Palabras: 7,288 sin contar comentarios del autor.

Parejas principales: Beck/Jade, Cat/Robbie, Cat/Oc, Tori/Oc. Leve André/Tori.

Genero: Suspenso/Drama/Misterio/Romance.

Calificación: T.

Descargo de responsabilidad: No soy dueña de Victorious tampoco de la trama en sí, está se la pedí prestada a I. Marlene king, dueña de Pretty little liars, serie en la cual está basada esta historia (solo basada).

Resumen: Jade se marchó de un día al otro sin decir nada a nadie, Cat lleva la culpa de haber besado a su primo y Tori cada día se tortura por el hecho de haberse involucrado con el novio de su hermana. Aquella noche de fiesta dejó más que unas cuantas mentiras sepultadas bajo tierra. También dejó un cadáver.


"La última verdad"


"Una mentira no tendría sentido si la verdad no fuera percibida como peligrosa."

Alfred Adler (1870-1937) Psicólogo y psiquiatra austriaco.


La fiesta se había encendido a eso de las una de la madrugada. No fue sorpresa para nadie que la diversión empezó cuando comenzaron las primeras señales de borrachos.

Había mucho alcohol.

Todo se volvió distorsionado a eso de las 3 de la madrugada y los hombres y mujeres más ebrios comenzaron a caer.

A eso de las cuatro de la madrugada, Cat Valentine notó la ausencia de la dueña de casa junto a su novio, no quiso buscarla, sabía que debía estar "ocupada" con él. Pero sí se preocupó cuando vio la figura de su hermano salir corriendo de la casa.

Lo siguió.

Después los recuerdos se volvían bastante borrosos y bizarros.

A eso de las siete de la mañana, la pelirroja Cat llegó a su casa con su vestido rosa arruinado, roto por la parte de atrás, con un rasguño en su espalda y llena de barro.

Ahogó un sollozo y luego de meter toda su tenida a una bolsa de lona se metió a duchar.

Quizás así se quitaría la culpa de lo que acababa de hacer esa noche.


1 año más tarde.

No recordaba lo hogareño que podía parecer todo.

Realmente no creía cuando la gente decía que algunas cosas no te daban melancolía hasta que las volvías a ver, a sentir, incluso a oler.

Y todo aquel peso le llegó a Jade West en el momento en que el taxi entró a la ciudad.

Miraba por la ventanilla cada árbol, cada casa, cada persona que andaba por las calles ese día. Todo le parecía tan lejano y cercano a la vez, diferente y parecido, como si la esencia de Los Ángeles fuese esa, ser contradictoria, especial y a la vez nada.

—Llegamos a su destino, señorita West.

Los ojos grisáceos azulinos de Jade se pegaron de lleno en la mansión que se abría imponente frente a sus ojos.

Sonrió con cierto pesar y asintió.

El chófer del taxi se bajó del auto junto con ella, abrió el maletero y se precipitó a sacar el gran bolso de la pelinegra de risos, le sonrió y luego de que ella le diera dinero se marchó.

Se colgó la mochila al hombro y dando un suspiro se acercó hacia la puerta.

Las llaves las tenía en su bolsillo y no alcanzó a siquiera sacarles de ahí cuando la puerta se abrió con rapidez.

Ambos pares de ojos grises se encontraron por primera vez en un año.

Él seguía teniendo aquel gesto aprensivo que tanto lo caracterizaba, sin embargo, Jade pudo percibir en sus ojos una leve pizca de brillo, como si algo dentro de él que se había mantenido apagado en todo ese tiempo se hubiese encendido.

—Jadelyn West —le dijo.

La chica pudo percibir una ligera mueca que asomaba una sonrisa. Ella apretó sus labios, rogando para que la sonrisa que amenazaba con surcarle los labios no apareciera.

—Edward West —se mofó utilizando el mismo tono que había usado él con ella.

Esta vez, para sorpresa de la joven, Edward mostró una radiante sonrisa, como si realmente le hubiese parecido graciosa la mofa que utilizo Jade contra él.

—Déjame, te ayudo.

Le quitó el bolso del hombro y dejó que la chica se adentrase a la que era su antiguo hogar. Se cruzó de brazos y observó cada rincón de la casa, como queriendo comparar todo con lo que ella recordaba de aquel lugar.

—Te has vuelto todo un caballero, ¿no? —murmuró Jade mientras miraba fijamente el cuadro que estaba colgado en el centro de la entrada.

Salía ella junto con sus padres y su hermano Lucas.

—Y veo que tu sarcasmo no ha cambiado, Jadelyn —le contradijo él, aunque la chica pudo notar una extraña mezcla de alegría en la voz del siempre correcto abogado West—. ¿Tienes hambre?, ¿algo para tomar quizás?

La pelinegra se giró para ver a su padre, sonrió con suavidad y sacudió su cabeza de forma negativa.

—Solo estoy agotada —aseguró.

—Tu habitación ya está arreglada, Jade —contestó el hombre con suavidad mientras dejaba el bolso en el suelo—, si quieres puedes tumbarte ahí y descansar.

Ella asintió y miró fijo al hombre que tanto la regañaba cuando era más pequeña.

—Gracias, papá.

Edward West pareció dar una sonrisa sincera y llena de orgullo.

—No te había oído decirme papá desde que tenías cinco años —musitó él.

Jade se encogió de hombros.

—Quizás mi sarcasmo no ha cambiado, pero yo sí, un poco —aseguró.

El abogado volvió a sonreír, casi satisfecho consigo mismo y con su hija.

—Bienvenida de vuelta Jade.

*.*.*.*

—¿Tori?

La voz llegó a los oídos de la media latina. Sonrió incómodamente y se volteó para ver a la pequeña pelirroja parada detrás de ella con un café en sus manos.

Cat sonrió con naturalidad al tiempo que se acercaba a la morena y la abrazaba con su brazo libre, con suavidad.

—¡Hace tiempo no te veía! —respondió la chica—, creo que desde la mitad del verano, ¿saliste de Hollywood?

La morena sacudió con suavidad su cabeza mientras jugueteaba con la bombilla de su líquido.

