Desde niña, había vivido bajo el cuidado de la familia Senju, pues todo su clan había sido aniquilado por otro clan enemigo durante una batalla. Y ahora, 20 años después, nada había mejorado. Admiraba la fuerza de voluntad de Hashirama, que siempre andaba pensando en la paz, mientras que también elogiaba la fuerza de Tobirama, quien, por duras que fuesen las batallas que enfrentase, nunca se daba por vencido. Ella también quería ayudar, quería salir al campo de batalla a luchar por los suyos, a defender los ideales de los Senju, de su familia. Pero nunca la dejaban.
- ¿Soñando despierta?
Alzó el rostro, sorprendida por la interrupción, para sonreír al ver quién era la persona que la había traído de vuelta a la realidad.
- Kanae –la abrazó con fuerza–, ¿qué haces aquí?
- Bueno, oí a mi madre murmurar algo sobre que te habían vuelto a pillar escapando del campamento, por lo que decidí venir a ver qué tal estabas.
Kanae era una joven de su misma edad, pero de piel más morena y ojos verdes. Llevaba su largo pelo negro recogido en una coleta alta y su ropa habitual de ninja, que consistía en unos pantalones y un jersey de tela negros, y una armadura plateada encima. A diferencia de ella, Kanae sí tenía permiso para salir del campamento aunque ambas se hubiesen graduado a la vez en su rango ninja.
- Estoy bien, sólo fui a buscar a Hashirama –sonrió, sentándose en el suelo junto a su mejor amiga.
- Deberías tener más cuidado. No me gusta que salgas y no saber dónde estás o si te ha pasado algo.
- ¿Y qué me iba a pasar? Lo que no entiendo es por qué tú sí puedes salir y yo no. Llevamos juntas desde siempre y no es justo –Exclamó, frustrada.
- Houki, el campo de batalla es una locura, el caos más absoluto. Siempre hay algún Uchiha y son muy peligrosos. Estoy segura de que si los líderes no te han dado permiso para salir, tendrán sus razones. ¿Has probado alguna vez a preguntarles?
- ¿Directamente? –Su amiga asintió– Sí, ya lo he hecho. Que si es peligroso, que si hay Uchihas, etc. Pero yo… quiero ayudar, Kanae. Me siento inútil al estar todo el día aquí sentada.
- Bueno, ya llegará tu momento. Y tal y como están las cosas, yo andaría con cuidado. Quién sabe si para la próxima batalla necesitaremos tu ayuda y la de los demás que permanecen en el clan. Al fin y al cabo, cada día perdemos más gente.
Una sonrisa sarcástica se dibujó en los labios de Houki.
- Lo dices como si fuese lo más normal del mundo.
Kanae se encogió de hombros.
- Es lo que hay, así están las cosas y no podemos cambiarlas. De todas formas, ten –dijo, sacando un pequeño libro de uno de los bolsillos de su pantalón–. Es mi diario de estos últimos días. Tengo que irme ahora a patrullar, se está haciendo de noche, pero pensé que esto a lo mejor te distraía y te hacía sentir más… no sé…
- Es perfecto –la interrumpió Houki, con sus ojos azules brillantes de alegría–. Gracias, y ten cuidado afuera.
Kanae asintió y desapareció dejando tras de sí una pequeña nube de humo. Houki sonrió para sus adentros mientras se tumbaba en la cama con el diario entre sus brazos, dispuesta a leer durante toda la noche.
No muy lejos de allí, unos ojos tan negros como la noche, permanecían impasibles mientras uno de sus hombres le informaba de los resultados de su último enfrentamiento con los Senju. Para variar, las noticias no eran buenas.
- Hermano –Izuna no perdía de vista la expresión de su hermano. Cada vez que el nombre de Hashirama Senju salía en alguna conversación, el mayor no lo llevaba demasiado bien.
