MI OTOUTO
Hola mi nombre es Yoh Asakura. Tengo 15 años y vivo con mis padres y mi hermano mayor en las afueras de Tokio, en Japón, en la colina Funbari.
Actualmente tengo el pelo castaño claro, los ojos negros, y el pelo un poco largo, aunque no demasiado, y un poco puntiagudo hacia abajo. Tengo una altura normal, y soy bastante delgado.
Olvidé decir que mi hermano mayor, en realidad es mi gemelo mayor. Su nombre es Hao. Aunque somos gemelos, tenemos muchas cosas que nos diferencian. Es verdad que Hao y yo tenemos los mismos ojos, pero tiene una cara más madura, mientras que la mía es más infantil. También, Hao tiene el pelo largo, tanto que le llega hasta las caderas.
Y, además, en el instituto es más popular que yo. Yo sólo soy una de esas personas que quedan relegadas al ámbito "raro", mientras que él era el clamor de las chicas. Es una gran diferencia.
Yo soy un chico despreocupado, así que me da igual. Bueno, lo era, hasta que me di cuenta de que me enamoré de mi hermano. Entonces, cambié completamente, para evitar que él se diese cuenta.
Sé que no es una cosa normal, y que muchos me llamarán loco, pero, no puedo dejar de quererlo así como así. Lo veo todos los días, no puedo alejarme.
Mi hermano en el instituto, prácticamente no me dirije la palabra, hay veces que sí, otras que no, al menos siempre que me ve, me saluda, entonces me pongo muy nervioso y salgo corriendo.
Bueno esta es mi historia.
Capítulo 1: Comienzos
-¡YOH!-gritó mi madre.
Estaba en mi cuarto pensando en las musarañas, y escuchando música a todo volumen, por lo cual no la había escuchado. Entonces mi madre subió, me quitó los auriculares de golpe, me cogió de la oreja izquierda, que era la que le pillaba más cerca, y me dirigió a mi silla en el comedor. Cuando llegué a mi silla, me soltó la oreja. Una lagrimilla salió de mi ojo izquierdo. Me dolía mucho la oreja.
Mi madre, Keiko Asakura, er , a veces muy comprensiva, y otras muy regañona. Es alta y delgada, con el pelo largo y castaño oscuro, con los ojos negros. Por mala suerte para mí, la había pillado en su faceta cabreada. Se puso en frente de mí, y me señaló con el dedo.
-¡Yoh Asakura! ¡Hoy vas a comértelo todo! Estás muy flaco, y no comes nada, te vas a volver anoréxico-me gritó mi madre.
Yo antes era un comilón, pero cuando empecé el lío, se me quitó el hambre. Eso sí, mi amor por las naranjas seguía igual.
Todos estuvieron comiendo, menos yo, que estaba jugando con la comida, sin ni siquiera levantar la vista.
-Yoh, come algo, por favor-me pidió mi padre, Mikihisa.
Mikihisa, mi padre. Él y Hao no se llevaban muy bien y siempre andaban discutiendo. Para él yo era como un hijo ejemplar, pero tampoco es que yo le tuviese mucho cariño a mi padre.
-¡No te vas a ir hasta que te comas todo, aunque tenga trasnochar hoy!-me amenazó mi madre.
Levanté la vista, y vi a Hao delante de mí. Me estaba mirando con una sonrisa, parecía divertido de la situación en frente suya.
Su simple sonrisa hacía a mi corazón palpitar. Pero me estaba poniendo demasiado nervioso. No podía permitir que se me notase mi debilidad. Así que cogí la sopa, y me la tragué entera.
Mis padres me miraron asombrados. Hao tampoco es que tampoco estuviese sorprendido.
-¡Gracias por la comida!-grité. Después de decir esto, me fui a mi cuarto, cogí mis cascos, y me puse a escuchar música.
-¿Qué le pasará?-escuché a mi madre preguntar.
Me alegro de que mi hermano no estuviese en mi cuarto, porque sino Hao ya lo sabría.
Estuve tranquilo hasta que la puerta de mi dormitorio se abrió. Era Hao. Pasó sin pedir permiso, y se sentó en el borde de mi cama. Llevaba una naranja en la mano, la cual me dio a mi.
