Pareja:UsUk, LoboUsxUk, AlfredxArthur

Disclaimer: Los personajes son de Himaruya y espero que algún día me conceda un contrato para así no tener que secuestrar a sus personajes XD

Summari: Esta historia es de la noche, cuando la luna yace en el cielo y los grillos tocan dulces melodías. Porque solo en las noches de luna llena el instinto se intensifica y los romances crecen entre peligro y oscuridad.

Advertencia: Noche, un Alfred mitad lobo, instintos y amor de media noche…

Notas de inicio:

Esta historia me surgió de un día que venía de ver a mi adorada Sempai, basta decir que ya era de noche y yo iba mirando por la ventana del transporte todo el camino a mi casa… Está narrada desde la perspectiva de Arthur y puede ser un poco extraña pero bueno, mis ideas nocturnas son las más fumadas ha ha ha~

Va con dedicatoria especial para Nekitsu-Sempai:

"Gracias por ser mi Inglaterra personal Love~ y dejarme la linda sensación del amor en el corazón…"

PD: Hoy no tenía inspiración para el summari, Gomen~

One, Two, Three ¡Go!

~*~Noches de Luna Llena ~*~

No era nada extraño para él salir tan tarde de la escuela, lo que era extraño era que siempre lograra llegar un minuto antes de que el último autobús saliera.

Arthur siempre prefería retrasar su llegada a casa lo que pudiera, después de su última clase se refugiaba en la biblioteca hasta perder la noción del tiempo y solo era capaz de pensar en la hora cuando la noche había caído quitándole la luz para poder seguir leyendo.

Siempre terminaba saliendo justo a minutos de la partida del último autobús, era una suerte que jamás se hubiera quedado varado ahí. En cuanto abordó el vehículo eligió el tercer asiento del lado opuesto del chofer y junto a la ventana, abrió un poco el cristal y el aire frío de inmediato golpeo sus mejillas.

Era la única ventaja de tomar el ultimo autobús iba tan vacío que podías elegir el asiento que quisieras, la mayoría de los que se subían siempre elegían la parte de atrás, ahí tenían más oscuridad y privacidad para dormir durante el trayecto.

El motor rugió justo cuando Arthur acaba de acomodarse bien en su lugar, las vibraciones del coche ya eran tan familiares que él ni siquiera parecía sentirlas, después de unos minutos en los que el motor del auto estuvo lo bastante caliente el autobús avanzo despacio, casi desplazándose por el pavimento, con una delicadeza que jamás se habría creído en un autobús de ese tamaño y peso.

Al entrar en la carretera el movimiento de suavizó aún más, de no estar viendo por la ventana Arthur hubiera jurado que no se estaban moviendo en lo absoluto, el sonido del motor también era tenue y hasta cierto punto relajante.

El recorrido era de una hora, un largo camino en una carretera plana y con pocas curvas, tenían que atravesar todo el bosque y el autobús iba con cautela por si se llegara a atravesar algún venado o alguna otra criatura del bosque.

Las respiraciones pausadas y uno que otro ronquido leve inundaron el autobús, creando un ambiente perfecto para el descanso, él no entendía como podían dormirse tan rápido, cómo cada noche podían perderse del hermoso panorama al otro lado de la ventana.

Él siempre había amado la noche, el color oscuro del cielo tan solo salpicado de estrellas, el bosque tan imponente y lleno de misterios ocultos, el canto de los grillos y las luces de algunas luciérnagas.

Todo eso era simplemente bello a los ojos de Arthur, esa tranquilidad que se sentía mientras todos dormían y no había ruidos que opacaran los bellos sonidos de la noche.

El bosque se iba iluminando de poco en poco conforme las luces del autobús lo alumbraban, el aire frío ya le había entumido las mejillas pero aun así no quería cerrar el cristal, amaba también el aroma del bosque, sobre todo en esas fechas, otoño.

