Aquí vengo con un nuevo fic! Sé que no debería y tendría que estar terminando mis otros fics o continuándolos, pero estoy falta de inspiración y esta idea realmente me encantó, por eso debía escribirla. Espero les guste y prometo continuar con todo lo que aún no sigo.
Este fic está dedicado a un grupo muy especial, de momento no daré el nombre de estas personas, no sé si estoy autorizada para ello. De todas formas, espero les guste.
Gracias por leer!
Anixita
Se había prometido mantenerse lo más lejos posible. No ir por ningún motivo a ese lugar, mucho menos preguntar por él o visitarlo. Pero ahí estaba después de cinco largos años, desde el asiento del conductor miraba la inmensa entrada del edificio. Era invierno, igual que ese fatídico día en que las cosas se salieron de control. Aún no sabía cómo habían llegado hasta eso ¿por qué había amenazado a todos? ¿por qué había permitido que se descontrolara de esa forma? Realmente se sentía culpable de que las cosas no se hubiesen manejado de otra forma. Tal vez el real culpable no era el que estaba en ese cuarto acolchado, sino el que miraba desde atrás del volante, ya no sabía bien.
Ya estaba por acabar la universidad, sólo le faltaba ese año para titularse como arquitecto, aunque no fuera lo que siempre había soñado, pero todo el futuro que había planeado se había truncado hace cinco años, las cosas habían salido desastrosamente mal y no había logrado hacer nada para cambiarlas. Incluso después de tanto tiempo de pensarlo, aún no les encontraba solución, estaba seguro de que nada había cambiado desde ese entonces.
Sólo quería esperar que lo que decían sus compañeros no fuera cierto. Que todo lo que había escuchado decir sobre él fuera una maldita broma de mal gusto y que el tiempo que él había estado internado fuera sólo un mal sueño, ya que no podía creer aún que la persona que más amaba en el mundo hubiese intentando hacer algo como eso. Lo mataba de la angustia el creer que todo había ocurrido así.
Por un momento dejó sus pensamientos a un lado y miró su teléfono, el que descansaba en el asiento del copiloto. La canción que salía del aparato era la que le cantó cuando se conocieron, Teenage Dream, jamás creyó que los marcaría, ni que gracias a ese día su vida daría todo un vuelco, ya que en ese momento pasó a ser el hombre más feliz del mundo al más desdichado.
-Diga-susurró con voz ronca, tenía la boca seca por el resfriado que lo embargaba hace unos días.
-¿Dónde estás?-escuchó la voz de uno de sus ex compañeros de Dalton, de uno de sus mejores amigos.
-¿Importa?-dijo mirando intensamente el edificio que se alzaba imponente delante de él.
-Sí, te hemos estado buscando todo el día y…
-Quiero verlo-susurró mordiendo levemente su labio inferior-necesito verlo.
-No, ya hemos hablado de esto, no puedes verlo-escuchó la voz seria de David.
-No puedes impedirlo-dijo seriamente, sentía como las lágrimas luchaban por querer salir.
-Sé que no lo harás-dijo seriamente y suspiró cansado-Blaine, has intentando bajar de tu auto otras veces y nunca lo has logrado, nunca has conseguido golpear la puerta y entrar, jamás has podido preguntar por él.
-Ahora será distinto-susurró empuñando una de sus manos.
-Sabes que no-dijo resignado el moreno.
-Me gustaría que…
-Blaine-suspiró frustrado-no puedes hacer que el tiempo retroceda, no puedes hacer que las cosas cambien
-Puedo intentarlo-dijo desabrochándose el cinturón de seguridad.
-No lo harás, hace cinco años que te estacionas ahí, la misma fecha y misma hora en que lo internaron-dijo con tristeza.
-No, esta vez será distinto-murmuró sintiendo como el miedo lo embargaba y las fuerzas se iban.
-No lo será, el último día de febrero lo escoges para intentar verlo y nunca lo logras.
-Es difícil, pero ahora es distinto-susurró sintiendo como las primeras lágrimas bajaban por su rostro.
-Nada ha cambiado, verás que las cosas…
-¿Siguen igual?-susurró con la voz rota y sintiendo como un escalofrío subía por su espalda.
-Él no es la persona que conociste un día a los pies de la escalera en Dalton, no es el chico del que te enamoraste, es alguien completamente distinto.
