Era un aventurero. Se metería a la boca del lobo sin rechistar, tenía miedo, no importaba.

Diclaimer: Los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi.

Nota: Hecho para un reto de UFF. ¡No hay plagio!

No de Palabras: 421.

Código Rojo.

Respiró hondo. Muy hondo. Esperó que el aire oxigenara su cerebro, haciéndole reaccionar. No. Nada, seguía con la intención de entrar al territorio enemigo. Sin armas, sin recursos y menos aliados, estos se habían vuelto en su contra. Se infundió valor de dónde no lo tenía y… salió corriendo a planta baja.

En un intento aforado por regular su respiración busco un inhalador del abuelo.

Cof cof cof…

Mala idea. La garganta le dio un picor insoportable. Aun entre medio de la tos y con ojos llorosos pudo ver a su hermosa madre con el seño fruncido. Intento replicar algo sobre su cordura, si ella estaría dispuesta a pagar un psiquiatra para él. Como única respuesta recibió una mirada fiera y le señalaron al segundo piso.

Era una advertencia clara de mami: «Ve o te castigo»

Allí estaba otra vez. No importaba si tenía ya diez los casi once años. Le daba miedo ¡pavor! No sabía que le deparaba al otro lado de la puerta. Temía lo peor.

Se acercó, escuchó un quejido seguido de un improperio. Mala señal. Tragó duro y dirigió su mano temblorosa al picaporte… giró, la puerta hizo "clic". Ya no había marcha atrás.

―Hermana ―musitó asomándose con todo el miedo por dentro.

Observó la habitación y eso, bueno estaba hecho un desastre; su hermana estaba ovillada en un rincón son unas mantas encima, el cabello sobresalía pidiendo ayuda, el resto de la recamara… es historia.

―¿Qué Souta? ―espetó sujetándose el vientre. Con ira.

Punto uno: Comprobado. Tenía el período.

Ahora venía la peor parte. Oh si… «Souta prepárate» Pensó el niño, afianzándose del la puerta.

―Mamá pregunta si el amigo orejas de perro… ―Se armaba de valor en cada palabra, pero apenas empezó a decir "amigo" su hermana se estaba reincorporando con un aura envidiada por cualquier demonio.

El niño como única defensa se tapó los oídos.

―Dile a mamá ―cogió aire―…¡Que ese estúpido insensible no vendrá ya que está muy ocupado velando a su "querida Kikyo"! ―escupió con ira.

―¿Pero hermana Inu-ni-chan siempre viene a comer contigo? Además compré ramen… ―vio un tic nervioso en el ojo de su hermana, eso era malo.

Como pudo salió de la habitación y la cerró antes que el despertador impactara en su cabeza.

―¡Mamá! ―gritó en niño entre gimoteos al llegar al lecho materno.

―Eres valiente Souta, mi pequeño aventurero. ¿El diagnostico? ―preguntó despeinándolo.

―Código rojo.

Ella asintió. Si era código rojo, por dos obvias razones.

―¡Siéntate! ―El techo se quejó.

Oh si, su niño era muy valiente.