Uno de mis puntos débiles: las naranjas.
-Mamá me ha dicho que hable contigo. Dice que al ser tú y yo gemelos, te será más fácil hablar conmigo. Dice que estás muy raro. Así que date prisa, y desembucha-me dijo mi hermano.
O sea, que no es que estuviese preocupado por mí, sino que lo había mandado mi madre. Sino, no estaría hablando conmigo. Eso me dolió, y me dieron ganas de llorar, pero aguanté.
-No me pasa nada-respondí aparentando ser sincero, pero estaba diciendo una mentira enorme, pero no puedo decirle sencillamente que le amo.
Pero mi hermano no se quiso tragar mi comentario.
-Yoh, Yoh, Yoh…dijo mi hermano negando y a la vez encogiendo los hombres.-Vamo Yoh, hombre, sabemos que eso es mentira. No sabes mentir. Así que dilo rápido para que pueda irme.-me dijo mi hermano.
Eso me enfadó. No se preocupaba siquiera por mí. Vamos a ver quien es más desagradable de los dos.
-¡No!¡Me!¡Pasa!¡Nada! ¡Y ahora, si me disculpas tengo música que escuchar-le grité a mi hermano.
Su cara quedó impactada, pero era imposible que le hubiese molestado. No me dijo nada, y salió con una cara solemne de mi cuarto.
Cerré la puerta con cerrojo, y lloré, hasta que me quedé dormido.
A la mañana siguiente, decidí irme sin Hao, por una vez quería irme sólo al instituto. Me vestí, y silenciosamente bajé. Cogí una de mis naranjas, mi mochila y me fui, no sin antes dejarle una nota a mi madre, diciéndole que me he ido antes porque he quedado.
Cuando llegué al instituto, como era normal, estaba vacío. Poco a poco se fue llenando de gente, y cuando Manta, Horo y Ren me vieron, se quedaron muy sorprendidos. Ellos ya sabían de lo mío con Hao.
Manta es un chico muy bajito. Es rubio con el pelo larguillo, y ojos negros, Es muy simpático y mi mejor amigo. Saca unas notas muy buenas.
Horo es un chico de pelo azul y pelopincho. Es un hiperactivo, y saca peores notas que yo.
Ren es un chico chino que tiene el pelo morado, y el pelo se le iba en una sola punta. Tiene los ojos amarillos.
Cuando Hao llegó, se sentó y ni siquiera me miró, parecía un poco más desanimado de lo normal.
El día se me pasaba volando, principalmente porque no hacía nada. Ocurría como siempre, él era perseguido por las chicas mientras yo me limitaba con mis amigos a mi rincón de siempre.
Pero hoy noté que Hao me miraba más de la cuenta, pero no me saludó.
Normalmente, en el instituto, Hao no me dirigía la palabra, pero cuando me veía, me saludaba con una sonrisa.
Al fin, llega última hora. Estaba sentado en mi pupitre, cuando Manta asomó por mi mesa. Parecía como si fuese a dar una mala noticia.
-Yoh…no sé como decirte esto pero…Hao se ha hecho novio de Anna.
El mundo se me cayó encima. Los guapos de la clase en pareja, sabía que era algo que tenía que pasar, pero me dolía.
-Yoh…¿estás bien?-preguntó Manta.
-Sí…-le respondí con una triste sonrisa. –Gracias por contármelo-le agradecí.
Tenía ganas de llorar, pero logré aguantar. Cuando tocó el timbre salí corriendo, mientras que mis lágrimas salían a la luz. Estaba claro que Hao iba a ir con Anna a su casa, o al menos a acompañarla, y yo no podía ver eso.
Cuando llegué a mi casa, me encerré en mi cuarto, y me puse a llorar. Eché el cerrojo para asegurarme de que nadie entrase y me viese llorar.
Mi hermano llegó mucho rato después. Le contó a mi madre lo de Anna, y que por eso había tardado. Mi madre se alegró por él, pero se entrisrteció al pensar en mí, y le contó a mi hermano lo que había hecho.
Ya de tarde, mis padres estaban trabajando, y Hao tocó a mi puerta.
