Princes(s)es
Si de algo podía estarse completamente seguro es de que, con una fiesta a su alrededor, los mugiwara no tardarían mucho tiempo en abandonar la mesa en la que se encontrasen para unirse a la diversión. Por supuesto que, como en toda regla, existe su excepción o, como en este caso, excepciones. Con nombre y apellido.
Roronoa Zoro y Nico Robin.
Claro que el que ellos se mantuvieran, todo lo posible que se pudiera, lo más ajenos de la diversión sin parecer que la pudieran estar evitando, que no era el caso puesto que, simplemente, no eran de esas personas que se dejan llevar tan a la ligera, no quería decir que la diversión no pudiera ir hasta donde se encontraban ellos dos. Aunque fuera solamente por uno de ellos. Por Robin en concreto.
―El jo… joven noble… ― logró decir una muchacha antes de desmayarse.
―Podemos ser considerados forajidos pero el permitir que una hermosa onna esté sola es un crimen que jamás cometeré― le habló directamente a Robin ignorando la presencia de Zoro, que se estaba bajando lo que le quedaba de biiru―. Estoy completamente seguro de que sabe muy bien quién soy yo pero por muestra de buenos modales me presentaré…
―Cavendish, "el caballo blanco", senchou de los Utsukushiki Kaizoku-dan, los Piratas Bellos― dijo Robin sin prestarle realmente atención.
Cavendish se carcajeó cubriéndose la boca con educación.
―Bueno, supongo que la fama es lo que tiene― suspiró con resignación―. Entonces debe decirme vuestro nombre porque juega con ventaja al saber usted el mío y yo desconocer el suyo.
Ignorándoles Zoro hizo un gesto llamando a una camarera pero esta, cuando entró en el radio de acción de Cavendish sufrió un desvanecimiento… nada silencioso.
―¡Kyaah! El jo… joven noble…
Esto le trajo una mueca de fastidio al rostro de Zoro, que provocó una maliciosa sonrisa en el de Robin a quien le estaba divirtiendo los problemas de su nakama para poder conseguir más bebida. Claro que ella pronto se encontraría en la misma situación.
Siguiendo la mirada de Robin, Cavendish se percató de la presencia de Zoro en la mesa y no le gustó nada el que, por lo que parecía por la reacción anterior de Robin, le estuviera prestando más atención que a él, lo cual era absurdo e imposible. Además de que Zoro ni siquiera parecía atender a la presencia de Robin por lo que la atención de esta a él resultaba doblemente dolorosa para el ego de Cavendish.
―Entonces, ¿vuestro nombre es…?― volvió a preguntárselo pero antes de que Robin tuviera la oportunidad de responderle, de haber querido hacerlo, su nombre fue dicho por otros labios, otra voz.
―¡Robin-chwan!― Sanji acudía a comprobar que a ninguna de sus dos amores le faltaba algo que pudieran necesitar. Nami ya había sido atendida y ahora era el turno de Robin―. Aquí llega vuestro príncipe para atender a cualquiera que sean tus peticiones porque serán atendidas con presteza.
Ignorando a Cavendish, Sanji se interpuso entre él y Robin ofreciéndole una leve reverencia y una cegadora sonrisa.
―Arigatou por tu diligencia pero ya hay personal para atenderme.
―No, no, no, no, Robin-chwan― negó vehementemente Sanji―. Conmigo aquí no tienes por qué esperar a que vengan a pedirte lo que necesites porque yo mismo te lo traeré raudo y veloz.
―¡Kyaah ! El joven no… noble…
Sanji actuó antes de que la muchacha se golpease contra el suelo.
―No se preocupe por nada, señorita, su príncipe está aquí.
Por fortuna, o por desgracia dependiendo por dónde se mire, la muchacha apenas podía hablar por lo que no pudo saberse si Sanji estaba cometiendo un error de identidad o ciertamente había sido por su causa. Cavendish lo tenía bien claro.
―¡Oi, tú! Estás molestándonos, ¿es qué no tienes ningunos modales o consideración? Esta hermosa onna y yo estábamos iniciando una deliciosa conversación antes de que nos interrumpieras como un patán despreciable.