-¿Cómo lo sabes?-dijo asustado y mordiendo con fuerza su labio.
-He ido a verlo y no hay mayores cambios.
-No te creo-dijo cerrando los ojos con fuerza y sintiendo como la angustia corría por su cuerpo ¿en qué momento había permitido que su vida se saliera de control?
-Blaine, él ya no es el chico tímido y dulce que cantaba como toda una diva, no es el muchacho del que te enamoraste, no es el chico que sufría en su escuela y corría a refugiarse en tus brazos.
-Sigue siendo el mismo-dijo con voz temblorosa-lo sé-dijo a penas y sintió como el coraje lo embargaba por un momento-y aunque no quieras, ahora sí entraré a verlo-dijo con decisión y cortó la llamada. Abrió la puerta del auto y salió de él, cerró el vehículo y sintió como el frío invernal golpeaba su rostro, provocando que todo su cuerpo se pusiera rígido.
Los copos de nieve caían suavemente, algunos se alojaron sobre su cabello cubierto de gel y otros se quedaron en el abrigo negro que portaba, por fortuna ese día llevaba botas de cuero y un pantalón bastante grueso. Todo en su lugar para soportar el frío de Lima, desde lo ocurrido hace cinco años que había decido irse a vivir a otra ciudad, la elegida había sido Manhattan.
Dio unos cuantos pasos sobre la nieve y sintió como sus pies se hundían en ella, se sentía pesado y cansado, no sabía cómo lograría llegar con las fuerzas suficientes hasta su destino, porque sabía que necesitaba ser fuerte y por sobre todo valiente, porque al fin lo miraría a la cara e intentaría comprender por qué hizo todo eso, por qué no lo consultó primero o le pidió ayuda, por qué actuó solo.
Nuevamente sonaba Teenage Dream en su mano, lo miró y ahí estaba el número de su amigo otra vez ¿por qué insistía tanto? Ya no había vuelta, estaba más que decidido a visitarlo, no se daría por vencido, no ahora que estaba por golpear a la puerta y hacer lo imposible para mirar esos ojos azules que lo volvieron loco durante sus últimos años de escuela.
Presionó el botón con su mano enguantada y a los segundos se escuchó una voz algo mecanizada, ya fuera por el aparto o por los años que llevaba en ese trabajo. Preguntaba qué quería y quién era.
-Hola-fue la respuesta del moreno-quiero entrar-¿acaso no había pensado en decir algo más absurdo?
-¿Quién es?-se escuchó nuevamente.
-Vengo a visitar a un paciente.
-¿Viene en auto o a pie?-volvió a escuchar.
-El auto lo estacioné ya-dijo comenzando a pensar que todo eso había sido una muy mala idea. A los segundos el portón se abrió delante de él y pudo ver a un guardia de seguridad que era bastante viejo, pero se veía firme-Hola-dijo Blaine al verlo y le sonrió.
-Hola, muchacho-dijo con una sonrisa-al fin te decidiste.
-¿Qué?-dijo extrañado y mirándolo con el ceño fruncido-¿A qué se refiere?
-Todos los años en esta misma fecha vienes y te quedas afuera, ya sea en el auto o mirando el edificio, nunca habías tocado la puerta.
-¿Me reconoce?-susurró algo apenado.
-Es difícil olvidar a alguien que llora de forma desgarradora y promete que jamás abandonara-dijo solemnemente-sobre todo si a eso agrega que todo estará bien.
-Usted estaba en el área de internos cuando vinimos hace cinco años-susurró intentando recordar.
-Fui por un café y me encontré con ustedes. Tú sostenías sus brazos y el otro hombre lloraba en silencio.
-Era su padre-suspiró con pesar-él no quería todo eso, pero era necesario.
-Él no ha dejado de venir a verlo. Viene al menos cuatro veces por semana.
-¿No que estaban restringidas las visitas?
-No si se habla y se dan razones fuertes para ello-dijo el hombre con una sonrisa amable-¿Entrarás?-murmuró indicando el edificio.
-Sí-susurró con los nervios recorriendo su cuerpo y haciéndolo temblar.
-Debes anotar tu nombre y apellido, poner tu número de cédula de identidad y firmar-indicó en un libro que estaba sobre una mesa próxima.
-Gracias-murmuró con una sonrisa triste, a los segundos había completado todo lo requerido.
