—Gohan, es... un año completo —Videl dejó a un lado el paño de cocina y miró a su acompañante a los ojos, buscando un punto de comprensión. Volvió a repetir— un-año-completo.

Su novio cerró el agua de la llave y tomó el mismo paño que la mujer había dejado por sobre el mesón, secándose la manos. —¿Volveremos a hablar de esto otra vez?

Videl llevó su mano izquierda a la frente, tratando que la rabia floreciente no arrebatara sus palabras. Esta vez, quería ser más racional, más concreta en su argumentación. Lo anterior, se lo había propuesto antes de atravesar el dintel de la puerta de entrada a su departamento, convencida que podría llegar a cierto consenso. Exhaló largo y le miró a los ojos. —Así es. Si yo hubiese tomado una decisión similar, de seguro estarías pidiéndome más explicaciones.

Gohan apoyó su cuerpo en el borde del mesón, cruzando los brazos. Mirando el suelo, respondió convencido. —Tú sabes que no sería lo mismo.

La mujer mordió su labio inferior, sintiendo su corazón galopar, entrando en un breve desespero. —Bueno, pues, al menos, yo te hubiera comentado todo antes de tomar una decisión.

Aquellas palabras finales hicieron que Gohan arqueara sus cejas y retomara una nueva posición, dejando sus manos sobre la cintura. —Videl, son sólo dos días. El primero, en el Templo Sagrado; y el segundo, para entrar en la Habitación del Tiempo —ahora el chico movía sus manos, con el objetivo de hacer ver sus razones más claras— ... no entiendo el problema, no es como si anduviera de viaje, ¡menos hablando con otras chicas!

—¿Crees que todo ésto es una cosa de celos? —éso había sido suficiente. Videl dio media vuelta, en dirección al living, donde comenzó a reunir sus cosas. Hoy, claramente, su novio no vería más allá de su nariz.

Al quedar solo en la cocina, Gohan dejó caer sus hombros, suspirando, sabiendo de inmediato que no debería haber mencionado esas últimas palabras, que resultaban fuera de lugar. En cuanto escuchó como la mujer se movía en la habitación continua, seguramente dispuesta a marcharse, caminó hacia la puerta de entrada, donde la detuvo de golpe. —Ok, lo siento, lo siento —le tomó de los antebrazos— solo quiero que me expliques qué es lo que te molesta tanto de ésto.

Videl tuvo en su mente la respuesta inmediata: apartarse de sus brazos y dejarlo ahí, para luego caminar por el pasillo hacia la salida, tal como lo había hecho otras veces. No sólo le había dolido aquella declaración (reducir la discusión a un simple arrebato de celos), sino que toda la situación se sumaba a algo que ambos llevaban acarreando un tiempo, como pareja. Sin mirarle, tomó distancia, teniendo una cosa clara: el huir no la llevaría a nada. Acto seguido, dejó su bolso sobre la mesa.

—Ni siquiera tuviste la consideración de conversar conmigo, Son Gohan. Tomaste la decisión por tu propia cuenta.

Después de murmurar la frase, mirándole a los ojos, la mujer dio media vuelta y regresó al living, tomando asiento en el sofá. Ella no mentía, para nada. Ese tipo de actos solitarios, se clasificaban como uno de los atributos menos atractivos de su pareja, que sólo le hacían pensar en que él, simplemente, no le tenía confianza. Eso le hería profundamente. De pronto, sus ojos se le humedecieron producto de la frustración, pero miró al cielo, erradicando cualquier intención de perder la firmeza en su postura. A lo lejos, Gohan comenzó a acercarse, sentándose a su lado, apoyando su espalda en el respaldo.

—Lo siento —el chico ahora dejó caer sus codos sobre sus piernas, igualando la posición de la mujer— para ser honesto, sí pensé en conversar contigo.

Videl tragó saliva, deseando que las palabras que acababan de salir de su boca tuvieran un efecto inmediato de sanación; sin embargo, se sentía igual de herida. Giró el rostro y le enfrentó con la mirada fría, claramente a la espera de más explicaciones. —¿Temías que te pediría que no lo hicieras?

El hombre negó en silencio. —No es eso.

—Jamás te he negado nada.

No es eso —Gohan repitió, con un tono más alto de voz, mirándola de frente, completamente serio— es difícil explicar.

—Pues deberás intentarlo —Videl retrucó, igual de seria, utilizando el mismo tono de voz.

Su novio volvió a exhalar, tomando sus lentes, para dejarlos por sobre la mesa. Luego, cruzó sus manos en el centro, hablando. —Cada vez que conversamos, que tratamos este tipo de temas... sólo aumenta mi incertidumbre, Videl.

La mujer frunció el ceño, tratando de seguir la idea. Ahora, ni siquiera se tocaban, y la voz de su novio lucía lejana, con el usual toque de objetivización que le solía conocer. De seguro, para explicar lo que fuese que intentase hacer, él trataría de plantearlo como una tercera persona, excluyéndose. Ella ya lo conocía muy bien.

—Ambos sabemos que vivimos bajo amenaza. Que el mundo siempre estará bajo amenaza. Que... esta paz es sólo temporal. Tú sabes que amo estar contigo. Lo sabes muy bien.

Videl trago saliva, sin estar segura hacia donde se dirigía todo esto.

