P. V Hermione:

Otra clase de pociones. Es una de mis clases favoritas y sin embargo últimamente no puedo concentrarme. Pero ¿cómo hacerlo con Snape dando clase? Cuando explica no puedo evitar fijarme en sus manos e imaginarlas sobre mi piel. La profundidad de su mirada y su voz… Dios es imposible concentrarse. Lo peor de todo es que siempre me pilla desconcentrada y me quita puntos de Gryffindor.

Hoy tengo que ir otra vez a su despacho

-Me está usted hartando señorita Granger. La tenía por una de las brujas más inteligentes de este siglo, por no decir las más inteligente, sin embargo sus últimas notas en pociones no demuestran lo mismo. ¿qué le pasa? Supongo que sera por culpa del señorito Weasley.

-No profesor, a no me pasa nada, no entiendo a que se refiere-dije en tono dubitativo

-Oh Por favor señorita Granger no insulte mi inteligencia, se nota perfectamente que algo le pasa. Lleva un tiempo bastante distraída, no es nada propio de usted.

Me miraba con ojos escrutadores, de repente algo dentro de mí se revolvió y se lo dije:

-¿Pero cómo podría evitar distraerme si usted está ahí? Distrayendome con la sonrisa irónica que pone mientras quita puntos a diestro y siniestro, con su mirada recorriendo la habitación. ¡Todo usted hace que me distraiga!

Si se sorprendió como mínimo no lo demostró sin embargo buscó rastros de broma en mi rostro. Al no encontrar nada se puso en pie y se acercó a mi:

-Señorita Granger ¿es usted inepta o acaso se dió un fuerte golpe en la cabeza antes de llegar aquí? Es consciente de que soy un profesor que le pasa casi 20 años que lleva burlándose de usted desde que llegó aquí? Además me veo en la obligación de recordarle que soy un murciélago de las mazmorras que odia a los Gryffindor ¿cómo iba yo a gustarle?-creo que ni Sirius lo hubiera hecho mejor.

-La pregunta es cómo no habría de hacerlo es cierto que es mi profesor pero dentro de unos meses yo me graduare y no lo será más. La edad, para mi al menos, no es un problema. Es cierto que al principio me dolían sus burlas las encontraba únicamente satíricas pero ahora encuentro su oscuro sentido del humor también muy inteligente. Respecto a lo demás le doy muy poca importancia.

Estaba tan nerviosa que no me di cuenta de que Snape se había ido acercando a mi cada vez más y en este momento estaba solo a unos centímetros de mí. Un escalofrío recorre mi espalda entonces él levantó ceja y preguntó:

-¿Miedo, señorita Granger?

-La verdad es que no es miedo lo que siento ahora mismo, profesor.-Le sonreí coquetamente.

-Es usted o muy tonta o demasiado atrevida, en este caso demasiado Gryffindor-dijo mirandome la boca.

Se acercó hasta que nuestros labios prácticamente se tocaron y un estremecimiento me recorrió y sin pensar rodeé su cuello con mis brazos. Él puso sus manos sobre mi cintura, yo simplemente disfruté la sensación:

-¿Qué cree que está haciendo señorita Granger?-dijo con la voz ronca y la mirada llena de lujuria.

-Mmm-Fue lo único que pude pensar mientras me perdía en su mirada.

Sin aguantar ni un minuto más nos besamos apasionadamente. Rápidamente mis manos fueron hasta su capa para desabrocharla al mismo tiempo que el me quitaba la camiseta y el sujetador a una velocidad extraordinaria. Siguió bajando sus calientes besos por mi cuello hasta llegar a mis pechos, una vez ahí se dedicó a adorarlos. Levanto mi falda y llevó su mano hasta mi humedad que ya era muy notable:

-Vaya señorita, parece que realmente está disfrutando de nuestro pequeño encuentro.

Con una sonrisa atrevida tomé su pene entre mis manos y lo acaricié lentamente mientras él soltaba un gemido grutal.

-Parece que no soy la única profesor.

Continuó mordisqueando mis senos mientras sus manos hacían maravillas en mis partes bajas. Hasta que noté un calor extenderse por todo mi cuerpo, entonces paró y yo gemí de la frustración:

-¿Le pasa algo señorita?- Preguntó con una sonrisa irónica en su rostro

-Señor, por favor- le supliqué

-¿Sí? señorita, ¿desea algo?

-Por favor pentreme- dije sin resistir ni un segundo más.

Y sin tener que repetirlo, me llenada por toda su virilidad. Con estocas fuerte y rápidas noté como llegaba al orgasmo.

Desperté, Dios mío ¿qué acaba de pasar?