Disclaimer: Hetalia no me pertenece. Todos los créditos a Himaruya-sensei.


Hola! Esta es una nueva historia, aunque está relacionada en parte con "¡Nordics: Excursión sobre la nieve!", en donde se ubicaría después del capítulo 03.

Este es el primer capítulo, y tiene que ver con la Colonización de Islandia por los noruegos. También, incluye algo de la Invasión Vikinga sobre Europa. El relato se adentra en el contexto histórico de estos sucesos, desde el punto de vista de Islandia-kun (al fin y al cabo este capítulo y el siguiente son recuerdos suyos).

Una aclaración: lo que tiene que ver exclusivamente con lo que observa, siente y piensa el pequeño Islandia, está en cursiva, y los diálogos de los demás personajes en letra normal. Espero que no sea confuso… :/ También hay notas al final del capítulo para aclarar ciertos acontecimientos y palabras clave.

Por último… ¡amo Hetalia y también la historia! :) :) :) :)


Mmmmmm… ya hace rato que Norgen ha entrado al mundo de los sueños. ¡Maldito bror! ¡Hacerme tomar un termo entero de café justo antes de irme a dormir! Y por supuesto que la cafeína ha hecho su trabajo en mí. Tsk… ¡ya sabía yo que esa bebida amarga no era igual que la Coca-Cola! Porque, la verdad es que, no importa cuántos litros de gaseosa beba, siempre duermo normal. ¡Pero me tomo apenas un trago de café y estoy condenado a pasar la noche en vela! ¡Y para colmo, toda la cafeína que Norgen ha ingerido ni siquiera le ha hecho cosquillas! ¡Está dormido como una roca! ¡Lo odio!

Bueno… no es que realmente lo odie. Al fin y al cabo, él es mi hermano mayor, y para ser sincero, lo admiro un poco. ¡Pero que ni se entere de eso! ¡Vendría a mi lado a tratarme como un niño pequeño, igual que hace un momento, y eso es lo último que quiero!

De súbito, abro mis ojos. Jum. Luce igual que hace un rato. Esta recostado sobre el suelo, cubriéndose con su manta. La verdad se ve bastante tranquilo dormido. ¡Vamos, tampoco es que sea demasiado extrovertido despierto! Bueno, al fin y al cabo, yo, de algún modo… tengo un carácter similar. ¿Será que se me pegó su forma de ser durante todos los años que viví con él? Bueno, es una posibilidad…

Sí, yo viví junto a Norge por bastantes siglos. Y también Danmörk estaba ahí.

Ahhhhhhhhh… algunos recuerdos de pronto han venido a mi mente…

El día en que conocí a Norgen.


Yo era un niño muy pequeño, que aparentaba unos tres años, cuando, un día, súbitamente unos barcos arribaron a mis costas. En uno de ellos venía un individuo de edad madura, con una barba frondosa y vistiendo armadura. Luego me enteraría que su nombre era Ingólfur Arnarson.

-¡Suelten los öndvegissúlur (postes) al mar! -exclamó. Unos hombres inmediatamente obedecieron la orden. Alzando unos pesados maderos de la cubierta del barco, los arrojaron al agua. Era una tradición de su país.

Yo estaba asustado. Aunque antes ya habían venido otras personas a mis frías costas, sólo examinaron un poco el lugar, y se fueron sin más. Estos hombres, por otro lado, parecían tener la intención de quedarse. ¿Y sí me hacían daño? Empecé a temblar detrás de la roca donde me había escondido. Sin embargo, después de un rato, saqué el valor suficiente para asomar la cabeza.

-¡Sigan a los postes! -mandó el jefe a dos de sus esclavos. El lugar donde los maderos fueran a parar indicaría dónde debían establecerse. ¿Establecerse?

-"Oh no…" -pensé para mis adentros.

Entonces, me di cuenta que, junto al hombre barbudo de armadura, había un chico que parecía diferente a los demás. Rubio, delgado, bastante joven. Vestía ropa extraña. Una túnica ceñida a la cintura, con lazos en el cuello y en las mangas, pantalón ajustado, una gruesa y larga capa sobre los hombros, y una gorra de lana sobre la cabeza. Calzaba botas de cuero. Pese a su corta edad, parecía muy seguro y con mucha autoridad.

-Bien, Arnarson (1). Parece que tu familia y tus súbditos lograrán restablecerse más allá del mar norteño. Me alegro por ti -alegó, aunque realmente no se veía tan feliz. Es más, no parecía haber expresión alguna en su rostro.

-Jajaja… lo sé, joven Norge. ¿Cómo cree que debería llamar al lugar?

-Mmmm… Está cubierto de hielo. ¿Qué te parece… Island?

-¿Island, eh? Bueno… quizás sea una buena idea… la tomaré en cuenta…

-De acuerdo. Dejaré que te tomes el tiempo necesario para que tú mismo decidas cómo nombrar a la isla que acabas de descubrir. Ahora, deberías ordenar a los hombres bajar de los barcos, y explorar un poco el territorio…

-Eh, sí, tiene usted razón. Al fin y al cabo, no sabemos quiénes habitan este lugar. ¡Jajajajaja! ¡De cualquier modo, no por nada somos vikingos! ¡Si se ponen hostiles, habrá que enseñarles quién manda, jajajajajaja! -se reía el mayor, mientras desenvainaba una enorme espada, cuyo tamaño le quitaría la respiración a cualquiera.

-Mmmm… es verdad… -el chico dibujó una sonrisa casi imperceptible, pero con un ligero toque macabro.

De más está decir que casi entro en crisis nerviosa. ¿Quiénes rayos eran esos tipos? ¡Maldición, realmente parecían despiadados! Y en cuanto a los habitantes de la isla… ¡que yo supiera, el único que vivía por este lugar… era yo! ¿Me iba a cortar ese barbudo en pedazos con esa cosa enorme que tenía entre las manos?

-Bien. ¡Todos, bajen de los barcos! -ordenó Arnarson. Los demás obedecieron. Una vez la tripulación hubo desembarcado, se reunieron en un círculo cerca al mar, con el líder al centro-. Escuchen. Vamos a dividirnos es dos grupos. El primero, será el equipo explorador. Esta es una tierra extraña, y no sabemos quiénes la habitan ni qué peligros pueden existir. Así que, la misión de estos hombres será, básicamente, echarle una pequeña ojeada al lugar. ¡Los que estén de la mitad hacia mi izquierda, serán los encargados de esta tarea! Y el comandante del grupo será…

-Yo… -exigió el chico rubio, con un ligero tono imperativo.

-Ehhh… claro, joven Norge, aunque, hubiese preferido que usted se quedara aquí, en la orilla, con el otro equipo, y… más seguro, ¿entiende?

-Entiendo lo que quieres decir. Sin embargo, tú bien sabes que puedo cuidarme sólo -argumentó, con un pequeño dejo de arrogancia-. Además, no sé por qué te preocupas tanto por mí. Estás huyendo del tipo que poco a poco está unificándome y que pronto se convertirá en mi jefe absoluto, ¿verdad? Ahora que has encontrado un nuevo territorio donde establecerte, mi bienestar ya no es tu prioridad. Incluso me arriesgo a decir que, si me pasara algo, tú te pondrías feliz, ¿cierto?

-Norge, no diga eso. Aunque yo haya llegado aquí escapando del ulykkelig de Haraldr (2), todavía soy noruego, y aún debo velar por el bienestar de mi país...

-Bueno… supongo que debo creerte. Aun así, desde hace un momento cierta presencia me está inquietando… Quiero averiguar de quién se trata…

-Mmmm… si esa es la cuestión, supongo que no tengo otra alternativa más que dejarte ir.

-Igual, no hubieras podido detenerme. Ah, y ustedes, los que vienen conmigo, apresúrense -ordenó, dándose media vuelta, y dirigiéndose hacia el interior de la isla. Los individuos encargados de explorar bajo su guía se miraron entre sí y, después de un breve momento, lo siguieron. Hicieron lo mismo los pocos soldados de Haraldr que habían ido a esa remota isla con el único propósito de custodiar a la joven nación.

Atrás se quedó Arnarson con la otra mitad de la tripulación, viéndolos alejarse.