—Estuve más bien recluida—suspiró—, fui con Trina y su novio a la casa de mi abuela por la mitad del verano —le comentó.

Cat asintió con su típica sonrisa.

—Oh —susurró y luego añadió, como queriendo alargar la conversación con la chica—, las vacaciones se me hicieron muy cortas este año, ¿no te parece?

Tori sonrió con suavidad y asintió, de acuerdo con la chica. El silencio de pronto las rodeó a ambas y percibieron, casi al mismo tiempo, como si hubiesen sido encerradas en una habitación, ya que, aunque ambas se encontraban completamente calladas, no se lograba oír ninguna de las voces que estaban en ese lugar también. La media latina se mordió el labio inferior y pegó sus vivaces ojos castaños en los más oscuros de la pelirroja burbujeante.

—¿Has sabido algo de ella? —preguntó entonces, conteniendo el aliento.

Cat la miró fijamente, como escudriñándola, quizás pensando el porqué Tori le había hecho aquella pregunta. Suspiró con suavidad y sacudió su cabeza con lentitud.

—Nos mantuvimos en contacto durante los primeros dos meses, luego no contestó mis mensajes más —respondió con cierto pesar que no pasó desapercibido por Tori.

—Oh —fue lo único que salió de sus labios. Bajó su mirada castaña y distraídamente se pasó una mano por su cabello.

Cat sonrió.

—Deberíamos vernos, tú sabes, más seguido —le soltó la chica—, realmente te extraño, Tori.

La morena la miró a los ojos un tanto aturdida por lo dicho, sin embargo, supo cómo reponerse y le sonrió sinceramente a la pequeña chica.

—El lunes entramos a clases —dijo—, podremos vernos quizás a la hora de almuerzo, ¿te parece?

—Es una gran idea —sonrió.

La pelirroja abrió su boca, como queriendo agregar algo más, sin embargo, en ese momento preciso un chico alto de cuerpo atlético y sonrisa de modelo de dentista se acercó a la mesa en donde Tori estaba sentada, pasó de Cat sin darse cuenta y besó los labios de Tori castamente.

—Lamento el retraso —fue lo primero que dijo luego de sentarse en la silla que había frente de la morena.

Tori sonrió con suavidad.

—Dylan, está es Cat —la presentó mirando alternativamente a ambos chicos—, Cat, este es mi novio Dylan.

—Holis —saludó Cat con una sonrisa amplia en su rostro.

—Mucho gusto, Cat —sonrió Dylan estirando su mano, la chica se la estrechó con amabilidad y luego la pelirroja dijo.

—Los dejo, nos veremos por ahí Tori, adiós.

—Adiós Cat —se despidió la media latina.

Cat salió de la cafetería con su caminata saltarina tan característica.

Tori se giró hacia su novio con una sonrisa vacilante, como si no supiera qué hacer, o como si la pequeña charla que tuvo con su…Compañera de escuela la hubiese descolocado. Dylan lo notó.

—¿Y ella es…? —dejó la pregunta al aire con una negra ceja como la tinta se enarcaba curioso.

—Cat, ya te lo dije —respondió a la defensiva.

—Lo sé, pero, me suena su nombre…¿No es ella…?

Tori asintió mientras bebía un sorbo de su café, posó el vaso en la mesa y miró fijamente a su novio. Él la miró casi suplicante.

—Anda, Tori, dijiste que eran buenas amigas, pero parecía que el aire podía cortarse con una tijera —le insistió el chico.

—Bueno…Te lo he dicho, con Cat cortamos relación desde que ella se marchó, a veces es incómodo estar incluso en clases, como si ambas supiéramos cosas de la otra que queremos realmente olvidar —comentó entonces ella, casi exasperada.

Dylan suspiró.

—Realmente me gustaría oír esa historia.

—Si te la contara estaríamos aquí sentado durante tres días completos —medio bromeó la chica intentando no parecer a la defensiva.

—Tengo tiempo —le guiñó un ojo y sonrió mostrando su perfecta hilera de dientes blancos.

Tori se tragó un suspiró y le sonrió con incomodidad, sabía que algún día debía contarle la historia a su novio, pero no creía que ese día llegaría tan pronto.

—Hace exactamente un año atrás —comenzó la chica revolviendo con parsimonia su café—, Jade se marchó de Los Angeles, sin decirle nada a nadie.

—Esa historia ya la conozco, todo el mundo la conoce —le cortó Dylan y añadió casi a regañadientes—, Jade West era realmente popular por estos lados.

Tori la miró entre divertida y molesta.

—¿Me dejarás contarla o me interrumpirás?

Él sonrió y con un ademán de manos la instó para que continuara.

—Había terminado con Beck hace apenas unas horas cuando nos enteramos que Jade se había marchado a España —siguió.

Olé —bromeó Dylan, Tori le dio una mirada asesina y él se sonrojó ligeramente—, lo siento, prosigue.

Ella suspiró.

—Hace aproximadamente una semana atrás, Jade se había montado una fiesta, de esas fiestas en que son definidas con solo una palabra; distorsión —continuó—, aquella noche, el detective Darren Oliver desapareció y el último lugar en el que se le vio fue en la fiesta de Jade.

—No entiendo mucho —sonrió su novio—, sin embargo, prosigue, por favor.

Tori rodó sus ojos.

—Jade, Cat y yo fuimos unas de las principales sospechosas —la media latina bajó tanto su voz que Dylan tuvo que hacer un gran esfuerzo para ponerle atención—, fuimos las últimas personas que hablamos con él antes de que desapareciera de la faz de la tierra.

—¿Las tres juntas? —preguntó entonces Dylan, inclinándose hacia el frente.

—No —respondió—, primero hablé yo con él, después, él volvió y salió Jade, por último, Cat desapareció en dirección en donde el detective Darren había caminado con Jade.

»Nos mantuvieron prácticamente el fin de semana completo encerradas en la comisaria, sin embargo, no se sabía nada del detective, nada, no habían rastros de sangre, no había cuerpo, no había nada. Y nos soltaron, días después Jade se comportaba extraña, como reacia a nosotras, como enferma…

¡Algo está pasando contigo, Jade! caminaba rápidamente tras de la pelinegra, queriendo alcanzar las grandes zancadas que su amiga daba.

