1.- Rosas


La primera vez que Eliade entró al invernadero del enorme castillo se dio cuenta que había docenas de plantas diferentes de las cuales se ocupaba Arystar, y muchas de ellas se mostraban bastante inquietas ante la presencia de ambos.

Con movimientos precisos el joven comenzó a desplazarse por el lugar, acariciando a las más inquietas y regando algunas otras. Ocasionalmente cambiaba la tierra de ciertas plantas y todo aquel escenario le indicaba a Eliade que seguramente Arystar llevaba años practicando la misma rutina.

Y si tenía que ser sincera, le parecía algo patético.

Pero había decidido darse la oportunidad de pasar tiempo con el humano y su inocencia, si tan sólo para buscar calmar la carencia abismal que sentía desde que recobró la conciencia.

¿Me enseñarás a cuidar de ellas? – preguntó fingiendo un tono curioso al tiempo que acariciaba los pétalos de una pequeña flor moteada que inclinaba satisfecha la cabeza ante la muestra de afecto. Pasaron algunos segundos antes de que Arystar le contestara entre titubeos.

S..si…gustas – pero seguía sin dirigirle la mirada y eso empezaba a frustrarle.

Siguió caminando por la habitación, intentando cruzar camino con el humano, intentando tocarle con cuidado o al menos lograr que su mirada se centrara un poco en ella. Pero todo esfuerzo parecía inútil, porque con cada intento elegante de bloquear su camino él le esquivaba con menor gracia.

Y justo cuando comenzaba a cansarse de su pequeño juego, un rincón de la vasta habitación captó su mirada. La luz entraba por uno de los ventanales de la pared y daba directamente a un conjunto de rosales que en comparación con la mayoría de las plantas de la mansión, se mostraba pacífico. Se acercó a ellas y las observó con genuino interés. Eran rosas comunes de distintos colores, algunas completamente rojas, otras en tonos pálidos y solo pocas eran blancas. Pero todas tenían sus pétalos abiertos y se mostraban hermosas ante la tenue luz.

Debió quedarse mirándoles el suficiente tiempo porque sintió a su lado la presencia nerviosa del joven quien alargó el brazo por encima del hombro de la rubia, hasta alcanzar una de las rosas más grandes en tono carmesí. Cuidándose de las espinas dobló el tallo de la rosa para cortarla con delicadeza, y sin decir nada Arystar se la ofreció con una sonrisa en extremo tímida que temblaba por completo debido a los nervios.

Ella la recibió y la acercó a su rostro, percibiendo el aroma dulce y entregándole a cambio una sonrisa genuina. Quizá no se había equivocado al decidir quedarse con el humano y sólo quizá un poco más de tiempo a su lado pudiera al fin terminar con su búsqueda.


Arystar y Eliade son mi OTP máxima, y aunque la pareja no es nada popular quise escribir one-shots con diferentes temas y algunos AUs c:
Espero a lo largo del año llegar a publicar 15, es una especie de reto personal ehehehe, por que sí, esta pareja merece amor.