Todos los personajes pertenecen a JK Rowling y esta novela es sin fines de lucro

Título del capítulo: It's time to say goodbye, to turning tables. (Es hora de decir adiós, de dar vuelta la página.) Turning tables- Adele.


- Buen día- dijo con los párpados pesados y una sonrisa mañanera en su rostro.

- Hola- la saludó él, al mismo tiempo que le daba un tierno beso de buenos días en los labios.

Ella se sentó en frente de su marido, dispuesta a atacar el desayuno que él mismo le había preparado.

Aquel chico que estaba sentado, siguió leyendo El Profeta muy concentrado en su tarea, al mismo tiempo que daba un par de sorbos al jugo de calabaza que quedaba en su vaso.

Hermione tomó una de las tostadas que había en el plato y un instante después, aquel gato de color canela que, increíblemente seguía vivo, saltó a las piernas de su dueña a modo de saludo. Hermione lo acarició con la mano libre y sonrió antes de dar el primer mordisco. Crookshanks se acomodó tranquilamente sobre el regazo de Hermione dispuesto a dormir placidamente.

- ¿Cómo has dormido?- preguntó ella.

- Bien, ¿tú?

- Bien- dijo sonriendo mientras acariciaba a Crookshanks que ya se había quedado dormido.

- Me alegro- respondió él con una sincera sonrisa en sus labios- ¿Hoy iremos de tus padres?- preguntó al mismo tiempo que levantaba la vista para mirarla.

- Sí.

- ¿A qué hora?

- No sé, a la hora que quieras está bien.

- ¿Nos quedaremos a cenar?

- Supongo, si tú quieres.

- No hay problema- respondió él tiernamente y luego siguió leyendo el diario.

- Pásamelo cuando termines.

- ¿No ha llegado el tuyo?

- Sí, pero lo he dejado en el dormitorio. Y no tengo ganas de volver a subir.

- Bueno, pero me tomaré mi tiempo- le dijo a modo de advertencia.

Hermione puso sus ojos en blanco y con una sonrisa dijo:

- Nadie te estaba apurando.

Ella siguió desayunando y no le tomó mucho tiempo más comenzar a pensar en todo el trabajo que, seguramente tendría que hacer al otro día que volvía a ser Lunes.

Los años habían pasado, y obviamente, nunca vienen solos. Ése tiempo se había encargado de marcar la piel de aquella persona que, ahora, era una joven y bella mujer, hecha y derecha.

No tenía ninguna arruga en su rostro. Ninguna cana en su cabello. El paso del tiempo reflejaba en su rostro, aquel inevitable cambio de una adolescente a una mujer más madura.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por un gran bostezo de parte de su esposo.

- No sé para qué te despiertas tan temprano, si sigues con sueño.

- Vivo con sueño, Hermione. A parte tengo muchas cosas para hacer.

Ella sonrió negando levemente con su cabeza. Aquel chico no tenía remedio, era evidente. Comió el último bocado de tostada que aún tenía en la mano y antes de tragar, su marido dejó caer pesadamente El Profeta sobre la mesa, pero sin dejar de mirarlo dijo:

- Mira quién está aquí.

- A ver.

Hermione se estiró un poco en su asiento pero sin hacer mucho esfuerzo.

- ¿Qué tiene?- preguntó ella con total tranquilidad, mirando la fotografía equivocada.

- ¿Cómo qué tiene? ¿No lo reconoces?

- Sí, es ésa cantante famosa.

- No, Hermione. La otra fotografía.

- No veo desde aquí, ¿quién es?

Él tomó exasperado el diario, lo levantó en frente de Hermione ocultándose así el rostro. Puso un dedo índice sobre la foto que Hermione no había podido ver todavía. Y le dijo desde atrás del diario:

- ¿Ves?

Hermione se quedó de piedra al ver quién era la persona de aquella fotografía. Era un chico pasando por delante de unas cámaras, tratando de que no lo fotografíen, pero no pudo leer el titular. No sólo porque se había quedado congelada, si no también porque su marido había retirado el diario de su rostro luego de unos cortos segundos.

Ella parpadeó tratando de volver en sí. Definitivamente ese día no sería uno normal.

- ¿Te acuerdas de él?

- Sí, claro- dijo tratando de sonar normal- ¿Por qué ha salido en El Profeta?

- Ah… se casará- dijo aquel chico y sin darle la menor importancia al asunto, cambió de página buscando alguna noticia interesante para leer.

Todo en su interior se removió de forma incómoda y sintió que su estómago se ponía al revés. Su corazón se oprimía como si alguien lo estuviese apretando en su puño. Sus pulmones no recibían el aire que siempre eran capaces de contener. Por su cerebro pasaban mil cosas al mismo tiempo e incluso sintió, una leve acidez que le quitó por completo el apetito.

