Capítulo 1: Recuerdos
-¡SIRIUS!-
gritó Harry -¡SIRIUS!
Harry había llegado al
fondo del foso respirando entrecortadamente. Sirius debía
estar tras el velo; Harry iría y lo ayudaría a
levantarse...
Pero cuando llegó al suelo y corrió
hacia la tarima, Lupin lo rodeo con los brazos y lo retuvo.
- No
puedes hacer nada, Harry...
-¡Vamos a buscarlo, tenemos que
ayudarlo, sólo ha caído al otro lado del arco!
- Es
demasiado tarde, Harry.
- No, todavía podemos alcanzarlo...
- Harry luchó con todas sus fuerzas, pero Lupin no lo
soltaba.
- No puedes hacer nada, Harry, nada. Se ha ido.
Harry despertó bruscamente dando un salto y casi cayendo de la cama. Estaba empapado en sudor y se le nublaba la vista. Otra vez había tenido esa horrible pesadilla, ya lo atormentaba mientras estaba despierto como para que encima tampoco lo dejara dormir. Ya despierto, seguía sonando en su cabeza la voz de Lupin.
No puedes hacer nada, Harry, nada. Se ha ido. Se ha ido. Se ha ido.
Si seguía así se volvería loco. Y si moría y así volvía con su padrino. Todas las personas que le importaban estaban muertas, no tenía familia. Se reencontraría con sus padres, con Sirius, estaría en paz. Pero no, no podía traicionar a sus amigos, esos amigos que se jugaron la vida por él, que lo acompañaron al Departamento de misterios y aún siendo una trampa, nunca le habían reprochado nada.
Miró
su reloj- las seis y media- murmuró para si mismo. Por lo
menos había dormido algo y sabía que ya no podría
volver a conciliar el sueño. Sin hacer ruido se levantó,
abrió la puerta de su habitación y se dirigió al
baño. Si alguien lo pillaba despierto a esas horas de seguro
se metería en un buen lío. Pero estaba sudando debido a
la pesadilla y si esperaba a la mañana sus tíos le
pondrían alguna pega.
Tras una relajante aunque corta ducha
se secó, se puso otra muda de ropa que había heredado
de Dudley y se tumbó en su cama mirando hacia el techo con las
manos en la nuca.
Harry había crecido unos cuantos centímetros ese verano, pero eso no había hecho otra cosa que darle el aspecto de que estaba incluso más delgado. Tenía el pelo negro azabache, y aunque seguía mojado después de la ducha, seguía siendo indomable, era imposible peinarse decentemente. Sus ojos verde esmeralda eran preciosos, pero habían perdido gran parte de su brillo característico tras la muerte de su padrino.
De repente sintió un ruido proveniente de la ventana, se sobresalto y miró a una lechuza parda, no muy grande. Tenía un sobre en la pata y cuando lo cogió, vio el nombre de Gringotts. Con curiosidad por saber que era, pues no recordaba tener nada pendiente pues ni siquiera había retirado dinero de su bóveda en algún tiempo, abrió el sobre y desplegó la carta.
Estimado Sr. Potter
Le informamos que tras el fallecimiento del señor Sirius Black, se ha procedido a la lectura de su testamento, en el cual, usted es el único heredero de la fortuna de la familia Black al no quedar ningún miembro de esta con vida. Le agradeceríamos que se acercase al banco cuando usted considere oportuno para firmar su herencia. Aprovechamos la ocasión para recordarle que usted también de dispone de su bóveda personal a la que estaremos encantados de acompañarle cuando lo desee.
Con los mejores deseos
Gronteak
Copresidendente del banco Gringotts
¿Por qué? No tenía ya suficiente con
recordárselo él mismo y su mente, que hasta Gringotts
se unía a su martirio. Con lo relajado que lo había
dejado la ducha, por qué le tenía que pasar esto a él.
Y ahora debía ir al banco a firmar un papel para confirmar que
su padrino estaba muerto. Muerto por su culpa.
Si no hubiera ido
al Departamento de misterios, Sirius nunca habría tenido que
salir de Grimmauld place. La culpabilidad, ese sentimiento que lo
carcomía por dentro, lo consumía poco a poco. Pero por
que tenía que echarse él todo el mérito de la
muerte de Sirius, acaso no había sido Snape el que se había
negado a seguir enseñandole oclumancia y por eso había
tenido la visión, acaso no había sido Snape el que lo
había ignorado cuando le había dicho lo que había
visto. Y también Dumbledore... Oh Dumbledore, no podía
haberle ocultado más cosas ya que era imposible, le había
ocultado la profecía, si lo hubiera sabido no hubiera acudido
corriendo al Departamento de misterios. …l mismo se había
autoculpado por la muerte de Sirius y eso es algo que Harry no le
perdonaría jamás. Le vinieron a la mente las palabras
del tatarabuelo de Sirius, Phineas Nigellus: "Nunca te has parado a
pensar, mientras te sentías tan injustamente tratado, que
obedecer las órdenes de Dumbledore todavía no te ha
hecho ningún daño". …l mismo lo había dicho,
"todavía", por las órdenes, mentiras, y desvaríos
de Dumbledore su padrino había muerto, y él y sus
amigos habían estado a punto. Y para colmo tampoco le había
dicho que él era el que debía acabar con Voldemort para
siempre. Todavía recordaba la profecía a la
perfección:
El único con poder para derrotar al
Señor Tenebroso se acerca...
