Parejas: Kanda Yuu/ Lavi.

Título alternativo: Miramientos y momentos.

Desclaimer: Ningún personaje me pertenece, todo es de Katsura Hoshino.

Línea Temporal: Escenario Semi-AU, con el imaginario final de la guerra.


Otoño

— Gracias.

Ese día esa simple palabra nacida de los labios de Lavi; sabía a un adiós –aunque últimamente cada frase proferida por éste, tenía ese distintivo sabor-. Kanda se quedó varado en su puesto, ahí, sentado debajo del árbol de hojas caídas. Sin saber qué decir o hacer.

¿Gracias? Esa simple palabra sonaba insulsa para él, y también muy amarga. Lavi no tenía qué agradecer, y mucho menos a él y ante todo no ahora… no en ese momento donde… no importaba. Lavi se iba, y entonces no había tiempo para la gratitud. Para Kanda no, al menos.

Estaba un poco molesto y…

— ¿Por qué?

El viento soplaba. Era un aire acogedor, no muy fuerte, pero sí lo suficiente como para arrastrar a más de una hoja abatida por el otoño. Lavi tragó saliva, y le mostró ese nuevo tipo de sonrisa que antes Kanda no conocía –o al menos no de parte de él-, y… le hacía sentir que había tragado una maldita piedra, y también un enjambre de abejas.

— Supongo que por ser tú. Por ser Yuu. Malhumorado, seco, tajante, violento, amargado, silencioso y… me agradas, ¿sabes?

— ¿Estás bromeando?

Lavi lo miró por un momento muy largo, y sin palabras le dijo que no. Que esta simpatía fingida por tanto tiempo, dejó de ser un acto y se convirtió en una realidad. Que hace un buen rato –sin querer- ya lo consideraba un amigo. Kanda hace un tiempo –también-, captó que el puesto no era todo lo que quería.

— ¿Te estás marchando y me dices esto?

Y ¿Por qué justo ahora lo haces?

Lavi entrecerró los ojos y ahora que estaba sin la molesta banda en la cabeza, sus cabellos se desordenaron –solo un poco-, con el viento.

— No veía otro momento para hacerlo.

— Sí, claro… — tomó un poco de aire, porque sentía no poder respirar. Porque no habían flores de loto en el rededor, solo… solo estaba Lavi. Lavi, quien dejó de parecerse a Alma, y ahora solo era otra persona, que… importaba—. Si eso es todo lo que tenías que decir, ya puedes irte.

— Eres un poco duro, si vemos que ésta sería la última vez…

— Me acabas de decir que te gusta como soy.

El nuevo Bookman rió –bajo, muy bajo. Como si hubiere una broma privada-.

— Sí, creo que acabo de hacerlo, ¿no?

Eres un estúpido, habría querido decir, eres tan estúpido que no entiendo cómo fue que terminaste siendo un genio. Y entiendo menos que justo tú…

— ¿Te despediste de los demás?

— Sí.

Kanda apretó los labios, sintiéndose molesto –un poco más-, ya que se daba cuenta de que era el último. Debía de suponerlo. Una sonrisa despectiva afloró en sus labios:

— ¿Te despediste a solas de Lenalee?

— No, tú eres el único—su voz tenía dentro de sí una sonrisa, y una risa, y años, y pena; también verdad—. Yuu… esa historia ya pasó, para ella… para mí.

Pero para Kanda no. Sentía que hasta el final de sus días recordaría ese preciso momento en que los vio a ambos. Ella encima de Lavi, sin ropa, sonriendo, y con el mundo bajo sus pies. La ira –y no el deseo- de ese día renació:

— ¡No necesito tus explicaciones!

— Siento que debo dártelas.

No, no debes dármelas hijo de puta. Desvió la mirada, sin ganas de seguir con esta pantomima. Ya que de nada le servían las escusas. Sea cierto o no, pueda olvidar lo que vio o no, de nada servía. Lavi como heredero del nombre Bookman, debía irse, y entonces… aun con cualquier verdad venida de sus labios, no podría evitar lo inevitable. Era como en el momento que supo que Alma era "ella"; de nada sirvió. Pero…

— Yuu…

Volvió a mirarlo. Lavi se encontraba en la misma distancia que ante, pero a pesar de que el ambiente no era el mismo –esa noche Lavi parecía todo menos Lavi-, la sensación de déjà vu se presentó. Y recordó el sonido de la pluma cayendo al suelo, los papeles arrugados, el olor de la tinta, el sabor a "nada" de sus labios, esa misma mirada impresa en su ojo verde. Sus manos escavaron con fuerza en la tierra que se encontraba debajo de él, e intentó recordarse lo que antes nunca le importó. Al menos no hasta esa noche.

— Deberías irte ahora, antes de que esos imbéciles decidan que no quieren que te vayas.

Lavi enarcó una ceja y botó un suspiro. Kanda sintió como la tierra se entremetía en sus uñas.

— ¿Qué será de ti ahora?

Yo que sé, a lo mejor busque una forma de morir. ¿Sabes? Estoy harto de tanta pérdida.

— Vete, Lavi.

Bookman rió otra vez. Quedo.

— Veo que estás desesperado con que me vaya.

Otra ventisca lo suficiente fuerte apareció y desordenó del todo sus cabellos. Kanda fue consciente de la suciedad de sus manos y sintió los residuos de las hojas secas pegados en las palmas. Y en cambio Lavi hizo un chasquido con los labios, y esa sonrisa que no podría ir jamás con el primer individuo que conoció, bailó en sus labios.

