Se renta

Prólogo

Sakura no entendía. En serio que no. ¿Cómo era posible que a Naruto se le ocurrieran tantas tonterías? Y lo peor de todo, ¡que le salieran bien! O era demasiado listo o tenía demasiada suerte o era demasiado tonto. No sabía cual de las tres. No es que importase mucho, porque igual le funcionaba.

Ella en un principio no apoyó la idea porque le había parecido ridícula, y miren que rió tanto que le produjo dolor de estomago. No es que fuera realmente gracioso, pero ver a Naruto repartiendo panfletos que decían "Se renta Uzumaki Naruto, próximo Hokage, para citas. Tarifa a negociar" le ponían las cosas un tanto difíciles. La pelirrosa tenía en parte la culpa, porque, al ser su doctora, le había recomendado al shinobi llevar un estilo de vida más relajado durante un tiempo. Sin embargo, eso no entraba para nada en el concepto de relajarse.

Haruno pensó que no saldría nada de todo aquello y que eventualmente Naruto desistiría. Pero no sucedió ninguna de las dos cosas. Al contrario, había sido un éxito rotundo. Ya saben, todo empieza con alguien que renta el servicio y queda satisfecho, después pasa el chisme a alguien más, este alguien se lo cuenta a otros y se crea el rumor. Al final nace una leyenda. Uzumaki iba bien encaminado para convertirse en una, aunque no del modo que a él le hubiera gustado.

Alguien tocó el timbre.

—¡La puerta está abierta! —Dijo Sakura desde la cocina mientras se peleaba con el estofado.

Bien, hoy comprobaría que tan buenos era los servicios a domicilio del mejor shinobi de la época.

Continuará.