¡No es de tu incumbencia, Vega! le gritaba sin detener su ritmo, sin girarse, sin detenerse, sin nada.

Tori, sin embargo, se detuvo y la llamó nuevamente, tanto, que quizás Jade explotó, quizás la presionó demasiado, quizás era cierto cada una de las palabras que ella le decía.

¿Qué demonios te importa? se volteó a enfrentar a la morena—, ¡es por Cat que soy tu amiga, Vega! gritó y en sus ojos Tori pudo ver una pizca de maldad que no había notado antes—, ¡déjame en paz y preocúpate de tus malditos asuntos!, tú sabes añadió en voz baja—, tienes mucho de qué preocuparte sonrió con malicia—, principalmente de tu hermana, ¿no?

Tori dio un paso hacia atrás y entrecerró los ojos.

Ya veo porqué Beck terminó contigo soltó con veneno la media latina, sintiendo como las palabras se escapaban de su boca como vomito—, ¿quién quisiera estar con una persona tan dañina como tú?

¡Tori!

La voz de Cat detrás de la chica le dio a entender que esta había oído las últimas palabras que había dicho. Se giró para ver a la pelirroja y pudo ver en sus ojos que esas palabras habían sido un grueso error.

Cat susurróella…Yo…No quería.

Pero Cat no la oía más, corrió tras Jade que de un momento a otro, apenas en un pestañeo había desaparecido.

—Supongo que Cat se alejó de mí pensando que yo era la culpable de la "huida" de Jade —sus ojos miraban un punto fijo en la nada, suspiró—, pero creo que hemos avanzado —añadió—, al menos ya no me mira con odio como lo hacía las primeras semanas.

Dylan mantenía su cuerpo inclinado hacia adelante, escuchando atento cada una de las palabras que Tori había dicho.

—Es una real estupidez el porqué se alejaron —aseguró Dylan—, Jade es el culpable de su distanciamiento, sin embargo, ella ya no está más, ¿por qué no volver a ser amigas?

Tori se encogió de hombros y bajó su vista, Dylan podía ver aunque ella lo ocultase muy bien, que había algo más en la historia que no le quería decir.

El tema quedó zanjado ahí, luego, volvieron a hablar sobre los planes que tenían para ese último fin de semana de vacaciones antes de volver a sus respectivas escuelas.

*.*.*.*

—¿Vas a algún lado?

Se detuvo en secó y se giró con la mano estirada, con los dedos rosando el pomo de la puerta.

Sonrió con suavidad.

—Creo que es hora de dar una vuelta por la ciudad —contestó Jade con una sonrisa en sus labios.

Su padre la miró con escudriño y luego añadió como quién no quiere la cosa.

—¿Por qué no vas a ver a Cat?, apuesto que te debe extrañar mucho.

Ella asintió.

—Eso planeaba hacer —susurró.

Edward West la miró, estudiándola y luego asintió convencido.

—Muy bien, no llegues muy tarde.

Jade se giró hacia la puerta nuevamente, esta vez tocando el pomo completamente con su mano, lo giró con suavidad mientras murmurada un escueto "no lo haré". La voz de su padre la detuvo nuevamente.

—Y Jade —volvió a hablar su papá—, recuerda, cero alcohol.

La pelinegra asintió y cerró la puerta de la casa con un suave portazo.

*.*.*.*

Detuvo su auto justo en frente de aquel conocido lugar, lo observó casi con paciencia y sonrió ligeramente al recordar cada una de las historias que habían ocurrido ahí. Desde peleas, hasta reconciliaciones, de bailes, cantos, todo.

Sus manos se apretaron en el volante y se miró escuetamente en el espejo retrovisor. Su maquillaje estaba a la perfección. Su reflejo le devolvió la sonrisa y luego se bajó del auto tomando su cartera.

Caminó a pasos tranquilos, con la frente en alto e ignorando aquel revoltijo que se producía en ese momento en su estómago producto a los nervios.

Entró.

Una melodiosa voz completamente conocida le llegó a los oídos en el momento en que cruzó el umbral de la puerta, sonrió sin poder evitarlo al ver a una chica de estatura baja y de cabello teñido rojo cantando feliz en medio del escenario. Para cuando la canción terminó el público aplaudió y silbó completamente maravillados con su voz.

«Era de esperarse», pensó, «la voz de Cat emociona a cualquiera que tenga oídos».

Aplaudió sin borrar la sonrisa de sus labios, con su cuerpo apoyado en una esquina, mirando como la burbujeante chica baja a saltitos la escala del escenario entre vítores y felicitaciones.

Se acercó a la barra un tanto ajetreada.

—Una soda de limón, por favor —pidió con suavidad y una ligera sonrisa, el barman asintió y se giró para buscarlo.

—¿Limón? —preguntó una voz detrás de ella—, creí que preferías los jugos rojos.

La pelirroja sintió como los bellos de su nuca se erizaban con aquella voz tan conocida y que le sonaba tan lejana en esos momentos. Se giró con la mirada perdida y con el rostro tenso y cuando sus ojos castaños oscuros se toparon con los grisáceos azulinos de Jade su corazón dio un fuerte brinco en su pecho.

—¿Jade?

—No —respondió—, la reina de Escocia para servirte.

Cat rió y sin pensarlo dos veces se lanzó hacia adelante con los brazos estirados para darle un fuerte abrazo apretado a su mejor amiga.

—¡Volviste! —chilló en su oído.

Jade se mordió el labio para no quejarse por aquel grito.

—Eso creo —respondió y soltó una risa emocionada que sorprendió a Cat.

—Pero, ¿cuándo?, ¿por qué no me lo dijiste? ¡Oh, dios estás de vuelta! —dijo con alegría, Jade sonrió intentando entender cada una de las cosas que Cat dijo atropelladamente en apenas dos segundos.

—Volví hoy —respondió a su primera pregunta, se encogió de hombros y comentó—, no quería decírtelo porque quería que fuese una sorpresa…Y sí, he vuelto.