—... pero es una ilusión, Videl. Por más que me sienta atraído a llevar una vida diferente, a tener un trabajo normal, cosas normales. En cualquier minuto aparecerá un nuevo enemigo. Un nuevo ser que amenazará la tierra. Y yo... —se tocó el pecho con su palma abierta— yo siempre deberé responder a eso.

Sin poder evitarlo, esta vez, los ojos de Videl se llenaron de lágrimas. Producto de ello, desvió su mirada hacia el frente, parpadeando dos veces. Por su mente pasaron muchas cosas, especialmente enlazadas a las palabras del chico que, aunque no quisiese aceptarlo, tenían cierto grado de verdad. Este tiempo había sido realmente hermoso, sobre todo los últimos siete meses, en los cuales habían decidido, finalmente, tener un noviazgo juntos.

—Yo no te pido que decidas entre diferentes escenarios, Gohan. —nuevamente giró su cabeza para verle— sólo te pido que me incluyas en ellos.

El saiya tragó saliva, levantándose, luego, se sentó sobre la mesa, frente a ella, sin tocarla. —¿Te he apartado en algún momento?

Videl carraspeó, dando firmeza a sus palabras. —Este tipo de situaciones, me hacen sentir como si yo debiese ir a la par de tus decisiones, sin tener derecho a tener mi propia opinión, a que tú la valores —acentuó su mirada a aquellos ojos negros— yo... he cambiado, ¿sabes?, pero he sido abierta con ello. Sin embargo, a veces tú pareces una caja encriptada, con ideas dentro de tu mente que solo... te alejan.

Gohan cubrió su cara en sus propias manos, deslizándolas por su rostro. —Yo no he cambiado, Videl. Me conociste de esta forma, con toda mi historia, mi familia y el legado que hemos tenido que llevar sobre nuestros hombros. ¿Por qué ahora me pides que sea diferente?

Nuevamente, la mujer tuvo la respuesta en su mente. Ella lo sabia muy bien. Lo supo desde el momento en que le dejó ir, años atrás, junto al Supremo Kaioshin. Lo supo también cuando se enteró que había muerto. Lo supo cuando la paz volvió a la tierra y ambos comenzaron una hermosa amistad. Lo supo nuevamente al momento en que él le pidió que fueran novios. La razón era porque ella ahora, le amaba.

Hoy, luego de todo este tiempo, ya conocía perfectamente a esos fantasmas que lo atormentaban: la responsabilidad eterna de cuidar, de proteger, de resguardar. Ambiciones que incluso lo habían alejado de todo lo normal, que lo convencieron durante años que no era necesario aspirar a algo así, que le impidieron abrir su corazón a tantas cosas, como seguir sus propios sueños o darle más independencia a sus emociones.

Videl recordó el tiempo en que sólo eran amigos, especialmente el último año, donde, a simple vista el semisaiyajín se debatía internamente, luchando consigo mismo para atreverse a cruzar la línea, a que ellos fueran algo más. A fin de cuentas, Gohan tenía arraigada una extraña manía a no creerse merecedor de disfrutar cosas humanas, entre ellas, a aceptar que su mejor amiga le amara como hombre. Incluso, sólo hace un par de semanas habían conversado sobre sexo por primera vez... su novio solía ser tan duro con los demás, tal cómo él lo era consigo mismo. Y antes de seguir sus propios anhelos, él era capaz de colocar todas las pretensiones de los otros, por sobre las suyas: estudiar, vivir la paz, entre otras cosas.

La mujer interrumpió sus pensamientos al percibir el tacto de Gohan sobre su mano empuñada. Pese a ello, ese mismo acto le permitió tener un cable a tierra. Instintivamente, bajó su mano por la pierna, evitando el contacto.

—Gohan —murmuró— Creo que necesito un tiempo. Quiero evaluar todo ésto.

El aludido estiró la espalda, dejando sus manos por sobre las rodillas. —Podemos volver a retomar el tema, si lo deseas...

—No me entiendes —le interrumpió, ahora con una voz clara— quiero... —tragó saliva— evaluar el hecho de que estemos juntos.

—¿Estás terminando conmigo? —Gohan habló, sin siquiera pensar.

—Sólo necesito que me des tiempo —la mujer volvió a reiterar, tomando su bolso.

Después de un minuto de silencio, mirándola, el saiya se puso de pie, dándole la espalda, con los brazos cruzados. Desde ese punto de vista, Videl pensó, su novio se parecía mucho a Vegeta.

—Puedes hacer lo que quieras.


Comentario: Estaba yo enferma en casa, viendo la serie Hannibal, cuando un amigo me mandó un link con la nueva serie: Dragon Ball Super. ¡Ni siquiera sabía que iba a existir otra serie! Entonces, vi los primeros capítulos y no pude dejar de emocionarme, realmente sorprendida ante lo que se decidió relatar: la maravillosa cotidianidad de los guerreros z (casi un deseo de mis 15 años, hecho realidad). Cómo habrá sido la emoción, que acabé escribiendo ésto, en continuación a mi último fic Seis Meses. Serán diez capítulos breves y cabe destacar que esta historia no tiene ambición alguna, sino que se configura como una gran respuesta a todos los comentarios que me siguen llegando por mis historias anteriores, como dicen otras autoras de fanfiction: los reviews son el mejor alimento de la inspiración. ¡Muchas gracias!