-Tsk… ¿pero quién se habrá creído ese niñato para tratarte así? -protestó uno de los hombres que estaba junto al líder. Era también de edad madura, y llevaba una barba abundante, pero tenía el cabello un poco más largo que el de su jefe.

-Supongo que Norge. No lo subestimes, Hjörleifur (3). El mocoso está creciendo rápido.

-¡Ja! Claro. Y pronto pasará a ser el territorio que Haraldr gobernará. ¿Sabes? Opino que hay algo de cierto en lo que ese niño presumido dijo. Ahora que vamos a establecernos aquí, nos hemos desligado complemente de Norge. Entonces, su bienestar ya no es de nuestra incumbencia. Es más… ¿cómo crees que reaccionaría el dum de Haraldr si se enterara de que el chico que representa a su reino ha sufrido un pequeño accidente, eh?

-No vamos a hacer eso -dictaminó el otro, tajante.

-¡¿Cómo qué no?! ¡Ingólfur, esta es una oportunidad única! ¡Ahora tenemos al mismo Norge en nuestras manos, y los hombres que lo custodian no son rivales para nosotros! ¡Vamos a vengarnos de Haraldr y a destruir su reino antes de que empiece!

-Te digo que no. Ya lo he pensado bien. Tengo una mejor idea.

Claro, yo no entendí ni un ápice de lo que dijeron esos ancianos. Además, tenía asuntos más importantes de los cuales ocuparme… Ese chico rubio, con su tropa de intrusos, se estaba adentrando en mi territorio. ¿Qué iba a hacer ahora?

Yo seguía en mi escondite tras un montón de rocas, cuando vi a los noruegos pasar justo delante de mí. Traté de contener la respiración y hacer el menor ruido posible. Seguro así no me descubrirían.

Después de un momento, pareció que mi táctica estaba dando resultados. Oí que las pisadas se alejaban. Estaba a punto de suspirar aliviado, cuando…

-Mhp… -el joven comandante se detuvo, de golpe.

-Señor Norge, ¿pasa algo? -preguntó, uno de los soldados que iba a su lado.

-Mmmmm… -sin contestar nada, se giró de pronto, hacia donde yo me encontraba. Juraría que sudé frío y caliente en esa ocasión. Ya no me atreví a asomar más la cabeza. No moví ni un músculo. No respiré. Y, sin embargo, pude sentir la penetrante mirada del chico atravesando las rocas y clavándose en mí.

-Mmmmmm… voy a explorar… allí detrás…

-¿Ahí, tras de esas piedras? ¿Qué puede haber? -preguntó otro de los hombres.

-Ya sabré yo… -replicó el menor. Entonces dio un paso. Y otro más. Se estaba acercando. Sentí que el corazón me latía con fuerza. Era el fin. Sin embargo, de repente…

-Se… señor Norge… -uno de los soldados encargados de custodiar al joven lo detuvo. Parecía nervioso.

-¿Qué quieres ahora? Estoy ocupado…

-Señor… la verdad… sus guardas estamos preocupados -susurró el hombre, tratando que los hombres de Arnarson, que iban más adelante, no lo escuchasen-. No…. nos preguntamos si fue buena idea venir aquí…

-¿A qué te refieres?

-Bu… bueno… -titubeó, sin atreverse a decir lo que pensaba.

-Se refiere a que te has arriesgado y has arriesgado a tus guardas, a nosotros, al insistir en venir hasta este lugar con Arnarson y su gente… -al ver que su colega titubeaba, una joven pelirroja, también guerrera de Haraldr, intervino. Se veía muy segura, y con mucho carácter.

-Hablas como si los hubiera arrastrado a los ocho por la fuerza. Ustedes por su cuenta decidieron acompañarme -replicó el chico rubio.

-¡Lo hicimos porque su Majestad, el rey Haraldr nos lo pidió! -argumentó la muchacha.

-Yo no le pedí guardias… -objetó él, mirando a los ocho soldados de manera despectiva-. Además, Haraldr todavía no es el Rey…

-Pero usted sabe que lo será pronto. Está unificando a toda Norge, y en un abrir y cerrar de ojos se convertirá en el soberano absoluto… en su soberano, joven señor… Es natural que quiera proteger a su futuro reino. A usted -afirmó ella.

-De cualquier modo, aunque así fuera, él no les dijo que me siguieran hasta aquí. Es más, juraría que Haraldr ni siquiera sabe que Arnarson ha huido, con todo su clan familiar, a una isla remota.

-Él no nos especificó que lo siguiéramos hasta aquí, porque jamás imagino que usted se atrevería a acompañar a uno de sus mayores enemigos en su fuga a través del mar. Simplemente nos mandó que lo custodiáramos porque… porque…

-¿Por qué soy impredecible?

-Sí, precisamente. Sin embargo, no creímos que tanto. No imaginamos que tendríamos que seguirlo, primero hasta la morada de Arnarson, y después, para empeorar las cosas, a través del mar, incluso a riesgo de nuestras vidas.

-¿A riesgo de sus vidas?

-¡Por favor Norge! ¡Usted entiende lo que quiero decir! ¡Arnarson sabe que somos soldados de Haraldr, su mayor rival, y, si no nos matado, supongo que es por respeto a usted! -exclamó la chica, exasperada.

-Lo es. Yo, Norge, soy aun un conjunto de pequeños reinos. Haraldr estará unificándome, pero, incluso Arnarson y su clan son todavía parte de mí…

-¡Ya no lo es más! -objetó ella-. ¿Es que acaso no lo entiende? ¡Ahora que es un fugitivo, Arnarson ya no es más noruego! ¡Al rebelarse, huir del país y declararse enemigo de Haraldr, el futuro Rey, se ha declarado enemigo también de Norge, de usted! ¿No ve el peligro que corre? ¡Ahora que ya se ha desligado por completo de nuestro país, a él no le costaría nada secuestrarlo, lastimarlo, e incluso matarlo…!

Una pequeña sonrisa sarcástica se dibujó en el rostro del más joven.

-¿Matarme? No es tan sencillo. Yo soy una nación. Destruirme es un poco más… complicado… Y aunque pudiese hacerlo… no se atrevería… -aseveró él muy confiado.

¿Cómo está tan seguro? -replicó la muchacha.

-Porque Arnarson, fugitivo y todo, aun se siente noruego. Y él no es tonto…

-¿Cómo puedes saberlo? -volvió a insistir ella.

-Porque, aunque no lo creas soy dos… quizás hasta tres veces más viejo que él, y también que todos ustedes. Y he aprendido mucho del comportamiento humano en todo este tiempo. Así que confíen en mí, ¿quieren? -les exigió, ligeramente irritado-. Arnarson no va a tocarme a mí. Y tampoco a ustedes…

-Pues, para tener tanta edad y ser tan sabio como dices, eres muy imprudente -le recriminó la joven-. Pudiste haberte quedado dentro de tu territorio. No tenías que venir hasta aquí…

-Tenía que hacerlo -rebatió él.

-¿Por qué? -inquirió ella.

-Porque mi espíritu aventuro me lo exige. Ya he salido de mis fronteras, con otros fugitivos como Arnarson, en más de una ocasión. He invadido England, Frankrike, incluso he llegado hasta Spania. Así que, viajar a una pequeña isla del norte no es un gran problema para alguien como yo. Y, como dije, siento que el clan de Arnarson es todavía parte de mí. Enemigo de Haraldr o no, tenía que conocer el lugar donde iba a asentarse…

-Pues bien, ya viste lo suficiente. Ahora que has conocido el lugar dónde ellos se establecerán, volvamos a nuestras tierras…. -exigió la chica, secundada por sus compañeros.

Te equivocas. Lo he visto, pero aún no lo conozco -musitó él, como hablando para sí mismo-. Sin embargo, presiento que pronto lo trataré en persona…

Los guardias se miraron, confundidos.

Yo, por mi parte, había aprovechado su largo diálogo para escabullirme a pasos cortos y sigilosos de allí. Cuando el joven se volteó hacía mi antiguo escondite, yo ya me había alejado bastante. Entonces, sabiendo que estaba fuera de su vista y de su alcance, eché a correr.

