Bueno, hace años que no escribo por aki. He ambiado mil veces de username... y dudo mucho que a alguien de por aki le guste Gazette... pero había que intentarlo. Este fic está escrito para mi Peke Reita. Te chero peke
Espero que os guste
Capítulo o1
Reita abrió los ojos creyendo que aún dormía. Se revolvió en su cama para alcanzar el reloj que estaba sobre la mesita de noche. Las 8:30… Hoy no tenía que madrugar. Se reunirían después de comer… a saber hasta cuando.
Optó por levantarse y darse una ducha, antes de que la mujer que le limpiaba el piso apareciera. Pero algo le retuvo.
Allí, sobre su escritorio, las últimas fotos de la banda. Aquellas que no se publicarían. Se detuvo a mirarlas. Ruki haciendo el tonto con él, Aoi huyendo de la cámara, Uruha jugando con un peluche, Kai tirado en el suelo… Y entre todo aquel montón… una foto… una que no sabía que había sido tomada. Permaneció mirándola… ¿Cuánto¿Segundos¿Minutos?
Sin darse cuenta al principio, se levantó, foto en mano, y la guardó en aquel cajón en el que guardaba sus tesoros de infancia. Aunque éste no era infantil. Para nada.
Necesito una ducha, pensó, aún con aquella imagen en la cabeza.
Pero no pudo evitar el salir de la ducha y que sus manos se dirigieran hacia aquel cajón. Sostuvo la foto ante sus ojos, observando cada detalle.
Echó una ojeada al cajón. Qué curioso. De un tiempo a esta parte, todos sus tesoros parecían estar relacionados con la misma persona…
- Uruha, por el amor de Dios, - se quejó Kai. - ¡No das pie con bola hoy!
- ¡AAAH! – gritó el guitarrista. - ¿Y cómo quieres que toque bien, eh?
- Es tu culpa, Kai, - intervino Aoi acercándose a Uruha, cogiendo su mano derecha, comenzando a masajearla. – Si no hubieras hecho la gracia de tirarte encima suya casi rompiéndole la muñeca, ahora no tendrías un ataque de nervios…
- ¡Au! – exclamó Uruha con expresión de dolor.
- Lo siento… - dijo Aoi mientras proseguía con el masaje.
Reita entró en aquel momento. Se había entretenido demasiado buscando algo de comer. Sus ojos se posaron en Aoi que masajeaba con suavidad la mano derecha de Uruha, mientras éste lo miraba con cara de pena. Luego vio a Ruki, que estaba tumbado en el suelo fumándose un cigarrillo, con semblante divertido. Y en último lugar…
- ¡¡LLEGAS TARDE!! – le espetó el batería. Reita quedó con ojos como platos.
- Relájate, Kai… - dijo Aoi comenzando a perder la paciencia.
- Eeh... ¿Qué me he perdido? – preguntó el bajista.
- ¡Kai quiere matarme! – protestó Uruha.
- Casi le parte la muñeca a Uruha, - explicó Aoi.
- Y ahora tiene un ataque de nervios y no para de echarle la bronca a Uruha, - añadió Ruki desde el suelo. – Dios…
- Creo que iré a por hielo… - dijo Uruha. – Y a por una muñequera… ¡Gracias! – añadió dirigiéndose a Aoi.
Soltó la guitarra en el sofá y antes de que saliera, Ruki se puso en pie dispuesto a acompañarle. Kai los siguió a cierta distancia.
Reita se sentó en una silla próxima a Aoi.
- Yo… ¿me haces un masaje en el cuello? – pidió poniendo cara de niño bueno. – Es que he dormido mal esta noche…
- Tienes un morro que te lo pisas, - afirmó Aoi sonriendo mientras se acercaba.
- No… es sólo que… me duele un poco y si sólo das masajes a Uruha… eso es favoritismo y discriminación.
- Ya… pero el hacértelo a ti también seria abuso¿no?
Reita rió, pero su risa se fue desvaneciendo a medida que las manos de Aoi acariciaban su cuello y parte de su espalda. Primero suave y dulcemente, luego fuerte y energéticamente.
El rubio mordía su labio inferior mientras las manos de aquel guitarrista hacían el resto. Aoi se acercó más a Reita, y le hizo apoyar la cabeza sobre él, mientras acariciaba su rostro tiernamente.
- Estás muy tenso, - susurró. – Necesitas relajarte.
- Sí… no sabes cuánto… - contestó Reita en un hilo de voz. – Pero… no sé cómo…
- Si quieres más masajes voy a empezar a cobrarlos¿eh?
- No te preocupes… te pagaré…
- Vaya, - dijo sin ocultar su asombro, riendo suavemente. - ¿Hay algo que te preocupe?
- Hmm… nada que no pueda solucionar… Oye¿viste las fotos?
- Sólo las que se van a publicar. Las demás te las llevaste tú¿recuerdas?
- Ah… ¿no hicieron más copias?
- Se las llevó Uruha…
- Jeje… si me acompañas esta noche a casa te las enseño… y de paso no estoy solo… es que…
- No tienes que dar ninguna explicación, - sonrió Aoi. – A ver a qué hora terminamos hoy…