Todo olía a viejo, las hojas morían una a una y los troncos de los árboles lucían tan viejos como probablemente eran, un aroma y una vista que muchos clasificarían cono nostálgica o deprimente, sin embargo él no, a él esa vista le recordaba a las hojas de sus libros, al aroma de las paginas al pasarlas, para él ese panorama era el más perfecto de todos.

La relajación era absoluta, él estaba sumido en lo que sus ojos veían, se sentía flotar por encima de los árboles, tan bajo para poder olerlos pero también tan alto para no rosarlos, cerró los ojos imaginado, soñando.

Un aroma nuevo tocó su nariz, era algo más profundo y oscuro, algo que olía a bosque, tierra y peligro, su corazón vibró y sus ojos verdes volvieron a enfocar el bosque, una ráfaga café claro pasó entre los árboles, Arthur no pudo ver lo que era pero su estómago dio un vuelco de emoción y adrenalina.

Algo más allá de su control lo impulsó a levantarse de su asiento y caminar hasta el chofer para pedirle que se detuviera, el chofer lo hizo mirándolo de la forma más extraña, pero sin más palabras lo dejó bajar, Arthur se quedó ahí en la orilla del bosque mirando como el autobús se perdía en la negrura de la noche.

Camino un rato por la orilla de la carretera regresando hasta el punto en el que había creído ver algo, su olfato y su oído parecían haberse agudizado poniéndolo alerta a cualquier aroma o sonido, después de unos minutos caminando a paso acelerado y minutos en los que no captó nada de nada fue que notó lo que estaba haciendo.

Se había bajado a mitad del bosque y del último autobús que lo llevaría a casa ¿para qué exactamente?

Miro a su alrededor, estaba más o menos en medio del camino, no estaba cerca ni su casa, ni de la escuela, prestó también atención a su aliento y notó que era blanco, el frío de invierno ya estaba a la vuelta de la esquina y aunque él iba bien abrigado el frío se sentía a través de su chamarra.

—Bien hecho Kirkland— Se quejó para sí mismo en medio de toda aquella oscuridad, la luz de la luna iluminaba tan solo lo suficiente para ver unos tres metros más allá de él, evaluó la situación, estaba varado en medio del bosque, a mitad de la noche, sacó de inmediato su teléfono celular y la sangre se le congeló cuando comprobó que no tenía señal, además de que la batería estaba casi totalmente descargada.

Su única esperanza era esperar que algún auto pasara por ahí, pero lo dudaba bastante, esa carretera tenía un alto historial de accidentes así como leyendas urbanas que ahuyentaba por completo a los conductores nocturnos.

De pronto un aroma familiar lo hizo voltear hacia el bosque, era ligero y agradable, decidió que eso era mejor que quedarse ahí con la esperanza de no congelarse mientras esperaba que milagrosamente un auto pasara, sin mencionar que quisiera detenerse a ayudarlo.

Se adentró en el bosque, esquivando ramas, piedras y plantas que se le pegaban a la ropa, sus zapatos se resbalaban en el musgo de las rocas y el lodo cubrió por completo sus suelas, no sabía cuánto tendría que caminar pero tenía la esperanza de que fuera poco.

Después de unos 20 minutos que para Arthur fue casi una hora un humo ligero se alzaba entre los arboles marcando el camino por el que Arthur debía ir, era un humo de chimenea, de eso no cabía ninguna duda, el aroma a leña era inconfundible y una chimenea solo podía significar un lugar cálido y agradable donde pasar la noche, al menos más agradable que estar en medio del bosque.

Pensó en sus padres, seguro que no iba a notar su ausencia, no era que ellos no lo apreciaran, aunque a veces parecía ser así, ellos siempre le habían dicho que debía ser independiente, pero eso solo había sido una excusa para tapar la verdad, ellos no querían ser padres, y aunque eran amables y cariñosos con él en cierta forma no le prestaban la atención suficiente como para notar si faltaba a clases o no, si pasaba la tarde en casa o fuera o por ejemplo si llegaba a dormir o no a su cama.

