Nunca te vayas sin decir te quiero

Capitulo 1 Can you here me out there?

"Ya no encuentro en mi fuerza que me salve y toda ayuda se ha ido lejos de mí". Job 6: 13

¡Oh! ¡Que demonios! Tenía dos meses de retraso en mi ciclo menstrual, ¿que sucedía?

Había pasado tiempo desde aquella fiesta en la que me pase de copas ¿me pase? Para ser sincera me emborrache, y mucho. Creo que eso se debió a que nunca en mi, corta, vida había tomado.

Cuando mi novio, vio mi estado, se aprovecho, tomo como pretexto llevarme a mi casa. Se imaginarán lo que hizo, con decirles que esa noche, desgraciadamente, no llegue a mi casa.

Mi padre llamó a todas las casas de mis amigas esa noche, tratando de localizarme, hasta que, Elena, mi mejor amiga, le dijo que me había quedado a dormir esa noche en su casa.

Tenía que saber que me sucedía, no podía, no quería estar así, sin saber que me sucedía.

Me levanté de la cama y me dirigí a mi ropero, busque unos zapatos y un bolso, no combinaban con mi ropa pero eso era lo que, en esos momentos, menos me importaba. Metí mi celular y mi cartera al bolso, y salí corriendo de mi cuarto. Hice el intento de no hacer ruido al bajar las escaleras, para evitar las preguntas de aquella mujer superficial, materialista y plástica, a la que me veía obligada a llamar "madre".

Tal vez suene muy frío y cruel pero no me agradaba en lo más mínimo llamarle así, ejercía un papel que no le correspondía. Un papel que desgraciadamente mi madre había abandonada al darme a luz. Mi padre tardo hasta que yo tuve siete años para superarlo, y así conoció a Margaret, fue muy buena la recuperación de mi padre. Le llamaba madre por respeto, pero a mi padre, el tenía derecho a ser feliz y yo no podía interferir en eso, ya que la felicidad de mi padre era contrarrestan te a lo que me hacía Margaret.

En realidad no me molestaba mucho Margaret. Había veces, muy pocas, en las que me la pasaba muy bien con ella. Siempre y cuando no empezara con que yo afectaba su estúpida reputación. A ella no le agradaba mucho el hecho de que a mi me encantaba cocinar, en realidad ni si quiera le importaba lo que a mi me gustaba "haz algo siempre y cuando no afecte mi reputación esta bien" decía siempre volteando los ojos.

- ¿A dónde vas?- dijo mientras jugueteaba con sus cabellos castaños.

- ...-ni siquiera me dejo contestar.

- Dijo tu padre que llegaras temprano, que tenía que... hacer algo importante, ya sabes como es tu papá.

- No te preocupes no llegare tarde.

- Muy bien, pero, me temo que no has contestado mi pregunta...

Salí corriendo antes de que terminara, las preguntas eran las que siempre arruinaban mis mentiras, siempre era mejor evadirlas.

Me dirigí al pasillo que se conectaba a la cochera. Abrí la puerta, lo más rápido que pude y monte mi Camry, aplasté el botón que habría la puerta de la cochera. Salí y aceleré, dejando atrás la mansión de mi padre.

Mi celular comenzó a timbrar, cheque la pantalla de la tapa, era Elena. Se había ido a Paris como regalo de su mayoría de edad, no era muy importante cumplir la mayoría de edad, pero los padres de Elena eran de esos señores adinerados que no saben si limpiarse con el dinero o gastarlo en otro, de lo millones carros nuevos que ya tienen.

- Hola- dije con un timbre un algo apagado.

- ¿Deberás eres Caroline? Amiga, te dejo por una semana y media y te entristeces devolada, esta bien que no puedes vivir sin mi, pero no es para tanto…

- …-

- ¿Qué te sucede Caline? Eso era para que te animaras un poco… ¿Te encuentras bien?- dijo ahora preocupada.

Mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, no pude evitar. Salían desesperadas unas sobre otras, como si huyeran de algo.

- Es… q…es…- comencé a sollozar desesperadamente y tuve que orillar mi carro.

- Caroline, en donde estas, voy inmediatamente para allá.

Espero hasta que mi llanto se calmo un poco, para volver a preguntar.

- ¿En dónde estas?

- A… aho…ra es… est…toy en… cami…no al cen…tro… com… ercial- dije entre sollozos.

- Caroline… te llamo cuando llegue haya, ok?

