Guatemala, 19 de julio de 2006
Hola! Esta es mi primer publicación, así que por favor, sean buenos y diganme que tal ha quedado.
Disclaimer: Francamente, si algo de esto me perteneciera, creen ustedes que lo estaría publicando en Internet de gratis en lugar de publicarlo y ganar millones con eso? Yo creo que queda claro que solo lo hago por amor a la lectura y por usar mi tiempo en algo mas interesante que los estudios, asi que no me maten, que aún así tengo que estudiar parapasar el grado. He incluso, ahora que me pongo a pensar, no tengo ningún titulo de propiedad que dedienda a los personajes creados por mí, pero confio en que si alguien quiere hacer uso de ellos, primero me pida permiso y me mantenga enterada de que ha sido de su "vida".
Bueno, les explico de que va este loco fic. Es un James y Lily, por supuesto. Este fic sucede en dos tiempos diferentes, con unos meses de diferencia. Está lo que sucede en este prologo y pequeños pedazos al principio y final de los demás capitulos, y lo que sucedió en Hogwarts mientras Los Merodeadores y compañía estaban en 7ª. Si alguien tiene alguna duda, no duden en hacermelo saber y con gusto se las aclararé.
Este fic está dedicado con mucho cariño a todas mis amigas que tanto me han aguantado y que siempre han estado allí para apoyarme y sacarme una sonrisa aún en los momentos más dificiles. Las quiero mucho, y ya saben, la locura es nuestra cultura, y las amigas son para hacer locuras al por mayor.
Y sin más, los dejo leer tranquilos,
Prologo
"Arma de fuego"
Por: Keikleen
James!... No!- chilló Lily mientras por la impresión se quedaba unos cuantos segundos donde estaba, procesando lo que había visto. Pronto sus miembros recordaron como funcionar y no tardó ni un instante en llegar junto al cuerpo caído de su amor. Tomó la cabeza de su amado, James Potter, entre sus manos y lo recostó en su pecho. Varias lágrimas salpicaron el cabello negro azabache del apuesto joven, quien abrió lentamente los ojos.
- Lily- murmuró entrecortado el joven- te amo tanto- y ahogó un gemido de dolor mientras intentaba esbozar una sonrisa tranquilizadora.
- James, vas a estar bien. Te lo aseguro, vas a estar bien. – lloró la joven, más para convencerse a si misma que otra cosa.- Vas a estar bien… - Un ruido tras ella atrajo su atención, y su expresión cambió radicalmente. Dejó suavemente a James sobre el suelo y le dio un pequeño y suave beso en los labios.
-TU!- dijo con una voz que no reconoció como suya. Se volteó lentamente esgrimiendo con fuerza su varita. Su pelo rojo como el fuego todo despeinado y su cara pálida manchada de lagrimas la convertían un una figura lamentable. Pero sus ojos verde esmeralda tenían una expresión que paralizaba. Que mataba. Un brillo tan intenso que bastaba una mirada para que desearas estar muy lejos de allí, morir incluso con tal de dejar de verlos.
- Lily… tu eras mía- murmuró acobardado el hombre frente a ella. Todavía con el arma en sus manos.
- Jamás lo fui. Y ahora vete si no quieres que te mate.- dijo con una expresión dura y fría, jamás vista en su dulce rostro. Su voz seguía siendo otra, pero no vacilaba.
Él jamás había visto algo así, y no comprendía nada de lo que sucedía. Pero una voz gritaba en su cabeza "CORRE" y no dudo en hacerle caso. Mientras corría sintió como algo le daba de lleno en la espalda, pero no dejó de correr. No dejaría de correr sino hasta que llegara a su casa. No se sentía para nada seguro, y que razón tenía.
Lily se volteó y tomó a James de nuevo en sus brazos, y haciendo un enorme esfuerzo consiguió concentrarse para aparecerlos a ambos en San Mungo.
Su llegada a San Mungo fue colosal. Nadie se esperaba ver a dos adolescentes bañados en sangre aparecer en medio de la sala una de las pocas tardes sin ataques notificados tan poco comunes desde que había comenzado la guerra. Pero mucho menos si uno de ellos era James Potter, el único hijo del matrimonio Potter, una honorable y antigua familia del Mundo Mágico.