Apartó su plato y se levantó rápidamente, haciendo que Crookshanks a penas tuviera tiempo de despertarse y pegar un salto. Su marido la miró y le dijo:

- ¿A dónde vas? ¿Ya has desayunado?

- Me iré a cambiar y… supongo que leeré un poco. ¿No te molesta si te pido que me dejes leer tranquila?

- No, claro que no- le dijo aquel chico que la conocía desde hacía tantos años.

- Gracias- le respondió ella tratando de sonreír. Y, aunque en su rostro se veía una sonrisa, aquel gesto no llegaba a sus ojos. Le dio un fuerte beso en la frente y se marchó de la cocina.

Fue hacia su dormitorio que, obviamente, compartía con su marido.

Tomó el ejemplar que una lechuza le había traído especialmente para ella. Lo abrió rápidamente y observando cada fotografía a la velocidad de la luz, buscó la de aquel chico entre tantas páginas. Luego de unas 20 hojas, al fin lo encontró. Allí estaba aquella fotografía que había visto en la cocina. Aquel chico estaba igual que la última vez que lo había visto.

Aunque no, ahora que lo veía bien, se daba cuenta de que estaba mucho mejor. Su imagen volvía a ser la que había sido en algún momento, ya no era patética y desesperada. Ya no se lo veía miserable.

Leyó la noticia rápidamente y decía algo así como:

El señor Draco Malfoy, jefe de algún lado, anunció recientemente la noticia de que contraerá matrimonio con la señorita Astoria Greengrass.

Eso fue lo único que le importó a Hermione. No se acordaba más. Ni tampoco quería acordarse. No le importaba el lugar de trabajo de aquellas personas, ni cuándo ni dónde sería la boda. Leyó la nota completa, pero sus ojos se posaban una y otra vez sobre la frase:

"Contraerá matrimonio".

Y a continuación el nombre de la chica, que claramente no era el suyo. Porque ella ahora, estaba felizmente casada con alguien al que amaba profundamente y no había vuelto a ver nunca más a Draco Malfoy.

Por supuesto que la última vez que lo había visto, había sido en la Batalla de Hogwarts hacía un par de años atrás. Pero ella sentía que la última vez había sido aquella noche en la Torre de Astronomía.

Miró el periódico que tenía entre sus temblorosos dedos y acarició el rostro de aquel chico que trataba de taparse de unas cámaras que Hermione no podía ver.

Apoyó aquel ejemplar de El Profeta sobre sus piernas, apoyó su codo en el apoya-brazos del sillón en el que estaba sentada, cerró los ojos y se llevó la mano hasta ellos. Frunció el ceño y trató fuertemente de que todos esos sentimientos extraños que luchaban por salir de ella en forma de gritos desesperados, se apagasen.

Las imágenes venían claramente a su mente y no podía evitarlo. Era más que obvio que no podría, así que sólo se limitó a recordar.

Lo recordaba todo como si hubiese sido ayer, como si lo estuviese viendo desde un pensadero. Pero no era así, todo eso simplemente estaba en su memoria, tal cual lo había vivido. Y nunca la abandonaría. Esos recuerdos nunca morirían, por más que ella tratase de enterrarlos. Y sabía que siempre, un poco, le dolerían.

Hermione se dejó llevar hasta la Torre de Astronomía, volvía tener 16 años y se encontraba en Sexto Año. Ése Sexto Año que haría que toda su vida, cambiase. Ése año que había dejado que Malfoy le demostrase su verdadera personalidad. Ése año en el que se había enamorado profundamente por primera vez y fue correspondida. Correspondida por la persona menos pensada.

Lo más probable es que si ella le contaba aquello a alguno de sus amigos, nadie le creería. Y quizás ésa era la razón por la cual recordaba todo con lujo de detalles. Nunca lo había contado. Y esas memorias seguían intactas en su corazón.

El primer recuerdo que vino a su mente fue aquel beso. No se esforzó por recordar nada más. Tenía tan grabada en su cerebro aquella historia que los recuerdos se reproducían a una velocidad asombrosa y Hermione sólo pensaba detenerse en dos, porque lo demás ya no le importaba. No le importaba el inicio de aquella relación secreta, si así se la podía llamar. Sólo le importaba el final. Ése triste final que nunca hubiese deseado.

En su cerebro se estaba reproduciendo una película. Y Hermione era la encargada de buscar aquellos dos momentos tan dolorosos y que hacía tanto tiempo no veía.

Se detuvo en aquel beso, ése que nunca podría olvidar aunque quisiera. Y luego, su mente simplemente se disparó a la última vez que Hermione realmente lo vio.