-¿Quién es?-pregunté.
-¿Quién va a ser baka?-me contestó.
-¿Qué quieres?- pregunté.
-¿Por qué hoy te has ido antes, y luego has salido corriendo?- me preguntó.
-He salido antes, por la razón que hay escrita en la nota. Y he salido antes y dólo del instituto, porque tu te ibas a ir con tu novia-contesté. –No pienso ir de sujetavelas. Y ahora, ¡dejame en paz!-le grité.
Hubo silencio, y después oí como Hao entraba a su dormitorio.
El día siguiente era un sábado.
Recibí un mensaje de Horo diciendo que quedaban conmigo en el parque. Me laventé y me cambié. No tenía miedo de encontrarme con Hao, puesto que él los sábados dormía como un oso.
Pero, al bajar a la cocina, su sorpresa es que Hao estaba allí tomándose un café.
En el frigorífico había una nota, que era de sus padres, diciendo que volverían tarde.
-¡Vamos, Yoh, no te pongas nervioso!-pensé.
Cogí una naranja, me senté en la mesa y empecé a pelarmela con impaciencia. Hao se fijo en la impaciencia con la que abría la naranja.
-¿Vas a algún lado?-me preguntó.
-Sí, con Manta, Horo y Ren al parque. ¿Y tú porque te has levantado temprano?-pregunté con mucha curiosidad.
-No podía dormir-me contestó.
Eso era muy raro en él.
-Eso no es normal en ti-le comenté.
-Últimamente, nada es normal en ti-me refutó.
Iba a hablar, pero no me dejó continuar.
-Antes eras un glotón, pero ahora no comes, antes salías mucho, y ahora te encierras en tu cuarto, antes no te cabreabas, y ahora te cabreas por todo. Antes sonreías siempre, y ahora rara vez sonríes, y antes siempre íbamos juntos al instituto, y ahora sales corriendo o madrugas para no encontrarte conmigo en el camino-me argumentó mi hermano.
-Yo pensaba que ibas a acompañar a Anna a casa-le dije.
-Sí, y eso hice, pero eso no es razón-me dijo.
-O sea, lo que pretendes es que yo vaya de sujetavelas-dije cabreado.
-No, Yoh…-iba a continuar, pero yo no quería escucharle, y seguí hablando.
-Si de verdad piensas que me voy a quedar así, puedes ir fastidiándote. Ahora, hasta luego-cogí mis llaves y me fui.
Cuando llegué al parque me di cuenta de que Horo y demás ya habían llegado.
-¿Por qué has llegado tarde?-me preguntó Ren.
-Hao estaba despierto-contesté.
Todos comprendieron.
-Manta tiene una cosa que decirnos-dijo Ren.
-Chicos, siento decíroslo, pero mañana me voy a Estados Unidos a estudiar. Lo siento.-dijo Manta.
Todos estuvimos tristes por la noticia. Ya por la tarde noche, me fui a mi cuarto, pero entonces vi algo que no me esperaba. Había una cama rosa, póster de pichi-pichi-pitch, y demás cosas de niña.
Corriendo bajé con las escaleras, para hablar con mis padres, pero en el salón, sólo me encotré a Hao y a mi prima Tamao.
Mi prima Tamao tiene un año menos que nosotros. Tiene el pelo rosa y los ojos azules. Es un poco tímida, pero muy buena chica.
-Hao, dos preguntas. Primero, ¿Qué ha pasado con mi cuarto? Segundo, ¿Qué hace Tamao aquí?-pregunté.
-Papá y Mamá se van a Estados Unidos de viaje para unos importantes negocios, y no volverán hasta dentro de un mes. Los tíos también están metidos en el negocio, por lo cual han dejado a Tamao aquí. Han venido hace poco, y han dicho que tú y yo compartamos cuarto hasta que Tamao se vaya.-me explicó Hao.
-¿Y porqué no puede Tamao dormir en la cama de matrimonio de papá y mamá?-pregunté.
-Porque necesito mi camita para dormir primo Yoh-me contestó Tamao.
-Y además porque tus cosas están guardadas en ese cuarto-me dijo mi hermano.
