Capitulo 1: El futuro

Después de haber estado ausente por 3 años, yo vivó al lado de Inuyasha tranquilamente. Ambos somos muy felices y vivimos en calma. Hoy hacia un día radiante por lo que se me ocurrió pasar un momento a solas con él, así que partí en su búsqueda. Encontrándolo en compañía del monje Miroku y sus hijas.

— ¡Inuyasha! — llamé con premura.

— Kagome ¿Qué pasa? — su voz sonó un tanto preocupada.

—Vamos a caminar por el bosque, quiero platicar contigo— Sujeté su mano derecha entrelazándola con la mía.

— Claro, ya regreso Miroku.- advirtió Inuyasha antes de partir.

— No demores.

Nos alejamos a paso acompasado hasta que ya no pudimos ver a Miroku.

— ¿Inuyasha me quieres? — Lo miré de reojo un tanto nerviosa por la pregunta tan poco convencional que le hice.

— ¡¿Qué?! ¿P...porque preguntas eso? — Él desvió la mirada a otro lado intentando ocultar su nerviosismo que no me paso desapercibido.

— Es que casi no pasas tiempo conmigo. — Me quejé.

— Has estado ocupada con Kaede últimamente. — Reprochó al instante.

— ¿Es solo por eso? — Inquirí descompuesta. Mi postura cambio a una más seria, frunciendo ligeramente el ceño a la vez que mis manos se posaban en mi cintura.

— ¿Por qué más seria? ¡TONTA! — Contestó frustrado. Inuyasha dio un enorme suspiro, luego tomó una de mis manos y me haló contra su pecho, rodeándome con sus brazos. A lo que correspondí al instante.

— Gracias.- Después de unos instantes de silencio, me separé ligeramente de él, jugueteando ahora con un mechón de mi cabello de forma nerviosa.

— ¿Te puedo hacer una pregunta?- Inquirí.

— Si. — Respondió Inuyasha.

— ¿Tu quisieras formar una familia conmigo? — Pregunté mirándolo a los ojos. Inuyasha se sonrojo por la extraña pregunta que le hice. Tardo unos segundos, meditando antes de contestar. Me quedé mirándolo conmocionada, sintiendo como los nervios me invadían hasta el punto que no pude soportar más su silencio, pero justo en ese momento interrumpió.

— ¡¿Qué clase de pregunta es esa Kagome?! — Respondió totalmente alterado.

— ¡Lo sabia! ¡Tú no me quieres! — Dije enojada al punto de desear llorar. Oculté el rostro entre mis manos, cubriendo que no notara los deseos que tenia de llorar. Las lagrimas comenzaban a amontonarse en mis ojos evitando soltarlas, entonces sentí algo cálido en mi mejilla que me desconcertó por completo. Inuyasha me había besado ligeramente para calmarme.

— ¿Qué demonios te pasa? Kagome ¿Por qué estas actuando así? - Preguntó con preocupación.

— Es que yo t...te...te amo. — Le solté avergonzada. La calidez en mis mejillas no tardo en aparecer, estaba segura que mi rostro podía competir con un tomate maduro. Él me miró ligeramente sorprendido y extrañado ante mi confesión. Realizó una expresión extraña con el rostro y a continuación volvió a abrazarme, recostando su rostro delicadamente sobre mi cabeza.

— Eso ya lo se... tu eres la persona más importante de mi vida. — confesó con sinceridad mientras cepillaba con delicadeza mi cabellera con sus dedos.

— Kagome…tengo miedo.- admitió.

— ¿Pero de que tienes miedo?

— El solo pensar que nuestros hijos podrían sufrir lo que yo viví… no sé que me pasaría.- su voz sonó triste, completamente dolida. Si no estuviese apoyado en mi hubiera encontrado en su mirar seguramente mucho dolor y pena. Me separé ligeramente de él tan solo unos centímetros y lo miré con amor. Posé mi mano en su mejilla e instantáneamente el la envolvió con la suya sin dejar de mirarme.