Sus padres trabajaban hasta tarde y cuando llegaban ni siquiera se molestaban en comprobar la habitación de Arthur, eran como extraños viviendo en la misma casa, a veces se reunían en el desayuno pero Arthur apostaba a que si en la mañana no aparecía ellos no se iban a preguntar en dónde estaba o si estaba bien.

Pesé a esos pensamientos no sintió miedo o enfado, ni tristeza, Arthur estaba acostumbrado al trato frío de sus padres y ya no le afectaba en lo absoluto esa indiferencia, imaginó que era normal pensar en sus padres en esa situación, si ellos fueran más atentos seguro que lo andarían buscando en esos momentos, o incluso mejor, no lo dejarían quedarse hasta tan tarde en la biblioteca de la escuela, pero todo estaba lleno de "y sí" las cosas estaban como estaban y no tenía caso ponerse a pensar en eso.

Después de lo que le pareció ser una eternidad caminando fue que vio la pequeña cabaña en medio del bosque, la casa estaba hecha de madera y piedra, era inusualmente grande pero estaba tan acorde con el ambiente que parecía algo que quizá se usaría en una postal.

Arthur dio un suspiro lleno de alivio, no sabía qué clase de gente excéntrica vivía a mitad del bosque pero en su situación lo único que podía hacer era estar agradecido de que alguien hubiera decidido habitar ahí.

Tocó la puerta de madera rustica algunas veces pero no recibió ninguna respuesta, probó girar el picaporte y con un clic la puerta se abrió dejando ver el cálido interior, Arthur no lo pensó dos veces y entró a la casa.

Llamó para anunciarse pero lo único que recibió en respuesta fue el resonar de su propio eco, parecía una casa completamente normal, la chimenea estaba en una sala bastante acogedora, los sillones estaban forrados se un color marrón oscuro y la mesa de centro era de madera tallada.

El estilo era rustico pero con ese toque hogareño, la casa tenía dos pisos pero Arthur decidió, por respeto, permanecer solo en el piso de abajo, se ubicó en la sala a esperar a que alguien apareciera.

Los dueños parecían haber salido no hacía más de una hora y seguramente no habían ido lejos, habían dejado la chimenea prendida seguramente para mantener la casa caliente, era un poco inconsciente dejar sola una casa con la chimenea prendida por lo que Arthur imaginaba que los dueños debían estar por volver.

Hecho más leña a las brasas que quedaban aun encendidas, bastó con que soplara un poco para que el fuego volviera a encenderse, se quedó ahí en el sofá, había incluso una cobija bastante suave, la tomó para taparse un poco ya que en aquel cálido lugar era más obvio el frío que se había instalado en su cuerpo.

El aroma lo tomó por sorpresa inundando todos sus sentidos, haciéndolo sentir mareado y con el pulso más acelerado, era el mismo aroma que lo había hecho bajarse del autobús, Arthur aspiró el aroma para comprobar que era el mismo.

Su cuerpo entero vibró en respuesta y sus mejillas ardieron sin ningún motivo, volvió a aspirar el aroma pero esta vez se recriminó mentalmente por lo que hacía, era extraño y hasta cierto punto le pareció indecente.

Aún con esos sentimientos se sintió incapaz de apartar la cobija, pero se convenció de que era por el frío. Sí, solo eso.

Paso cerca de media hora así como estaba, nadie entraba por la puerta o bajaba del piso superior, era extraño.

El calor de la chimenea y la suavidad de la manta lo adormecieron inevitablemente, los bostezos fueron aumentando con cada minuto que pasaba y los párpados los sintió cada vez más pesados.

No supo en que momento fue pero su cuerpo agotado de todo el día decidió rendirse a la lucha y dejarse vencer por el sueño.

~*~*~*~*~*~*~*~*~*~ Noches de Luna Llena ~*~*~*~*~*~*~*~*~*~

Un sonido fuerte lo despertó de golpe, medio miró a alrededor y recordó que no estaba en su cama, sin embargo tuvo que admitir que había pasado la mejor noche de su vida, no estaba cansado ni sentía deseos de levantarse.