No vi la cara que puso Norgen al enterarse de que había perdido la primera oportunidad de conocerme, pero, conociéndolo como ahora lo conozco, estoy seguro de que soltó un suspiro de frustración, reprendió a sus guardias, sobre todo a la chica, por distraerlo. Ellos, sin saberlo, habían contribuido a que yo me escapara de allí. Seguro que después, les dio la espalda, y prosiguió su camino, sin más ni más.

Yo seguí corriendo todo lo que podían darme mis pequeñas piernas. Estaba consiguiendo alejarme. Y sin embargo, aún pude escuchar, a lo lejos, a los hombres de Arnarson reprochando a los guardas de Norge.

-Oigan ustedes, soldaditos de Haraldr, ¿es que no pueden seguir nuestro paso? ¿O tiene miedo de que les hagamos algo…? ¿No? ¡Entonces, dejen de detenerse a conversar, y caminen más rápido! -dicho esto, soltaron una carcajada burlona.

Inmediatamente, se hizo un silencio. Y, tras unos segundos, otra voz más rompió la calma. Era la de la joven que había participado en el diálogo con el rubio minutos atrás.

-¡Norge! ¿A dónde vas? ¡Tenemos que permanecer juntos! -exclamó.

No oí qué respondió el aludido, sí es que le contestó algo. Lo que sí supe es que mi corazón volvió a agitarse. Si ese chico se había separado de su grupo, acaso sería para… ¿ir detrás de mí?

-¡Oye Norge, no es sabio desviarse del camino sólo para seguir un "presencia" extraña! -insistió ella. Yo me estremecí. ¿Presencia extraña? ¿Se refería a mí?

-Te digo que está por aquí… -replicó él

-¿Quién?

-Él. Él es igual que yo…

"¡Maldición!" pensé para mis adentros. ¡Su voz se escuchaba más cerca que antes! ¡Ese muchacho me estaba siguiendo! ¿Cómo rayos sabía que yo estaba por ahí?

-¿I… igual que usted? -preguntó la pelirroja, anonadada-. Oiga, eso quiere decir que…

-Sí. Tal como yo represento a Norge, él representa a este lugar...

Empecé a correr lo más rápido que mi cuerpo me permitió. Esforcé mis piernas al máximo, hasta el punto que empezaron a quemarme. Mi garganta, reseca, me ardía. Mi corazón se salía de mí. Pero, aun así, ellos eran más grandes que yo. Por lo tanto, por más que me esforzará, perdía ventaja... Sus voces se oían cada vez más cerca.

-Así que, ahora que sabes a quién busco, te seré claro: si vas a acompañarme, deja de quejarte. Si te da miedo, puedes volver con el grupo, ¿de acuerdo? -le exigió el rubio, con su frío tono de siempre.

-¡Oiga, Norge! No es para tanto -objetó ella-. ¡Yo no tengo miedo! Me preocupa usted…

-¿Cuándo vas a entender que puedo cuidarme sólo? -replicó él, irritado-. Además, no necesito a una pequeña humana exasperante vigilándome y diciéndome qué hacer…

-Tsk… tan arrogante como siempre… -masculló la muchacha por lo bajo, molesta.

Entonces, se hizo un silencio. Creí que los había perdido. Me paré a descansar un momento, cuando de pronto…

-Ehhh… señor Norge

¡Rayos! ¡Esta vez la voz de esa chica se oyó peligrosamente cercana! ¡Tenía que largarme de ahí lo antes posible! Pese a que estaba muerto de cansancio, me vi obligado a correr otra vez…

-¿Qué quieres? -le respondió el joven, tan "amable" como siempre.

-En tanto buscamos a su colega escurridizo… ¿puedo pedirle que haga algo? -preguntó ella, con un ligero toque de timidez.

-¿Yo? -respondió él, un tanto sorprendido. Supongo que no se esperaba eso. -Si puedo y deseo hacerlo, no hay ningún problema…

-De acuerdo. Lo que quiero es que me cuente sobre sus expediciones a England y Frankrike

Era inútil. Ellos me alcanzarían. Todo estaba perdido…

-¿Eh? -el joven parecía aún más desconcertado que antes-. ¿Por qué, de pronto, quieres saber sobre eso?

-Verá usted… mi padre y mi abuelo participaron en esas invasiones… Y yo siempre quise que ellos me contaran sobre sus aventuras cuando volvieran… sin embargo, ninguno de los dos regresó... -susurró la muchacha con tristeza.

¿Invasores eh? Un momento. Yo todavía tenía una ventaja. Ellos eran invasores. Eran extraños. No sabían casi nada del lugar. Yo, por otro lado, conocía esta zona como la palma de mi mano.

-Ah, claro. Y quieres que yo, como participante de tales expediciones, te cuente de primera mano lo que pasó…

-Sí, algo así…

Levanté la cabeza. Ahí estaba. Esa gruta pequeña, donde yo siempre solía jugar. Nunca creí que algún día me serviría de escondite, y sin embargo, era perfecta para tal fin. Ahí al interior sólo cabía alguien de mí tamaño. Además, estaba cubierta de vegetación propia de mi tierra, en un camuflaje perfecto. Nadie jamás sospecharía que, detrás del musgo, estaba yo.

-Bueno… entonces, voy a relatarte la historia a grandes rasgos, pero no sé si te guste lo que escuches…

-¿Qué no me guste? -rebatió ella, incrédula-. ¡Por favor, no sea ridículo! ¡Estoy ansiosa por oírlo! -exclamó.

Sólo tenía que escalar un poco para llegar a ella. Pero eso sería pan comido. Lo había hecho muchas veces…

-De acuerdo. Te lo relataré bajo tu propio riesgo. Haber… -rememoró él- todo comenzó como hace… setenta y siete años… cuando llegamos a England

¡Lo había conseguido! Me escabullí al interior y me quedé quieto. Traté de hacer el menor ruido posible aun estando tan agitado…

-Ese día, saqueamos el monasterio de Lindisfarne...

Ahora sólo me quedaba rogar por que aquellos dos, tan concentrados en su conversación, no se dieran cuenta de que yo estaba allí cuando pasaran…

-Como nos gustó obtener tantos tesoros tan fácilmente, proseguimos hacia otros lugares de la costa. Asaltamos muchas iglesias y monasterios por toda England e Irland. Y era fácil, sabes por qué, ¿no?

-Porque los monjes no pueden defenderse…

-Sí, básicamente…

Un momento… ¿monjes? Yo recordaba haber visto unos monjes navegar cerca a mis costas, hacía ya algún tiempo. Parecían buenas personas… al menos más que los tipos que ahora me invadían… "Claro… seguro ellos se han establecido en algún lugar de esta isla que yo desconozco… cuando me libere de estos dos, voy a ir a buscarlos, los encontraré, les advertiré del peligro y les pediré que me protejan…"

-Pronto, se nos unió Danmark. Y, como el pequeño England es una nación pequeña e inútil, ambos no tardamos en someterlo. Luego, incursionamos juntos las tierras de Frankrike y Nederland (Holanda). Hicimos lo mismo que en los anteriores lugares: robar, incendiar y matar. Hubieras visto la cara de terror del gallisk (galo) cuando lo amenazamos. Se arrodilló, sacó un cofre lleno de oro y nos suplicó que lo dejáramos en paz. Entonces, proseguimos hacia el Middelhavet (Meditarráneo), a Spania (España), para ser exactos… Allí redujimos a cenizas su capital, que, por cierto, era muy bonita antes de consumirse en las llamas… -señaló el rubio, con un toque irónico.

-Oiga, si lo dice así realmente suena brutal… -opinó la chica.

-Probablemente suene así porque en verdad lo fue. No en vano nos ganamos el apodo de Nord Terror (Terror del Norte), ¿sabes? -señaló él, orgulloso.

-¡Pues ahora que me cuentas todo lo que hicieron, no me sorprende que les pusieran ese apelativo! -exclamó la chica-. Y, dime, ¿nuestros invasores fueron aún más lejos después de invadir Spania?

Claro que sí. Les había llegado el turno a los lindos hermanitos Italia. Increíblemente débiles por cierto, les dimos una buena paliza e invadimos gran parte de su territorio. Luego, nos aventuramos hacia los tyskerne (germanos). También cayeron ante nosotros. Entonces, remontamos el Volga y llegamos hasta Novgorod. Pobre Russland (Rusia). Seguro todavía se acuerda de la paliza que le dimos… -tras decir esto, el muchacho soltó una risita burlona.