- Está bien –contestó, cerrando los ojos–. Debemos evitar seguir perdiendo hombres, hay que dar con el punto débil de los Senju y explotarlo al máximo. Izuna, hazte cargo del resto.
Se puso en pie y se dirigió a la salida del edificio en el que se encontraban.
- ¿A dónde vas, Madara? Como líder, no deberías marcharte sin antes acabar la reunión.
- Yo ya he acabado –sentenció, abandonando el edificio con una mirada amenazante en el rostro.
Habían pasado varias horas desde que la luna se había situado en lo más alto del cielo, sobre sus cabezas. Houki había estado leyendo hasta bien entrada la noche, pero había acabado por quedarse profundamente dormida con el diario de su amiga entre las manos.
No era una noche fría, por lo que cuando un escalofrío la despertó al cabo de varias horas, no pudo evitar salir de su tienda para curiosear si había algo en el campamento que pudiese haberla despertado. La brisa de la noche pasó a través de sus pantalones y jersey negros, poniéndole la piel de gallina.
La luna llena iluminaba la totalidad del campamento con tanta fuerza que nada podía escapar de su mirada. Las sombras, las hojas de los árboles balanceándose suavemente con el viento… La tranquilidad reinaba por primera vez en muchas noches en su hogar.
- ¿Seguirá Kanae de patrulla? –Susurró a la oscuridad.
Lo cierto era que, como siempre que se levantaba en mitad de la noche, estaba desvelada. Se adentró de nuevo en su tienda y cogió su cinto, en el que guardaba sus armas y rollos de pergaminos ninja. Sabía que no debía salir, pero no era la primera vez que se escabullía en plena noche para ver a su amiga, por lo que se preparó y saltó sobre la rama más alta de uno de los árboles que limitaba el área segura del campamento. Una vez allí, se centró en buscar el chakra de su amiga aunque, para su sorpresa, esta vez no lo encontró.
Frunció el ceño, preocupada, y saltó de árbol en árbol, introduciéndose en el bosque, desobedeciendo una vez más las órdenes de los Senju. ¿Habría pasado algo? Kanae siempre patrullaba cerca del estanque de la cascada que había en el bosque, justo al pie de las montañas. No era normal que no se encontrase allí, y tal y como estaban las cosas ella podría haber sido… negó con la cabeza. No quería ni pensarlo. Aceleró sus pasos conforme se acercaba al estanque, con el corazón latiéndole a toda velocidad.
- ¿Kanae? –Gritó al aire cuando cayó de pie a la orilla del estanque.
Las aguas del pequeño embalse se movían suavemente, al son del viento y de las hojas de los árboles que la rodeaban, pero no había rastro de su amiga. Se volvió sobre sí misma tantas veces que casi acabó mareada, buscando cualquier indicio de la presencia de su amiga en aquel lugar.
- ¡Kana…!
El grito murió en sus labios a la vez que un escalofrío recorría su cuerpo de pies a cabeza. Se giró a toda velocidad alzando la vista pero, para cuando sus ojos se fijaron en la rama del árbol, ya no había nadie sobre ella. Su corazón empezó a latir a toda velocidad mientras buscaba localizar aquella siniestra presencia, sin éxito. Tratando de controlar su respiración, se volteó una vez más hacia el lago y un grito ahogado escapó de sus labios.
¿Por qué había gritado? ¿Por qué había sido tan escandalosa? "Tonta", se dijo a sí misma. Tragó saliva. Era tal y como Kanae lo describía en su libro.
"Sus ojos poseen el Sharingan y son de un color rojo como la sangre. Creo que nunca he sentido nada más aterrador en toda mi vida. Su líder tiene un chakra monstruoso que puede sentirse con sólo estar a unos metros de distancia de él, además de ser usuario del Mangekyo Sharingan. No me extraña que él y su hermano sean los líderes de su clan. Sólo le he visto una vez pero rezo para no volver a hacerlo nunca".
¿Podría ser…? ¿Qué estaba haciendo allí?