Nacido de los que lo han
desafiado tres veces,
Vendrá al mundo al concluir el
séptimo mes...
Y el Señor Tenebroso lo señalara
como su igual,
Pero él tendrá un poder que el Señor
Tenebroso no conoce...
Y uno de los dos deberá morir a
manos del otro,
Pues ninguno de los dos podrá vivir
mientras siga el otro con vida...
El único con poder para
derrotar al Señor Tenebroso nacerá al concluir el
séptimo mes...
Pero él no tenía ningún poder especial, si, era un buen mago, pero uno del montón al fin y al cabo. Si quería derrotar a Voldemort debía tomárselo mucho más en serio ya que no creía que con..."amor" pudiera derrotar al mago más poderoso del mundo. Que estupidez la de Dumbledore, puede que el amor lo proteja sobre Voldemort pero el amor por si solo no lo derrotaría.
Estaba amaneciendo, y él no iba a esperar a que una tropa entera de la Orden del Fénix lo escoltara para ir a Gringotts. Así que cogiendo la varita, la carta del banco y la llave de su cámara se dispuso a salir en silencio de la casa. Abrió la puerta de la casa y cruzó el jardín, el aire fresco de la mañana le inundaba los pulmones de vitalidad, y por primera vez en su vida se sintió... libre. Llegó asta la carretera y levantó el brazo con la varita, esperó un minuto, y justo cuando creía que estaba haciendo el ridículo, un autobús de dos pisos apareció al principio de la calle a toda velocidad y cuando ya iba a atropellarlo freno en seco.
- Bienvenido al autobús noctámbulo, soy Stan Shunpike- empezó Stan con tono aburrido- a donde va a ir señor... - continuó dirigiendo la mirada hacia Harry- ¡MALDICI"N! Si es Harry P...
- Si gritas mi nombre te lanzo un maleficio, y cree que lo haré- le interrumpió Harry en un susurro apuntándole disimuladamente con la varita.- Voy al Callejón Diagon- concluyó de manera cortante.
- Está bien, no hay necesidad de ponerse violento, son seis sickles- dijo Stan volviendo a su tono normal.- Has oído Ernie, Al callejón Diagon.- informó Stan al conductor sin mirarlo- tienes suerte... muchacho, es la próxima parada- añadió y se quedó mirando hacia Harry.
Harry ignorando a Stan, se dio la vuelta y se sentó en el primer asiento que encontró, si hubiera tardado un segundo más se hubiera estampado con la parte trasera del autobús, porque este arrancó y salió despedido esquivando a unos coches aparcados en el último instante.
No tardaron más de dos minutos en llegar al Caldero Chorreante. Harry se bajó rápido del autobús y entró. No encontró a nadie allí excepto a dos hombres bien vestidos con dos túnicas oscuras y supuso que trabajarían para el Ministerio de magia. Cuando iba a cruzar hasta el fondo para ir al callejón se dio cuenta que no había desayunado y que no le haría ningún mal desayunar primero, de todos modos tenía tiempo.
- Buenos días Tom- saludó Harry subiéndose a un taburete de los que había en la barra- ¿parece que no hay mucha gente hoy no?- preguntó en un tono de voz suave, mirando al hombre.
- Buenos días Harry, no es hoy, desde que volvió el-que-no-debe-ser-nombrado la gente no vine mucho por aquí y menos tan temprano- respondió Tom con un deje de tristeza en su voz.- ¿quieres tomar algo? A propósito, que haces aquí tu solo, es peligroso, y más para ti- dijo mientras se acercaba a Harry y secaba un vaso con un trapo.
-
Tengo un asunto que tratar en Gringotts- comentó sin más
importancia- Me gustaría desayunar si no te importa, unas
tostadas y un poco de zumo de calabaza será suficiente- pidió
amablemente
- Claro Harry enseguida- asintió y dejando el
vaso en la barra se fue a por el desayuno.
En el Callejón Diagon no estaban más que los dueños de las tiendas abriendo sus negocios y algún que otro comerciante. Y al final se encontraba el establecimiento más imponente del callejón, Gringotts. Harry entró y se dirigió a un gran mostrador del fondo, que parecía el principal. Los gnomos se le quedaban mirando de manera desconfiada pero él no hizo caso y se propuso a zanjar el asunto lo antes posible.