-¡Jajajaja! ¡Qué mal! -ella se reía de la historia como si el otro le estuviese hablando del clima. Skjaldmær (4) y Víkingar (vikinga) tenía que ser… -Oiga… no sé cómo suene, pero Danmark y usted… realmente son atroces…

-No sólo Denmark y yo. Sverige (Suecia) también se unió a la fiesta. Además, el slaviske (eslavo) se lo ganó, por debilucho… (5)

-¿Debilucho, eh? -repitió ella, divertida-. Y dígame, ¿todavía invadieron más lugares?

-Tal vez uno que otro pueblo, pero de menor importancia. Después de todo ese tiempo fuera, ya se me antojaba regresar a casa. Además, algunas circunstancias hacían imperativo mi regreso. Había disputas entre pequeños reinos, y el caudillo de uno de ellos parecía estar saliendo vencedor…

-Ah, te refieres a Haraldr

-Sí... él mismo… Lamentablemente, cuando arribamos de regreso al país, habíamos sufrido muchas bajas. Nuestras hordas perdieron algunas batallas contra ejércitos más organizados (6). Probablemente tu padre y tu abuelo cayeron en una de aquellas luchas…

-Es lo más probable... -suspiró la joven, con tristeza-. Pero, no importa. Ellos se inmolaron peleando, tal y como debe morir un vikingo. Sé que fueron directo al Valhalla (7).Además, tuvieron muchas aventuras más allá del mar. Yo, por otro lado, a pesar de ser también una guerrera, jamás había salido de nuestras fronteras. De hecho, esta sería la primera vez…

-Mmmmm… entonces te falta mucho por conocer… No tienes idea de lo que se siente invadir, saquear y someter otros lugares… -afirmó él, con un toque de éxtasis en su voz-. Una vez que tu rey termine su trabajo de pacificarme, probablemente podrías salir conmigo en las nuevas invasiones que tengo planificadas, al fin y al cabo, eres una luchadora bastante buena…

-Seguir los pasos de mi padre… ¡eso en verdad sería genial! -exclamó ella, entusiasmada-. ¿A dónde piensas ir ahora?

Volver a England y Frankike. El gallisk ha prometido cedernos una parte de su tierra norteña con tal que lo dejemos en paz. Y yo planeo presionarlo un poco para que cumpla. Tal vez la invasión de su preciosa capital sea buen aliciente ¿no crees? (8) -preguntó el joven, con una pequeña sonrisa torcida.

-¡Jajajaja! ¡Sin duda lo será…! -se rió la chica, emocionada-. Oye, Norge, ¿por qué nos detuvimos?

-Shhhh… guarda silencio -le ordenó el rubio a su guarda en un susurro-. No quiero que el chico se vuelva a asustar…

-Ahhh… claro… ¿entonces está por aquí cerca? -musitó la muchacha.

-Es probable… -contestó él con un hilo de voz-. Nos paramos porque quiero descansar un momento -mintió, regresando a su tono de voz convencional-. Ahora dime, ¿tienes otra pregunta?

Una vez quietos, pude verlos mejor. La chica llevaba un vestido de cuero, ajustado a la cintura por una gruesa correa, un pantalón ceñido a las piernas, y botas. En una mano portaba un escudo pequeño de madera, y en la otra, un hacha. Era pelirroja, de ojos verdes, y bastante bonita, a mi parecer. El joven, por otro lado, no tenía ningún tipo de arma a la mano…

-Desde luego… porque me has contado la historia a grandes rasgos, pero no has profundizado en los pormenores… -especificó ella.

-Ohhhhhhhh… entonces quieres escuchar detalles macabros, ¿eh? -la acusó el rubio, con una sonrisa.

-¡No es lo que dije! -replicó ella, abochornada-. Sólo que… deseo conocer mejor algunos datos… por ejemplo… cómo se movían, como estaban organizados, qué les hacían a las personas de los lugares que invadían…

-Ahhhh… eso quiere decir que sí deseas oír historias sanguinarias. Haber… ¿por dónde empiezo? Nos movíamos en barcos que tú ya conoces, de hecho, vinimos hasta aquí en uno de ellos…

-Ah, te refieres a los Drakkars (9).

-Sí. Esos navíos tan resistentes y veloces eran nuestro principal medio de transporte a través de mares y ríos. Por lo tanto, nuestras víctimas preferidas eran las ciudades ubicadas cerca de playas y riveras. En cuanto a estrategias… yo optaba por los ataques strandkogg: sorpresas, rápidos, y con mucha ganancia. A Denmark, por otro lado, le parecía mejor establecer bases allá a donde iba. Y debo admitir que era una buena idea. Así, resultaba más fácil abastecerse, descansar cuando no se estuviese en acción, y reagruparse después. Otra táctica común era atacar a las personas los días que estaban reunidos en sus iglesias, orando… e indefensos… -detalló, con una sonrisa malévola-. Ahora… en cuanto a qué les hacíamos, pues depende… si valían algo, como ciertos monjes, sólo los secuestrábamos para pedir recompensa, si no valían nada, los degollábamos, apuñalábamos, o les destrozábamos el cráneo. Había maneras diversas… y hasta divertidas de matarlos… -aseguró, con una expresión psicópata en los ojos.

-¿Divertidas?

-Despellejarlos, abrirles el pecho, sacarles las extrañas… -enumeró, con una sonrisa macabra- todo dependía de cómo se comportasen…

-¡Ah! -me tuve que cubrir la boca.

¡Rayos, ¿por qué había soltado ese alarido?! "Que no me haya escuchado, que no me haya escuchado, que no me haya escuchado…" repetía como un loco para mis adentros. ¡Maldición! Degollar, despellejar, abrir el cráneo… Empecé a temblar violentamente al interior de mi escondite. Estaba muerto de miedo. Quería romper a llorar, pero me contuve. Me contuve todo lo que pude…

-Oye, no me mires así… tú preguntaste… -aclaró él al ver la expresión en el rostro de la joven.

-Ya… ya lo sé… -replicó la guarda, que se había puesto un poco pálida-. Por cierto, ¿es verdad que también asesinaban mujeres y niños? -preguntó, algo escandalizada.

-A veces… pero, ¿te digo un secreto?

-¿Eh?

-Sólo era publicidad -aseguró.

-¿Publicidad?

-Sí… Lo hacíamos con el único propósito de alimentar la leyenda negra que corría en torno a nosotros… Entonces, cuando el pavor cundía por todos los pueblos a los que nos dirigíamos, la invasión se hacía mucho más fácil… (10)

-Tsk… que despiadados… -opinó desaprobatoriamente ella.

-Quizás. Pero, ¿sabes? Cuando estaba de buen humor, como ahora, no les hacía nada a las personas que, por su cuenta, se rendían… -enfatizó, alzando la voz.

-¿Eh? -preguntó ella, percibiendo que algo extraño sucedía.

-Pero si no se sometían voluntariamente… -el chico empezó a hacerle señas a la guerrera para que se subiese, con sigilo, a la cima de la ladera en donde se encontraba mi escondite, orden que ella obedeció inmediatamente. Por supuesto que yo, en plena crisis nerviosa, no me di cuenta de nada- …si no lo hacían, tenía que destrozarles la mandíbula con esto… -lentamente, empezó a sacar de su cinturón… ¡¿un mazo?! ¡Creí que ese sujeto no portaba armas!

Un mazo largo y delicado, hecho de hierro, pequeño, pero suficiente para hacer pedazos la cara de una persona, había estado enfundado cerca de su muslo todo este tiempo. Ahora, lo había sacado y lo sujetaba con ambas manos.

De repente, empezó a caminar hacia la pendiente en donde se hallaba la cueva que me refugiaba. Alzando la cabeza, clavó los ojos directamente en ella.

-Hey tú… ya sé que te escondes allí, en esa gruta tras los musgos… Sal, y prometo ser bueno contigo…

Sólo recuerdo que entré en pánico. No sabía qué hacer. Estaba confundido. Entonces, al ver que el joven rubio, arma en mano, comenzó a escalar las rocas en dirección a mi pequeño escondrijo, no pude más con la tensión, y salí… era mi última oportunidad…

Salí de la cueva, completamente cubierto de musgo, y empecé a trepar hacia arriba. Mi plan era dirigirme a la cima de esa ladera… si era rápido, él no me alcanzaría…

Pero no contaba con que la chica, parada al borde de la pendiente, me estaba esperando, con esa enorme hacha en una de sus manos, y gesto amenazante.