Fue en aquella Torre, la más alta del Castillo, la más alejada de todo. Draco tenía los ojos llorosos y no podía mirarla.

- Draco, mírame- recordó la actual Hermione lo que ella misma había dicho ese día.

- No puedo, Hermione.

- Claro que puedes. Sólo mírame, ¿qué te sucede? Sabes que puedes contarme todo.

Las voces de ambos resonaban en el interior de Hermione y era capaz de sentirse en aquel lugar que había ocupado aquella noche.

- No, no puedo- dijo él desesperado, mientras giraba su rostro hacia el costado.

Ella dio unos pasos y le dijo:

- Sí puedes. ¿Qué es tan grave que no quieres contármelo?

- Si te lo digo me odiarás, para siempre.

Hermione no dijo nada, simplemente se quedó esperando.

- Pero debo hacerlo. No puedo ocultártelo. Eso sería mucho peor.

- ¿Tan malo es lo que debes decirme?- dijo Hermione ahora temiendo por el secreto del rubio que tenía en frente.

- Me odiarás, Hermione.

Por la mente de Hermione pasaba sólo una cosa, la dejaría. Se había dado cuenta de que no era para él. Que ella no lo merecía. Con un nudo en la garganta, le dijo:

- De todas formas, en algún momento me voy a enterar.

Luego de unos segundos, él finalmente la miró y se acercó hasta ella un par de pasos. Hasta quedar a unos centímetros de distancia.

- Primero quiero decirte una cosa. Antes de decirte la verdad, porque luego sé que no me querrás escuchar, sé que no me creerás.

Hermione lo miraba confundida.

- Yo te amo. Te amo como nunca amé a nadie. Bueno, nunca amé a nadie, sólo a mi madre. Pero te amo como nadie te podrá amar, Hermione. Eres lo más importante que tengo y es por eso que tuve que hacer lo que hice. Pero por favor, recuerda que no importa lo que pase, que no importa cómo termine todo eso, yo siempre te amaré.

Hermione estaba impacientándose y su cuerpo estaba siendo invadido por una tristeza despiadada y, hasta ese momento, sin razón. Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas porque ella no era idiota, quizás no adivinaba el motivo, pero sabía que eso era una despedida.

- Por favor, ¡dime!- le dijo ella levantando un poco el tono de su voz.

- Perdóname. Pérdoname por haber tardo tanto- le dijo él bajando la vista al mismo tiempo que una lágrima caía sobre su rostro y comenzaba a llevarse la mano hacia la manga de su camisa.

Hermione se llevó la mano a la boca tratando de reprimir un sollozo. Había caído en la cuenta de lo que estaba pasando, pero no quería perder las esperanzas de que se tratara de otra cosa. No podía ser eso. Todo, menos eso.

Una lágrima comenzó a caer suavemente por la mejilla de aquella castaña y sintió que su vida se desplomaba por completo cuando vio aquella cosa marcada en el brazo de la persona que más amaba.

Draco no la miraba, simplemente observaba con odio, asco y rencor aquella Marca que se mostraba más oscura que nunca en su pálida piel.

Hermione apartó la vista de aquella cosa espantosa y lo miró a los ojos. Dracó la miró también y se dio cuenta de que en los ojos marrones de esa chica, sólo se reflejaba una cosa. Dolor.

- ¿Por qué?- susurró ella.

- No tuve opción.

- ¿Por qué?- volvió a repetir- ¿Por qué lo hiciste?- dijo a los gritos- Harry tenía razón.

- Lo siento, Hermione. ¡Lo siento! No podía contártelo, a principios de año, tú me escuchaste. Me dejaste entrar en tu vida, no podía arruinarlo así. Yo te amo. ¡Te amo de verdad!

- Me hiciste creer que eras una persona que no eres, y que nunca serás.

- NO. Ése soy yo, Hermione. La Marca no me define.

- Sí que lo hace, Malfoy.

Ella pudo ver el dolor en los ojos del chico al volver a escuchar cómo ella lo llamaba por su apellido.

- Sí lo hace. Si hubieses tenido el coraje, sólo un poco, de tomar otras decisiones…

- Me amenazó con matarme, pero eso no importa. ¡Me amenazó con matar a mi madre! Tengo que cumplir sus órdenes o quizás, ¡también pueda matarte a ti! Y no podría perdonarme si algo te sucede. Pero por favor, debes creerme. No olvides todo lo que hemos vivido este año. Ése es mi verdadero yo.

- Ya es tarde, ¿no lo entiendes? Es muy tarde para que me pidas perdón. Me lo tendrías que haber contado todo desde un principio.

- Los dos sabemos que nunca me hubieses escuchado si te decía que era un mortífago.