Rápidamente se acercaron a ellos un mendimago y varios enfermeros y enfermeras. Al comprobar que el único herido era James, y que había sido producida por un arma muggle, la sorpresa aumentó. En el famoso Hospital mágico no tenían suficiente experiencia con heridas muggles de esa gravedad, por lo que se optó por trasladarlo a un Hospital muggle donde un conocido squib podría tratarlo. Pero había un problema…
-…Pero no sería demasiado llamativo aparecerse en un hospital muggle? Prosigamos como siempre y hagámoslo llamar. –dijo una mendimaga con cara de seguir en su descanso, mientras le lanzaba miradas significativas al atractivo joven.
- Pero hoy tardaría una hora al menos en atravesar la ciudad. El joven Potter no tiene ese tiempo. Sería mejor que alguien se fuera para allá y lo trajera consigo. – opinó un mendimago joven, que parecía que acababa de graduarse.
- Eso es cierto. Yo soy quien tiene el cargo más alto de aquí y no pienso enfrentarme a ser el responsable de que algo le pase a un Potter. – dijo el mayor de todos.
- Pero allí el responsable sería Abbott. Murmuró la misma bruja lanzándole una mirada de apatía a Lily. - ¿Qué esa no debería de estar en la sala de espera?
- Pero quien iría? Yo no hablo con ese. Mucho menos aparecerlo. Sería mejor que informáramos al ministerio y que le proporcionaran un trasladador por emergencia. Eso sería más profesional.
- Pero eso también se tardaría dem…
- Me parece. Por que no
- Ejm. En que hospital se encuentra el Dr. Abbott? – Lily puso si mejor cara, dulce e inocente.
- En el Hospital de Urgencias de Mill Hill de Londres- respondió el más joven, preguntándose si sería posible que esa chica pensara en hacer eso. Pero no dijo nada.
- a gracias. – le sonrió dulcemente. El grupo sin darle importancia, regresó a la discusión, mientras perdían de vista a una muy decidida Lily quien, mientras caminaba, sacó la varita y apunto a la camilla. Murmuró unas cuantas palabras mientras sujetaba con fuerza la camilla y tomaba la mano de James.
Un pequeño resplandor atrajo la atención de la mendimaga, haciendo que pegara el grito en el cielo. Hoy si estaban bien fritos. La loca esa, se había llevado al joven Potter. El único calmado y tranquilo de todos, era el más joven, quien con una sonrisa se retiro de la sala. No se había equivocado. Hasta que alguien tomaba la situación en sus manos.
Lily se apareció en la entrada del hospital, y se apresuró a entrar con James. Desde que había aparecido en San Mungo no había logrado quitarse el sentimiento de culpa de encima. Había sido culpa suya que le dispararan, y ella había sido tan estupida de todavía entretenerse en el parque en lugar de tomar a James y llevarlo a un hospital muggle, total, el arma había sido muggle, y ella estaba familiarizada con los lugares muggles, en donde había tenido el cerebro en ese momento!
Si algo le pasaba, si… no. No quería ni pensarlo. Todo era su culpa… no sabría que hacer si… ni pensarlo. El tenía que estar bien.
- El dr. Abbott- dijo recordando la conversación escuchada. – Por favor!
- No tardaron en hacerlo llamar. El Dr. Abbott era un medico joven, vestido con bata celeste, con un semblante serio, Lily iba a explicarle lo sucedido, cuando el se le adelantó.
- En este momento estoy ocupado, pero hay otros médicos que pueden atenderla Srta. En este momento voy a hacerle llamar al Dr. Jonson…
- No. Me escucha. Vengo del Hospital San Mungo y solo usted puede salvar a James- al oír el nombre del hospital, el medico le presto atención, y al dirigir la mirada al "paciente"
- ¡Santo Dios! Si es el hijo de los Potter! Que sucedió? Venga, por aquí. – dijo mientras tomaba la camilla del inconciente James. Aquí no. Equipo No. 7 y 2 enfermeras en la sala 3. YA! –le gritó a nadie en particular. La pobre recepcionista pegó un brinco asustada y se apresuró a tomar el intercomunicador. – hace cuanto fue? - Preguntó a Lily.