-¿En qué puedo ayudarle?- se ofreció el gnomo que estaba detrás del mostrador, dejando de examinar una piedra preciosa.
- Venía para firmar una herencia- Alegó Harry algo nervioso
- Muy bien, ¿cuál es su nombre?
- Harry Potter, señor- El gnomo lo miró de forma penetrante, pero Harry no sabía si era por su nombre o por llamarlo señor, no todos los magos trataban de igual a igual a los gnomos.
El gnomo guió a Harry hasta un despacho, de mármol como el vestíbulo, en el que se encontraba un gnomo tras su mesa ojeando unos papeles. El gnomo que lo había guiado lo presentó y se marchó rápidamente.
- Tome asiento señor Potter- refunfuñó el gnomo dejando los papeles a un lado y sacando otro.- Soy Gronteak, si no me equivoco está usted aquí para firmar la herencia del señor Black, una gran fortuna si me permite decirlo- añadió pasando un pergamino a Harry
Harry que estaba sentado al otro lado de la mesa, cogió el pergamino que le ofrecía y lo leyó
Yo, Sirius
Black, como último representante de mi familia, dejo todos mis
bienes, a excepción del número 12 de Grimmauld Place
que va para mi amigo Remus Lupin(ya sabes Lunático que esa
casa tiene una gran utilidad), a mi ahijado Harry Potter.
Harry,
si lees esto significa que habré muerto, ni se te ocurra
malgastar una lágrima por mi, seguramente moriría
luchando, y de ser así puedes asegurar que morí feliz.
Además, vuelvo con James, seguro que estaré bien.
Tienes un gran futuro Harry, aprovéchalo, lo más que te
dejo hacer por mí, es que si algún día te
encuentras con el causante de mi muerte, le des una lección de
mi parte.
Te quiero Harry, recuérdalo, y tus padres
también, recuerda que desde donde estemos, velaremos por
ti.
Sirius Black
Una lágrima amenazaba con salir, pero fiel a las palabras de su padrino, no la dejó. Cambió a un semblante serio y miró a Gronteak, que no había pronunciado ni una sola palabra mientras Harry leía el pergamino.- ¿Y bien? ¿Qué tengo que hacer?.- inquirió
- Pues debe firmar aquí, aquí y aquí- apuntó Gronteak señalando a unos papeles mientras Harry iba firmando- y debería también visitar la Bóveda Black, aunque entiendo que no le apetezca, en cuyo caso tengo la lista de bienes por aquí si desea leerla- ofreció el gnomo abriendo un cajón y sacando otro pergamino.
- La verdad es que no me gustaría tener que ir- confesó cogiendo el pergamino que le ofrecía el gnomo- y quería también sacar dinero de mi cámara personal pero sin tener que bajar- acabó Harry
- No hay problema señor, solo dígame la cantidad y déjeme la llave, y le traeremos la cantidad que desee- instó Gronteak.
- Quiero sacar cien mil galeones- Bramó dejando la llave en la mesa frente al gnomo y mirando el pergamino mientras el gnomo se sobresaltaba
- No le he entendido mal señor al decirme que quiere... ¿cien mil galeones?- consideró Gronteak con cara de incredulidad- de ser así debo advertirle que una extracción tan grande ha de ser informada al señor Dumbledore, al no ser usted mayor de edad, el señor Dumbledore controla sus movimientos bancarios- informó Gronteak
A Harry le estaba hirviendo la sangre, así que Dumbledore también le controlaba el dinero que sacaba de SU cámara personal, pero lo conseguiría, costara lo que costara- muy bien señor Gronteak, pero creo que no hará falta informar de esa extracción al "señor" Dumbledore debido a que como buen cliente que soy, el banco se llevará una comisión de digamos unos mil galeones por la confidencialidad de mis decisiones con respecto a MIS cuentas, ¿no le parece?- pronunció Harry sin dejar de mirar el pergamino con los bienes de su padrino, y no observó como se le iluminaba el rostro al gnomo.
- Estoy completamente de acuerdo con usted señor Potter, creo que usted y yo haremos grandes negocios- razonó Gronteak mientras cogió la llave y se dispuso a salir del despacho.
- Un momento, acabo de ver que necesito algo más... - articuló Harry todavía mirando el pergamino- quiero la llave del pequeño apartamento que se supone que tengo en Hogsmeade, la del chalet en el Valle de Godric, también me gustaría la moto voladora y estos libros, a ver... —dijo clavando la mirada en un punto del pergamino- "maldiciones perdidas a través de los tiempos", "hechizos raros y olvidados" y "el poder y como conseguirlo". El dinero, los demás libros y otros objetos déjelos en la cámara, bueno, también me gustaría el equipo de protección del dragón escamadura del Ártico, si es posible- concluyó
- Por supuesto, lo que usted desee- asintió Gronteak mientras salía del despacho.