El ruido se volvió a repetir sacándolo de su pereza y recordándole que estaba en una casa desconocida y que debía volver a casa cuanto antes, sacó su teléfono celular pero fue inútil, estaba apagado, seguramente a falta de batería.

Un tercer ruido sonó en la casa y Arthur pudo identificar el origen, se levantó y con la cautela del intruso que era fue a descubrir lo que pasaba.

El camino lo llevo a una espaciosa cocina, vio entonces a un chico que cocinaba algo, el joven estaba de espaldas y sin camisa, Arthur vaciló por un momento en llamar la atención del otro o no hacerlo.

El joven se quedó extrañamente quieto y rígido por un momento, Arthur de inmediato supo que había advertido su presencia.

— ¿Despierto ya, Pequeño Risos de Oro?— El chico se volteó y miró a Arthur con una sonrisa totalmente burlona, Arthur enrojeció de pena y a la vez de enfado por el apodo. —El desayuno casi está listo— Comentó el otro con una sonrisa mucho más amable y hasta tierna.

—No soy Risos de Oro, mi nombre es Arthur— Declaró entre enojado y todavía avergonzado.

—Un lindo nombre, pero me quedaré con el primero... Tú puedes llamarme "Oso Feroz" si quieres ~—Arthur por un momento se sintió estar soñando algo completamente ridículo sin embargo era obvio que estaba bien despierto, no respondió nada, no estaba seguro de que decir o hacer.

—Siento haber entrado así a tu casa, me quedé varado a mitad del bosque y la chimenea de tu casa me salvo de pasar la noche ahí afuera— Hizo lo que le parecía más sensato hacer, disculparse por entrar en una casa ajena.

—Entonces, ¿Admites ser un pequeño rizos de oro? — La pregunta hizo que Arthur pusiera los ojos en blanco ¿Qué era aquel chico, un niño de 7 años? Al no recibir respuesta el chico se echó a reír con diversión. —Solo bromeo, no me molesta en absoluto tener visitas... Pero, no deberías andar por el bosque de noche, es muy peligroso— Aquello Arthur ya lo sabía por lo que no se sorprendió del regaño.

—No soy de la clase que se aventura así al bosque solo por capricho... Ayer me paso algo por eso terminé aquí — Explicó Arthur con calma mientras el chico parecía analizarlo de pies a cabeza, cosa que lo hizo sentir un tanto incómodo.

Había en la mirada azulina del chico una profundidad que le secaba la boca, una mezcla tan bella y tentativa como misteriosa y peligrosa, además el chico estaba todavía sin camisa exhibiendo su cuerpo bien formado con un descaro que secretamente escandalizó a Arthur.

No sabía si gritarle que se tapara o seguir mirándolo avergonzado hasta que el efecto que el cuerpo del chico le provocaba se desvaneciera, tampoco es que él pudiera hacer mucho, el joven estaba en su casa y Arthur no tenía derecho a reclamar por lo que llevaba o no llevaba puesto.

— ¿Qué te sucedió? ¿Un asalto o algo así? — Preguntó el otro con más seriedad volviendo a darle la espalda a Arthur para ocuparse de lo que estaba haciendo antes de su aparición, Arthur se quedó un momento prendado de aquella espalda, era de un bronce perfecto, fuerte y amplia, el color se le subió a la cara por sus pensamientos y decidió mirar a otro lado que no fuera ese.

—No exactamente... Creí ver algo y me baje del autobús en el que iba— Comentó Arthur pasando su vista al suelo, notó que el chico no llevaba zapatos tampoco por lo que su vestimenta solo era de unos pantalones de mezclilla algo desgastados.

— ¿Qué viste?— Preguntó el chico dejando de lado lo que hacía para mirar a Arthur con profundidad y curiosidad, Arthur sintió por un momento un cambio en el joven y sintió tensión entre los dos.

—Una sombra extraña... Solo eso, en realidad fue una estupidez de mi parte el bajarme así, jamás me había pasado eso— Dijo Arthur un poco cortante, en realidad sí, había sido una estupidez de su parte y no tenía ganas de explicarse en ese aspecto.