¡Esto era horrible! Ya no sabía lo que iba a hacer. Subí las esclaeras y entrá al cuarto de Hao. Mi cama directamente pegada a la de Hao, menudo problema, pero estaba tan terriblemente cansado, que nada más caer rendido en la cama, me quedé dormido.
Por la mañana, me desperté. Pero la sorpresa que me llevé cuando me desperté fue muy grande.
Hao estaba en mi cama durmiendo, abrazándome. En ese momento podía competir perfectamente con un tomate. Quité la mano que me estaba abrazando, y me levanté con sigilo. Vi su cara de ángel.
Podéis considerarme un narcisista, pero era hermoso, ese rostro suyo. Bajé a comerme una naranja, pero vi que no quedaban. Fui a salir, pero vi que estaba nevando, fijaos si hacía frio. ¿Por qué tengo que ser tan gafe?
Cogí mi abrigo, y un paraguas. Fui al supermercado y compré las naranjas. Por mala suerte para mí, cuando salí del super, hubo una tempestad. Mi paraguas voló, y mi abrigo estaba empapado gracias a la nieve.
Cuando llegué a mi casa, me encontré a un Hao cruzado de brazos frente a mí.
-¿Qué haces afuera con la tempestad que hace?-me preguntó.
-Comprar naranjas-le respondi sinceramente.
Hao suspiró y me mandó a cambiarme. Pero le desobedecí, y primero fui a comerme mis naranjas. Después si me fui a cambiarme.
Durante el día no hice gran cosa, nada más que estar en el cuarto de Hao, ya que en el mio no podía estar con Tamao allí. Pero, por la tarde tocaron a la puerta. Fui a abrir yo, y vi quien era.
Anna Kiyokama, la novia de Hao. Era un chica delgada, con ojos marrones oscuros, y rubia, y con una cara de pocos amigos.
-¿Tú eras…?-me preguntó.
Ahí me dieron ganas de cagarme en su puta madre, con mucho perdón. Estamos en la misma clase. Aun así es la novia de Hao, así que me hice el bueno con ella.
-Soy Yoh Asakura, el hermano gemelo pequeño de Hao. Encantado de conocerte-dije con una sonrisa forzada.
-No finjas así. ¿Crees que no lo sé?-me dijo.
-¿Saber qué?-pregunté imaginando a que se refería.
-No creas que no lo he notado, Yoh. Cómo nos miras y demás. Sólo quiero advertirte de una cosa. Apártate de mi camino, y no sufrirás-me amenazó Anna.
¡Ella lo sabía! Y si hacia algo malo se lo contaría a Hao, menudo problema. Las lágrimas empezaron a caer sobre mis mejillas. Vi la sonrisa de satisfacción de Anna, y escuché como Hao bajaba. Lo único inteligente que se me ocurrió, fue salir corriendo fuera.
Volví muy de noche, tanto que Tamao y Hao ya estaban dormidos. O, al menos lo creía. Cuando entré a mi cuarto, vi a Hao con mi MP4 y con mis cascos. En seguida se lo quité, o lo intenté, pero sólo pude recuperar mi MP4.
-¿Qué haces?-pregunté.
-Estaba viendo lo que escuchas continuamente. ¡Qué música tan rara escuchas!-me comentó.
-Eso es problema mío-le dije. Luego le cogí mis cascos, y me fui a dormir, sin ni siquiera intentar hablar con él.
El domingo me resfrié, pero lo fingí tan bien que ninguno se dio cuenta, ni mi prima ni mi hermano se dieron cuenta.
Ya el lunes me sentí más mareado aun. Tenía un poco de fiebre, y un poco de tós. No pude irme antes porque mi dolorida cabeza no daba a tanto.
Bajé a desayunar y Tamao y Hao ya estaban allí. Tamao se fijó en mi color de cara.
-Primo Yoh, estás muy colorado. ¿Estás bien?-me preguntó mi prima.
Al escuchar esto Hao levantó la cabeza para mirarme. Yo simplemente sonreí para ver si colaba.
-Sí, estoy bien, no sé porqué lo dices-le dije a mi primita.
