Todos los personajes de esta historia pertenecen a J. K. Rowling y yo no poseo ningún derecho sobre ellos. Sólo Natalie y Ryan Malfoy, las gemelas Pontevecchio y los mellizos Blacksheep son fruto de mi invención. Como siempre, dedico mis historias a mis amigas Darkpriestessofsheks y Nimue-Tarrazo y a mi prima Krissel Majere, que estarán contentísimas de ver esta historia otra vez en pantalla.
Montesco es a Weasley lo que Capuleto es a Malfoy
1. Novedades.
Apenas llegaron al Gran Comedor, Harry, Ron, Hermione y Ginny notaron de inmediato que el ambiente estaba bastante agitado. Los estudiantes de tercero en adelante hablaban susurrándose al oído y parecían decirse cosas interesantísimas. Cuando se sentaron en la mesa de Gryffindor y observaron a su alrededor con atención descubrieron que podían captarse claras diferencias entre las actitudes de los chicos y las de las chicas: mientras que ellas fruncían el ceño y parecían algo contrariadas, ellos se mostraban alegres y se sonreían pícaramente unos a otros. Realmente aquella situación picaba la curiosidad.
-¿Qué demonios estará pasando aquí? –se preguntó Ginny-. Mataría por saber que se traen todos entre manos.
-Voy a preguntar. ¡Eh, Neville! –gritó Ron, pero para su sorpresa Neville también estaba absorbido por aquel ambiente, sonrojado e inmerso en sus pensamientos, y no le hizo caso-. ¡Seamus, Dean¿Podéis explicarme qué mosca le ha picado a todo el mundo? –pero también éstos ignoraron a Ron.
-Creo que pronto lo sabremos –le dijo Hermione-. Ahí viene Luna.
-¡Hola, chicos! –Luna Lovegood parecía la única chica que no estaba de mal humor.
-Oye, Luna¿qué le pasa a todo el mundo hoy? –preguntó Harry.
-Mira a la mesa de los profesores y lo entenderás –sonrió enigmáticamente y se volvió a su mesa.
Todos miraron. En un principio no notaron nada raro; todo parecía muy normal: Dumbledore observaba con su túnica morada y su sonrisa beatífica a los alumnos, el profesor Flitwick charlaba con Hagrid y la profesora Sprout, Snape gruñía enfundado en su túnica negra... Hasta que Ron ahogó una exclamación al observar el asiento del extremo izquierdo de la mesa, justo al lado del de Snape.
Se sentaba allí una chica preciosa. En su cabellera larga y suelta hasta la cintura se alternaban mechones rubios y pelirrojos que brillaban a la luz de las velas. El sombrero azul celeste ligeramente ladeado y a juego con la túnica de terciopelo realzaba los ojos del mismo color. Unas cejas claras, unas pecas rojizas y unos labios color bermellón destacaban sobre su rostro sonrosado.
La misteriosa joven bebía vino de una copa de cristal y plata. La lentitud de sus movimientos al dejar la copa en la mesa y limpiarse la boca con la servilleta dejaban ver que era una persona de modales finos y elegantes, muy probablemente de buena familia. Toda su persona ejercía un atractivo realmente magnético.
-Demonios, qué buena está... –Ron la miraba fascinado como si fuese una diosa y suspiraba profundamente.
-¡Ron, que no es una veela! –replicó Ginny dándole una colleja a su hermano.
-¡Sí, y deja de poner esa cara de tonto! –añadió Hermione enfadada.
-Harry¿no es verdad que es la criatura más maravillosa que hayas visto en tu vida? –preguntó Ron ignorando a su hermana y a su amiga.
-Sí, claro –contestó Harry siguiéndole la corriente a su amigo, pero Ginny lo fulminó con la mirada-. Esto... creo que la belleza es relativa –Ginny asintió complacida.
-¿Quién será? –se preguntó Hermione con curiosidad.
-A lo mejor es la nueva profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras –aventuró Ginny.
-¿No es muy joven para el puesto? –replicó Ron-. Además de que es una profesión de riesgo y puede que salga mal parada... –mostró un gesto de grave preocupación.
-Si está aquí y es la nueva profesora es porque está bien preparada, así que deja de preocuparte tanto por su bella carita –Ron enrojeció ante el comentario cortante de Hermione.
-¡Eh, la profesora nos está mirando! –masculló Ginny.
Era cierto: la joven los observaba fijamente, pero con tal discreción que Harry supo que nadie se daba cuenta de que los miraba. Ron sonrió con picardía e incluso se atrevió a mandarle un beso con la mano mientras le guiñaba el ojo, pero la sonrisa se le borró de los labios cuando la joven se apartó el pelo y trazó una línea en zigzag sobre su frente.
-Te está mirando a ti, Harry –gruñó Ron para enorme satisfacción de Hermione-. Como todas...
Harry le prestó más atención a la joven. Ella le sonrió levemente al ver que sus miradas se habían encontrado, dio un sorbo más de su copa y se unió a la charla que mantenía Flitwick con los otros profesores.
En ese instante entraron los alumnos de primer curso acompañados de la profesora McGonagall, atravesaron el pasillo central y se colocaron ante la mesa de los profesores, delante del Sombrero Seleccionador. Tras una selección más rápida que de costumbre, la profesora se llevó el sombrero y volvió para sentarse a la mesa. Entonces Dumbledore se levantó.