Cat sonrió enormemente mientras recibía su soda.

—Un agua sin gas, por favor —pidió la pelinegra al barman, este le sonrió y luego de unos segundos le entregó lo que le pedía.

La pelirroja rió ebria de su felicidad.

—¿Agua? —preguntó entonces luego de darle un largo sorbo a su soda de limón, miró a Jade como si la desconociera—, creí que preferías la cerveza.

La pelinegra sonrió ligeramente y se encogió de hombros mientras se sentaba en el bar junto, la pequeña chica se sentó a un lado de ella, sin dejar de poder observarla.

—Muchas cosas cambian en un año —respondió entonces Jade con una sonrisa aun en sus labios.

Si había alguien —además de Beck— que conociera realmente a Jade, esta era Cat y sabía que la sonrisa que le mostraba ella en ese momento era una media sonrisa de felicidad, y la otra parte era casi dolorosa.

—Pero dime —siguió Jade—, ¿cómo han estado las cosas por aquí?, ¿qué hay de Tori?

Cat sonrió con tristeza, aunque poco le duró esa sonrisa, ya que luego respondió endureciendo sus finas facciones.

—Tienes razón —respondió—. Muchas cosas cambian en un año, aquí casi nada sigue igual. De hecho, ya casi ni me hablo con Tori.

—¿No? —se extrañó, frunció el cejo—, ¿por qué? Éramos buenas amigas las tres.

—Creo que… Una parte de mí la culpaba por tu partida —dijo con sinceridad—, y de eso entonces que no nos hablamos como antes.

—Eso es triste —comentó Jade y Cat pudo darse cuenta de que quedaba muy poco de la Jade que era antes.

Partiendo porque sus mechas de colores se habían marchado, luego, porque parecía no importarle demostrar diferentes emociones, no como antes, que las ocultaba todas y por último, asumiendo que Tori era también su amiga.

—Lo es —susurró entonces Cat—. Pero estás de vuelta —añadió además.

—Sí, lo estoy —rió con suavidad.

La pelirroja jugó con la bombilla de su soda y miró fijamente a su amiga.

—¿Por qué te marchaste, Jade? —preguntó entonces, sin anestesia.

La pelinegra sonrió ligeramente y bajó su vista, parecía incluso casi avergonzada.

—Necesitaba un cambio de aire —respondió.

Cat frunció el cejo y se inclinó hacia adelante con suavidad.

—No es necesario mentirme, Jade —susurró dolida, Jade sintió como algo dentro de sí se contraía, no sabía cuál era el efecto que Cat ejercía sobre ella, sin embargo, jamás de los jamases pudo soportar aquella mueca en el rostro de su mejor amiga—. ¿Fue por Beck?

Jade apretó tanto los dientes que pensó seriamente que quizás podría quebrarse uno, enterró sus uñas en la palma de su mano y sacudió la cabeza con suavidad.

—No todo lo que pasaba conmigo era por Beck, Cat —respondió seriamente, entrecerrando los ojos.

Ella bufó por lo bajo y asintió.

—Lo sé, pero… Fueron apenas horas, Jade, horas en las que terminaste con Beck y te marchaste, no alcanzó a ser siquiera un día —la miró con aprensión y luego suspiró—. Quiero saber, Jade.

La pelinegra tragó saliva por lo bajo y bebió un sorbo de su agua, intentando deshacer el nudo que le estaba obstruyendo la garganta.

—No —soltó—, no me fui porque terminé con Beck, realmente necesitaba irme de aquí y aunque…Beck fue una de las razones por las que necesitaba salir de esta ciudad, él no fue el que me motivó por completo a hacerlo.

Cat asintió y decidió no seguir indagando en el tema.

—Pero ya todo está mejor —respondió la pelinegra entonces y sonrió con real sinceridad a la chica—, necesitaba ya volver, extrañaba a mi mejor amiga.

Los ojos de la burbujeante chica brillaron bajo la tenue luz del local.

—¿Sigo siendo tu mejor amiga? —preguntó.

—Jamás lo dejaste de ser.

La pelirroja sonrió con gusto, bebió un poco más de su soda de limón y pensó seriamente que las cosas en un año habían cambiado drásticamente. Sin duda, como Jade lo había dicho anteriormente, ella prefería los jugos rojos…Incluso antes odiaba el limón.

*.*.*.*

Tori se encontraba tranquilamente en su cuarto, arreglando los últimos toques de su sobrio maquillaje, se miró al espejo y sonrió radiante.

Dylan sin duda era el chico perfecto para él, no había otro.

Atento, amable, un caballero, sincero, guapo…Muy guapo.

Habían quedado en que él la pasaría a buscar a las nueve, le tenía una sorpresa, lo único que le pidió es que estuviese lista cuando él llegase y que además se pusiera elegante.

Y así lo había hecho.

—Wau, veo que estás arreglada.

La voz proveniente desde el umbral de su puerta le hizo sentir un estremecimiento en toda su columna vertebral, se giró con la mirada más seria que podía tener y lo miró fijamente intentando no parecer nerviosa frente a él.

—¿Saldrás a algún lado esta noche, cuñada? —preguntó con suavidad.

Los ojos verdes le atravesaban el cuerpo como si veinte cuchillas frías se le enterrasen por todas partes, su cabello le llegaba hasta la barbilla y le daba un aspecto realmente amenazador según el punto de vista de Tori, quien apretó sus puños y masculló con voz aprensiva.

—Eso no es tu incumbencia, Alexander.

—No, tienes razón no lo es —respondió él y miró hacia el pasillo, Tori instantáneamente dio un paso hacia atrás—. Trina me pidió que viniese a buscar los aretes que te prestó la semana pasada, ¿los tienes?

Tori suspiró pesadamente y rebuscó con torpeza entre los cajones, los encontró en un rincón y rápidamente los sacó. Se acercó hacia el muchacho y se los tendió.

Rozó con sus dedos su piel morena y luego los tomó. Sonrió.

—Gracias, cuñada.