"¿Un… Uchiha…?"
En poco más de un segundo, tuvo a la chica acorralada contra el tronco de un árbol, con un kunai en el cuello. La observó con detenimiento ahora que no podía huir de él. Tenía los ojos del color del hielo y la piel de un pálido color caramelo. Su pelo, largo y levemente ondulado, le llegaba por la mitad de la espalda y tenía un tono castaño claro que brillaba bajo la luz de la luna.
- ¿Quién eres?
Por su chakra sabía que no era Senju, pero entonces… ¿sería uno de sus aliados? Y si lo era, ¿qué hacía allí a aquellas horas de la noche? De serlo, podría matarla. Al fin y al cabo, un Senju muerto era un Senju menos que combatir.
- Houki… –su voz se cortó. Pudo observar el desconcierto en los ojos de la chica cuando no fue capaz de resistirse a su Sharingan– Jinsei.
¿Jinsei? ¿Aún quedaban ninjas vivos de aquel clan? No pudo evitar que la sorpresa se mostrase ligeramente en su rostro, lo que no pasó por alto para la joven, pero antes de que pudiese preguntar nada, el Uchiha se separó de ella a tiempo de esquivar un kunai que quedó clavado en el tronco de un árbol cercano, a la altura a la que poco antes había estado el rostro del moreno.
- ¡Madara! –Ambos reconocieron al instante la voz de Hashirama y Houki no pudo evitar sentir cierto alivio al verle aparecer frente a ella– Tobirama, llévate a Houki al campamento.
La joven no tuvo tiempo de decir nada antes de que el joven la cogiese en brazos y saliese de allí a gran velocidad. Mientras se alejaban de vuelta al campamento, Houki no pudo evitar mirar una última vez hacia atrás, pero ya no pudo ver nada.
Llegaron al campamento en seguida y Tobirama se dirigió a su tienda directamente, dejándola caer de golpe sobre el suelo y cerrando la entrada tras de sí. Ella apartó la vista, consciente de lo que venía a continuación. Pero algo la sorprendió. Sintió los brazos del joven cogerla de nuevo y depositarla en la cama con suavidad, mientras él se acuclillaba frente a ella y la observaba en silencio con su habitual expresión impenetrable.
Finalmente, ella no pudo soportar más aquella situación.
- Tobirama, yo…
- No vas a aprender nunca, ¿verdad? –La cortó él, con mirada impasible.
- Lo sie…
- Podía haberte matado –volvió a interrumpirla–. Podía haberte matado y lo que más me extraña es que tratándose de Madara Uchiha aún sigas viva.
La joven apretó los puños sobre sus rodillas. "Así que ese era él…" pensó. Sintió un escalofrío. Su primer encuentro con un Uchiha y tenía que ser precisamente con él.
- ¿Por qué saliste del campamento?
- No sentí el chakra de Kanae y me preocupé.
- ¿Y no se te ocurrió avisar en lugar de ir tú sola?
Ella le dedicó una mirada furiosa.
- No. Igual que tampoco se me ocurrió ser discreta ni se me ocurrió no gritar. Ya está, soy un fracaso. ¿Contento?
Se dio la vuelta para darle la espalda al tiempo que la entrada de la tienda se abría y Hashirama entraba por ella.
- ¿Qué tal está? –Preguntó a su hermano, con su habitual actitud despreocupada. Tobirama no dijo una palabra y abandonó la tienda de bastante mal humor. Hashirama miró a la joven y suspiró– Houki, ¿qué…?
Ella suspiró.
- Lo siento. Me disculparé con él en un momento –le miró de reojo–. ¿Tú estás bien?
El moreno se puso serio.
- Sí. No ha pasado nada, cada uno ha vuelto a su casa. Por hoy estaremos bien.
- ¿Y Kanae? –Preguntó ella, dándose la vuelta para mirarle a los ojos, claramente preocupada.