- Hace tal vez media hora. O un poco más. –murmuró asustada, cayendo en la cuenta por primera vez del tiempo que había transcurrido. La reacción del doctor la asustó. Algo iba mal.
- Y que han estado haciendo desde entonces! Como dejó esperar tanto tiempo para traerlo! – le reclamó a una preocupada Lily.
- Los estupidos de San Mungo llevan unos 15 minutos discutiendo si traerlo o hacerlo llamar a usted. – respondió enojada. – y allí seguiría.
- Quiere usted decir que se "robó al enfermo"? - preguntó un poco divertido.
- Y QUE PRETENDÍA QUE HICIERA! Que lo dejara morir por no hacer nada! – respondió histérica, presa de los nervios.
- Calma mujer. Ha actuado usted muy bien. Por cierto, que relación tiene con el joven Potter?- Lily lo miro desconfiada.
- Soy su novia. Por que el interés?
- Porque solo familiares deberían de poder entrar aquí. Pero la dejaré pasar un lo que viene la familia. Pobres, que golpe va a ser después de lo de la Sra. Me sorprende que todavía no hayan aparecido.
- DIOS! – exclamó Lily.- aún no he avisado. Mierda. Como me puedo comunicar con ellos? No tendré que dejar el hospital, no?
- En un momento. – entraron en la sala de emergencias, donde dos agitadas enfermeras acababan de llegar. – Nancy, lleve a la Srta. a mi oficina y espere afuera a que ella salga. Sobre la chimenea hay un tarro- dijo mientras alzaba una ceja disimuladamente. Sin embargo, no era necesario, pues Lily ya había comenzado a caminar.
- Eh... disculpe, es para este lado.
- ah. Si claro.
Dentro de la oficina del Dr. Abbott, Lily encontró los polvos flu, y supuso que en San Mungo no tenían ni idea de que la chimenea del Dr. Abbott estaba conectada a la red flu. Si no, por lo menos se hubieran podido ahorrar la mitad de la discusión de los sanadores. La verdad, nunca se había preguntado si los squib tendrían derecho a la conexión, en el mundo mágico, aún habían varias costumbres a la antigua, todavía no era bien aceptado el que quien tuviera magia sin provenir de una familia de "sangre pura" tuviera derecho a hacer uso de ella. No dudaba que los squib tenían que afrontar cierta… digamos, ciertos obstáculos. Pero bueno, no era hora de preguntarse si los squib tenían derecho o no a la red flu. Tenía que afrontar a quien, esperaba, algún día sería su suegro. No es que hubiera planes de boda, no aún, eran muy jóvenes, pero estaba segura de que amaba a James y que él la amaba. Una siempre tiene de sueño casarse con el hombre que ama, y ella no era la excepción.
Tras salir de la chimenea, Lily se encontró en el gran salón. Había estado una vez en esa casa, la vez en que conoció al padre de James, era un hombre agradable, pero no creía que la noticia fuera algo simple de decir. No podía llegar y decirle como quien no quiere la cosa, "hola señor Potter, le informo que por mi culpa a su hijo le acaban de disparar y está en estado crítico. Pero no se preocupe, en san Mungo no tenían ni idea de que hacer, así que esta en un hospital muggle." No creía que tuviera algún problema con que fuera muggle, pero la verdad, que en San Mungo no tuvieran ni idea de que hacer…
Tampoco era cuestión de armarse una escena dramática, después de todo, la actuación no terminaba de ser lo suyo. Ni podía desde allí donde estaba gritar que a James le habían disparado, el hospital en donde estaba y volverse a la chimenea, por más que era lo que más la tentaba. La idea de decírselo frente a frente, la aterraba, porque sabía que le haría preguntas, y eso era lo que menos quería en ese momento. Aunque no sabía siquiera si se encontraba en la casa, podía estar en cualquier parte. Además, no sabía como iba a reaccionar, la verdad, con la reciente muerte de su esposa, tenía más que suficiente.
