Sisi, probablemente uno de los fanfics más cortos que escriba en mi vida, pero tenía ganas de hacerlo de todos modos. Hace tiempo que tenía ganas de hacer un Takari, así que acá les presento a mi nueva creación.
DISCLAIMER: Digimon ni sus personajes me pertenecen, sino que pertenecen a su respectivo autor.


Emperatriz de los Digimons (Parte I)

Es increíble como las personas tan solo se dan cuenta del verdadero valor de sus posesiones tan solo cuando las pierden. En ese entonces yo valoraba mucho la relación de estrecha amistad que tenía con los demás digielegidos, pero no podía darle una magnitud a ese valor. Era como decir "te quiero mucho", uno puede decir esa frase a tres personas distintas, dependiendo de la persona, el valor de la frase cambiará. Si una enseñanza me dejó la situación por la que pasé, es a valorar lo que tengo. Ésta es mí historia…

Nos encontrábamos explorando una nueva zona del digimundo, una zona tropical, con una exuberante vegetación, donde hacía mucho calor. Deseábamos descansar, no era la única que estaba cansada, pero el emperador de los digimons no descansaría hasta vernos acabados, y es por eso que no podíamos descansar tampoco nosotros.

-Kari, ¿te sientes bien? Estás algo roja-me preguntó gatomon, siempre preocupada por mí bienestar.

-Es verdad, no luces bien. Ven, si quieres puedes descansar en mi espalda, yo te cargaré-propuso Tk.

-No se preocupen, estoy bien, tan solo… hace mucho calor-sonreí mientras tomaba la botella de agua que Yolei me tendía-. Gracias.

-No hay porqué-dijo la pelivioleta para luego mirar a Davis-. Quizá deberíamos descansar un rato, ¿no crees que hace mucho calor?

-Sí, tienes razón, además de que si no descansamos correctamente no tendremos las fuerzas suficientes para cuando tengamos que pelear contra Ichijouji-asintió el chico.

Decidimos detenernos en un pequeño prado, y mientras Davis, Yolei y Cody descansaban bajo la sombra de unos árboles, Tk me acompañó a rellenar las botellas de agua y buscar algunas frutas para los digimons. Fue tan rápido como sucedió todo que aún me da vueltas la cabeza cuando pienso en ello. Unos malvados digimons nos atacaron, estaban siendo controlados por la espiral maligna, por lo que atacamos sin perder tiempo, pero pasó algo inesperado que rompió con la rutina diaria. Otro digimon apareció, más grande que los primeros tres que habían surgido, y me golpeó la cabeza al tomarme entre sus brazos y alejarse volando, llevándome con él. Lo último que recuerdo fueron los gritos de un desesperado Tk, quien luchaba para alcanzarme, sin éxito alguno.

Al abrir los ojos me encontré en una especie del laboratorio. Miré a mí alrededor, me dolía mucho la cabeza después del golpe. Fue entonces que lo noté, allí estaba sonriéndome el mismísimo Ken Ichijouji, con esa despreciable sonrisa suya. Intenté levantarme para golpearlo y huir de allí pues estaba asustada, pero pronto me dí cuenta de que era un intento en vano ya que no podía levantarme, sino que estaba amarrada a una especie de camilla.

-Buenas tardes mi estimada Kari-dijo él, con su sonrisa petulante.

-¡¿Qué rayos quieres de mí?!-le grité, intentando patalear, cosa que también fue inútil.

-Jajaja, que bonita, intentando luchar contra tu destino-rió Ken.

-¡Explícate!-exigí, estaba furiosa tanto con el emperador como conmigo misma, ¿qué no podía hacer nada por mi propia cuenta?

-Te presento a tu nuevo digimon, dobermon-el muchacho indicó a su lado, en donde un digimon el cual nunca había visto, reposaba tranquilamente, lo que sí sabía a simple vista era que el digimon probablemente era sumamente violento.

-No necesito un nuevo digimon, estoy perfecta con gatomon, gracias.