-Bien, ahora debes anotar aquí-dijo indicando otro espacio-el nombre del paciente que visitarás y el número de habitación.
-No conozco el número-susurró algo apenado.
-Descuida, con el nombre bastará-dijo con una sonrisa y vio como el pelinegro cogía nuevamente el lápiz y escribía con rapidez el nombre.
-¿Y ahora?-preguntó metiendo ambas manos a los bolsillos del abrigo y empuñándolas con fuerza, se sentía miserable.
-Debes ir por ese camino-comenzó a indicar el guardia-y llegarás a una puerta bastante grande, entras y te encontrarás con un mesón, ahí preguntas por la persona a la que visitas.
-Gracias-dijo Blaine y comenzó a caminar. El lugar se veía bastante acogedor, eso dentro de lo posible, ya que estar en un recinto psiquiátrico no era lo mejor que le podía ocurrir a una persona. Notó que todo estaba plagado de plantas y flores, el jardín estaba muy bien cuidado, pero se notaba algo de tristeza en el lugar, ya fuera porque era invierno o porque todo se veía un poco lúgubre.
A penas llegó a la puerta se pudo dar cuenta de que el edificio tenía rejillas en todas sus ventanas y que estas no eran de vidrio, probablemente eran de un material más plástico e irrompible, todo con tal de que los pacientes no se hicieran daño.
Ingresó por la puerta y se encontró con un gran mesón metálico, detrás de él estaba la enfermera de turno, quien lo miró extrañada, por lo que Blaine caminó hasta ella y le sonrió lo mejor que pudo. Ella sólo lo evaluó con la mirada y no hizo mayor gesto.
-Hola, vengo a ver a…
-¿Cómo te llamas?-lo cortó ella de inmediato.
-Blaine Anderson-dijo con rectitud.
-¿A quién vienes a ver?-preguntó terminando de escribir.
-Kurt Hummel-dijo con tristeza y bajando la mirada.
-Número de habitación.
-No lo sé-dijo con una mueca, al instante ella tecleó en una computadora.
-302, tercer piso por esos ascensores - indicó la mujer.
-Gracias-murmuró caminando al lugar indicado y notando como las paredes metálicas lo reflejaban, realmente se sentía miserable por no haber ido antes o preocuparse de saber algo más sobre Kurt, le dolía no haber sido lo suficientemente fuerte como para ayudarlo.
-Hey-escuchó que alguien le decía, se giró a ver y no podía creer a quien tenía enfrente -¿Ya no saludas, Anderson?-dijo con una sonrisa.
-¿Karofsky?-dijo intentando reconocerlo.
-¿Cómo estás?-dijo tendiéndole una mano para que la estrechara, el moreno tardó pero correspondió el gesto.
-Bien-dijo aún sorprendido y escuchó como las puertas se abrían detrás de él.
-Vamos-dijo el muchacho cogiéndolo por un brazo e internándolo en el ascensor. A penas las puertas se cerraron todo fue absoluto silencio, a los segundos estuvieron en el tercer piso y Blaine pudo ver como tres guardias se les acercaban. Uno comenzó a revisar a Dave, al parecer lo conocían ahí y otro se acercó para hacer lo mismo con Blaine, a los minutos ya habían pasado el control y fue Karofsky quien lo cogió por el brazo y lo guió durante unos segundos por el pasillo.
-¿Habías venido antes?-murmuró el ojimiel extrañado por el lugar.
-Casi todos los días, desde que me enteré de que está aquí-dijo con algo de tristeza-¿Quieres pasar primero?-dijo indicando una puerta.
-No entiendo-dijo con una mueca.
-Bien-suspiró resignado Dave-tras esa puerta se encuentran dos guardias y un enfermero, ellos están con él día y noche, a veces son relevados de sus labores para poder descansar. Cuando entres verás que el lugar está muy bien resguardado y…
-¿Acolchado?
-Sí, todo para que no se haga daño-dijo mirando el suelo-él está en un sitio aparte de los guardias y el enfermero, sólo los separa una puerta con ventanilla.
-¿Ha intentado hacerse daño?
-Sí, muchas veces.
-¿Sí?-dijo el moreno con los ojos aguados.
-Blaine-suspiró Dave dirigiendo toda su atención al moreno-¿Realmente quieres verlo? Te aseguro que será algo bastante fuerte, no es lo que esperas y no es el Kurt que conociste, es otra persona.
