I. La dignidad de un domador

Palabra: Máquina

- ¿Por qué simplemente no te rindes?

La habitación de la universitaria de pronto estaba hecha un caos, había herramientas por todas partes, cables, y todos los muebles estaban movidos de su lugar. Enfrente de la cama, había un joven domador que luchaba por salvar la dignidad que se suponía que aún tenía.

Luego de cinco horas de constante lucha no lograba entender cómo una simple máquina podía darle tanta batalla, desde Sinistro que algo no lo agotaba tanto, había podido con gorkas, domadores oscuros e incluso con Elena en algunas batallas, pero ahora una simple cafetera le estaba haciendo perder el control, las fuerzas, el "respeto de su amiga", su buena imagen y cordura.

-No te preocupes Elena, creo que al fin logré encontrar lo que estaba mal. Creo que es sin duda alguna, este cable que está haciendo un falso contacto.

- ¡Un falso contacto! ¡No debiste estudiar geología! ¡El mundo perdió a un gran ingeniero o inventor!

- ¡Muy chistosa! ¡Cuando estés tomando tu café caliente mientras estudias, sin tener que ir a la cafetería o a la tienda, veremos si aún te ríes!

Sí, es verdad, Zick no tenía la menor idea de lo que estaba haciendo, pero con las constantes quejas de su amiga sobre lo complicado que era conseguir su vital bebida para superar la época de parciales, su lado caballeroso no podía permitirlo. Creyó que, como decía siempre Leonard, su compañero de cuarto, todo se podía aprender viendo un tutorial en YouTube. ¡Definitivamente el "Usted mismo puede hacerlo" era la mentira más grande del mundo! Pero no, no sabía cómo, su imagen debía salir intacta.

- ¿Aun está intentando arreglar esa vieja cafetera? – La tutora se sentó junto a la pelirroja en la cama.

- Así es. Hasta ahora lleva cinco horas esto. – Suspiro aburrida la guardiana.

- ¡Sí hasta ahora marcador ser cafetera 12, Zick cero!

- ¡Bien, que se diviertan con eso, iré un momento a la ciudad suspendida!

- ¡Qué te diviertas Jeanneline! – Elena se levantó a espaldas de su amigo. – Zick, es sábado, ya gastaste toda la mañana intentando arreglar esa cosa. ¡Ya déjala y vayamos a divertirnos, es claro que no podrás!

- ¡Elena tener razón Zick, la cafetera ir ganando por mucho!

- ¡Sí esto ya comienza a ser humillante! – El bombo más joven secundó al otro.

- ¡Suficiente! ¡Ya sé que no me creen! ¡Pero no saldré de aquí hasta que logré hacer que esta maldita cafetera del demonio funcione! ¡Sí les digo que ya está por ser así, es porque así va ser!

El domador levanto furioso la cafetera y la azotó con fuerza en la mesa. Para sorpresa de todos los presentes, el botón de encendido se puso en rojo, dejando a todos atónitos, incluyendo al domador. Saliendo de su sorpresa, colocó la cafetera en la mesa, su sonrisa triunfante, brillaba con orgullo en su rostro.

-¿Qué se los dije? Yo siempre supe lo que estaba haciendo, sólo que era un proceso muy laborioso.

- ¡Vaya bomba Zick! Aunque me cueste admitirlo, hiciste un gran trabajo.

- Sí, bueno, pensaré en perdonarte luego de que me prepares una buena taza de…

E inesperadamente, la cafetera exploto y comenzó a prenderse en fuego. Nuevamente todos entraron en estado de shock, Zick rápidamente encerró a la máquina en una burbuja Dom.

-Bueno, la mala noticia, es que acabas de perder la apuesta y que me debes una cafetera pequeño chico listo, así no podré pedir la garantía.

- ¡Lo siento… yo no quería…! – El peliazul bajo la cabeza rendido.

- La buena noticia para mí, es que ahora deberás ser mi esclavo personal y traerme café siempre que lo desee, sin importar la hora que sea. ¡De ahora en adelante, tú serás mi cafetera!

Elena se acercó a Zick, tomo su barbilla, la estiro hacia ella y le dio un suave beso en la nariz, poniendo al domador, completamente colorado.

-Eso lo tomaré cómo una pequeña indemnización por los daños. – La pelirroja sonrió mientras tomaba el extintor.

cas fuerzas que tenían sus brazos.