- o…o…ok.

- Bey, Caroline, pase lo que pase no olvides que yo te voy apoyar en todo ok?- colgó.

Respire profundo, tratando de calmarme un poco. El llanto ceso, pero aun seguía sollozando.

Conduje hasta que llegue a una farmacia que se encontraba un poco antes de el centro comercial. Me estacione y trate de calmarme un poco más.

Me baje del auto y camine rápidamente a la farmacia. Entre, al parecer no había nadie conocido, y le di gracias a dios por ello.

- Una prueba de embarazo, por favor- dije rápidamente.

- ¿Mande? -Dijo aquel joven que se encontraba del otro lado del mostrador.

- Me escuchaste, una prueba de embarazo, por favor- levante la vista y me encontré con la mirada, confundida, de aquel agradable compañero de clases que me había pretendido por algunos semestres.

Creo que lo asuste, ya que me dio la espalda rápidamente y se dirigió a la bodega, que supongo estaba en la parte de atrás.

Regreso con una minúscula caja.

- Disculpa- murmuré – ¿podrías darme otras dos pruebas diferentes?

- Más vale prevenir- bisbiseó, alcancé a escuchar.

Llegó con otras pruebas más.

- ¿Cuánto seria?

- 40 dólares.

Apresuradamente saque efectivo y se lo di, ni me fije cuanto era.

- No me des el cambio.

Le di la espalda y me dispuse a salir.

- ¡Espera!- me grito, y sin darme cuenta ya estaba detrás de mí.

- ¿Si?

- No te preocupes, no se lo diré a nadie.

- Gracias- le besé la mejilla y corrí a mi carro.

Habiendo chicos tan buenos y yo metiéndome con los peores, soy una tonta, tal vez Margaret tenía razón, no hacía nada bueno con mi vida, ni siquiera sabía que hacer con ella, no sabia como hacer para mantener mi vida a salvo, siempre tenia que depender de los demás.

Arranque el carro y acelere lo más que pude hasta llegar al estacionamiento del centro comercial. Algunas nubes comenzaban a tapar la poca luz de luna que se colaba hasta llegar a la gran ciudad.

Salí del carro y me vi reflejada en la pintura negra de mi auto. Tenía algo de maquillaje corrido y llevaba la misma ropa del día anterior. Una minifalda de tablones, una blusa blanca con un suéter negro encima, unos converse negros y mi cabello enmarañado y sucio. No encajaba mucho en aquel lugar.

Vi un carro que me pareció conocido, no lo tome mucho en cuenta, ya que me importaba poco que alguien conocido se encontrara ahí, solo esperaba que Elena llegara pronto.

Me metí al centro comercial, caminé entre la gente, que molesto era que se me quedaran viendo, o tal vez estaba algo paranoica.

Fui rápidamente a donde se encontraban los baños. Abrí la puerta y me fui al primero que vi desocupado, en verdad me importaba muy poco que fueran públicos y estuvieran sucios, no iba a ir a mi casa a hacer una prueba de embarazo.

Después de pensar, me dispuse a hacer una de las tres pruebas que había comprado… dos rayitas paralelas se encontraban en el pequeño cartoncito o papel, en realidad no sabia de que material era, bueno eso era lo menos importante. Las dos rayitas significaban… tome la cajita para verificar… POSITIVO.

Muy bien todavía faltaban otras dos pruebas, no tenía que alarmarme…

POSITIVO… POSITIVO… POSITIVO.

No podía ser, en que maldito problema me había metido,¿ por que me sucedía esto a mi?

Mis manos comenzaron a temblar y cada una de mis extremidades comenzaron a ponerse frías. Un ardor terrible comenzó a subir por mi estomago hasta mi garganta, las lágrimas comenzaron a salir como borbotones por mis ojos.

Tal vez no era verdad… tal vez las pruebas eran fallidas… pero… todo indicaba que era cierto lo que indicaban las pruebas. Estaba embarazada, y no podía hacer nada para evitarlo, no quería abortar, aunque sabía muy bien que eso seria lo que Margaret recomendaría a mi padre si llegaban a saberlo… no lo permitiría, no dejaría que ellos decidieran por mi y ese ser, que probablemente, habitaba en esos momentos en mi vientre.

Saque un pañuelo de papel de mi bolso y seque con el mi húmedo rostro. Salí del baño y lave mis manos, me moje el rostro y voltee a verme al espejo, tenía que hacer algo para distraerme y dejar de pensar en eso, tal vez así me tranquilizaría más rápido.