-Jajaja veo que no entiendes tu posición mocosa, yo ordeno, tú obedeces, ¿entiendes? Es simple-se burló-. Además… ya no querrás a aquel estúpido gato una vez que haya sembrado el odio en ti, la oscuridad te dominara.

-¿Sí? ¿Y cómo piensas lograrlo?

-Muy sencillo-me mostró una pequeña esfera con pinches. Era negra y del tamaño de una pelotita de golf pequeña. Me provocaba una extraña sensación, como si quisiera introducirse en mí y dominarme. El digimon kaiser la acercó a mi cuello y lentamente la introdujo, jamás había experimentado un dolor semejante, mi cuerpo comenzó a arder de manera increíble y simplemente comencé a convulsionar mientras gritaba, queriendo arrancarme la piel. Se sentía como si un fuerte ácido recorriera mi cuerpo desde adentro. Poco a poco un torbellino se formó en mi mente, no entendía nada… veía a mi hermano, a mis amigos, riendo sin mí, disfrutando de mi ausencia. También estaba gatomon, quien en lugar de preocuparse por mi ausencia simplemente se había dignado a buscarse otra humana. ¿Esos eran mis amigos? ¿Qué valor tenía mi amistad para ellos? Sentí un fuerte rencor recorrerme de la cabeza a los pies.

-¿Quieres que te ayude a vengarte?-sonrió el peliazul, divertido con la escena.

-¿Lo harías por mí Ken?-lo miré sorprendida.

-Claro… después de todo, yo te aprecio mucho… mi querida emperatriz-sonrió, soltando los amarres.

Me incorporé y abrace a Ken, atrayéndolo hacia mí para luego besarlo. Nunca creí que fuera tan buen chico… amable, bonito, ¿qué más podía ser? Era perfecto a mis ojos y eso era lo que importaba. Lo besé con ternura mientras el acariciaba mi rostro y me cubría de besos. Hikari Yagami o Kari para quienes había creído mis amigos, ya no estaba aquí, sino que en su lugar estaba la emperatriz de los digimons. Acaricié el lomo de dobermon con ternura, mientras él me lamía el revés de la mano, no era tan malo como en un principio me había parecido, incluso era bonito, perfecto para mí. Mi nuevo novio me miró a los ojos y sonrió.

-Tengo una primera misión para ti-sonreía Ken.

-Lo que ordenes… mi emperador…-le devolví la sonrisa, daría todo por mi nuevo amor, quería demostrarle lo útil que podía ser para que no hubiera lugar a arrepentimientos.

-Bien… quiero que acabes con un mocoso, es una verdadera molestia-el joven sonrió y al instante una pantalla digital apareció, mostrando una imagen de Tk, quien aún se encontraba luchando.

-Ese mocoso… es una molestia para usted… lo eliminaré-le aseguré.

-Confío en ti-me insito.

Subí al lomo de dobermon, quien me llevó al lugar donde la pelea se estaba llevando a cabo a una velocidad increíble, aunque claro que Ichijouji me había dejado en una zona cercana y favorable. Al verme llegar, al rubio se le iluminó el rostro, como si hubiera recibido un nuevo regalo de cumpleaños.

-¡Kari, estás viva!-exclamó, sonriendo.

-Sí… pero no es algo que te interese…

-¿Kari?-dudó Takeru, mirándome como si fuera un objeto extraño, totalmente nuevo para él.

-Kari… ¿Quién es él?-ahora era Gatomon quien hablaba.

-Mí… digimon acompañante-una malvada sonrisa se formó en mi rostro, tan solo deseaba matar a quienes estaban frente a mí, destruirlos, satisfacer a Ken. Comencé a reír como una maniática.

-¡Esa no es nuestra amiga Kari!-indicó Patamon, pero ya era tarde.

-¡DOBERMON ATACA!-le ordené, y el se lanzó… no contra Patamon, no contra Gatomon, sino que quien se desplomó en el suelo comenzando a gritar tras los daños sufridos era Tk.


Bien, si ya se que podría haber escrito algo mejor pero bueh... subo lo que tengo XDXD Espero que les haya gustado. Saludos!

Helena Cullen de Hale,,