Invierno del 2000; un día oscuro y lúgubre. Ese día comenzaban las clases, era aburridor. Siempre lo mismo; los mismos profesores, los mismos compañeros y los mismos problemas de adolescentes.

Tenía la esperanza de que este año fuera diferente, ya que era mi último año de preparatoria y mi vida cambiaría al salir del colegio.

Soy Astrid, Astrid Hofferson, una chica solitaria y agobiada por el día a día; tengo el mundo en mis hombros pues siempre tengo que aparentar ser la chica perfecta para mi madre y mis amigos; es molesto. Siento que nadie me comprende; que estoy sola en este frió mundo, con personas indiferentes que caminan por las calles, pero esa es la realidad, al menos mi realidad.

Caminaba al colegio a reunirme con mis amigas otra vez, sus nombre eran Heather, Brutilda y Camicazi; eran muy buenas alumnas al igual que y hacían que mi vida se hiciera mucho menos pesada.

Llegue al salón de clases y como siempre me senté en mi puesto; nadie me saludo, lo típico pues no soy muy popular en el colegio; pero prefiero tener pocas amigas que sean buenas conmigo que a falsas que hablen a mis espaldas. Empezaron las clases y pensaba dentro de mí que mis profesores tenían en vez de hablar, cantaban una canción de cuna que hacia dormir a los estudiantes.

Estoy cansada, no pude dormir al preocuparme por el día de hoy así que no le prestó mucha atención a la clase y me dispongo a oír mi música es mi único escape de la realidad, sin ella no estoy viva. No soy la chica convencional que le gusta la música que todos oyen; una música sin ritmo con letras sin sentido, prefiero la música con sentimiento y alegre, que me haga sentir en otro lugar, excepto aquí.

No he visto caras nuevas hoy, pues toda la vida he visto a mis compañeros así que somos como una familia; una familia desunida, que habla a espaldas de los más débiles, que se ataca constantemente, pero una familia.

En la ventana del salón esta sentado un chico llamado Jack, mi compañero de clase desde pequeños; es como un hermano para mi, aunque, este año han cambiado las cosas, pues siento que le gusto por que siempre me miro como un cachorro que desea amor; aunque ya ni me habla; no entiendo lo que le pasa, es muy frustrante pero yo no le puedo corresponder pues ya estoy enamorada de alguien más. Mi corazón ya se ha cerrado en una cajita con candado y le di la llave a una persona que nunca la perderá.

Termino la clase y salimos a tomar un descanso; estaba feliz de haber salido de esa prisión, donde el carcelero era el profesor era de matemáticas que nos torturaba con sus complicadas formulas que no lograba entender.

Caminaba por los pasillos con mis amigas que hablaban entre si de como les fue en las vacaciones y yo; yo estaba distraída sin prestarles mucha atención a lo que decían, de todos modos era ignorada en la conversación ya que están metidas en sus propios pensamientos y no se percataban de lo que estaba ahí. ellas no son perfectas lo se, pero son mis amigas, aunque me ignoren ahora, se que estarán para mi mas adelante.

esa es mi vida, que le puedo hacer.