Capítulo 1: Oscuridad

Oscuridad. En los primeros segundos dentro de aquel tugurio mis ojos tardaron en habituarse a aquella penumbra. Había gente, demasiada para un local tan pequeño y para un espectáculo tan mediocre, en mi opinión. Cuando mi visión fue ligeramente más nítida, preferí no haber visto nada. Era como si un autobús entero de convictos se hubiese escapado de la cárcel y se hubiesen refugiado todos allí. Quería que aquel suplicio terminase cuanto antes.
Un chico pelirrojo, se acercó a mí con ojos desorbitados y pasos tambaleantes. Parecía que iba a vomitarme en la cara y eso fue el detonante de mi paciencia.

- ¡Spence en serio, vámonos de aquí ya! La gente que está aquí parece que tiene dos enfermedades ultracontagiosas. Cada uno - acoté, alejándome con cara de asco del pelirrojo, que debido a su estado de embriaguez no pudo volver a dar conmigo.

Spencer me hizo caso omiso, y yo no pude hacer otra cosa que seguirla abriéndose paso entre la gente. La muy zorra sabía que me daba demasiado miedo salir de allí sin ella.
Después de unos instantes llegamos a una zona del local donde se erigían un pequeño e inestable escenario con varios instrumentos preparados. No lo había visto al entrar porque siempre he sido bajita, aunque yo personalmente pienso que los que me rodean son demasiado altos.

- Debe de estar a punto de salir otra vez - me informó Spencer dando un par de saltitos emocionados, al borde de un ataque de histeria.

Yo puse los ojos en blanco. Cada vez la atmósfera de aquel bar estaba más cargada del olor a alcohol que tanto detestaba. Si no quería desplomarme encima de aquel escenario, tendría que salir de allí cuanto antes.

- ¿Tú crees que verdaderamente esa chica merece la pena? - pregunté. Estaba desesperada. Maldecía con todas mis fuerzas la hora en la que había aceptado la proposición de Spencer. Era mi mejor amiga, ella siempre me había apoyado en todo, con mis audiciones para musicales o cuando discutía con Jesse a las dos de la mañana y la llamaba a ella para desahogarme. ¿Cómo podía negarme a acompañarla hasta allí? Claro que ella había sido lo suficientemente lista como para ocultarme pequeños detalles como que en aquel antro la gente daba asco.

- Rachel, ¿qué palabra de perfecta no entiendes? - me espetó ella con molestia.

No se lo tuve en cuenta, estaba nerviosa, podía notarlo. Su pie repiqueteaba en el suelo con un ritmo frenético, y era raro, porque Spencer era la persona con más templanza que había conocido. Guau, esa chica tenía que haberle gustado de verdad.

- Si sus amigas son la mitad de sexys que ella, saldrás del armario de cabeza - continuó, mirándome con una sonrisa malévola.

Creo que ese día aún no había insinuado ni una sola vez que era una lesbiana reprimida y ya me estaba extrañando. Me crucé de brazos y suspiré.

- A Jesse no le gustan esas bromas Spence - respondí sin ganas.

- Si tu novio me importase lo más mínimo no te lo diría - me replicó encogiéndose de hombros -. Es un imbécil Rach.

Hubiese replicado, quizá no con muy buenos argumentos porque Jesse era un poco idiota y yo era la primera que lo sabía, pero el vibrante sonido que comenzaron a expedir los altavoces me cerró la boca. Estar tan cerca del escenario provocó que la música retumbase con violencia en mis oídos, mientras su ritmo se acompasaba con los latidos de mi corazón.

Another head hangs lowly
child is slowly taken
and if islands cause the silence
who are we mistaking


Los músicos comenzaron a ocupar el diminuto escenario. Solo pude distinguir a una chica rubia que tocaba la guitarra eléctrica con efusividad, y otra que había ocupado su sitio con la batería. Lanzó sus baquetas al aire con maestría y yo seguí con la vista su trayectoria fascinada. Me sentí ridícula siendo tan fácilmente impresionable, parecía una niña pequeña. Pero teniendo en cuenta que nunca había ido a un concierto, y solo había visto musicales era compresible. Esa voz logró evadirme momentáneamente del ambiente en el que me encontraba, como si no estuviera rodeada de borrachos salidos que amenazaban con tirar sus copas sobre mí.

but you see it's not me
it's not my family
in your head in your head
they are fighting
With their tanks and their bombs
and their bombs and their guns
in your head in your head they are crying...

Entonces apareció ella. Supe simultáneamente que esa era la chica de la que Spencer no había parado de hablar en las últimas semanas. Entró con tanta seguridad en el escenario... Sus pasos eran desafiantes, insinuantes... Y supe que era ella porque eclipsaba a todo lo demás que había en el escenario, en aquel maldito local. Cualquier persona que hubiese escuchado su voz antes nunca hubiera dicho que podía congeniar con aquella canción. Pero allí estaba, con su reducido público completamente entregado y Spencer a borde del colapso.

in your head...
in your head...
zombie zombie zombie ei ei
what's in your head...
in your head...
zombie, zombie, zombie ei, ei, ei , oh...