— Estaremos juntos, no permitiremos que eso llegué a suceder. Lo prometo. Él me miró profundamente, analizando cada detalle de mi rostro. Sentí como su respiración estaba cada vez más cerca de la mía y fue entonces cuando aquel intimo contacto se hizo presente. Nuestros labios se unieron en un beso suave, dulce y llenó de amor, sabiendo con ello que mientras estuviésemos juntos todo estaría bien… Horas más tarde regresamos a la aldea donde la anciana Kaede nos esperaba en su cabaña. Su mirada transmitía seriedad y preocupación, al igual que su semblante. Kagome se puso un tanto nerviosa ante la actitud de la anciana.

— ¿Sucede algo malo? Anciana Kaede.- inquirí preocupada.

— Voy a morir pronto.- confesó sin reparo.

— ¿Qué dice anciana? Usted es más fuerte que nosotros, déjese de tonterías.- respondió Inuyasha con arrogancia.

— No interrumpas malagradecido.- reprochó la mujer tosiendo ligeramente mientras se recostaba en el interior de su futón. — Antes de que me vaya de este mundo debo asegurarme que quede un sucesor que me preceda.

— Esa seria yo.- comentó Kagome.

— Si, pero si algo ocurriste no puedo permitir que la aldea quede sin sacerdotisa por eso… deberás tener un hijo.

— ¡¿Qué?!- exclamaron unísonos.

— No deben alarmarse, solo aceleraran un poco las cosas.

— ¿A qué se refiere anciana?- indagó Inuyasha no muy convencido.

— A que deberán casarse mañana mismo.

— ¡¿Qué?! Pero… ¿cómo me voy a casar y sin mi familia?- grite escolarizada. La idea de casarme con Inuyasha no me desagradaba en absoluto, pero todo estaba ocurriendo demasiado deprisa. Además el casarme sin mi familia no me atraía en lo más mínimo.

— Por eso aquí te casas ahora y mañana en tu época.- Respondió Kaede con tranquilidad.

— ¡Pero no puede ser! ¡Me niego rotundamente a casarme tan rápido!- me quejé cruzándome de brazos. Un par de horas mas tarde y de quejarme junto a Inuyasha sin victoria alguna, nos topamos con nuestros amigos en su casa. Ellos ya habían preparado las cosas para nuestra boda apresurada, puesto que Kaede les había avisado antes que a nosotros.

— ¿Cómo es posible que accediera a esto?- dije con reproché mientras Sango ajustaba los últimos cambios del vestido.

— Te veras bien, no tienes porque preocuparte.- ella me dedicó una sonrisa alegre seguida de un pichando en mi estomago por culpa de un alfiler. — Lo siento.

Mientras tanto en la habitación continua a donde me encontraba podía escuchar los quejidos de Inuyasha y la insistencia del monje Miroku.

— Miroku ¿qué haces? yo nunca me voy a cambiar por esta ropa tan ridícula.- refutaba el joven de ojos dorados.

— Tienes que hacerlo. Es una tradición que el novio vaya vestido de esta manera a la boda.

— Yo no me pondré esto ¡Odio el Negro! — No seas testarudo y ponte esto.- demandó el monje comenzando a perder la paciencia.

— Al menos deja que Kagome diga cómo me veo mejor.- sugirió no muy convencido.

— ¡No! Es de mala suerte ver a la novia antes de casarse, ahora no rezongues y ponte esto. Ya casi veras a Kagome para comenzar la boda. Una Hora después de los quejidos, alboroto y prisas. Me encontraba caminando hacia el árbol sagrado rodeada de las personas del pueblo. Allí vi a un Inuyasha vestido de negro esperándome, enrojecí ligeramente al verlo tan atractivo. Cuando llegué hasta él me sonrió como casi nunca lo hacía y me miró profundamente.

— Te ves hermosa.- murmuró cerca de mi oreja provocando que mis mejillas enrojecieran aun más.

— Gracias, tu también te ves bien.- confesé regalándome la misma sonrisa llena de amor y cariño que solo podía demostrarle. Justo cuando la boda iba a dar inició un monstruo nos sorprendió irrumpiendo. Lo miré de modo desafiante, con suficiente furia para que no interfiriese en que se suponía era el día más feliz de mi vida.

— ¡No interferirás con mi boda!- advertí enojada. Inmediatamente mis poderes se transportaron a través de mi mirada destruyéndolo por completo. Inuyasha me miró perplejo y un tanto sonrojado ante la muestra de poder que demostré solo para poder a cabo nuestra unión.

Continuara…