-Bueno, vámonos primo Yoh-me dijo Tamao. Hasta luego primo Hao-se despidió mi prima. No sé que demonios le había dicho Hao a mi prima, pero no me gustaba que le dijese cosas a escondidas. Normalmente Tamao se iba con Hao. Y Hao estaba más callado de lo normal, había algo que no me gustaba.
-¿Cómo que hoy no te has ido con Hao?-pregunté.
-Yo le he dicho que quería…decirte una cosa-me dijo tímidamente..
-¿El qué?-pregunté.
-Yo…yo…yo…yo…te qui-qui-qui…¡Te quiero primo Yoh! ¡Quiero ser tu novia!-me gritó y después me empujó y se fue corriendo.
Mi cabeza empezó a dolerme mucho. Con la fiebre y mi resfriado me encontraba fatal.
El día en el instituto se me pasó lento y doloroso. Al llegar a mi casa, subí corriendo al cuarto de Hao y le grité.
-¡Tú lo sabías!-grité a Hao.
-¿El qué?-respondio con normalidad.
-Lo de Tamao-le respondí.
Hao abrió los ojos como platos. Parecía sorprendidos. No podía ser. Era imposible. No sabía nada.
-¿Qué ha pasado con Tamao?-me preguntó Hao.
Si él no sabía nada, no se lo iba a contar.
-Nada…-dije mientras bajaba la cabeza. Iba a salir, pero Hao se levantó y me cerró la puerta, impidiéndome salir.
Y para ser aun peor, me agarró de las muñecas y me puso contra la pared.
-¿¡Qué le ha pasado a Tamao!-me gritó.-¡Contesta!-me ordenó.
-No ha pasado nada…-dije.
Hao me apretó las muñecas, me estaba haciendo daño. Mi cabeza me estaba empezando a dar vueltas.
-¡Dímelo!-me ordenó.
Estoy harto de él y de todos. Se le contaré, y luego me iré a tomar por saco.
-¿Quieres saberlo? Bien, te lo diré.-Hao me soltó.
Hao puso atención a mis palabras.
-Tamao comete incesto.-dije.
-¿¡Qué!-Hao se sorprendió demasiado.-¿Quién de nuestra familia le gusta?-me preguntó.
No dije nada.
-Por favor, Yoh, dimelo-me suplicó.
-Yo-le respondí.
Mi hermano estaba demasiado sorprendido.
Pero Hao me hizo daño, yo, no podía más. Mi cabeza iba a explotar, y salí corriendo. Hao salió detrás de mí.
Pero lo despisté.
Fui al puente, que era un lugar donde me gustaba estar, en el puente en desuso. Era un sitio tranquilo. Era.
Allí aparecieron seguidoras y seguidores de mi hermano.
-Yoh Asakura…-me nombraron.
-Ese soy yo… ¿qué queréis?...-dije con mucha debilidad. Mi vista se estaba nublando.
-Venimos a llevarte al sitio que correspondes…o…mejor dicho…haremos que te vayas con alguien que te está esperando…la muerte.-me asusté.
Ni podían ir en serio. Pero lo iban, me miraban seriamente.
-¿Qué os he hecho?-le pregunté.
-Hao debe de ser el único, y no puede contar con copias baratas como tú-dijo la chica.
Así que me van a matar por Hao. Pero no me iban a matar sin luchar. Intenté luchar, pero perdí ante dos chicos altos y musculosos, del club de futbol.
Después de unas patadas en el estómago, me quedé inmóvil, y después me noquearon, para que me fuese imposible sobrevivir.
-Al menos dejaré de ser una molestia para todos-me consolé a mi mismo.
Lo último que noté fue el agua dejándome sin respiración.
Mi muerte.
Pero, alguien me había despertado, el cual me despertó. No pude ver quien era, solo veía una sombra.
Empecé a llorar, había pasado mucho miedo, pero, no quería tener que sufrir más.
-Déjame morir…dije entre sollozos….-Así…todos podrán vivir tranquilos…Tamao, Anna, los…seguidores…mis padres…y mi…hermano…-dije finalmente, porque me volví a desmayar.