-Muy bien, debo dar mi más sincera bienvenida a estos nuevos alumnos que acaban de ser distribuidos entre las casas de Hogwarts y además anunciar dos novedades de este año. Para empezar, debo presentar a la nueva profesora que dará clases de Defensa Contra las Artes Oscuras –Ginny sonrió contenta de haber acertado en sus deducciones- durante este año, ya que todos recordamos lo que pasó el año anterior con la profesora Umbridge.
En este punto la mayor parte de los alumnos no pudo evitar sonreírse al recordar lo ocurrido.
-Esta nueva profesora –la aludida se puso en pie- cuenta con algunos años de experiencia en otras escuelas mágicas de Europa como Beauxbatons o Anellidoro, y tiene el honor de ser además la hermana mayor de uno de nuestros alumnos.
Un murmullo recorrió las mesas de los alumnos, que se preguntaban quién sería el hermano de la hermosa profesora.
-Jo, daría el alma al diablo por ser su hermano –murmuró Ron soñadoramente-. Bueno no, porque el incesto es ilegal...
-¡Ron¿Cómo puedes decir semejante barbaridad? –Hermione y Ginny estaban escandalizadas.
-Bueno, la dejo para que ella misma se presente. Con vosotros, Natalie Malfoy.
El murmullo se convirtió en silencio al instante. Todos en la mesa de Gryffindor creyeron estar viviendo una pesadilla: Neville, Seamus y Dean dejaron de sonreír, y Ron se puso blanco como el papel.
-Oh no, Harry... No te sonreía porque le fueras simpático, sino porque eres su primera presa. ¡Ay, Dios mío –se llevó las manos a la cabeza-, y como me haya pillado tirándole los tejos yo seré el siguiente!
Harry miró a las otras mesas. Los alumnos que conocía de Hufflepuff y Ravenclaw que tenían problemas con Malfoy también se mostraban asustados. Sin embargo, Harry notó algo que le sorprendió muchísimo: al contrario de lo que él se esperaba, los Slytherin estaban de muy mal humor y no hablaban con nadie, especialmente Malfoy y sus amigos. De inmediato se lo contó a Ron, Hermione y Ginny.
-Quizás a Malfoy no le ha hecho gracia que ella haya solicitado este puesto y teme que le ponga malas notas –repuso Hermione.
-¿Sabéis una cosa? –intervino Ron-. Nunca antes había oído decir que Malfoy tuviese una hermana. Al menos es lo que sé.
-Puede que estuviese de viaje mucho tiempo y ahora haya vuelto a casa –dijo Ginny.
-No lo creo –replicó Harry-. Tengo la corazonada de que Malfoy no se lleva nada bien con su hermana. No sé por qué, pero tengo ese presentimiento.
En ese momento la profesora Malfoy pronunció su discurso, y su voz sonó increíblemente suave y agradable.
-He visto que hay muchos alumnos que se han asustado ante mi apellido, y les digo a esos alumnos que no tienen de qué preocuparse –miró especialmente a Ron, a Neville y a los demás, que suspiraron aliviados-... mientras no saquen malas notas, claro –su voz adquirió un tono más duro-. Porque he de advertir que en las escuelas donde he dado clases me he ganado fama de dura, así que más vale a los que van mal en mi asignatura que intenten mejorar. Por otro lado, no pienso hacer favoritismos de ningún tipo, ni a mi hermano ni a nadie. Si algún alumno quiere ganarse mi confianza tendrá que dejarse los codos en el pupitre. Os deseo mucha suerte –añadió en tono más suave.
La profesora Malfoy se sentó de nuevo y siguió bebiendo de su copa. Ron volvió a poner cara de preocupación y Hermione volvió a sonreír. Después de todo, parecía que aquella profesora no iba a caerle tan mal como creía.
Dumbledore volvió a levantarse.
-Como antes decía, este año hay dos novedades. Una de ellas es la presencia de la profesora Malfoy entre nosotros; la otra es la siguiente: debido a un percance sufrido durante el verano, el profesor Hagrid no podrá dar clases de Cuidado de Criaturas Mágicas durante todo el curso.
Ante esta otra novedad esta vez Malfoy, Crabbe y Goyle sí sonrieron levemente. Harry observó la expresión apesumbrada de Hagrid al arremangarse sus brazos vendados. Sentía de verdad que no pudiera dar clases, pero al mismo tiempo notaba alivio por no tener que vérselas con más bichos peligrosos.
-Sin embargo –añadió Dumbledore-, hemos contratado previsoramente a otro profesor para que lo sustituya. Se trata de una persona altamente cualificada y con muchos conocimientos, además de ser hermano de dos alumnos de otra distinguida familia de magos.
-Esto de los hermanos empieza a ser un fastidio –gruñó Ron-. A ver quiénes son los dos pringados que son hermanos de este otro profesor.
-Espera, Ron –intervino Hermione-: no hay asientos suficientes para todos los profesores incluyendo al nuevo. ¿Dónde está?
Como si Dumbledore hubiese leído los pensamientos de Hermione, su pregunta fue contestada.
-Demos por fin la bienvenida a este otro nuevo profesor que entra por el pasillo de la izquierda¡Charles Weasley!
Ron se tragó sus palabras avergonzado mientras Charlie entraba tranquilamente en el Gran Comedor. El silencio volvió a hacerse en Hogwarts, pero esta vez fue roto por un ruido de cristales rompiéndose. Todas las miradas se dirigieron hacia la profesora Malfoy, que sostenía una copa rota. El vino se derramaba por la mesa mezclado con la sangre que brotaba a borbotones de su mano derecha.