Visite algunas tiendas, no me importaba cuanto dinero estaba gastando, en realidad ni siquiera vía lo que compraba, solo compraba lo que me parecía bonito… tarde más o menos dos horas, dos horas en las cuales, Elena no me había llamado. No tome mucho en cuenta el hecho de que Elena no me hubiera llamado, pero si me pareció un poco extraño, Elena era muy puntual, y si llegaba a faltar siempre avisaba.

Fui al famoso café del centro comercial. Me fui a sentar a uno de los cojines, que estaban en el suelo, acomode las bolsas de mis compras alrededor de mí, mientras esperaba a que alguien me atendiera.

Aunque no prestaba mucha atención de lo que sucedía a mi alrededor, escuche una voz conocida entrar al café… me quedé atónita al ver de quien, mejor dicho, de quienes se trataban, ¿por qué tuve que poner exactamente atención a lo menos que quería ver?

Era mi novio, con una tipa.

¡Bravo Caroline! A ti solamente se te ocurría andar con un tipo que te ganaba por cinco años.

Instintivamente me puse el gorro del suéter. Se sentaron en una mesa que se encontraba lejos, pero frente a mí. Me tranquilicé al ver que era una "amiga", que me había presentado hace como dos semanas.

Observe como se acomodaban en la mesa.

- ¿Qué desea ordenar?- pregunto una de las meseras del café.

- Una malteada de chocolate, por favor, susurre.

Poco después comenzaron a atenderlos a ellos. Al parecer estaban hablando, parecía que hablaban de algo importante, tal vez era de algún negocio o algo así.

- Aquí tiene- dijo la mesera, mientras dejaba mi malteada sobre la mesa.

Debido a mi distracción no le agradecí a la amable mesera.

Fue el colmo cuando el le enseñó las llaves de su departamento, ella sonrió lascivamente y el la besó en la oreja.

Tomé mi cartera y saque efectivo, no vi cuanto era, pero seguramente era mas de lo que costo la malteada.

Me levante y acomode las demás bolsas en mis brazos. Me dirigí a su mesa y fingí tirar sus bebidas sobre ellos.

- ¡Eres una estúpida!- grito el.

Me di la vuelta y me quite el gorro.

- ¿Estúpida? Si soy una estúpida, pero una estúpida por haberte creído todo- no pude evitar que las lagrimas salieran de nuevo –pero tu eres un idiota que no vale ni mierda!

Bastante pena fue la que me dio por armar ese "teatrito" en aquel lugar, pero me fue inevitable.

Salí corriendo lo más rápido que pude, trataba de esquivar a la gente torpemente.

Llegue hasta la localización de mi carro abrí la cajuela y metí todas las bolsas. Cuando me di la vuelta me encontré a un "idiota que no vale ni mierda" frente a mi, jadeando, supongo que de cansancio, por que correr desde el café hasta mi carro era muy cansado, y lo decía por experiencia propia.

- Caroline – y aun se atrevía a llamarme por mi nombre – todo esto fue un mal entendido, no es lo que tu… - no lo deje terminar.

- No tengo nada que hacer aquí, quítate, le estorbas a mi carro-

Se acerco a y me besó. Trate, inútilmente de soltarme, pero lo único que logre fue comenzar a llorar de nuevo.

- Déjala en paz- dijo una mujer.

Sin importarle en lo más mínimo siguió besándome.

- Que la dejes en paz, dije- volvió a ordenar la voz profunda.

Llegue a pensar que era parte de mi imaginación, ya que mi aprehesor no hizo caso a la voz, hasta que lo vi retorciéndose en el piso, supongo que de dolor por que se quejaba mucho de su estomago.

Por puro impulso corrí a abrazar a mi heroína. Comencé a llorar mas cuando la abracé, mis sollozos se hacían cada vez más dolorosos. Ella respondió a mi abrazo.

- Ya, ya, todo está bien- dijo con voz profunda, tratando de tranquilizarme- todo esta bien mi pequeña Rin.

- Disculpa – me aleje de ella y le sonreí dulcemente –creo que me confundes, mi nombre es Caroline.

- Claro que no, tú eres Rin, eres mi Rin.

Ladee la cabeza en señal de que no entendía, ella solamente me sonrió.