Cuando me volví a despertar, estaba arropado en el cuarto de Hao. Estaba cambiado y tenía mi pijama. Estaba sudando mucho y estaba jadeando a causa de mi fiebre. Una toallita estaba en mi frente.
Al lado mía estaba Tamao, la cual al verme despierto se sorprendió mucho.
-Ta-ta-Tamao, ¿qué ha pasado?-pregunté débilmente.
-Hao dice que saliste corriendo, así que te siguió. Te perdió de vista, y entonces decidió mirar en el puente en el que sueles estar, y te vio ahogándote, y entonces te rescató, y te trajo aquí-me explicó Tamao.
Así que todo eso se lo dije a Hao, seguro que no me volvería a hablar.
-¿Cua-Cuanto tiempo llevo dormido?-pregunté.
-Una semana-me dijo mi prima Tamao.
Me levanté, pero Tamao me paró.
-Hao me ha dicho que descanasaras.-me dijo ella.
-¿Y dónde está él?-pregunté.
-Está con Anna-me respondió.
¡Qué bonito! Yo muriéndome, y él con su novia. La pobre Tamao tenía pinta de haber dormido poco, así que al rato se quedó dormida.
Aprovechando la oportunidad, bajé como pude a la nevera, en busca de mis preciadas naranjas. ¡Pero no había!
Así que me vestí, cogí dinero y me fui a por mis naranjas. Hoy también estaba nevando, por suerte me abrigué bien, y además me llevé bufanda y pantalones de nieve.
El del supermercado al verme, se sorprendió mucho.
-¡Yoh! ¿Ya estás bien? Me acuerdo aun cuando tu hermano te bajó colina abajo. ¿Ya te has recuperado? ¿Qué haces aquí?-me preguntó.
-Sí, estoy bien-tenía la voz ronca.-He venido a por naranjas-le respondí.
-Tu hermano vino hace un rato a comprar naranjas, supongo que ya estará en tu casa.-me contó el cajero.
Oh, Oh.
-Ah, sí, pero me las he comido todas…y…esto…quiero más. Por favor, dame un kilo.-le pedí.
Después de que me las diese, y yo pagase, me fui corriendo. La bolsa realmente me pesaba mucho, mucho más de lo normal. Hubo nieve que cayó encima de mi trnasformándose en líquido. Me cai un par de veces, quería dormirme, pero me esforcé en estar despierto.
Abrí la puerta de mi casa silenciosamente. Fui a dejar las naranjas en el comedor. Para llegar al comedor tienes que pasar por el salón.
Cuando entré en el salón, vi a Tamao llorando, a Hao, con sus manos como si estuviera rezando, y estas en frente de su frente. Anna estaba con sus piernas cruzadas y su rostro cabreado.
-¿Qué os pasa?-me hice el tonto.
Todos, que no me había oído llegar, se giraron a verme.
Tamao se me echó encima, literalmente hablando. Ahora estaba llorando mucho más.
-¡Primo Yoh! ¡No sabíamos lo que te había pasado! ¡No vuelvas a hacer eso jamás!-mi prima me abrazó con mucha fuerza, y yo no estaba en ese momento muy fuerte, y perdí el equilibro, cayéndome con Tamao encima.
-Anna, ¿podrías irte? Esto es un momento familiar.-Anna me miró con ira y me fui.
Estoy segura de que ella los mandó a por mi.
-Ta-Ta-Tamao… ¿puedes quitarte de encima de mí?-esta se quitó inmediatamente, y me ayudó a levantarme, pero no pude estar de pie porque me dio una resubida, la fiebre me volvió a subir.
Me iba a caer al suelo, pero Hao me cogió. Me llevó en brazas a mi cuarto. En cuanto me puso en la cama, me quedé inconsciente.
Al rato me volví a despertar. Tenía el pijama puesto, mi toallita en mi frente. Ahora el que estaba a mi lado era Hao. Ahora estaba sudando incluso más que antes.
-H-hao…-es lo ñunico que se me ocurrió decir.
-Yoh, baka… ¿te querías suicidar?-me dijo.
¿Qué? Yo no he hecho eso.
-No-respondí.