Dejando a la camarera sentada en una silla, de manera que no se escurriera de ella nuevamente al suelo, Sanji se volvió para encender uno de sus cigarrillos con su mechero ningyo comprado en la isla Gyojin.
―En verdad alguien tiene una obvia falta de modales y resulta que soy un experto en enseñar modales a maleducados y consentidos― le dijo echándole el humo a la cara provocándole―. Así que, o te largas, o de lo contrario te haré una cara nueva, y no lo digo metafóricamente hablando.
Aquello captó el interés de Robin, que no de Zoro quien se puso en pie y se dirigió a la barra del bar, puesto que recordó muy bien el resultado obtenido por parte de Sanji con el rostro de Duval usando su Parage Shoot. Por la cara que se le quedó a Robin estaba claro que se encontraba imaginando el resultado de dicho ataque en el rostro de Cavendish.
―Uno que habla de falta de modales cuando es él quien carece de ellos resulta del todo risible si no patético por su parte. Nadie te ha llamado por el simple motivo de que a nadie le interesas lo más mínimo así que vuélvete por dónde has venido y déjanos, a la señorita y a mí, seguir nuestro predestinado primer encuentro, en paz.
Alrededor de Sanji el mismo aire empezaba a caldearse mientras tanto Zoro había llegado a la barra del bar.
―¿Oi, qué clase de local es este donde el cliente tiene que ir en busca de su bebida habiendo camareras?
―¡Gomennasai gozaimasu!― se disculpó el barman―. Es que uno no puede confiar en estas muchachas cuando se encuentra cerca Cavendish, "el caballo blanco" porque su belleza acaba por hacerlas perder el sentido― Zoro no dijo nada, allí de pie clavándole el ojo abierto al barman que empezó a ponerse sumamente nervioso―. Yo no quería decir, onegai, usted también es un joven atractivo, por supuesto y…
―¡El pedido de mi mesa, ahora!― asustaba mucho más cuando hablaba de manera contenida, afilada, que gritando.
―¡Hai, hai, ahora mismo!
En muy contadas ocasiones Zoro se encontró con bebida en una mano pero un creciente enfado que no hizo más que aumentar cuando más se acercaba de regreso a su mesa al encontrarse a aquellos dos aún allí discutiendo como un par de bakayarou. Lo único bueno que pudo sacar de todo esto fue unos trozos de niku, y unos sándwiches de parte de la casa por las molestias. Claro que, por dichas molestias, prácticamente debería haberle entregado todos sus víveres.
―¿Eh, estabas por aquí, marimo?― sí, no se había fijado que Zoro se encontraba en la mesa junto a Robin―. Yo ya te daba por perdido en la otra punta de la isla obligándonos a tener que buscarte.
―Ni un ínfimo corte, no digamos una puñalada― se burló Zoro sin molestarse a mirar para Sanji que se enojó ante la obvia insinuación por parte del kenshi―. Aquí tienes lo tuyo, Robin.
Ella cogió la taza de kouhii y un par de trozos de pastel.
―Green Eye― saboreó Robin su kouhii―. Justo lo que me apetecía en estos momentos. Arigatou, Zoro.
Tanto Sanji como Cavendish, volviendo la cabeza con tanta violencia que acabarían por hacerse daño en el cuello, pasaban sus miradas de Robin a Zoro y viceversa.
―No tienes por qué darlas. Solamente fui a buscar lo mí y no iba a dejarlo atrás― le dijo Zoro logrando hacerla reír con semejante respuesta.
A Sanji y Cavendish se les dislocaron las mandíbulas ante la imposible escena que se estaba sucediendo ante sus atónicos ojos. ¿Cómo podía ser que alguien como Nico Robin pudiera estar prestándole más atención a Zoro cuando este parecía ignorarla casi por completo? Bueno, ya se sabe lo que se dice por ahí, ¿no? Las apariencias engañan.
Esa era la respuesta que Robin esperaba de parte de Zoro. De ahí que le hubiera logrado sacarle una sonrisa que apenas llegó a ocultarse al tomar un sorbo de su kouhii. Sí, Green Eye. También conocido como "Triple Death", muerte triple.
―… Ashura…
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ENDorFin
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