Era muy hermosa, su cabello negro era muy largo, su piel era blanca como la nieve, sus ojos resplandecían como dos estrellas color dorado, era muy alta… en pocas palabras era muy bonita.

- Mi nombre es Nadeshiko.

- Mi nombre es Carol…- no me dejo terminar.

- Rin- dijo ella, aun sonriendo- sabia que volverías.

- Pero…

Levanto mi barbilla con su dedo índice, y acerco su rostro a unos cuantos centímetros, dejando sentir así su gélido aliento.

- Pronto veras que tu eres Rin- susurro en mi rostro.

Alejo su cara de la mía. Sentí como toco mi vientre delicadamente y me sonrió dulcemente.

- Hasta pronto- dijo y se dio media vuelta.

Sacudí mi cabeza, como si así fuera a despejarla de todos los problemas que tenia y la confusa escena de hace unos momentos.

Me dispuse a manejar mi carro a hasta mi casa, arrastre a mi ex, que aun se retorcía en el piso.

- Vamos, era una delicada mujer no seas maricón- dije mientras lo arrastraba a un lado donde no estorbara en mi salida del auto- maricón- susurre.

Arranque mi auto hasta la salida del estacionamiento y me di cuenta que estaba lloviendo muy fuerte. Seguí mi camino ignorando la lluvia. Cuantas emociones acumuladas esa tarde, pero después de algo malo viene algo bueno ¿no? O era como ella lo decía "si sucede algo malo, después de algo malo, el ciclo se repetirá".

Seguí manejando, me percate que del otro lado de la carretera habían ambulancias y unidades de transito. Vi un inconfundible Altima rosa pastel y un auto de color negro, destrozados por completo. El "inconfundible Altima rosa pastel" era de Elena.

Otra vez, un dolor subió desde mi estomago hasta mi garganta, y sentí como una cuerda se hizo nudo, poco a poco, en mi garganta. Corrí a ver lo que sucedía. El parabrisas del Altima estaba completamente destrozado un cuerpo yacía como a tres metros, cubierto de pies a cabeza. Sin pensarlo dos veces, corrí a destapar el cuerpo… era ella, era Elena. La deposite en mi regazo, el accidente no había pasado hace mucho, aun guardaba calor en su cuerpo. Su cabello rubio, ahora estaba lleno de sangre, de hecho estaba toda llena de sangre. Abrace su cadáver, al parecer nadie se había percatado de que yo estaba ahí. Sentí como mi ropa comenzó a empaparse en sangre.

Era inevitable, pero por que todo me tenía que suceder ese día, era tan absurdo, aunque tan real.

Les seré sincera, no se como llegue a mi casa esa noche, de lo único que me acuerdo, es que Margaret se encontraba esperándome, otra vez en el mismo lugar, la sala. Ni siquiera escuche las tonterías que me gritaba, por que eso eran, tonterías, esa noche, para mi, todo eran tonterías.

Parecía solamente un sueño mas, del cual faltaba poco para despertar. Necesitaba otros cuantos pellizcos, para entender que eso no era más que la realidad, la cruda y horrenda realidad.

Subí lo mas rápido que pude a mi cuarto, creo que no cerré la puerta, ese fue mi gran error. Me apresure en buscar aquella navaja que había comprado de una compañía suiza, fue una pequeña chiflazon, ya que era de mi material de joyería favorita, plata.

Fui al baño de mi cuarto, abrí el grifo del agua caliente, el vapor comenzó a expandirse por todo el cuarto de baño, era tan acogedor. Me vi al espejo, pensando ser la ultima vez. Esa no parecía ser yo, solamente, era una gárgola inexpresiva y sin vida, y en realidad, era así como me sentía, sin vida.

Me metí en la bañera, no sabia si el agua, en realidad estaba caliente, no sentía absolutamente nada. Hice un corte en cada antebrazo, desde la muñeca, hasta la corva del codo, siguiendo como guía, la vena que mas se apreciaba.

Todo esto terminaría en cualquier momento, en cualquier momento me despertaría y comenzaría a maldecir por que se me hizo tarde para ir a la escuela. Todo era en engaño… un sueño… una alucinación… una confusión… una maldita pesadilla.

...

Vamos, dejen comentarios bonitos, a penas estoy comenzando, no me destruyan porfa, yo se que los que están en fanfiction son demasiado buenos y no se comparan en nada conmigo, pero no sean tan duros, O/O.

Atte. Naniz.