Tori ahogó un suspiró y cerró rápidamente la puerta de su habitación cuando él ya se perdió por el pasillo. Se apoyó en la pared y se pasó una mano por su rostro con suavidad.

No debía llorar, si lloraba, su maquillaje quedaba arruinado.

Su teléfono sonó.

Un mensaje.

Sin poder evitarlo sonrió, pensando que Dylan se encontraba abajo esperándola. Sin embargo, se extrañó al ver que era un número bloqueado el que le había mandado el mensaje.

Lo abrió.

Y el alma se les fue a los pies a leer su contenido.

«¿Qué diría Trina si supiera que no solo te gustan sus aretes? Meterte con el novio de tu hermana te convierte en una perra instantáneamente. Besos.»

Miró rápidamente hacia la ventana, sintiendo como la bilis le escalaba por su garganta. Debía retocar su maquillaje, ya lo había arruinado.

*.*.*.*

Entró al baño y se miró fijamente en el espejo, suspiró pesadamente y sintió como de pronto se le acababan todas las fuerzas que había reunido en un año fuera de Los Angeles.

Sus ojos grisáceos, esta vez se veían más azules que nunca, le devolvieron la mirada.

—Vamos, Jade, tú puedes —susurró para sí misma.

Se arregló ligeramente los rizos y luego salió del baño.

Su teléfono sonó y se dispuso a sacarlo de su bolsillo trasero para cuando su cuerpo colisionó con otro más grande y pesado. Su celular resbaló de su mano y cayó al suelo en un sonido sordo.

Se agachó para recogerlo, sin embargo, se quedó quieta en su puesto, casi como si se hubiese transformado en una piedra en el momento en que vio como otra persona se agachaba para recogerlo.

—Lo siento —dijo el chico mientras se incorporaba con el teléfono en su mano.

Cuando el café y el azul hicieron contacto, ambos se quedaron congelados en sus puestos, mirándose fijamente sin decir ninguna palabra. Y era como si el ambiente en general se hubiese congelado junto a ellos.

—Jade —fue apenas un susurro que soltó cuando al fin pudo encontrar su voz.

La chica, aun con la boca entre abierta, pestañeó con suavidad y bajó su vista a los pies. No quería seguir mirando sus ojos.

—¿C-cuándo…? —tartamudeó, se pasó la mano sin el celular por su cabello, desordenándolo.

—Hoy —respondió la chica cortándolo en seco, subiendo su vista hacia aquellos ojos del color de la avellana que tanto le estaban incomodando en aquel momento.

—¿Dónde estuviste? —preguntó entonces el castaño, mirándola fijamente. Jade pudo encontrar desesperación en sus ojos además de curiosidad, como si estuviese realmente desesperado por conocer cada una de las respuestas a las preguntas que le tenía desde hace un año—. ¿Por qué te fuiste así de improviso?, ¿por qué no me dijiste? Te intenté contactar por casi tres meses, pero tú no contestabas ni tu teléfono, ni mail, ni nada… ¿Por qué?

Jade parecía mareada por cada una de las preguntas que su ex novio le estaba haciendo. Beck se relamió los labios.

—¿Quieres ir por algo…?

La pelinegra se apresuró a negar con la cabeza, lo miró fijamente y suspiró. Sentía que estaba siendo demasiado cortante con él.

—Estoy con Cat —respondió—, he venido con ella.

Beck asintió al tiempo en que le entregaba en sus manos el teléfono anteriormente caído.

—Está bien —dijo—, pero, te veré otro día, ¿verdad?

Ella estuvo a punto de asentir cuando una voz aguda llegó a sus oídos, venía desde atrás de Beck y le pareció sumamente conocida.

La chica de ojos grandes y cabello castaño oscuro se acercó a ambos dando saltitos, como si fuese la mujer más feliz del planeta entero.

—¡Aquí estabas!, ya me preguntaba porqué te demorabas tanto —chilló la chica.

Jade tuvo un impulso de golpear su rostro solo para que dejase de hablar con esa voz tan aguda y molestosa.

Beck pareció completamente incómodo ante esa situación, se relamió los labios nervioso y miró aleatoriamente a Jade y a Meredith.

—¡Dios! —chilló nuevamente Meredith abriendo su gran boca al darse cuenta quién se encontraba frente a Beck—, Jade, tanto tiempo.

Cínicamente Meredith le dio un abrazo a Jade, la pelinegra abrió sus ojos sorprendida ante el acto que recientemente había hecho la chica. Nunca se habían llevado bien, en realidad, Jade la odiaba y sabía que Meredith a ella también. La pelinegra de ojos grises siempre supo que a la trigueña le gustaba Beck.

—Meredith —habló Beck, antes de que Jade reaccionara—, ¿por qué no vas a la mesa y me esperas ahí? —preguntó.

La chica, como siempre obediente le hizo caso y dando una sonrisa inmensa a ambos volvió hacia la mesa en la que anteriormente debía haber estado esperando por Beck.

—Así que…Meredith, ¿eh? —medio escupió Jade con lentitud, como si se le fuese realmente difícil articular cada palabra.

—Jade yo… —susurró con suavidad.

La pelinegra elevó ambas manos frente de ella, como si estas fueran un escudo que la protegería de Beck.

—No es necesario, Beck, en serio —le cortó ella—. Nos veremos por ahí.

Se giró y estuvo a punto de marcharse cuando sintió una de las manos de Beck apretar sin demasiada fuerza su antebrazo. Ella se giró con intención de exigirle que la soltase, sin embargo, no pudo hacerlo al oír las palabras que dijo él.

—Te marchaste, así sin más —la barbilla de Beck tembló ligeramente—, intenté encontrarte, pero tú no me dejaste…Necesito una explicación.

—Tú sabes el porqué, Beck —masculló Jade con los dientes apretados—, no hay más explicación. Así que, por favor, te pido que me sueltes, debo volver con Cat.

Pero Beck no la soltó, en vez de eso, con rapidez, unió sus labios a los de Jade en un ligero toque que no duró más de un segundo. Se separó de ella y la soltó, casi tan sorprendido como ella de lo que había hecho.