—Mmm... Ten más cuidado la próxima vez— Comentó simplemente el chico volviendo al desayuno, había café, fruta fresca picada y pan tostado con mermelada casera, fue el mejor desayuno que Arthur probó hasta ese momento.

El chico por su parte parecía haber recordado ponerse ropa y se puso una camiseta sencilla, pero nada de zapatos.

La atmósfera era un tanto extraña, Arthur la sintió agradable y natural, eso era lo extraño, estaba en una casa en medio del bosque con un completo desconocido desayunando con una tranquilidad irreal para la situación en la que estaba.

— ¿Así que estudias en Hillary?— Preguntó el chico de pronto mirándolo sin ningún recato.

—Sí, ¿Conoces la escuela?— No era una sorpresa el tema de su plática, pues Arthur todavía llevaba puesto el uniforme de la escuela.

—Sí, es muy linda, también estoy en ella— Aquello sí que sorprendió a Arthur, aunque tampoco era que fuera imposible había bastantes clases más de la de él y la mayor parte del día se la pasaba en la biblioteca por lo que no conocía a muchas personas en la escuela. — ¿En cuál clase estás?—

—En la 3A, en el lado norte, tercer piso— Respondió Arthur con tranquilidad, el chico no podía estar mintiendo se notaba que tenía la misma edad que él por lo que no había nada de qué desconfiar.

—Oh, yo estoy en el sur, clase 2C— Con aquella información notó que el chico era un año menor que él y la distancia entre sus edificios habría hecho casi imposible que se cruzaran alguna vez dentro de la escuela pero ahora se habían cruzado y en circunstancias más que extrañas.

—Ya veo— Comentó Arthur con simpleza, había algo que quería preguntarle al chico con verdaderas ganas pero no se atrevía a hacerlo, ni tampoco tenía en mente la forma exacta de preguntar. —Todo está demasiado tranquilo aquí, debe ser muy agradable vivir en un lugar así — Comentó Arthur encontrando por fin la manera de entrar al tema.

— ¿Te gusta?— Preguntó el chico con una sonrisa ladeada, Arthur se limitó a asentir, él adoraba los lugares tranquilos. —Sí, es muy tranquilo supongo... Si te gusta podrías venir a visitarme otra vez, no suele venir nadie por aquí, salvo algunos venados y ardillas, y no son muy buenos con la conversación— No se tomó enserio aquella invitación, planeaba no volver a ese bosque de preferencia jamás en todo su vida.

—Bueno, fue muy amable de tu parte dejar que me quedara aquí esta noche y el desayuno fue increíble... Pero me temo que debo volver a casa ahora que es temprano — Arthur había terminado el desayuno y pensó que era tiempo de irse a casa, sus padres no estarían de todos modos así que no tendría que liderar con preguntas innecesarias como por ejemplo, el por qué llevaba puesto el uniforme en sábado.

—Entiendo, espera, te acompañaré hasta la parada, no quiero que te pierdas por ahí— El chico se levantó, subió al segundo piso y bajo con unos tenis sencillos puestos además de unos anteojos y una chamarra marrón oscuro, mirándolo así se veía más como un estudiante cualquiera que antes, los lentes de alguna forma opacaban esa extraña mirada. —Vamos, pequeño rizos de oro~— Arthur odió aquel apodo pero no dijo mucho, de alguna forma le aliviaba el hecho de no saber el nombre de su acompañante así no había mucha obligación de volver a hablarle más tarde y era un alivio que aquel chico lo recordara con aquel ridículo apodo y no con su nombre verdadero.

Caminaron largo rato en silencio, Arthur agradeció que el chico estuviera con él mostrándole el camino, el bosque era muy distinto de noche y de día por lo que seguro que se habría perdido.

— ¿Llevas mucho tiempo viviendo aquí?—Preguntó Arthur de pronto, iban a paso lento y Arthur tenía la impresión de que el camino era bastante largo por lo que consideró que era una buena idea la conversación.