A Hermione le dolió y le seguiría doliendo esa expresión, tanto como si le hubiesen clavado una cuchillada.

Cerró los ojos y más lágrimas cayeron por su rostro. Tenía los ojos rojos al tratar de aguantar tantas lágrimas. Necesitaba irse de allí. Pero antes debía decirle algo.

- Yo te amaba. Te amo, de hecho. Porque esto no hace que mis sentimientos cambien de un minuto al otro.

Draco la miraba atento a lo que iba a decir, porque claramente había un pero en aquella frase.

- Pero no quiero verte nunca más. No puedo hacerlo. Todo ha cambiado ahora que sé la verdad, y me has mentido. ¡Me has mentido durante meses! Ya no puedo confiar en ti.

Hermione comenzó a caminar hacia la salida y Draco la agarró de la muñeca prohibiéndole así que continúe con sus pasos.

- Recuerda una cosa, a donde quiera que vayas. A donde quiera que yo tenga que ir. Sin importar lo que pase, Hermione, yosiempre te amaré. Hasta que me muera, ¿entiendes? Nunca lo puedes olvidar. Trataré de hacer las cosas lo mejor posible y quiero que esto termine, tanto como tú. Créeme.

Hermione no contestó, simplemente apretó sus labios, tragó fuerte y lo miró a los ojos tratando de recordar todos los matices de grises que definían aquellos iris. Tratando de grabar a fuego aquella mirada que siempre le dirigía a ella.

Su inconciente fue más fuerte que ella y llevó la mano libre hacia el rostro de aquel chico. Le acarició la mejilla falta de color. Le dio un corto pero profundo beso en los labios y volviendo a mirarlo, se marchó del lugar. Pero no sólo se había ido de aquel lugar. Se había ido para siempre de la vida de Draco Malfoy.

Se hundió los dedos en los ojos y los cerró con fuerza, pero no pudo evitar que una lágrima comenzará a bajar hasta su mejilla. Aquella película continuaba, lo había encontrado muchas más veces después de aquel día, pero jamás lo había vuelto a ver como antes.

Lo seguía queriendo y en ese momento supo que no importaba nada. Ella lo seguiría amando hasta sus últimos días. En secreto, como lo había hecho siempre. La pregunta era: Él ¿la seguiría amando? Al menos, ¿la recordaría?

Hermione estuvo contemplado la fotografía de aquel periódico por minutos. Minutos que se convirtieron en horas. Tiempo del que ella no era consciente hasta que una voz la sacó de sus pensamientos. Una voz que provenía del piso de abajo.

- Hermione ¿bajarás a almorzar?

Hermione miró la hora en el reloj que tenía a su lado y se percató de todo el tiempo que había pasado. Ya eran casi la 1 del mediodía.

Se secó el rastro de una lágrima que había quedado cerca de su ojo derecho, tragó y tomó aire para que nada en el tono de su voz alertara a su marido. Finalmente le contestó:

- Ya bajo, Ron. ¡Un momento!

Cerró el diario y se acercó al pequeño cesto de basura que había al lado de su escritorio de trabajo, pero no se animó a tirarlo. Lo dejó en el escritorio pensando que ya juntaría el coraje de desprenderse de aquella inesperada fotografía.

Se acercó al espejo de su dormitorio, se arregló levemente para que no se notase que había estado llorando. Practicó su mejor sonrisa, tomó aire y por último, salió de su habitación.

Entró en la cocina y abrazó fuertemente al pelirrojo que estaba dado vuelta sirviendo la comida. Él se rió por la actitud de su mujer, aunque a ella no le causara gracia. Realmente necesitaba abrazarlo para demostrarle de alguna forma cuánto lo amaba. Se sentía un poco culpable por seguir queriendo a alguien que nunca más volvería a ver.

- ¿Qué te sucede?

- Nada, ¿no puedo abrazar a la persona que me hace feliz todos los días?

- Bueno, si lo explicas de ese modo, sí puedes hacerlo- dijo Ron Weasley dándose vuelta para mirar de frente a Hermione.

Él le devolvió el abrazo tiernamente y en ese momento, Hermione juró que recordaría a Draco con alegría por todos los buenos momentos que habían pasado y sobre todo, porque él había podido seguir adelante e igual que ella, formaría su propia familia. Quizás, sólo quizás, algún día, cuando dejara este mundo, se encontraría con él y podría preguntarle si aún la recordaba y si aún la amaba. Pero por el momento, viviría su vida con toda la felicidad que pudiera retener.


Espero que les haya gustado! Este es mi primer one shot de este nuevo proyecto asi que :) Agradezco cualquier comentario, critica buena o mala, lo que sea siempre sera bienvenido! Un beso!