-"¡Oh, no!" -pensé.

Estaba acorralado. Me quedé completamente inmóvil en la mitad de la ladera. Era mi fin.

El muchacho, aprovechando mi confusión, al fin me había alcanzado.

-Ahora te tengo… -lo escuché susurrar a mi oído derecho. Al darme la vuelta me choqué con su mirada. Celeste, fría e inexpresiva.

Él, sujetándose de una roca con la mano izquierda, sostenía su mazo con la otra.

-Ahhhhhh… -empecé a temblar-. ¡Ahhhhhhhh! -solté un grito. Desesperado, traté de escabullirme. Pero fue imposible. El joven me sujetó fuertemente por el abdomen con su brazo derecho, el mismo donde tenía su arma. Entonces, de un par de saltos, ya estaba en el piso, con su prisionero y trofeo -yo- sometido y capturado.

No pasó mucho para que su guarda también resultara parada a nuestro lado.

-Vaya, ¡pero que pequeño es su amigo, joven Norge! ¡Así cubierto de musgo, parece un troll! -se rió la chica, entretenida con mi aspecto.

-Mmmm… voy a quitarle toda esa vegetación. Quiero ver cómo es… -el chico me transfirió a su brazo izquierdo por un momento con la intención de usar el derecho para guardar su mazo. Y yo aproveché la distracción para empezar a patalear…

-¡Ahhhhhhhh! ¡Suéltameeeeeeee…! ¡Ugh! -sin embargo, él, de un brutal apretón, consiguió detener mi berrinche.

-Te dije que te callaras, ¿verdad? ¿Recuerdas lo que le hago a los niños malos que no quieren hacer lo que les digo? -me susurró al oído, con su voz helada y terrorífica. Yo ya no pude contenerme más. Ese estrujón de verdad me había dolido. En aquel momento, rompí a llorar, y liberé de una vez toda la tensión y el pánico que había venido acumulando desde que esos invasores llegaron.

-Qué mocoso para ruidoso… -espetó, pero no hizo nada para silenciarme, sino más bien, se dio a la tarea de quitarme todo el musgo que traía encima, ignorando mi llanto. En poco, tiempo, hubo terminado su tarea.

Cuando abrí los ojos, distinguí entre las figuras, borrosas por las lágrimas, a mis dos captores, sentados frente a mí, observándome.

-Oiga, señor Norge, es un niño bastante bonito, ¿no cree usted? Y, ¡mire, tiene el pelo plateado! Además, su tez tan pálida y sus ojos azules… de alguna manera reflejan la geografía de este lugar… -afirmó ella, mirando a su alrededor el paisaje nevado, que contrastaba con el azul del océano, al fondo.

-Mmmmm… -sin embargo, él pareció no escuchar lo que la chica dijo. Se veía, más bien, absorto en sus pensamientos-. Oye, tú, niño ¿cómo te llamas?

-Ahhh… ahhh… ahhh… -empecé a balbucear yo. No me salía ni una palabra.

-Señor, lo que pasa es que está asustado… -argumentó la joven. ¡Tenía razón! ¿Por qué ese chico no escuchaba lo que su guardia decía?

-Mmmmm… -el rubio se puso de pie y empezó a acercarse a mí, como meter la mano en uno de los bolsillos de su cinturón y sacar algo...

-"¡Es… es… un cuchillo! ¡Soy demasiado pequeño para morir de un mazazo! ¡Va a degollarme! -pensé para mis adentros. Lívido de terror, me puse de pie como pude, y traté de escapar. Pero, el rubio no me dejó. Me rodeó el abdomen, esta vez con ambos brazos, me levantó del suelo y me susurró al oído -Niño travieso, ¿a dónde crees qué vas?-. Yo volví a entrar en pánico. Y rompí a llorar otra vez. -Oye, oye, ya, basta. ¿Qué es lo que te sucede? -me preguntó, ligeramente irritado.

-No… no… ¡no… me… cortes…! -salió de mis labios a duras penas-. ¡Ahhhhhhhh…! -proseguí mi llanto.

-Este… señor Norge, ¿no cree que se habrá asustado por el cuchillo que le vio desenfundar hace un momento? -planteó la muchacha.

-Ahhhh… conque era esto… -masculló entre dientes, mirando su arma.

¡Vaya, hasta que por fin ese chico se daba cuenta de algo!

-Niño tonto, la hoja era para cortar una manzana que quería invitarte… -me aclaró, con un ligero e insólito tono dulce en su voz-. Yo no pienso hacerte daño.

-¿Eh? -de súbito mi llanto aminoró. Levanté la cara, y mis ojos se chocaron con los suyos. Volví a ver esa mirada celeste y penetrante. Pero ligeramente diferente. Más tierna. Más suave. Menos intimidante-. ¿Man... manzana? -pregunté tímidamente.

-Mhh… -asintió. Entonces sacó de uno de sus bolsillos la fruta roja ya mencionada. Cortó un pedazo con su daga. Me lo dio. -Muérdelo -me pidió-. Y no creas que está envenenado…

-Tsk, oiga usted, joven Norge, no tendría que decirle eso al pequeño… -protestó la guerrera.

Yo miré el trozo de manzana. Miré al chico de ojos cielo. Volví a mirar el trozo de manzana, y entonces, aun con algo de desconfianza, me animé a probarlo-. Mmmmmm…

Pues definitivamente. La fruta estaba deliciosa y jugosa. Y yo hambriento y sediento. Después de un rato, mordisco a mordisco, me acabé el pedazo.

-Y bien, ¿te gustó?

-Sí…

-Me alegro… -dijo, como acariciarme el cabello-. ¿Quieres más? -me preguntó-.

-¡Ajá! -le respondí. El cortó otro trozo. Y me lo dio. Luego pedí uno más. Y él volvió a dármelo. Al final, poco a poco, me había comido toda la fruta.

-Así que te gustan las manzanas, ¿eh? -inquirió.

Sin embargo, yo no le respondí. Me había quedado mirándolo fijamente. Tenía la piel muy blanca. Y lisa. No pude resistir la curiosidad, y con mi dedo índice, empecé a recorrer una de sus mejillas. ¡Ohhh…! ¡También era muy suave! Entonces, paré de golpe. Me fijé en su expresión. No parecía haberse molestado. Al contrario, tenía una ligera sonrisa en los labios. Y yo le correspondí con otra sonrisa, pero mucho más grande. Entonces, me fijé en su cabello. Era rubio claro, lacio, un poco largo y ligeramente despeinado. ¡Un momento! ¡Poseía un rizo muy gracioso flotando en el costado derecho de su cabeza! ¡Tenía que cogerlo! -Ehhhhh… -empecé a estirarme hacia él. Sin embargo, el noruego no me dejó seguir con mi juego…

-Eso no se toca -me advirtió. Inmediatamente paré y abandoné mis intenciones. A pesar de que ya había ganado algo de confianza, él todavía me daba miedo.

-O… oye… -le llamé con timidez, después de un rato de silencio.

-¿Mhh? -me respondió.

-E… en serio… ¿en serio… no vas a… asesinarme…? -pregunté con inocencia.

-¿Eh? -el noruego parecía sorprendido- ¿Asesinarte? ¿A ti? De ninguna manera… Eso nunca me ha pasado por la cabeza -me aseguró-. ¿De dónde has sacado esa idea?

-Porque… tú hace rato dijiste… que algunas veces… has matado niños… -solté, tembloroso.

-Ahhhhh… eso… -el noruego desvío la mirada, incómodo-. Así que lo escuchaste… Mira, ya olvídalo -me ordenó-. Es cierto que he hecho eso… antes… pero, no voy a repetirlo ahora…

-¿Ehhh…? ¿Entonces de verdad lo hiciste…? -tras decir esto me quedé mudo, por la impresión, y le lancé al rubio una mirada inquisitiva. "¿Por qué?" quería darle a entender. ¡Vaya! Aún recuerdo la cara de Norge. Lo había puesto en aprietos. Él no sabía qué rayos responderme. Seguro que, en ese momento, rogaba que la tierra se lo tragase.

