Los personajes no me pertenecen, son de Stephenie Meyer. La historia y situaciones sí son mías!

Resumen: Bella es una joven vampira que emprende la solitaria aventura de estudiar arte en Londres, mientras trabaja en una de sus obras un misterioso vampiro la observa silenciosamente.


Capítulo 1: Tate Modern

Llevaba varios días queriendo continuar este dibujo, pero el maldito tiempo soleado de Londres me lo había estado impidiendo. Debía terminar la panorámica del Puente del Milenio con Saint Paul's de fondo para un trabajo de la universidad que tenía que entregar esta misma semana. Pensaba que ser vampira no iba a acarrearme tantos problemas para estudiar Arte, pero los trabajos que debía realizar al aire libre estaban complicando demasiado mi continuación en el Camberwell College of Arts.

Suspiraba sonoramente, rezando para que las nubes no desaparecieran del cielo de Londres y me diera tiempo a terminar el dibujo antes de que la Tate Modern cerrara. La perspectiva desde la terraza que está al lado de la cafetería es maravillosa, por lo que era el mejor sitio para realizar este trabajo.

Estaba sentada en una silla, sostenía el blog de dibujo tamaño A3 en mis piernas flexionadas y tenía en el suelo un pequeño estuche con carboncillos, sanguinas y demás utensilios. Mi cabeza iba de arriba abajo, tomando medidas de los edificios con mi lápiz; extendía mi brazo con él y guiñaba un ojo mirando el paisaje, luego ponía el lápiz sobre el papel y me orientaba para saber si mi dibujo seguía las proporciones correctas.

La gente entraba y salía de la terraza de la Tate Modern con sus cafés y muffins en la mano, se apoyaba en la baranda y miraba al horizonte, o simplemente se sentaban a descansar después de una maratoniana jornada por las siete plantas del museo. Yo seguía con lo mío, había personas que disimuladamente se asomaban sobre mi hombro y echaban un vistazo, mientras que otras descaradamente se quedaban un rato mirando mi trabajo; y eso verdaderamente me ponía muy nerviosa. No es que la cercanía de los humanos me molestara, ya toleraba bastante bien su olor, de lo contrario jamás me hubiera matriculado en la universidad; pero mejor mantener la distancia con ellos por lo que pueda pasar.

Seguía concentrada en mi trabajo cuando de nuevo noté que alguien entraba, pero en esta ocasión mi olfato me indicó perfectamente que no se trababa precisamente de un humano. Me erguí ligeramente en mi silla asustada ante la proximidad de un vampiro, no solía tener ninguna relación con ellos a excepción del aquelarre que me cuidó tras mi conversión en Italia. El vampiro también debió notar mi olor ya que se quedó inmóvil en la puerta unos segundos, hasta que le apremiaron otras personas para que se moviera y dejara paso. Comenzó a andar lentamente detrás de mí, hasta que se posicionó a mi altura en una de las sillas más alejadas junto a la pared.

Levanté un poco la cabeza para mirarlo a través de la cortina de mi pelo, esperando que no estuviera mirándome en ese momento; pero sí lo estaba. Me encontré para mi sorpresa con un chico más o menos de mi edad, realmente guapo, incluso para ser vampiro, superaba holgadamente la media de belleza de los de su especie. Sus facciones eran marcadas y muy masculinas, lo que le hacía tremendamente atractivo; su pelo estaba cuidadamente despeinado y su color era un poco indescifrable, siendo más bien castaño dorado con reflejos rojizos; sentí en ese momento un increíble deseo de meter mis manos en su pelo. Me sorprendí a mí misma al tener ese pensamiento y moví la cabeza hacia los lados varias veces como para intentar eliminarlo; él giró su posición en ese momento como para observarme mejor y me removí incómoda volviendo mi vista de nuevo al cuaderno de pintura.

En los breves segundos que estuve mirando no pude ver sus ojos ya que se ocultaban tras unas gafas wayfarer negras; lo más probable es que fuesen rojos y por eso se ocultaba tras ellas. Yo siempre he sido vegetariana, seguí la conducta del aquelarre que me recogió cuando otros me atacaron; por lo que los vampiros con dieta de humanos me imponían demasiado respeto.

No sabía qué hacer, estaba claro que había perdido totalmente la concentración y era incapaz de seguir con mi trabajo con un vampiro sanguinario mirándome inquisitivamente. Cerré mi blog y recogí mi lapicero del suelo, guardé todo en mi bolso y me levanté para dirigirme a la salida. Mientras tanto comprobé que él no me quitaba la vista de encima, y como si quisiera confirmarme algo, levantó sus gafas hasta dejarlas sobre su pelo mostrándome unos preciosos ojos color miel que quitaban el aliento. Seguí andando hacia la salida, y murmuré un bajo ─hasta luego─ antes de girar la manivela de la puerta. Bajé rápidamente las escaleras un poco consternada ante el descubrimiento del atractivo vampiro vegetariano que acababa de ver. Salí a la calle e instintivamente miré hacia lo alto del imponente edificio de la Tate Modern como queriéndolo volver a ver, aunque sabía que eso era imposible.

