DISCLAIMER: Los personajes de Naruto son propiedad de Masashi Kishimoto.
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Esto no es un fic, sino un álbum de sentimientos personales de la autora, en este caso, mío. No tiene propósito alguno salvo el de dejar libres mis emociones, y la decisión de publicarlo y usar el mundo de Naruto me tomó tiempo. Pueden encontrar cosas agradables o no agradables de leer en él. Su lectura queda bajo la responsabilidad de cada uno.
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1.- De cuando la humanidad se pierde.
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Sentía que las sombras la seguían.
No importaba hacia dónde mirara, aquel bosque tan espeso y oscuro se alzaba justo frente a ella y daba la impresión de no encontrar el final.
Sus pasos parecían ser succionados por el fango bajo sus botas. Volvió la vista hacia atrás, hacia la espesura que se comía sus huellas, borrando el camino de regreso.
"No importa" pensó mientras se abrazaba el pecho y se cubría mejor con el abrigo. El frío del lugar calaba hasta sus huesos pero no le importaba. "Se está bastante bien aquí".
Bajó la cabeza al atravesar una cortina de hojas y dejó caer su diminuto cuerpo sobre las húmedas rocas que sobresalían del suelo verdoso.
Abrazó sus pies, doblando sus rodillas, apretándolas contra sus costillas. Su mejilla reposó sobre la fría y lisa superficie de una piedra y ella cerró los ojos. De entre sus párpados, una fina lágrima escapó, deslizándose hasta la punta de su nariz.
"No llores" se decía; un consuelo vago y poco útil. "Tú eres quien eres. Eres fuerte".
Sintió aquella cálida sensación que se escurría entre sus venas y su corazón ardió, presa del dolor.
Cada uno de los golpes, cada risa; todo rebotaba en su mente y volvía a ejercer el mismo daño sobre su persona. ¿Por qué ella? ¿Es que acaso no sabían que también era un ser humano, que también podía cometer errores de vez en cuando? Quizá no lo sabían, o lo ignoraban. La demanda de perfección era demasiado grande, y ella no podía cumplirla siempre.
Lloró; su pecho se contrajo con cada exhalación, con cada uno de los sollozos. Pronto la humedad rozó sus ropas, y ya no pudo respirar. Sería bastante fácil rendirse justo ahí. Escuchó a lo lejos que alguien clamaba su nombre.
"¡Hinata-sama!"
La voz parecía quebrada, preocupada. Era la voz de, quizá, la única persona a la que de verdad le importaba, la única persona que había cuidado de ella, pero él jamás llegaría a verla otra vez.
"Ya no tendrás que cargar conmigo" susurró al viento, y entonces sonrió. Cada uno de los sonidos del bosque la ocultaban. El bosque jamás revelaría nada. El bosque jamás le exigiría ser perfecta, pues apenas la conocía, pero la acogía como suya, como una parte más de su infinita soledad. Eso era lo que ella necesitaba.
Después de todo, ¿qué importaba estar solo una vez más, si siempre lo habías estado?
Hinata durmió por fin, respirando con tranquilidad. Nadie más la encontraría ni le haría daño. Jamás. Los gritos del hombre continuaron resonando, alejándose más a cada paso, buscando con desesperación a la pequeña Hyuuga.
Pero no se puede encontrar a quien no quiere ser encontrado…