-Po… porque… ehhh… -esa fue la primera y una de las pocas veces que he visto a Norge titubeando- yo… yo… Mira, vamos a olvidarnos de ese asunto. Lo único que importa es que yo no voy a hacerte daño a ti. Además, ¿por qué querría yo matar a un niño tan llorón? -preguntó, cambiando el tema de conversación.

-Jum… -inmediatamente inflé las mejillas, molesto. Sería más grande que yo. Más fuerte. Y tal vez más malo. ¡Pero nadie tenía el derecho a decirme llorón!

Al rubio, sin embargo, mi gesto le hizo gracia. Soltó una pequeña risita. Y yo me enfurecí todavía más. Sin embargo, a él pareció no importarle.

-Eres un pequeño enojón, ¿verdad? -me preguntó, como tocarme la punta de la nariz con su dedo índice.

Yo sólo respondí con un bufido.

-Vaya, vaya… niño malcriado…

-¡No soy un malcri… ahhhh… do…! -repliqué, como soltar un buen bostezo.

-¿Tienes sueño?

-Uhm… -asentí, como sobarme los ojos-. Tú tienes la culpa… por hacerme correr como loco… por toda la isla… -lo acusé, arrastrando las palabras.

-No, más bien, la culpa es toda tuya, por miedoso… -replicó. Yo le respondí con una iracunda, y medio adormilada, mirada. No pude aguantar más el peso de mis ojos. Los cerré. Y entonces, sentí sus brazos rodearme, y acercarme hacia su pecho. -Duérmete… -me susurró con dulzura al oído. Yo estaba dispuesto a obedecer.

-Vaya Norge, usted tiene un lado tierno, ¿eh? -señaló la guardia, con una risita.

-Cállate… -fue la cortante respuesta del otro.

No escuché más. De pronto, me había quedado profundamente dormido.


Al despertar, me hallaba en la playa, acostado sobre una manta.

-¿Eh? -me pregunté, sobándome los ojos. Al levantarme, descubrí al chico del rizo sentado a mi lado.

-Qué buena siesta has tomado… -me dijo.

-¿Dónde… estoy…? -inquirí, todavía un poco adormilado.

-Cerca a la orilla del mar. Oye, ¿acaso ya no conoces tu propia isla?

-Mmmm… es que, como recién me he despertado, no distingo bien… Además, no recuerdo que hubieran tantas… tantas… ¿qué son…? Oye, oye… ehhh… ¿cómo te llamas?

-Norge

-¿Norge? Bueno, señor Norge, ¿puede decirme qué son esas cosas raras que hay sobre la playa?

-Son refugios. Refugios que los hombres están construyendo.

-¿Refugios?

-Sí. Albergaran a las personas mientras permanezcan aquí, esperando.

-¿Esperando? ¿Qué cosa?

-Que los dioses les den indiquen el lugar en donde deben establecerse.

-¿Dioses? ¿Qué es un dios? -pregunté, sorprendido. Nunca había escuchado esa palabra antes.

-Es un ser superior a nosotros. Nos guía y nos protege. Y también es bastante fuerte.

-Ohhh… ya veo… ¿y tienen nombre?

-Claro que sí. Y, además, sé muchas historias sobre ellos. ¿Quieres que te cuente una?

-¡Sí! -exclamé entusiasmado.

-Bien. Entonces ven aquí, junto a mí.

Yo obedecí inmediatamente. Acercándome al rubio, me senté a su lado. Y él me recibió rodeándome con uno de sus brazos.

-Mmmmm… a ver, por dónde empiezo…

A Norge siempre le ha gustado contar historias. Historias de toda tipo, pero, sobre todo, mitos y leyendas nórdicas. Ese día me habló de árbol Yggdrasil, de los nueve mundos que sostenía, del águila, el halcón y la ardilla que vivían en él, del malvado dragón Nidhogg que quería derribarlo; de Ásgarður (Asgard), la región superior del cielo en donde vivían los dioses, y que estaba gobernado por Óðinn (Odin), padre de Þór (Thor), el dios del rayo, y al cual solo podía llegarse cruzando el puente de Bifröst, custodiado por Heimdallur; de Vanaheim, en donde residían los Vanir; de Midgard la región inferior del cielo donde vivían los humanos; de los gigantes Jötunheim; de la fría y oscura morada Niflheim; de Alfheim, hogar de los elfos de luz y de Svartálfaheim, hogar de los elfos oscuros; de las Nornir, de las Skjaldmær (Valquirias)… (11)

Norge me narró bastantes historias ese día. Y, claro, yo hacía muchas preguntas. Cuando terminó de contarme el último relato, en el interior de uno de los refugios provisionales, y al calor de una fogata, ya era muy tarde.

-Norge… cuéntame otra más… -le pedí, con los ojos adormilados y un bostezo.

-No… ya es tarde…

Vinsamlega (Por favor)!

-Es hora de irse a dormir, pequeño… -el chico calló de golpe. Había querido decir mi nombre, pero se dio cuenta de que no lo sabía-. Mmmm… por cierto… ¿cómo te llamas, eh?

-Mmmmm… no estoy seguro… un señor llamado Naddoddr me puso Snæland de nombre, pero luego vino otro, llamado Svavarsson, y me lo cambió a Garðarshólmur

-¿Snæland? ¿Garðarshólmur? -preguntó el noruego, como si fuesen los nombres más extraños del mundo-. Ya veo… Y, ¿a ti te gustan?

-La verdad… es que no… -admití.

-Bueno. ¿Qué te parece si yo te cambió el nombre por tercera y definitiva vez?

-¿Usteeed? ¡Sííííííí! ¿Cómo va a ponerme?

-Mmmm… -el rubio se quedó pensativo-. Dime, ¿te gusta Island? (12)

-¿Ísland?

-Sí, por ser un lugar con tanto hielo cubriéndolo…

-¿Ísland…? -la verdad, el nombre me pareció estupendo-. ¡Es genial! ¡Voy a llamarme Ísland! -exclamé, emocionado.

-De acuerdo. Entonces, te bautizo como Ísland, la tierra de hielo…


Al siguiente día, los exploradores de Arnarson, junto con los siete guardas de Norge, regresaron al campamento, como hacia el mediodía. Claro, le reprocharon a mi hermano el haberlos dejado de repente y sin decirles nada, aun siendo su líder.

-Ese es mi problema… -respondió Norge, arrogante como siempre.

Después, los hombres relataron lo que habían logrado ver al interior de mi isla.

-Nos repartimos en grupos, así pudimos avanzar más rápido. Algunos hallaron zonas muy áridas, otros, zonas cubiertas de hielo, y otros más, zonas fértiles… Pero eso sí, lo que todos encontramos fueron muchas, muchas elevaciones…

-Ya veo… -respondió Arnarson-. Y, díganme, ¿hay algún habitante?

-Nadie ha visto ninguno -respondió uno de los exploradores.

-Pues mejor para nosotros. Han hecho un buen trabajo, mis guerreros. Ahora, deben descansar y comer algo… incluidos ustedes, los soldados de Haraldr… al fin y al cabo, han ayudado a la causa también…

Los hombres se dispersaron. Entonces, Norge y yo nos quedamos a solas con el barbudo de Arnarson.

-Bueno, joven Norge… nuestros exploradores no pudieron hallar nativos en la isla… pero parece que tú, tuviste más suerte… -señaló, mirándome a mí. Por supuesto que me asusté. Mi primera reacción fue esconderme detrás de mi hermano.

-¿Te refieres al niño?

-Sí. No recuerdo que haya venido con nosotros en alguno de los barcos. Dime, ¿de dónde lo sacaste?

-Pues de esta isla. De hecho, él es esta isla.

-¿Eh? Oye, quieres decir que…

-Él es igual que yo. Yo soy Norge. Él es Island…

-¿Island?

-Ese es su nombre.

-Oye Norge, pero acordamos que yo elegiría como llamarlo… -protestó el sujeto, ligeramente molesto.

-Lo siento, pero ese es el nombre que él mismo ha escogido… -replicó mi bróðir.