Llegué a la estación de metro más cercana, quería llegar pronto a mi apartamento y poder relajarme. Vivía sola en un modesto apartamento de dos habitaciones en la zona de Vauxhall, relativamente cerca del Camberwell College. El edificio era propiedad de una familia hindú que tenía una tienda de comestibles en la parte inferior de la vivienda; yo accedía a ella por una puerta desde la calle, y a través de unas empinadas escaleras llegaba a mi apartamento. Dejé el bolso tirado en la entrada y me fui desnudando por el pasillo hasta entrar en la ducha, necesitaba eliminar la tensión urgentemente. No sabía por qué me sentía así, no era el primer vampiro que veía en Londres, pero sí era el primer vegetariano con el que me encontraba desde que salí de Italia. Y yo me sentía sola, bastante sola. Me recriminé mentalmente mientras dejaba que me cayera el agua de la ducha por no haberle saludado; no era tan difícil acercarme a él y haber dicho "hola", pero no; yo seguía siendo la misma niña tímida e insegura que cuando era humana. Además era tan guapo…. Dios! Me quedé estancada en mis diecinueve hormonales años y necesitaba urgentemente un hombre, novio o lo que sea. Mi querida compañera alcachofa-desmontable de la ducha ya no me satisfacía como antes. Casi me doy de cabezazos contra los azulejos del baño pensando en él y en mi estúpida actitud al soltarle un insulso "hasta luego". Si fuese más lanzada podría tenerlo en casa en éstos momentos y yo probablemente no estaría pensando es cómo eliminar de mí esta maldita tensión sexual que acumulo día a día. Según me han dicho y puedo comprobar por mí misma los vampiros somos seres sexualmente muy activos, por lo que esta abstinencia está matándome. Necesito conocer a alguien urgentemente, y para una ocasión que tengo voy y la desperdicio. A imbécil desde luego no me gana nadie.

Después de permanecer casi quince minutos bajo el chorro de agua caliente me puse el pijama que no necesitaba, aunque me servía para estar cómoda en casa. Cogí mi Ipod y puse la música de "The XX" flojita en los altavoces, me senté en el sofá con mi cuaderno y me puse a dibujar. Mientras la suave voz de la chica cantaba "Crystalised" de mi mano salía sin quererlo trazos de un bello y masculino rostro, aunque por mucho que lo intenté me fue imposible plasmar su cara. Deseché muchas hojas y al final nada, tiré con desgana el cuaderno lejos de mí y cerré los ojos tumbándome en el sofá; pensando que ojalá pudiese dormir en ese momento, de verdad lo necesitaba.

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El día volvió a amanecer soleado. ¿Qué le pasa al maldito Londres con el tiempo? Ojalá viniese una borrasca y lloviera durante un mes; ¿no se supone que aquí siempre está nublado?, a este paso no terminaría mis estudios nunca. Viendo el panorama aproveché la mañana para ordenar y limpiar mi apartamento, estudiar y terminar los trabajos atrasados. Hoy era viernes, el día en que se suponía que debía entregar mi dibujo del Puente del Milenio y Saint Paul's; así que rezaría para que el profesor no me pusiera mucho impedimento en entregarlo el lunes. Cuando estas circunstancias adversas se me acumulaban durante varios días, debía echarle imaginación al asunto; mi palidez y ojeras ayudan a eso. Fingir una enfermedad con mi aspecto no era muy complicado, por lo que algunos profesores no preguntaban por mis ausencias y algún retraso en entrega de trabajos; alguna ventaja debía tener esta circunstancia.

Hoy la Tate Modern abría hasta las 10 de la noche, por lo que volví a dirigirme allí e intentar terminar el puñetero trabajo de una vez por todas. Las luces nocturnas no me permitían darle la tonalidad del atardecer que quería, pero creo que cambiarlas por los azules nocturnos no quedaría mal; así que tendría dos días más para terminarlo.

Salí tranquilamente de la estación de Southwark, la noche estaba preciosa. Caminé sin prisa por las calles hasta llegar a la galería, subí hasta la séptima planta y entré en la terraza. Únicamente había una persona apoyada en la baranda cuando entré, ésta se giró y me miró intensamente con sus ojos color miel.

─Hola, he estado esperándote toda la tarde ─ me soltó de sopetón, y a mí se me cayó el bolso al suelo de la impresión.

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Hola! Gracias a todos los que hayáis leído esto, es lo primero que escribo y está sin revisar ni nada. Lo que hace una noche de aburrimiento sola en casa!

Ya me diréis si merece la pena continuar o no; en caso positivo será un mini-fic, mi cabeza no da para más!!! Gracias.

Nora.