Sumario: ¿Qué hubiese pasado si Sango hubiese besado a Inuyasha, cuando supuestamente estaban borrachos?¿Qué reacción habría tenido el medio-demonio? Y ¿Kagome y Miroku?

El grupo se sentaba en el salón de la casa de Mushin, resentidos dos de ellos debido a que Sango e Inuyasha se habían dado un tierno beso cuando se encontraban en la montaña en busca del licor para el viejo monje. Sin embargo, en suceso dio mucho para contar, puesto que gracias a los efectos de ese extraño gas, había provocado un "malentendido" por parte de la cazadora de demonios y el hanyou. Los cuales para sorpresa de todos se habían besado, no obstante, no fue un pequeño beso como se habría pensado, al contrario, era algo lleno de pasión y ternura, es como si a través de ese beso se dijeran todo que no se dijeron en el tiempo que habían estado juntos.

Inuyasha se encontraba en profundo pensamiento, debido al susodicho tema, no podía quitarse de la cabeza aquel momento, algo que jamás pensó que ocurriría, puesto que él siempre pensó que su compañero iba a ser Kagome, incluso la había besado una vez, cuando estaban en peligro, pero el besó de Sango había sido algo diferente... algo como más verdadero con mucha más pasión... algo diferente.

Sus pensamientos estaban puestos en la tajiya, a decir verdad, por lo que había desde que la conoció siempre había un espacio donde le dedicaba miradas, pensamientos y más de alguna vez una sonrisa, a lo que Sango siempre respondía de la misma forma: sonrojándose. Los momentos donde Inuyasha meditaba sobre Kikyou o Kagome, lentamente desaparecían, dándole un gran lapso a la joven Sango, incluso noches enteras. Cuando realmente se dio cuenta de lo que sentía, en el momento que conocieron al señor Takeda, quien estaba profundamente enamorado de Sango. Aunque nadie lo notó, Inuyasha sentía picadura de celos aún en las ocasiones donde Miroku tentaba a Sango, sentía unas horribles ganas de darle una buena paliza al monje por su acción, mas no podía hacer algo, ya que alguien podía sospechar de las intenciones del hanyou. Lentamente al transcurrir el tiempo se daría cuenta de sus verdaderos pensamientos

Por otro lado, estaba la joven Sango, quien intentaba disculparse con el Monje, sin embargo, cosa que se le hacía inútil, debido a que el monje se encontraba en un estado de apatía y obstinación; no podía, más bien no quería creer que su hermosa Sango se había besado con su amigo Inuyasha, sin importar que estuvieran bajo los efecto de la niebla, porque lo que se vio no fue un simple beso, fue algo fugaz... lleno de pasión y de...amor. No podía ser posible su Sango, la joven que le había prometido tener hijos la persona con quien se comprometió para toda la vida para estar juntos. Era algo imperdonable.

No obstante, Miroku dejaba muy de lado que el también cometía infidelidades, era normal verlo en él, por su parte Sango era consideraba una persona extremadamente fiel, algo raro que se pudiese ver en ella, pero ya se había visto. Culpaba tanto a Sango como a Inuyasha, más al medio-demonio, ya que este último estaba consciente de lo que estaba pasando y haciendo, y solo optó por dejarse llevar, por sus emociones. Era el peor día del monje, no solo porque su gran amigo Mushin estaba apunto de "morir", lo cual resultó un malentendido, y en último lugar porque Sango había cometido una traición pocas veces perdonable.