-Bueno… supongo que no se puede hacer nada, si ese es el caso -accedió de mala gana, soltando un suspiro de resignación-. ¡Oye, pequeño Island! -me llamó el barbudo. Yo no supe qué hacer. Miré a Norge, y él me hizo una seña. "Está bien. Contéstale" quería darme a entender.

-¿E… e… eh? -respondí, tartamudeando.

-Dime, chico, ¿hay alguien, además de ti, que esté habitando este lugar?

¿Eh? ¿Por qué me hacía esa pregunta? Volví a mirar a mi hermano. "Respóndele", me dijo él. Sin embargo, yo no quería hacerlo. Por alguna razón, creía que había monjes viviendo en algún lugar de mi territorio -aunque la arqueología lo desmintió después- (13). Yo no quería delatarlos. Norge me había tratado bien a mí, pero no había la certeza de que fuera igual de amable con esos religiosos, sobre todo, después de lo que había escuchado el día anterior...

-No… -mentí.

-¿No? -preguntó el barbudo, sorprendido.

-No, señor…

-Island, ayer me dijiste que dos tipos, Naddoddr y Svavarsson, ya habían venido antes… -intervino Norgen.

-Sí, pero se fueron en poco tiempo… -respondí. Esta vez era verdad.

-Ya veo… -dijo el barbudo-. Oye, Island, tienes un acento especial al hablar…

-¿Eh? -¿Acento? Yo siempre había hablado así. ¡Eran ellos los del dejo raro!

-Bueno, supongo que si ahora tú representas a nuestra nación, tendremos que hablar igual que tú, ¿verdad? ¡Jajajajajaja! -estalló Arnarson en carcajadas, que a mí, me daban escalofríos.

-Tranquilo -susurró mi hermano, acariciándome el cabello.

Ese mismo día, al caer la tarde, Norge decidió que era momento de irse.

-¿Ehhhhhhhhhh? ¡¿Por quééééé?! -fue mi reacción.

-Lo siento, Island, pero debo regresar a la tierra a la cual represento. Y tú debes quedarte aquí…

-¡No quiero! -protesté lloroso-. ¡Llévame contigo! -le supliqué.

-Perdóname Is. No puedo…

-¡¿POR QUÉÉÉÉÉ?!

-Porque… porque tú perteneces aquí. Debes quedarte en tu tierra, con tu gente…

-¡Ellos no son mi gente! -protesté, berrinchudo.

-Lo son ahora -me contestó él, con la misma tranquilidad de siempre.

-¡Pero ese barbudo me da miedo!

-Ese barbudo desde ahora es tu jefe. Es fuerte y valiente. Te sabrá proteger… -me aseguró.

-¡Norgeeeeeee…! -no pude más con la angustia. Rompí a llorar. Él me abrazó. También parecía triste.

-Tranquilo… voy a regresar pronto, ya verás. Y cuando vuelva, seguro que te habrás convertido en una nación muy grande, ¿verdad…?

Me limité a asentir con la cabeza. Era lo único que pude hacer. ¡Maldito bróðir! Hacer que me encariñe con él, y luego abandonarme sin más…

-¡Señor Norge! ¡El barco está listo para zarpar! -le anunció su guarda pelirroja.

-Ya lo sé. Diles a los otros siete que aguarden un momento… -ordenó el noruego. La chico obedeció de inmediato-. Island, te prometo que voy a regresar… -me aseguró, con su voz calmada, mirándome a los ojos. Entonces, me dio un pequeño beso en la frente, y se separó de mí.

Yo quería ir corriendo tras de mi bróðir. Pero me contuve. Él había prometido volver. Y yo debía quedarme, esperarlo y convertirme en una nación grande, de la cual se sintiera orgulloso cuando nos viéramos otra vez.

-Norge, espera un momento -lo detuvo Arnarson.

-¿Eh? Dime.

-Tú sabes que yo, siendo enemigo de Haraldr, pude haberles hecho daño a ti y a tus guardias, al haber venido hasta aquí solos…

-Lo sé. ¿Cuál es el punto al que quieres llegar?

-Quiero que me devuelvas el favor, y que me prometas que el Kongeriket Norge (Reino de Noruega), una vez establecido, no vendrá hasta aquí a atacarnos…

-Te lo prometo. Yo convenceré a Haraldr de que no lo haga. Pero, con una condición.

-Dime…

-Que, así como me has cuidado y respetado a mí, también lo hagas con Island, al cual debes ponerle oficialmente ese nombre…

-Norge, ni siquiera tienes que pedirlo. Island es el nombre que tendrá, y yo voy a velar por él con mi vida…

-De acuerdo… -mi bror suspiro, tranquilizado-. Ah, por cierto, gracias por darme este Drakkar para volver…

Con tristeza, vi al chico del cabello rubio subirse al navío, y, después, perderse en el horizonte. Sentía un nudo en la garganta. Mis lágrimas seguían cayendo. Y, de repente, alguien se posó sobre mi hombro…

-¿Eh? ¿Puffin?

Mi pequeño frailecillo (14), que había huido en cuanto vio a los extranjeros llegar, regresó a mí, justo cuando más necesitaba su compañía.

-¡Vaya! ¡Así que, al final, los dejaste ir! -protestó Hjörleifur, el amigo de Arnarson, con un dejo de decepción.

-Sí. Ellos han prometido dejarnos en paz…

-Tsk… con tal que cumplan su palabra… Por cierto Ingólfur, ¿cuánto tiempo más vamos a acampar aquí?

-Hasta que los muchachos a los cuales mandé por esos postes los encuentren…

Y ellos tardaron casi tres años en hallarlos cerca de una pequeña bahía. Allí, Arnarson fundó Reykjavík, o 'bahía humeante', debido a los vapores de las fuentes termales. Esta aldea, después de muchísimo tiempo, llegaría a ser mi capital actual.

Tras Ingólfur y sus hombres, llegaron muchos otros colonos emigrantes, la mayoría nórdicos, junto a sus esclavos irlandeses. Para 930, ellos habían ocupado la mayor parte de mi territorio cultivable. Hacia este tiempo, se fundó el Alþing, un parlamento legislativo y judicial, como centro político de la Mancomunidad Islandesa, que acababa de formarse.

Yo, por mi parte, me sentía un poco solo. Pasaban los meses, los años, las décadas… y Norge no regresaba. Llegué a cuestionarme si él realmente cumpliría su promesa de volver…


(1) Ingólfur Arnarson fue un explorador y caudillo vikingo noruego, considerado el primer colono nórdico de Islandia. Arribó a Islandia hacia 870, y estableció su granja en la zona de la actual capital (Reykjavík) en el año 874. Huía de Harald Harfager, que en ese momento estaba unificando Noruega.

(2)Harald Harfager (Harald I de Noruega): Fue el primer rey de Noruega. A través de sus conquistas, logró unificar un conjunto de pequeños reinos rivales que hasta entonces habían constituido la nación, y extendió su dominio sobre Escocia, las Islas Hébridas, las Órcadas y las Shetland. La persecución que hizo de sus enemigos llevó al poblamiento noruego de Islandia.

(3) Hjörleifr Hródmarsson (Qué nombres para raros…): Era el cuñado de Ingólfur Arnarson, el primer colono nórdico de Islandia. Hjörleifr también ayudó en el asentamiento islandés, pero fue asesinado junto con otros colonos por esclavos irlandeses, debido al continuo maltrato y a las condiciones difíciles en las cuales vivían.

(4) Skjaldmö o Skjaldmær: Doncella escudera nórdica, que había elegido pelear como un guerrero, y cuya presencia se menciona en varias sagas vikingas. Algunos cuestionan su existencia, pero hallazgos arqueológicos han corroborado que, en efecto, había chicas vikingas que se entrenaban para pelear y que entraban al combate como un hombre. Estaba leyendo la historia de algunas de estas mujeres, ¡y ellas en verdad eran geniales! ¡Soy su fan! Por eso, me pareció interesante incluir a una Skjaldmö en esta historia.