-Por el camino me encontré con Anna y me dijo que se encontró contigo, y que tu le habías dicho que nunca jamás te volveríamos a ver. Pero no me lo creí, y te encuentro inconsciente en el riachuelo.-Hao se puso la mano en su cara.
-Hao, te juro que yo no he intentado suicidarme. Unas personas se pelearon conmigo, me noquearon y me echaron al río.-le dije.
-Entonces, ¿me estás diciendo que Anna me ha mentido?-me preguntó.
-Sí, yo no me encontré con ella. Salí corriendo directamente al puente porque estaba cabreado por…-miré a Hao, y no dije nada.
-Perdóname Yoh, fui muy brusco contigo. Pero, ¿Por qué cuando te saqué del rio, dijiste que te dejase morir?-me preguntó con lágrimas en los ojos.
-Porque así ya no molestaría a nadie. Con Horo y Ren estoy de sujetavelas, no puedo ni corresponder a mi prima, mamá y papá se preocupan por mí, y…y…-dije.
-¿Y?-me insistió.
-No puedo decírtelo.-le dije.
-¿Por qué?-me preguntó.
Estaba harto, aunque no le dijese nada, Anna iba tras mi.
-Te quiero Hao-me confesé.
-¿Q-q-q-qué?-estab tartamudo.
-Anna lo sabía, y me amenazó con contártelo sino desaparecí de vuestras vidas. Como no he desaparecido, seguro que ellos han ido tras de mi.
.-le conté a Hao.
Al principio se sorprendió, pero luego se relajó, y me revoloteó el pelo.
-Hombre, yo también te quiero Yoh, eres mi hermano-me dijo con una sonrisa.
Para él no era más que su hermano pequeño. Nada más, nada menos. Que gran diferencia comparándolo conmigo, que él para mí lo es todo.
-No…yo te quiero aún más, yo…-no seguí hablando, porque Hao me indicó que no lo hiciese.
-Yoh, estás delirando. Duérmete, ya verás cómo así luego te encuentras más despejado. Yo estaré aquí a tu lado.-me aseguró.
Me hice el dormido, y esperé a que toda la casa se quedase dormida. Cuando ya todos se durmieron, me cambié, cogí mis ahorros, y me fui de mi casa, pero antes les dejé una nota. Decía todo lo que yo sentía, por todos. Cuando la encontrase, yo estaría lejos. Soy un cobarde, y no soy capaz de suicidarme, pero me alejaría de ellos. Al menos estarían mejor.
Cansado por mi fiebre, paré a sentarme en un banco, en el que solíamos sentarnos Manta y yo.
Todo estuvo muy callado, al principio. De pronto, Anna, y dos de sus matones aparecieron. Uno de ellos me agarró, y se aseguró de que no me soltase. Los matones me superaban en estatura. Eran los mismos que los del otro día. Así que estaba en lo cierto.
-Aquí estás, Yoh. Pensaba ir a tu casa y llevarme a Hao y a Tamao, pero veo que me has facilitado las cosas. El otro día, no moriste, pero esta vez, me aseguraré que mueres de una forma lenta y dolorosa-me contó.
-Mientras que al final me muera, el resto me da igual-le contesté con una sonrisa.
Al responder, uno de los matones me golpeó en el estómago. Empecé a escupir sangre. Después Anna les ordenó que me partieran las piernas. Me dolió mucho, pero Anna quería tener por claro que no escaparía.
Después me lanzaron al suelo, y me dieron patadas. Tenía unas ganas terribles de perder el conocimiento, pero no pasó.
Después de darme patadas, uno de ellos ató una soga. Finalmente, iban a acabar conmigo.
Pero, mi cuello jamás llegó a tocar la cuerda. El matón que me llevaba fue golpeado por alguien. No pude verlo.
Escuché a Anna intentar explicar, pero también fue golpeada. Estaba tan cansado que no pude abrir los ojos. Ahora si me desmayé.
Cuando desperté, tenía una escayola en cada pierna, múltiples tiritas, vendas por doquier, y una toallita para la fiebre, aunque por suerte mí, estaba en el cuarto de Hao.
Nada más despertar yo, este entró en la habitación. Se sentó a mi lado, y me habló seriamente.
-Yoh…perdóname…Siento no haberte creido…