Se miraron por un largo minuto antes de que Jade volviese a girarse sin decir ninguna palabra más y desaparecer entre la gente, dejando a Beck el cálido toque de sus labios en los suyos.

Jade sentía que se ahogaba a cada paso que daba, sin embargo, no dejaba de darlos, intentando no pensar en lo que acababa de ocurrir hace apenas unos segundos atrás. Cuando se vio cerca de la mesa en donde la esperaba la pelirroja, recordó su teléfono celular y el porqué lo había sacado de su bolsillo.

Aún mantenía el calor que le traspasó la mano de Beck al objeto. Lo desbloqueó y se extrañó al darse cuenta que tenía un mensaje de un número bloqueado.

Detuvo su andar hacia Cat y abrió el mensaje para leer su contenido.

«Bienvenida de nuevo al infierno, perra.»

Extrañada frunció el gesto, ¿qué mierda era eso?

Cat desde su mesa le sonrió. Ella le devolvió el gesto forzadamente.

*.*.*.*

El día lunes llegó tan rápido que nadie se dio cuenta.

Todo el mundo estaba reacio a aquel día, excepto Cat. Ella realmente, realmente estaba esperando con ansias ese día.

"This girl loves the first day of class"

Michael, su hermano, observó fijamente la camiseta y no pudo evitar largase a reír. Cat, secretamente, ama cuando su hermano ríe, le recuerda a cuando ambos eran niños y ella no se daba cuenta de la seria enfermedad que acojonaba a su hermano mayor.

Sonrió, solo porque Michael se había reído. Sin embargo, su sonrisa decayó cuando por la puerta de la cocina entró perezosamente su primo sin una camiseta encima.

Cat se sonrojó violentamente y bajó rápidamente su vista a su desayuno.

Mike notó aquello y dejó de reír bruscamente para voltearse a ver a Xavier quien sin darse cuenta del efecto que provocó en Cat ni en la mirada violenta que le daba Michael se preparaba el desayuno.

—Vete a poner una camiseta, Xavier —escupió su hermano con voz brusca—, ahora.

El chico lo miró un tanto confundido y después al ver lo sonrojada que se encontraba Cat sonrió burlón.

—¿Esto te distrae, prima? —preguntó el chico enarcando sus rubias cejas.

Cat elevó la vista con los ojos bien abiertos, ambos ojos oscuros se escudriñaron por unos segundos hasta que Michael golpeó con fuerza la mesa.

—¡Que te pongas una maldita camiseta! —gritó.

Xavier lo miró fijamente por apenas unos segundos y luego de un encogimiento de hombros salió de la cocina para ir a buscar algo con la que cubrir su torso.

Cat sentía su corazón latir a mil por horas y sentía que la sangre acumulada en sus mejillas jamás abandonarían su cabeza.

Miró a Mike entre asustada y apenada, pero este no le devolvió la mirada, seguía comiendo como si nada hubiese ocurrido hace apenas unos segundos atrás.

Su celular vibró encima de la mesa, ella lo tomó aun media tiritona.

«No es bueno ver a tu propia familia con diferentes ojos, Cat. Si no me crees, pregúntaselo a tu mamá.»

El teléfono resbaló de sus manos y cayó en su regazo. Su hermano elevó sus ojos pardos y enarcó una ceja, Cat fingió la mejor de sus sonrisas y volvió a comer en completo silencio.

*.*.*.*

El día había comenzado terrible para ella.

Obviamente prefería caminar antes de subirse al mismo auto de Trina y Alexander.

Iba, además, retrasada a su primera clase y prácticamente anduvo corriendo casi todo el camino, sin embargo, parecía que aquel día podía mejorar, ya que, cuando ya llevaba un poco más del camino un auto se detuvo frente de ella.

Una gran sonrisa se extendió en su rostro.

—Parece que necesitas que alguien te dé un aventón.

—¡Diablos, André! —medio chilló Tori sin poder evitar sonreír—, ¡tanto tiempo sin verte!

El moreno se quitó los lentes de los ojos y le dio un guiño a su mejor amiga.

—Anda entra —le dijo palmeando el lado del copiloto que se encontraba vacío.

—¿Sin abuela?

André soltó una risotada que alegró la mañana de Tori.

—Sin abuela —corroboró—, hoy se queda en casa.

La chica rodeó el auto y se sentó en el lado junto al moreno de trenzas.

—No me malinterpretes —dijo Tori cuando el auto comenzó a avanzar, lo miró directamente y sonrió—, pero me alegro que se haya quedado en casa.

André volvió a reír con ganas y volvió a colocarse los lentes para cubrir sus ojos del sol.

—Sí yo también me alegro —aseguró.

—Me gusta tu nuevo look —añadió entonces la media latina.

André llevaba todas sus trenzas amarradas en una coleta, le daba un aspecto jovial. El moreno volvió a reír ante las palabras de su amiga.

—A mí también me gusta —comentó con un susurro por lo bajo, como si aquello fuese una verdad a medias—. ¿Supiste? —preguntó luego de unos segundos en silencio, Tori lo miró fijamente, esperando que él continuase, porque ella realmente no tenía ninguna noticia que supiera—, volvió.

No fue necesario dar nombre, Tori lo supo de inmediato. Sintió como algo dentro de ella se revolvía y no sabía si aquello era una buena o una mala señal, su mente rápidamente viajó al día sábado, cuando recibió el mensaje de un anónimo con su ID bloqueada.

—¿Cómo lo sabes? —sus grandes ojos del color de la almendra se abrieron de par en par, mirando fijamente al moreno, esperando luego una respuesta.

—Beck —fue todo lo que dijo.

—¿La vio?

André asintió.

—Y no solo eso, creo que incluso hablaron por unos minutos, luego Jade se marchó, Beck me dijo que estaba con Cat, así que ella también lo sabe —añadió.

Tori pegó sus ojos hacia el frente sin poder cerrar por completo sus labios, podía darse cuenta que faltaba menos de un minuto para llegar a la escuela.

—¿Crees que vuelva? —preguntó entonces—, ¿crees que vuelva este año a Hollywood Arts?

El moreno asintió sin más.