(5) La invasión vikinga de Europa: Bueno, ya Norge contó todo… pero trataré de resumirlo (¿resumirlo?): Los ataques vikingos y su aparición en la escena política europea comenzaron con el saqueo del monasterio de Lindisfarne (Inglaterra) en 793. Luego, siguieron atacando más monasterios escoceses, ingleses e irlandeses con gran facilidad y rapidez (al fin y al cabo, los monjes no podían defenderse), azotando la zona. En 799, los vikingos arribaron por primera vez a costas francesas que fueron víctimas de las razias vikingas. En 834 se tienen noticias de sus primeros ataques a los Países Bajos. En 845 se produce el primer ataque a París y en 847 a Burdeos (Francia). En 844 se aventuran en el Mediterráneo y queman Sevilla (España). En el 858 saquean las costas del Levante Ibérico y la Toscana italiana. A partir de esa época, comienzan a remontar ríos, obteniendo éxito en incursiones por Alemania y Francia. Al oeste, remontan el Volga por Rusia, apoderándose en 861 de Nóvgorod y en 863 de Kiev.

(6) Los grupos invasores vikingos sufrieron muchas pérdidas, tanto en batalla (sobre todo contra ejércitos mejor preparados) como en peligrosos viajes por mar. En 844 muchos vikingos perecieron ante las tropas de Ramiro I (rey español). Unos meses después otra flota tomó Córdoba, para luego ser echada de la ciudad por el Emir Abd al-Rahman II, con todavia más pérdidas humanas: 500 muertos y 30 barcos quemados. En 876 los vikingos perdieron 4.000 hombres y 120 barcos por culpa de una gran tormenta al sur de la costa de Inglaterra. También hubo muchas batallas entre grupos de vikingos daneses y noruegos, especialmente en Irlanda, donde el número de pérdidas humanas fue muy alto en comparación con la población vikinga (no pude evitar imaginarme a Dinamarca-san y Noruega-san peleándose al estilo Hetalia xD). A pesar de esto, su apetito para la conquista y la exploración fue muy alto, y ellos parecían reírse en la cara de la muerte y del peligro (eran geniales!).

(7) Valhalla (salón de los muertos): En la mitología nórdica, es un enorme y majestuoso salón ubicado en la ciudad de Asgard. Siendo los vikingos una civilización guerrera, se suponía que los muertos en combate iban a este lugar tras su fallecimiento, guiados por las valquirias, en donde se reunían con varios héroes y dioses germánicos legendarios. Allí, se preparaban para ayudar a Odín en el Ragnarök (batalla del fin del mundo). Otros difuntos, sin embargo, iban a otra zona llamada Fólkvangr, con la diosa Freyja.

(8) De hecho, París fue saqueada en varias ocasiones, pero la más famosa de todas ocurrió en 885. Los vikingos llegaron con una poderosa flota de más de 700 naves, y utilizaron toda clase de máquinas de guerra, incluidos manteletes y catapultas, pese a lo cual no consiguieron conquistar la ciudad. Finalmente, en octubre del 886, el emperador Carlos el Gordo, nieto de Carlomagno, arribó a París con un gran ejército, y tras pagar un tributo de 700 libras de plata, llegó a un acuerdo con los vikingos.

Tiempo después, París volvió a ser sitiada por el jefe vikingo Rollon (Gange Rolf en noruego). Este llegó a un acuerdo con el rey Carlos III de Francia quien le concedió el área de Normandía ("Hombres del Norte", refiriéndose a los invasores vikingos), a cambio de defenderla contra los ataques piratas, mediante el Tratado de Saint-Clair-sur-Epte en 911. Rollon fue nombrado primer duque de Normandía con el nombre de Roberto I.

Francia nii-chan, los vikingos sí que te han pateado el trasero en más de una ocasión, ¿eh? xD

(9) Drakkar (Barco Dragón Vikingo): Eran barcos estrechos, ligeros y de madera con un caso de poco calado, diseñado para una navegación rápida y fácil en aguas pocos profundas, y lo suficientemente ligero para ser transportado sobre tierra. El drakkar tenía, además, dos extremos iguales, permitiendo invertir la dirección sin tener que dar la vuelta. Esto proporcionaba una gran ventaja en un mar lleno de icebergs, como el cual ellos navegaban.

(10) En a cuanto a estrategias vikingas, para las cuales tenían gran capacidad, en primer lugar está el strandkogg: táctica inventada por ellos mismos, muy innovadora para la época, consistía en desembarcar sin previo aviso en cualquier parte de la costa enemiga, saquear todo lo que podían e, inmediatamente, correr a sus veloces barcos y huir antes de que llegaran los ejércitos enemigos (sí existían ejércitos fuertes en la región, si no, ellos atacaban sin piedad y sin que nadie que los pudiese detener). A veces, llegaban a algún tipo de acuerdo (chantaje) con los desdichados lugareños, obligándoles a pagar un buen rescate a cambio de que ellos no usasen la violencia. En Inglaterra se instiyó el procedimiento con un nombre especial: el danegeld, (dinero para los daneses), un impuesto destinado a pagar a los visitantes para que se marcharan de allí. Por otro lado, ellos asesinaban y saqueaban de la forma más brutal posible, incluso matando mujeres y niños, por mera publicidad. Como sabían que esas barbaridades infundían miedo, las hacían a propósito para que, cuando fueran a otro pueblo, la gente no opusiera resistencia y les tuviera pavor. Además, debido a su condición de nómadas, se esforzaban por conocer las costumbres de aquellas regiones que visitaban o asaltaban. Por ejemplo: se dieron cuenta de que atacar a los cristianos cuando estaban en la iglesia, rezando, les facilitaba las cosas, porque todos se encontraban reunidos en un mismo edificio y desarmados. Otro dato interesante es que, mientras la colonización noruega daba lugar a saqueos, las incursiones danesas terminaban en el establecimiento de colonias, estableciendo bases en el oeste, en Inglaterra, Irlanda y Francia.

(11) Los vikingos eran un pueblo culto que apreciaba la poesía y la narración de cuentos. De hecho, les fascinaba relatar y escuchar historias. Aquí, Noruega le cuenta a Islandia sobre las creencias y los personajes básicos de la mitología nórdica.

(12) El primer nombre de Islandia fue Snæland («tierra de nieve»), acuñado por el navegante vikingo Naddoddr, uno de los primeros pobladores de las Islas Feroe. Gardar Svavarsson, un navegante sueco que llegó a la isla arrastrado por una tormenta, la rebautizó como Garðarshólmur («islotes de Gardar»). El nombre definitivo de Ísland fue dado por Flóki Vilgerðarson, en alusión al paisaje invernal del actual territorio islandés (pero bueno, en esta historia quise que el nombre se lo pusiera directamente Noruega-san, porque me pareció genial -qué buen argumento- xD).

(13) Estos monjes llamados Papar, eran un grupo de misioneros cristianos irlandeses y escoceses. Según las primeras sagas nórdicas y fuentes históricas residían en algunas partes de Islandia durante el periodo de la llegada de colonos nórdicos. Sin embargo, actualmente los historiadores han puesto en entredicho su existencia en la isla (relegándolos a una teoría improbable) porque no existen argumentos coherentes a favor de tal presencia, por la falta de una ingeniería naval necesaria en la Irlanda medieval para llegar hasta un lugar tan remoto y la prácticamente ausencia de restos arqueológicos y población autóctona cuando llegaron los primeros colonos vikingos. Sí, este es el tema del extra número 01 de Hetalia (amo ese capítulo :3).

(14) Frailecillo (Mr. Puffin!): Ave abundante en las Islas Feroe e Islandia, donde su caza está permitida durante algunos meses del año, con el fin de controlar la población. Cocinado, forma parte de la gastronomía local (Pobre Puffin!).


Bien… este fue el primer capítulo. Todavía vienen más recuerdos de Is-kun (quise ponerlos todos en un solo capítulo, pero hubiese quedado demasiado largo).

La verdad me encantó escribir acerca de los vikingos. Siempre he admirado a esos tipos que, crueles, sanguinarios y asesinos, constituyeron a la vez una civilización muy avanzada y organizada.

Por otro lado, esta es la primera historia de este género (histórico, valga la redundancia) que escribo, así que no tengo idea de cómo quedó… espero que bien… aunque si quieren darme alguna sugerencia, decirme que estuvo bien hecho, o tirarme un tomatazo en la cara… ¡siéntanse libres de hacerlo!

Ya en serio, déjenme un review, para que Is-kun pueda volver a ver a Norge! (no, no es chantaje xD).

Saludoooooooos!