"¡Detente!"

Exclamaste en tu mente y ahí quedo resonando en tu cabeza que no pensaba correctamente. Todo porque el minino no te dejaba hacerlo. Sin embargo a pesar de que querías que se detuviera, tus manos en vez de empujarlo y apartarlo, solo se encargaban de apretujarlo más con tu cuerpo, donde tus brazos rodeaban su cuello y tus piernas sus caderas.

Tu cuerpo no quería y aunque no lo admitas, tú tampoco. Por eso nunca exclamaste esas palabras fuera de tus labios, esos que algunas veces habían sido profanados por el gatito esa noche.

Solo tuvo que pasar segundos para que tu mente cediera y no te opusieras más. En cambio te dejaste llevar, cerraste los ojos y pronunciaste su nombre, mientras sentías roces en tu abdomen que erizaban tu piel, manos que las recorren en lugares antes inexplorados. Dejando un camino de besos cortos que te dejan tensa.

Quieres apartarlo. No puedes soportarlo, pero tampoco quieres dejar de sentir esas caricias. Por eso no lo haces y luego de un corto periodo de tiempo. No piensas en eso. Ya no, pero aun así una pregunta resuena en tu mente...

¿Qué estás haciendo con el gatito?

Esa misma, es la que te sonroja a mas no poder, porque no sabes que contestar, ya que no sabes ni siquiera que estás haciendo, solo seguís tus instintos, sin pensar, sin razonar. Y todo eso sucede mientras tus manos se entierran en su sedoso cabello, pidiendo por más. En alguna parte de tu mente te dice que está mal, que él no es la persona que amas.

En cambio en otra, está ya había perdido toda la razón, sintiéndote plena, satisfecha y te decías que él te podía hacer feliz. Y realmente no lo dudabas, el gatito te ha amado por años.

Tú lo has amado... ¿Lo has amado?

Cuestionas, pero no te deja responder estas demasiado ocupado correspondiéndole. Sintiendo en el proceso su amor, su desenfrenado amor, por cada beso, mordida, rasguño y susurro de tu nombre.

¿Cómo podías negarte eso? ¿Cómo podías rechazarlo? ¿Cómo podías apartarte?

No obstante era... ¿Placer o amor?

Tu corazón que latía erráticamente contra tu pecho. No respondía a tu pregunta y mientras tanto tú sentías que tus mejillas se acaloraban y tu respiración se aceleraba. Porque a solo milésimas de segundas acabas de recibir un beso tan apasionado que dejo un rastro de hilo de saliva, al separarse. Sin embargo no lo sabias porque podía ser la primera o la segunda o las dos, pero cualquiera que sea la respuesta no querías que detuviera las caricias el felino.

¿Qué estás haciendo con el gatito?

Preguntas de nuevo. Sin embargo esta vez respondes...

"Solo dejándome llevar"

Y lo hacías porque después de sentir como si una descarga eléctrica acababa de recorrer tu cuerpo, perdiéndose en su mirada, en sus ojos verdes, las únicas palabras que podía pronunciar tú mente era...

"No te detengas"