—Estoy casi seguro de que lo hará —respondió—, es Jade West de la que estamos hablando y Helen la ama, es más que obvio que la dejará volver.

Tori asintió, realmente no sabía si aquello la alegraba un cien por ciento. ¿Tendría alguna relación el mensaje recibido con la llegada de Jade?, porque, si mal no recuerda, ella se lo sacó en cara la última vez que hablaron. Aunque, conocía a la pelinegra y ella no caería tan bajo como para enviar un mensaje así. ¿O tal vez lo haría? Realmente no sabía y sentía que necesitaba con urgencia en ese momento una aspirina. Le estaba doliendo la cabeza.

*.*.*.*

—¡Oh por los calzones de mi madre!

Jade apretó con fuerza sus labios y contó mentalmente hasta diez, se infundió paciencia y continuó guardando los cuadernos en su casillero, intentando ignorar la pesada respiración de Sinjin detrás de ella.

—¡Has vuelto, Jade! ¡Has vuelto! —gritó como si no pudiese creérselo, luego se quitó sus anteojos y se restregó los ojos con su puño—, ¿has vuelto verdad? —preguntó—, ¿no estoy soñando, cierto? Oh, no —masculló contestándose a él mismo—, ¡estoy soñando nuevamente!

Jade cerró de golpe su casillero tomando su primer cuaderno para la clase de Sikowitz, se giró para mirar al rubio de cabellos rizados y le sonrió con sarcasmo al tiempo que le piñizcaba el brazo con fuerzas. Sinjin gritó.

—¿Ves Sinjin? No es un sueño —le dijo al tiempo que se alejaba del chico extraño.

Se disponía a subir las escaleras cuando oyó el sonido de su celular.

Un mensaje.

Su estómago se contrajo. Tragó un bocado de aire al momento en que lo sacaba de su bolsillo trasero el celular.

El nudo de su estómago desapareció al momento en que se dio cuenta que el mensaje era proveniente de Cat y le pedía que la esperase para entrar juntas a Sikowitz.

Suspiró.

—Jade.

Elevó la vista de su teléfono celular y miró fijamente a la mujer proveniente de esa voz. Sintió una mezcla de diversos sentimientos encontrados, desde felicidad, melancolía y hasta resentimiento. Sin embargo, ignorando el rostro tenso de Tori, Jade sonrió.

—Hola, Tori —saludó—, ¿me extrañaste? —preguntó.

La media latina se descompuso levemente ante la pregunta inesperada de la pelinegra. Se cruzó de brazos y miró hacia ambos lados del pasillo, esperando que nadie estuviese pendiente de ellas, cuando se dio cuenta que nadie las oía, se dispuso a hablar.

—Después de aquella amarga despedida… —dejó las palabras flotar.

Jade bajó su cabeza hacia el suelo y suspiró casi con cansancio.

—Lo siento, ¿vale? —pidió—, realmente me torturé todo el año por lo que dije aquella noche.

La castaña miró a la chica con extrañeza, sintiendo una mezcla de sentimientos que no sentía hace un tiempo, se dijo mentalmente que solo Jade era capaz de hacerle aquello, sentirse bien y a la vez horriblemente mal, y desconfiada a la vez.

—Ya lo superé —mintió la morena—, pero me sentiría aún más superada si tu no me lo recordases.

Jade torció el gesto.

—Oye —habló con voz dura y Tori recordó por fin a la antigua Jade—, me ha costado realmente un mundo decir "lo siento" como para que tú me respondas así, ¿acaso no valen mis disculpas?

Tori sacudió su cabeza y le enseñó su celular.

¿Qué diría Trina si supiera que no solo te gustan sus aretes? Meterte con el novio de tu hermana te convierte en una perra instantáneamente. Besos. —leyó Jade en voz no tan alta, Tori se removió incomoda en su puesto mientras seguía observando que nadie estuviese prestándoles atención—, yo no mandé esto —susurró.

Tori la miró medio asustada y Jade con un gesto la hizo que la siguiera.

La pelinegra se alegró que nadie estuviese en el baño de mujeres en ese momento, se iba a disponer a cerrar la puerta con pestillo para cuando una pelirroja pequeña entró.

—¡Oh, yay! —aplaudió con ánimo, sonriendo mientras lucia su nueva camiseta rosa—, sabía que podíamos volver a ser las tres amigas.

Jade rodó los ojos y cerró la puerta del baño con el pestillo, revisó cada uno de los cubículos y cuando se dio cuenta que no había nadie, sacó su celular y le mostró el mensaje a Tori.

Cat enarcó una de sus cejas.

—¿Qué es eso? —preguntó.

Jade bufó mientras se cruzaba de brazos.

—Algún imbécil que quiere asustarnos —respondió.

La chica abrió sus ojos sorprendida y sin decir una palabra sacó su celular de su mochila, buscó el mensaje y se los mostró a ambas chicas.

—¿Creen que sea el mismo imbécil? —preguntó en un susurro.

Las tres se miraron fijamente.

—Creí que era Jade —reconoció Tori en un susurro—, ustedes dos son las únicas que conocían mi secreto.

Cat asintió mientras tomaba nuevamente su celular y lo acercaba a su pecho.

—Yo sé que alguien pudo verme besando a mi primo en tu fiesta, Jade —susurró Cat y los ojos se le aguaron—, pero jamás creí que alguien se diera cuenta, todos estaban tan ebrios y nosotros…Yo…

—No tienes que darnos explicaciones, Cat —le aseguró Jade y se giró hacia Tori—, y tú sabes muy bien que yo no dependo de mensajes anónimos para decir las cosas que siento…Y además, ya te dije que lo siento y no creo que seas una perra por un error que sabes que cometiste —se relamió los labios y añadió luego de ver una mirada de culpabilidad por parte de la castaña—. Debe ser el mismo idiota aburrido que gusta de asustar a chicas.

—¿A ti qué te llegó, Jade? —preguntó entonces la pelirroja.

Jade recitó, casi como si se lo hubiese aprendido.

Bienvenida de nuevo al infierno, perra.

Las tres chicas se miraron casi con miedo.

