Título: Mujeres.
Fandom: Resident Evil.
Pareja: Leon/Hunnigan.
Palabras: 597.
Advertencias: post-RE4, sin spoilers.
Notas: escrito para Serena M. Lupin en umbrella-es.


—Y aquí tienes los detalles de la misión. Planos, objetivos, información sobre los proyectos que llevaban a cabo en ese laboratorio. Todo. No tendría por qué haber problemas ni uso de armas. El lugar está abandonado, pero no bajes la guardia. No sabemos si hubo algún escape o no.

Ingrid Hunnigan llevaba más de diez minutos hablando, dando detalles precisos de todo lo que tenía relación con el próximo trabajo que le habían encargado a Leon desde las oficinas gubernamentales. Él prefería llamarlo 'inspección rutinaria de laboratorios abandonados de Umbrella', porque desde su misión en España y la caída absoluta de Umbrella y Tricell tras los sucesos en África, el ambiente había estado un poco más tranquilo. Todavía tenían que perseguir y buscar los virus que habían acabado en manos de organizaciones terroristas y criminales, y que vagaban a sus anchas por el mercado negro. Pero la misión de la que hablaba Hunnigan era bastante más sencilla que todo eso, y sin poder evitarlo había desconectado un poco del discurso de su ayudante.

—Ah, y una última cosa, Leon —dijo Hunnigan con rotundidad—. Te han asignado una compañera para esta misión. Es nueva. Así que ten las manos tranquilas.

Las palabras de Hunnigan lo devolvieron a la realidad, como un cubo de agua fría. La acusación le indignó en el mismo instante en el que procesó lo que Hunnigan quería decir.

—Oye, ¿qué quieres decir con eso? —exclamó, frunciendo un poco el ceño—. Suena a acoso laboral, y yo no soy de ese tipo.

Hunnigan le regaló una de sus insólitas sonrisas y alzó una ceja.

—Tú eres demasiado caballeroso para eso. Pero por lo que he podido comprobar, en tus últimas misiones siempre has acabado teniendo contacto físico de más con las mujeres que te rodeaban, ya sea por los suelos o en el agua.

Leon sintió que debía defenderse de alguna forma.

—Nunca ha sido con segundas intenciones, me creas o no. En la mayoría de los casos fue para salvarlas —dijo, resuelto. Hunnigan rió y se llevó la mano a la boca.

—Muy bien, príncipe. Sólo estaba bromeando.

Hunnigan rara vez bromeaba, así que eso significaba que hoy estaba de especial buen humor. Leon tuvo una idea al instante para cobrarse una pequeña venganza por haberle hecho aquella burla.

Sin que a Hunnigan le diese tiempo a reaccionar, Leon la acorraló de repente contra una de las taquillas. Era el momento ideal: ya eran casi las ocho de la tarde y la oficina estaba vacía por completo, a excepción de Hunnigan y él. Leon le dedicó una media sonrisa maliciosa, apoyando los brazos a cada lado de la mujer.

—A lo mejor estás celosa, Ingrid.

—¿Y si fuera así, Kennedy? —replicó ella, sin dejarse amedrentar.

—Podríamos ir a cenar juntos, por ejemplo. Y luego te llevaría a algún sitio a revolcarnos, si tanto te apetece.

Los dos se miraron con expresión seria durante unos segundos, a poca distancia el uno del otro. Entonces empezaron a reírse a carcajadas y Hunnigan le propinó un golpecito en la nariz a Leon.

—Has estado cerca —confesó ella mientras apartaba a Leon.

—Oh, vamos —dijo él, todavía riendo.

Hunnigan le dio la espalda, dejó la carpeta con documentos sobre uno de los escritorios de la oficina y se encaminó hacia la puerta, despidiéndose de Leon agitando la mano. El agente se quedó allí plantado, solo y con el pronóstico de una pesada inspección al día siguiente desde primera hora de la mañana. Se encogió de hombros y lanzó un suspiro profundo y largo.

Mujeres, tsk.

-fin-