Harry estaba en su cuarto, le había costado una buena bronca por parte de su Tío Vernon haber salido pero desde que le nombró la magia lo había mandado a su cuarto. Estuvo tres horas en Gringotts, pero salió de allí lo más contento que pudo teniendo en cuenta que había ido a firmar la herencia de su padrino muerto. Había aprovechado para comprar una mochila nueva agrandada mágicamente por dentro para poder llevarse todo, también había comprado dos túnicas nuevas porque algunas ya, o le quedaban pequeñas o estaban desgastadas.
Harry estaba sorprendido de la cantidad de cosas que guardaba la familia Black en una Bóveda, desde joyas, hasta llaves de mansiones, pasando por ropa, libros, muebles, armaduras, y muchas más cosas. Harry sólo había ojeado por encima la lista y había pedido lo que creía más útil
Ahora estaba en su cuarto analizando todo lo que había sacado de la cámara de su padrino. Tenía un apartamento en Hogsmeade, seguro que le sería útil. Había pensado que quizás el próximo año ya con la mayoría de edad podría irse a vivir allí, y más adelante irse al Valle de Godric, donde vivieron sus padres, eso si que le hacía ilusión, pero para eso debía sobrevivir a Voldemort, y eso era algo que todavía no tenía asegurado.
Había estado ojeando los libros, y se dio cuenta que eran de edición muy limitada, si no eran únicos. Al parecer, que la familia Black fuera una familia de mortífagos o por lo menos de los que los apoyaban, iba a tener sus ventajas. Por lo poco que había visto eran realmente interesantes, de magia muy avanzada y desconocida la mayoría, pero seguro que le serían tremendamente prácticos. Deseaba ver la cara de Hermione cuando los viera.
No se pensaba que el equipo de protección de piel de dragón fuera tan impresionante. Según había leído, era de un tipo de dragón ya extinto y que al vivir en el Ártico tenía la piel más dura que se había conocido para poder resistir el duro frío. Te libraba de la mayoría de hechizos, y de otros reducía bastante su eficacia. No lo salvaría del Avada Kedrava pero seguro que lo ayudaría. El equipo constaba de unos pantalones, una camiseta sin mangas, una de manga larga, una capa con capucha, unos guantes y un sombrero de mago. Cada uno tenía su función pero aparte de las propiedades mágicas que ya tenía de por sí la piel de dragón, tenía una serie de encantamientos que hacían que se te pegaran las prendas al cuerpo como una segunda piel, sin incomodar, y que no pesaran prácticamente nada. También había una bolsa de piel de dragón que cuando la abrías se agrandaba y viceversa. Eso lo aprovechó para guardar todo el dinero y el testamento de su padrino, ya que tenía un hechizo que impedía a cualquiera que no era el dueño de lo que había dentro, que abriera la bolsa. No pudo evitar pensar que si hubiera habido algo dentro ya, no hubiera podido utilizarla.
Pero lo que más le gustaba era la moto, aunque era en miniatura porque la habían tenido que encoger para podérsela llevar. No podía hacer magia para agrandarla todavía, pero ya lo haría. Lo que si tenía era una pequeña nota que le habían dicho que encontraron al lado de la moto.
Querido Harry
Si lees esto es que yo ya no estoy contigo, pero no te preocupes, si no estoy contigo estaré con James y Lily. Si lo lees también quiere decir que tienes la moto. Que sepas que es mi posesión más preciada. Hagrid me la devolvió cuando salí de Azkaban pero como no era libre, no podía usarla y la guarde aquí. Ten cuidado porque no es un juguete, ¡¡¡Pero que me ha pasado!!! ¡YO SIENDO PRECAVIDO! Jaja... Disfrútala por mí.
Te quiere
Sirius
Harry estaba sintiendo una triste alegría, su padrino estaba muerto, sí, pero el no quería que se deprimiese, y él le haría caso a lo último que le había pedido. Cuidaría la moto como si de una persona se tratase, pues para él, la moto poseía una parte del alma de su padrino. Tener la moto con él era como si tuviera una parte de su padrino, de la felicidad de su padrino, porque como él había dicho, era su posesión más querida.
Harry estaba de pie enfrente de la ventana de su cuarto y miraba a las estrellas, no se olvidaría de lo que le dijo su padrino, que velaría por él junto a sus padres donde quiera que estuviese. Y, aún mirando a las estrellas, con los ojos vidriosos pero fiel a la promesa a su padrino, recordó de nuevo las palabras de Sirius. Entonces en un susurro apenas audible dijo- Juro que te vengaré Sirius... lo juro.