—Ustedes creen que… —Tori dejó las palabras en el aire y luego de un carraspeó continuó con la frase—, Darren…

—Él es el único que sabía lo de Xavier —aseguró Cat—, y lo tuyo, Tori —luego miró a Jade—, y que te acosaba a ti, Jade.

La pelinegra negó con la cabeza.

—Según lo que sé nadie sabe acerca de su paradero, ¿cómo es que puede saber que volví si apenas hoy la mayoría se ha enterado de que he llegado?, es imposible que él anduviese por aquí sin ser visto —aseguró.

Tori torció los labios.

—Esto es muy extraño —aseguró la castaña— y realmente me da miedo.

Tanto como Jade y Cat asintieron, de acuerdo con la chica.

—Creo que debemos ignorar este tipo de cosas y nada más, pronto se aburrirá —aseguró Jade.

—¿Y si no lo hace? O peor, ¿si cuenta mi secreto al mundo? —preguntó Cat.

—Cat, este es un pobre estúpido aburrido de su vida, no tienes de qué temer —aseguró la pelinegra—, ahora, volvamos a clases, tranquilas, de seguro se aburrirá en un par de días y todo quedará como un chiste.

Tori asintió, dándole la razón a la pelinegra.

Cat suspiró y se dirigió a la puerta, sin embargo, antes de cruzarla el celular de la pelinegra sonó con fuerza, produciendo eco en el baño.

Un mensaje anónimo.

Miró a sus dos amigas y luego lo abrió. Había una imagen adjunta y en ella aparecía Beck besándola en los labios el otro día en el karaoke.

«Punto para Jade. Besar al novio de tu enemiga te convierte en la ganadora. ¿Crees que Beck también andaba por las fiestas besando a otras chicas cuando tú te girabas? Tú no lo sabes, yo lo sé. Besos.»

—¿Qué? —preguntó Tori, nerviosa—, ¿un mensaje anónimo?

Jade asintió y leyó en voz alta.

Cat abrió su boca.

—¡Besaste a Beck el sábado! —medio acusó.

Jade sacudió su cabeza.

—Más bien él me besó a mí, pero…No fue nada —aseguró—, apenas un roce de labios, lo prometo.

—Está bien, Jade —respondió Tori—, a nadie le importa Meredith.

—Pero esto es algo que ese tal anónimo puede usar contra ti —dijo Cat—, ¿no lo entienden? Es como si quisiera tenernos en su poder con nuestros secretos.

—Él me besó, yo no tuve la culpa —se defendió Jade.

—Bueno, eso te creeremos nosotros y quienes te conocemos, pero, ¿y Meredith?

—Ella no me importa —se encogió de hombros Jade.

—Jade, Meredith puede parecer una real dulzura, pero…Es terrible —aseguró Cat en un susurro—, créeme que el año anterior, Cindy…

—¿Y quién es Cindy? —preguntó Jade con el cejo fruncido.

—Una chica con la que Beck salió por unos días —rápidamente soltó Cat, Jade sintió algo implantarse en su interior—, la cosa es que —continuó—, Meredith uso todas sus artimañas para conseguir a Beck y se dice que Cindy… Terminó envenenada por unos de los cupe cake del padre de Meredith.

—Yo no le tengo miedo —afirmó Jade.

—Como sea —intervino Tori—, si este tipo o tipa o lo que sea quiere asustarnos, lo está consiguiendo.

—¡Eso es lo que espera! —gritó Jade— y…

Primero fue su celular, luego sonó el de Cat y por último el de Tori, casi por unos segundos de diferencias.

Se miraron extrañadas a las caras y ¿por qué no decirlo? Algo asustadas.

Tengan cuidado, perras, soy como una máquina de la verdad, estoy aquí para desenmascarar mentirosas y arruinarles su vida. Puedo verlo todo —leyeron las tres al mismo tiempo en voz altas.

Jade rápidamente abrió la puerta del baño, encontrándose con el pasillo completamente vacío. Se giró para ver las dos caras de sus amigas asustadas, apretó con fuerzas sus labios y volvió a mirar su celular.

Puedo verlo todo.

Al parecer, ellas eran el blanco en un juego macabro que recién estaba comenzando.


¡Hola otra vez gente de fanfiction!

Sé que he "abandonado" la otra historia, pero dado que no ha tenido una buena recepción, pues la dejé en "pausa" por mientras que una nueva idea crecía en mi cabeza.

Pretty Little Liars es mi nueva obsesión, es una serie realmente genial, me encanta el suspenso que tiene y las historias de cada una de las personajes.

En esta historia, si han visto la serie y leído el primer capítulo, tiene varios parecidos, sin embargo, no son completamente igual, digo, si lo fuera sería realmente aburrido, ¿no creen? La única historia que tiene parecido con la de la serie es Tori, sin embargo, prometo que no será igual y tendrá varias vuelta.

Tengo muchísimas ideas para esta nueva historia y realmente quiero dejarlas en tensión muchas veces y que logremos interactuar sobre esta (yo ya tengo claro quién será él o la que está detrás de cada uno de los mensajes) y realmente me gustaría que ustedes sacaran sus propias conclusiones.

A lo que voy es que me gustaría que por medio de Reviews o mensajes internos pueda conocer cada una de sus sospechas o pensamientos que tienen sobre la historia y lo que pasa con cada uno de los personajes, por ejemplo, en este capítulo tengo varias preguntas que me gustaría plantearselas y que ustedes puedan contestar.

¿Quién cree que pueda ser el anónimo que envía los mensajes?, ¿creen que Meredith realmente fue capaz de envenenar a esa chica con la que Beck salió?, ¿por qué creen que Jade dejó los Angeles por un año?, ¿creen que Cat tiene algo que ver con la desaparición del detective Darren?, ¿o que Tori sabe algo sobre el detective?, ¿o Jade? ¿Quién les gustaría que fuese el anónimo?

Realmente, realmente me gustaría que pensaran en cada una de esas preguntas y me las hagan saber, les prometo que esta historia no los defraudará.

Espero sus reviews y ojalá les guste este nuevo proyecto que me tiene emocionada.

¡Saludos!

Emilia.