— Lo tomaré como un sí, o un; "No pienso darte mejor despedida que ésta, estúpido conejo". ¿Sabes, hasta ahora me pregunto por qué…?

— Pensé que tu verdadera personalidad no tenía sentido del humor.

Lavi –o cualquiera que sea su verdadero nombre- rió con una alegría simplista, casi infantil. No estaba fingiendo. No había flores de loto. Kanda sintió un nudo en el pecho, sabiendo perfectamente a qué venía esta opresión mortuoria.

— Claro que lo tengo. Todos lo tienen y más de la media lo tendrán mejor desarrollado que tú —se relamió los labios, haciendo descansar a la par sus mejillas—. Aunque creo que hasta una piedra se mostraría más expresiva que mi querido Yuu, ¿no?

— Tsk.

El pelirrojo lo volvió a mirar como esa noche –y no, no estamos hablando de esa en que el calor parecía ahogarlo- y su sonrisa que imitaba al sol –y casi, pero casi lo lograba-, moría con cada paso que daba a su dirección. Kanda no supo el momento en que lo tuvo delante, pero sí, tenía la información exacta de cuando se dio la puesta solar. Lavi le extendió la mano.

— ¿Te cuidarás?

Enarcó una ceja. Preguntándole así, desde cuándo era tan… estúpido.

— Bueno, sí, sé que suena tonto y preguntar cosas así no va conmigo, pero no creo que te vuelva a ver, así que…

Tendría que haberse levantado, y dejado con las palabras en la boca. En fin, esta charla no se movilizaba a lugar alguno, y hacía esto más… doloroso. Pero aun sabiéndolo, aun cuando ya se dictó que ya no más, su mano se movió más rápido que su consciencia, y tomó con la suya la mano del pelirrojo. Y… la piel de Lavi era caliente al contacto con la propia. En ese preciso momento fue más consciente todavía, de los restos de hojas caídas aún en sus manos.

— Gracias Yuu.

Lavi le recordaba al otoño. Todo lo que caiga en esa estación, tarde o temprano debía de perecer. Las flores de loto no estaban, sí, pero Lavi que las mató, ahora tenía la obligación de erradicar también ésto.

— ¿Por qué?

Le sonrió en respuesta. Esta mierda seguía floreciendo y este otoño muy seguido le recordaba al verano más caliente de todos.

— Estamos volviendo a lo mismo.

Lo sé.

Se dio cuenta de que seguía agarrando con fuerza la mano de Lavi. La estrechaba con dureza, como si no quisiese soltarla nunca. Pero claro, la soltaría, porque…

— ¿Quieres que me vaya?

— ¿Crees que te voy a pedir que te quedes?

Si tuviera uñas más largas, éstas se hubieran enterrado en la piel de Lavi, pero como eran escasas, fueron sus dedos los que dejaron marcas.

Esto era culpa de Lavi. Esto era enteramente su culpa.

Jamás te pediría que te quedes. Al menos no lo había pensado antes, no cuando pensó que sus sentimientos siempre seguirían una sola vía. Pero ahora no había flores de loto –al menos no con Lavi-. Y sí, definitivamente Alma –y "ella"- eran los acontecimientos más importantes de su vida, y fueron las personas –hasta ahora no sabía estabilizar si valían un plural o un singular-, que quiso más. Pero… no estaban, y Lavi sí, y a pesar de las mentiras, él era palpable, así que…

El agarre seguía siendo el mismo, el tiempo parecía haberse detenido. Lavi no tenía nada que agradecer, y era que no se despida de él –a solas-, ya que hacía las cosas aún más difíciles. Kanda no quería pedir cosas imposible, no deseaba el rechazo ahora que al menos su amistad no tenía un puesto ambiguo y solo era; pero tampoco quería… ya no deseaba nunca más perder, y… Lavi correspondió a su apretón –tal y como esa noche correspondió al impulso dado tras una lluvia de palabras-, y lo estaba mirando.

— Ya me tengo que ir… —sus manos se estrecharon más—. ¿Tú te piensas quedar?


Sí… creo que me gusta, pero no sé… mmm.

Bien, este es un Yuvi –si quieren llámenlo LaviYuu, pero… yo lo veo más Yuvi en este caso, jajaja-, que trata… acerca de un amor… difícil. Solo serán 4 episodios, y sin ven el título del episodio, supongo que ya sabrán cuales son los que vienen. No, desgraciadamente los próximos capítulos no tratan de lo que viene, esto es prácticamente el epílogo –y ustedes verán si le dan una vía feliz o triste a la última escena-, y los otros capítulos son… pues de antes, de cosas que sucedieron entre ellos, razones, épocas, todo conectado, pero sin ir a una sola vía, y no sé cuán largos serán los otros episodios, puede que más, puede que menos.

Lo anuncio por si las moscas… esta historia forma parte de una colección de otras historias, que son 4, cada una con diferentes nombres, diferentes parejas, y hasta temáticas, solo tiene la línea del tiempo, y dentro de mi cannon –mío-, hay una que otra parte conectada.

La verdad… me siento un poco culpable que las otras historias comenzaron con una extensión mucho menos grande que esta, pero… bah, no hay nada que pueda hacer, cada una tiene las palabras que yo creo se merecen.