Tenía el pelo corto, con tonos rosas, que en otra persona hubiese sido horrible, incluso hortera, pero a ella la favorecía de forma increíble. Tenía unos leggins ajustados de cuero negro, y un jersey granate con una cruz en el medio. Sus ojos estaban suavemente maquillados, de forma sutil. Intenté mantenerme impasible.

Another mother's breaking heart is taking over ...

the violence causes silence
we must be mistaken
its the same old thing since 1916
in your head in your head
their still fighting
with their tanks and their bombs
and their bombs and their guns
in your head in your head they are dying...

Nunca pensé que me fuese a doler que una canción finalizase, no al menos una canción así, cantada por una chica con el pelo rosa, en un tugurio de Brooklyn. Pero la vida te muestra continuamente lo equivocada que puedes estar.
Di un respingo. No sabía cuánto tiempo llevaba ensimismada, pero debía ser bastante por la forma en la que Spencer me miraba.

- ¡Dios! ¡Dios Rach! ¡¿La has visto?! Es perfecta, Quinn es perfecta - exclamó dándome golpes en el brazo que no me hacían mucha gracia.

Me agarré el brazo irritada, frotándomelo para disipar un poco el dolor que las estúpidas acometidas de mi amiga me habían provocado y la miré con el ceño fruncido.

- No ha estado mal... - musité sin convencimiento. - Vámonos ya - insté volviendo a ser consciente de donde realmente estábamos, y empezando a notar como unas manos desconocidas se aferraban a mi culo.

- ¿Qué haces asqueroso? - espeté indignada cuando me giré para descubrir al pelirrojo de antes mirándome con la boca entreabierta.

- ¿Vamos al baño guapa? - balbució con la dosis de alcohol que había ingerido patente en cada palabra que pronunciaba.

Dibujé una mueca repulsión, y Súper Spencer vino en mi rescate.

- Imbécil vete de aquí antes de que te arrepientas - amenazó con la mano derecha levantada en disposición de pegarle una bofetada de un momento a otro.

El chico miró a mi amiga asustado, y luego a mí. Después se encogió de hombros y se dio la vuelta. No debo de ser alguien por el que merezca la pena luchar.

- Vamonos - imploré.

- ¡Pero Rach! - me protestó Spencer haciendo un gesto infantil con las manos - acaba de salir. Si vamos por la puerta de atrás seguro que la vemos.
- No creo que sea muy inteligente ir a la puerta de atrás de un sitio como este. No puedo permitirme un psicólogo... - argumenté.

Mi amiga me dedicó su típica mirada de: "Tan exagerada como siempre", pero yo verdaderamente lo pensaba. Un par de drogadictos sería lo más inofensivo con lo que podríamos toparnos. Ella se aferró a mi mano, y me arrastró hasta una dirección que no conocía, pero ella parecía conocer el mapa del sitio a la perfección, como si hubiese estado estudiándolo durante semanas.

- Yo te lo pagaré - me dijo, y desterré de mi mente la inocente idea de que nos íbamos a casa.

- ¿Qué clase de cantante toca una simple canción y se marcha? Eso no es seriedad, en los musicales... - empecé a relatar con molestia.

- Cállate - me interrumpió. No había nada en el mundo que me molestase más que no me dejaran terminar mis frases. - Habían estado tocando toda la noche, hemos llegado tarde y han salido a tocar una más. Si alguien no se hubiese perdido, y le hubiese echado la culpa al GPS...

La fulminé con la mirada. No era necesario que me recordase ese incidente tan patético. Habíamos estado media hora dando vueltas por las intrincadas calles de Brooklyn, yo al volante completamente desorientada y Spencer histérica chillando una y otra vez que como no viera a Quinn me mataba. Mi último recurso había sido culpar al GPS de mi móvil para sentirme un poco menos ridícula.
Spence dio con la puerta de la trastienda, el picaporte estaba arrancado y la pintura desconchada. Solté un suspiró de resignación.

- Finge normalidad, como si estuviésemos dando una vuelta - me indicó, tomándome por una estúpida a la que hacía falta advertirla de que no había que acercarse a Quinn diciéndola que la llevábamos buscando dos horas.

Asentí mordiéndome la lengua y Spencer abrió finalmente la puerta, que emitió un molesto chirrido.
Una gélida ráfaga de viento nos recibió, evidenciado lo mucho que habían descendido las temperaturas aquella noche. La trastienda del local, conectaba con un inhóspito callejón con un par de contenedores a un lado y unas escaleras de emergencia en el otro. Y sobre ellos, con la pose más desafiante y altiva que había visto en mi vida estaba ella. Quinn. Dio una calada a su cigarro casi consumido y nos observó con curiosidad.

Vale, soy un desastre y no he terminado aún el otro fic. Voy a hacerlo, de hecho solo quedan un par de capítulos, pero ahora estoy mucho más inspirada con este y no podía contener mis ganas de colgarlo. Por favor contadme vuestras primeras impresiones, y cuando las lea intentaré colgar los capítulos pronto.

Con cariño MM.