—Unos tres años— Respondió el chico casi de inmediato. — ¿Y tú, vives muy lejos de aquí?—

—No tanto, en el siguiente pueblo, ya me acostumbre a viajar en autobús a la escuela diariamente— Aclaró Arthur para hacer notar que no le molestaba en absoluto los viajes largos.

—También vivía ahí, mis padres no se han mudado de ahí en realidad— Aquella revelación respondía una parte de lo que Arthur había querido saber, se preguntaba si Alfred vivía solo en aquella casa del bosque y de ser así por qué.

— ¿Vives solo en esa casa?— En ese caso y ya que estaba dentro del tema Arthur decidió hacer la pregunta.

—No, somos una gran familia, lo que sucede es que no siempre hay alguien en casa— Respondió el chico encogiéndose de hombros.

— ¿Así que vives con otros familiares y no con tus padres?— Preguntó Arthur con bastante curiosidad, era un tanto extraño que un chico de 16 años no viviera con sus padres estando ellos tan relativamente cerca.

—Mmm... No somos familia de sangre o apellido, somos familia de circunstancias — Aclaró el chico con un tono pensativo haciendo énfasis en la última palabra, Arthur pensó que estaba siendo demasiado entrometido pero la curiosidad no hacía más que crecer.

— ¿Circunstancias?— Tanteó Arthur el tema con la esperanza de que el chico quisiera explicarse.

— ¿Cómo decirlo? Yo mm... Yo hui de casa, o algo así — Arthur no se creía lo que acaba de escuchar, mentalmente hizo cuentas y descubrió que aquel chico había huido de casa a la edad de trece años, no sabía que decir, se dio cuenta de que no debía haber preguntado nada pero ya era tarde para dar marcha atrás.

—Ya veo— Murmuró un tanto incómodo no sabía que más decir ¿disculparse por preguntar cosas innecesarias? Le pareció que era lo correcto. —Lo siento, pregunté de más...— Murmuró Arthur avergonzado de sí mismo, él siempre mantenía su distancia cuando debía pero sin dudas había quedado en ese momento como un entrometido en todo sentido.

—Descuida, no es como que sea un secreto o algo así, en realidad suena más grave de lo que fue, además ya ha pasado el tiempo por lo que no tiene mucha importancia— Aquellos argumentos hicieron que Arthur se sintiera un poco mejor pero de igual forma no se podía creer lo que el chico le acaba de contar.

Mil preguntas más surgieron en su mente ¿Sabían los padres del chico en donde estaba? ¿Por qué no lo habían buscado en todo ese tiempo? ¿Eran confiables las personas con las que vivía ahora? ¿Qué lo habría llevado a huir de casa a esa edad? Arthur no podía imaginar la respuesta a aquellas preguntas pero tampoco iba a decirlas en voz alta, no quería ser más entrometido de lo que ya había sido.

El familiar sonido de la carretera se dejó escuchar en el silencio que se había formado entre ellos dos, Arthur sintió tanto alivio como angustia, no quería irse con tantas dudas en su cabeza pero tampoco quería quedarse a descubrirlas.

—Ya estamos cerca — Comentó el chico con claro alivio, seguro que él también se había sentido incómodo, Arthur se limitó a asentir. — ¿Puedo preguntarte algo?— Arthur miro en los ojos azules y se encontró con una mirada tan intensa que lo puso nervioso por alguna razón, volvió a asentir. — ¿Qué viste anoche?— Se quedó un tanto sorprendido con la pregunta, no estaba seguro de lo que el chico esperaba escuchar y la seriedad con la que le estaba preguntando era de alguna manera inusual.

—Solo fue una sombra... Como una ráfaga café claro, quizá solo era un venado— Respondió Arthur dudando un poco de sus palabras, había visto a los venados antes y sabía que aquellos animales no corrían tan rápido con aquella sombra, además estaba seguro de que lo que había visto tenía bastante pelaje.