- Está bien. Se puso enferma y fue sustituida, ahora mismo estará descansando en su casa.
- ¿De verdad? –Suspiró, aliviada.
- Sí. Ahora descansa, ya es muy tarde.
Hashirama le removió el pelo con cariño y salió de la tienda en silencio. Houki observó la entrada a su tienda y cerró los ojos con un suspiro. Se puso en pie y caminó hacia la tienda de Tobirama en silencio, colándose dentro sin molestarse en llamar previamente.
- ¿Qué quieres? –Preguntó él, sorprendido, alzando la vista del mapa que estaba estudiando.
- Disculparme, antes no me dejaste.
Tobirama dejó el lápiz que estaba usando en la mesa y se sentó sobre la cama alzando el brazo hacia ella, para que se aproximase. Houki sonrió, consciente de que ambos hermanos se parecían en muchas cosas. El joven se quitó el protector que solía llevar alrededor del rostro y se acarició el pelo con cansancio.
- Te has vuelto bastante problemática. Antes eras una niña de lo más obediente.
Houki se sonrojó de pies a cabeza y apartó la vista poniéndose de morros, ofendida.
- Dices eso porque antes podías darme órdenes a tu antojo.
- Digo esto porque antes no salías con Uchihas –dijo, dedicándole una mirada que no supo descifrar.
- Oye, yo no fui a su encuentro, él apareció de la nada.
Él permaneció pensativo unos instantes.
- Mañana empezaremos con tu entrenamiento –soltó de golpe.
- ¿Qué? –Exclamó ella, mirándole sin poder creerse lo que había dicho.
- Que mañana empezarás a entrenar conmigo. Es lo mejor, de todas formas. Si hubieses estado más tiempo sin salir al campo de batalla, los ancianos habrían querido casarte.
- ¿Casarme? –El rojo de un tomate habría quedado en evidencia en comparación con el tono de las mejillas de Houki– ¡Nada de eso! A partir de mañana, eres mi sensei. Está decidido –asintió repetidas veces con la cabeza, desechando la idea del matrimonio.
Tobirama no pudo evitar sonreír levemente.
- Entonces deberías dormir. No pienso contenerme contigo.
- ¡Madara!
- ¡Líder! ¡Algo ha pasado desde que se marchó!
Madara frunció el ceño. Después de su encuentro con Hashirama, lo último que le apetecía era tener que lidiar con los problemas del clan, pero no tenía opción.
- ¿Qué es? –Exigió.
- Bueno, no es qué… es quién –Izuna Uchiha apareció ante él con expresión relajada, guiándole hacia un pequeño salón, donde un reducido grupo de ninjas esperaba pacientemente, sentados en incómodas sillas de madera, a que él apareciese.
- Ninjas del Clan Shi. ¿Qué os ha traído hasta aquí? – habló.
El que parecía el líder del grupo se puso en pie y le tendió la mano, quitándose el guante que la cubría, mostrando una piel clara puntualmente dañada por algunos cortes.
- Madara Uchiha. Mi nombre es Kuroge Shi, líder del Clan Shi. Y he venido a proponerte una alianza temporal.
Madara frunció el ceño. Aquella noche estaba repleta de sorpresas. ¿Por qué iba a querer el Clan Shi, enemigo natural del antiguo Clan Jinsei, proponerle una alianza justo la noche en la que él se había encontrado con una superviviente del Clan Jinsei? Dudaba que estuviese relacionado, pero la vida le había enseñado a no creer en las casualidades.
Aunque no le dio demasiadas vueltas. Si aquella chica era aliada de los Senju, al aliarse con los Shi sus días estarían contados. Además, él tendría más fuerza militar a su disposición para futuras batallas.
Al final, todo resultaba en beneficio de su clan.
- Asentaos detrás de la colina más cercana. Tal vez pronto vayamos a la batalla –asintió, juntando su mano con la de Kuroge.
La alianza estaba hecha.
Continuará…