-Quiero, pero…-bajó la mirada y mordió su labio. Aún tenía muchas dudas de si entrar o no a ver a Kurt, sabía bien que las cosas se podían salir de control, pero tenía que mantener la calma y ser fuerte, ya que hace años que dejó botado a Kurt, lo dejó a su suerte ¿cómo no iba a poder verlo aunque fuera unos minutos? Siempre dijo que lo amaba, a pesar de todo el tiempo transcurrido, pero ahora sólo sentía que lo quería mucho, ya que no podía asegurar de que sentía amor por el ojiazul en ese minuto.
-Tú decides, Anderson-dijo con una mueca-No quiero entrar primero, porque sino perderás todo el día-dijo seriamente.
-¿Por qué?-dijo frunciendo el ceño intrigado.
-Ya te lo dije, las cosas han cambiado, Kurt es más diferente de lo que crees, no es el de antes-aseveró seriamente.
-¿Qué me aconsejas?-inquirió nervioso.
-Si quieres ingresar hazlo ahora, sino ven otro día-dijo seriamente.
-Entraré-respondió con un nudo en la garganta.
-Por cierto, tienes sólo media hora para verlo, no más que eso y sólo en el caso de que Kurt te quiera ver-dijo con una mueca en los labios.
-¿Qué?-dijo frunciendo el ceño molesto.
-Kurt elige sus visitas, a él le son anunciadas y si no desea verlos no pasan-dijo seriamente.
-¿Quieres decir que pude haber perdido todo mi tiempo y él no me querrá ver?-dijo tensándose notablemente.
-Exacto-dijo con una sonrisa.
-Entraré-dijo suavemente, caminó a la puerta y abrió, una vez adentro los dos guardias se acercaron y lo volvieron a registrar, le dijo su nombre al enfermero y este lo miró sorprendido.
-¿Hay algún problema?-inquirió extrañado.
-¿Blaine Anderson?-dijo algo nervioso.
-Sí ¿qué pasa?-dijo alzando una ceja algo impaciente.
-Le diré al señor Hummel-murmuró con una mueca, se acercó a la ventanilla y dio dos golpes a la puerta, al instante salió una voz que le erizó los pelos.
-¿Qué?-dijo de forma cortante.
-Tiene visitas-susurró el enfermero.
-¿Dave?-preguntó la voz de forma excesivamente dulce.
-No.
-¿Mi padre?-inquirió irritándose.
-No.
-Dame su nombre, si no sé quién es no lo veré.
-Blaine Anderson-dijo de forma rápida y todo fue silencio por unos segundos.
-¡Mentira!-se escuchó un fuerte grito-¡Mientes!-volvió a decir.
-No, está aquí.
-Mientes-insistió.
-Realmente es él, está aquí, si quiere…
-No lo quiero ver-dijo cortante.
-¿Le digo que se vaya?
-Que dé media vuelta y vuelva a Manhattan, a su departamento de arquitecto-dijo agriamente. Blaine miró la puerta sin creer lo que había escuchado, Kurt sabía de él.
-Kurt-se atrevió a hablar el ojimiel.
-No me interesa verlo-dijo el castaño cerrando la ventanilla y volviendo a lo que hacía antes. Todos se quedaron en silencio y observaron a Blaine durante unos segundos.
-Lo lamento-susurró el enfermero.
-¿Puedo volver mañana?-dijo seriamente.
-Las veces que quieras, pero si Kurt no quiere recibirte sólo perderás tu tiempo-dijo con una mueca.
-Gracias-susurró y salió de ahí. Karofsky lo esperaba fuera con una gran sonrisa.
-¿No te quiso ver?
-¿Cómo sabías?-dijo seriamente y acercándose amenazadoramente a Dave.
-Te dije, ya no es el Kurt que conocías, no es el mismo.
-¿Cómo sabías?
-Eso lo sabrás a su tiempo, ahora déjame pasar-dijo seriamente el muchacho y se perdió detrás de la puerta.
Blaine miró dolido el lugar y sintió que por primera vez ese no era su sitio. Ahora más que nunca sentía que las cosas habían salido patéticamente mal y que todo era su culpa, pero ¿cómo remediarlo? ¿Cómo hacer que Kurt quisiera verlo? Realmente tendría que hacer lo imposible por verlo aunque sea una vez.