El chico arrugo un poco las cejas pero no dijo nada, después de pensarlo un rato asintió más tranquilo.

—Hay animales peligrosos en el bosque, no deberías volver por la noche de nuevo— No tenía que decírselo dos veces, Arthur estaba seguro de que no volvería por ahí jamás. —Podría comerte un oso feroz~— Bromeó el chico con una risa que resultaba algo contagiosa, Arthur se rió un poco también.

—O peor, podría hacerme plática y el desayuno— Agregó Arthur con sarcasmo puro, el chico le dio una sonrisa ladeada y su mirada volvió a adquirir esa profundidad peligrosa.

—No, estoy seguro que te comería... Hueles demasiado bien— Arthur se quedó pasmado con lo que escuchaba, el chico definitivamente hablaba de "comer" y no exactamente de forma literal, no había que ser un genio para entender el doble sentido que el chico había usado además del tono coqueto que le había dado a las palabras, sus mejillas ardieron como nunca antes escandalizado por aquel coqueteo tan deliberado.

No se atrevió a contestar nada, prefirió convencerse a sí mismo que había sido una broma pesada y nada más, por lo que se rió un poco dejando en claro que había comprendido la broma, aunque la risa fue más bien nerviosa.

Para su fortuna no paso mucho hasta que salieron a la carretera y lo que era aún mejor el autobús no tardo en pasar por ahí, después de una breve despedida Arthur sintió el más grande de los alivios por estar de camino a casa, lejos de todo aquello que había tenido que pasar, miro todavía al chico por la ventana mientras el autobús se alejaba hasta convertir su silueta en una sombra.

Una sombra

Pensó Arthur con un nudo en el estómago, sabía que había sido más que eso pero no podía pensar el qué.

Recordó el aroma extraño, un aroma que lo había hipnotizado por así decirlo, todavía lo sentía pegado a su ropa y no se sorprendió de relacionar aquel aroma con el chico que acaba de conocer, no había estado tan cerca de él como para comprobarlo pero Arthur podía apostar que aquel aroma provenía de aquella piel bronceada.

Recargó su cabeza contra el frío cristal y cerró los ojos delineando la silueta del joven en su mente, pensando en sus cabellos y aquellos ojos, la nostálgica lo tomó preso y el pesar de no volver a verlo fue mucho mayor de lo que Arthur habría deseado.

Una pregunta más flotó en su mente.

¿Es posible que sin conocerlo ya pueda extrañarlo?

Arthur sabía la respuesta pero no se atrevió siquiera a pensarla, lo mejor era olvidarse de todo y no volver jamás.

.

.

.

Continuará...

¿Qué les pareció hasta aquí? ¿Interesante, aburrido, divertido, extraño? Díganlo en un comentario~

A mí me pareció extraño, la verdad. Pero bueno~ por algo se empieza y las historias van cambiando conforme una avanza en ellas así que tengo esperanzas (?)

Por ahora es todo, lo iba a hacer un One-Shot pero ñah, me entraron ganas de pronto de dividirlo ~ por lo que no será muy largo... Quizá tres o cuatro capítulos a lo mucho, esperen la siguiente actualización... Quizá en la próxima semana~

Y hagan sus apuestas ¿El oso feroz se "comerá" a rizos de oro en el próximo encuentro?

Aclaraciones: ¿Quién no conoce el cuanto de Rizos de Oro? Para quien no lo conozca pues va de una niña que se pierde en el bosque y encuentra la casa de una familia de osos y decide meterse sin permiso, el punto es que ellos la encuentran dormida en la cama del oso más pequeño después de que ella se hubiese comido la sopa del pequeño y haberse sentado en su silla (?) lo sé, soy pésima contando historias pero en resumidas, muy resumidas palabras esa es toda la trama de la historia por ello nuestro querido oso feroz americano le puso ese apodo a nuestro amado rizos de oro británico...

Ammm segunda aclaración, no, no habrá Lemon en esta historia (?)

Eso fue todo, solo quería dar señales de vida~ -sale huyendo-