- La señorita disculpe a Pucki. Pucki no sabía que iban a haber invitados. A quien busca la señorita? Puede Pucki hacer algo por ella? Le apetece algo de tomar o de comer a la señorita? O prefiere que…- Lily se mareo de lo rápido e inesperado que había hablado una de los elfos domésticos al servicio de los Potter.
- La verdad, es que no. Solo si me puedes llevar donde el Sr. Potter.
- El amo James salió, y el Amo Theodor Potter dijo que quería estar solo, así que la señorita tendrá que esperar a que el amo James regrese o que el amo…
- Pero es que es urgente. James… James tubo un… solo llévame con el.- casi rogó Lily.
- Pucki cree que es importante, si es de parte del amo James, Pucki la llevara frente al amo…
- Gracias, por donde es?
- Siga a Pucki.
Cuando entró al estudio personal de Theodor Potter, pues, ni que decir que se estaba muriendo. El la recibió con un amable "hola Lily, James no está, pero pasa, pasa. Que te trae por aquí? Estas bien? Me dijo Pucki que era algo relacionado con James, en que lío esta metido esta vez ese muchacho?" No tenía ni idea de lo acertado. James estaba metido en un buen lío gracias a ella, porque si recibir un balazo no era lió, no tenía ni idea de que podía serlo.
- Señor, lo que sucede es que… - estaba temblando, lo sabía, y no podía controlarlo. – James… James…
- Tranquila Lily, estas bien? – se levantó y le ofreció su asiento. – siéntate.
- Es que… - dos lágrimas resbalaron de nuevo por sus mejillas. Lo mejor era decirlo todo rápido, igual tenía que decirlo, mejor no alargarlo. – es que James sufrió un accidente y está ahora en el hospital.- murmuro.
- Dios. Vamos, por que San Mungo no me ha avisado… deberían de
- Es que no está en San Mungo. Lo llevé allí, pero tuve que llevarlo a uno muggle por el tipo de herida.
- tu estabas allí? Y estas tu bien? Que tipo de herida fue? Como es que San Mungo no pudo curarlo? Que tan grave es?
- yo estuve ahí, pero estoy bien, fue una herida de bala, creo que es grave, pero el Dr. Abbott dice que cree que va a estar bien.
- El Dr. Abbott? Conozco a su familia. Vamos. Tranquila. – prendió su chimenea privada y tras murmurar la contraseña, tomo un poco de polvos flu. Invitó a Lily a pasar primero y luego él, tras volver a proteger la red. En esta época de guerra, las casas tenían aparte de sistemas contra aparición, que mantener la red flu protegida. Lily sabía la contraseña de la del salón, porque James se la había dicho para que pudiera entrar.
Entraron en la oficina, y Lily se acordó de la enfermera que la había guiado. Se preguntó si seguiría allí. Se lo dijo al Sr. Potter y ella se asomó a ver. Efectivamente allí estaba. Salió y la enfermera comenzó a guiarla de regreso a la sala de operación. Volteó y el Sr. Potter salía de la oficina. Al poco tiempo, la alcanzó y la saludó con un "gracias por decirme" para disimular.
La enfermera los guió a la sala de operaciones, y el Sr. Potter pudo ver a su hijo. Tras hablar con el Dr. Abbott, salió, más pálido de lo que era, al parecer, como que no le gustaba mucho la sangre. Luego, ambos fueron dirigidos a la sala de espera. Se sentaron separados, casi a extremos, la verdad, ambos necesitaban estar solos un rato.
Y aquí estubo el primer capitulo. Espero que les haya gustado, y como es mi primera publicación, espero Reviews. Solo para saber que no ha sido una perdida de tiempo y que alguien lo ha leido. Ah, y hay un premio para los primeros 3 reviews.
Sin más, nos leemos en aproximadamente 15 días. Todo depende de la aceptación de la historia y de si logro encontrar algun tiempecito libre para subirlo. Ya tengo algunos capitulos escritos, así que, todo, o casi todo depende de ustedes... (jaja, se siente tan bien regresar las veces que alguien más te preciona y chantajea para que mandés un review...)
Keikleen
