Creo que voy a empezar una serie de one-shoots de Leon o algo… Solo si lo veo bien, pero creo que va a ser que no… A ver como sale y si os gusta ^^ Por cierto, es un Leon's POV


El pasillo está completamente oscuro. Solo alcanzo a vislumbrar una luz que se enciende y apaga intermitentemente con un desagradable chisporroteo. No se oye nada más. Ni siquiera mis pasos. Creo que hace frío, pero no estoy seguro de lo que siento.

Creo tener mi pistola en las manos, la veo… Pero no siento su tacto. Avanzo por el pasillo. Veo puertas que aunque me interesan, no miro. Solo al frente, a la luz. Vuelve a chisporrotear con fuerza.

Escucho un ruido continuo. Creo que escucho mis pasos. Parece que pasan horas mientras camino… Tal vez sea cosa mía. Comienzo a correr, y mis pasos solo suenan son más rápidos, pero igual de sonoros.

Tras casi una eternidad corriendo, logro llegar a la puerta. La lámpara se apaga detrás de mí. Pero todavía veo. Tras la puerta hay una escalera.

Bajo. De nuevo dejo de oír mis pasos. Qué silencio. Las escaleras son de caracol. Doy vueltas, vueltas, vueltas… Solo eso. Lo raro es que la escalera, siendo de metal, no emite ruidos. Y la escalera se acaba.

Con su fin llego al suelo de piedra. Sus piedras son grises y frías.

Escucho un goteo de agua. Quiero mirar arriba, pero no lo hago. Prefiero mirar una celda que tengo delante. En ella hay una criatura desproporcionadamente grande. En la oscuridad vislumbro sus desagradables rasgos.

Tiene los ojos cosidos por un hilo negro y la cabeza protegida con un grueso casco de metal, mientras que su pecho está desnudo. De la fina abertura entre sus parpados brota sangre muy lentamente y un gruñido nace en el pecho de la criatura. De repente se libera de los grilletes que le sujetan y se abalanza contra mí.

Me aparto. Al embestir, de sus manos brotan unas garras, creo.

Disparo. Pero no escucho el fogonazo de la pistola. Se gira y creo que ruge. Vuelve a por mí. Lo esquivo y vuelvo a disparar. Parece un circo romano.

Y de repente se gira y embiste. Esta vez no lo esquivo. No tengo tiempo. Me desgarra el costado. Hay mucha sangre, y creo que por la adrenalina, no me duele. Pero hay tanta sangre… Comienzo a correr escalera arriba. La criatura viene detrás. Voy a trompicones. Me giro. Hay un reguero de sangre detrás. Hay tanta y reluce escarlata. Parecen litros y litros. Y la criatura está detrás.

Sigo corriendo, presa del pánico. Las escaleras son más largas que antes. Creo que cada vez hay más luz. No puedo jurarlo. La criatura me alcanza, me alcanza a arañar la espalda. Sigo corriendo, mi linterna ha desaparecido y yo sigo corriendo. Gracias a la adrenalina no me duele. O eso, o el parásito también me afecta.

El pasillo. Lo veo, y la luz que hace guiños. Vuelvo a mirar atrás. Hay tanta sangre. Como una cascada. Y la criatura viene detrás, pero no quiero detenerme.

Salto al pasillo. Me giro y ahí sigue, detrás de mí, ahora más temible y grande. Sus garras están cubiertas por mi sangre. Sigo corriendo. Me alejo de la luz, ahora no veo. La oscuridad me ahoga, asfixia. Y la criatura va detrás.

Choco con la pared del fondo. Me giro para encarar a la criatura. Avanza lentamente. Como alargando mi sufrimiento. No hay salida y he perdido mis armas al parecer durante la carrera.

Estoy desarmado, acurrucado contra la pared en espera de mi fin. Se llena el suelo de mi sangre y la criatura está a dos pasos de mí. Cubre la distancia y creo ver una sádica sonrisa dibujada en su rostro.

Hay sangre y no creo poder huir. Este es mi fin. Me levanto a duras penas y lo encaro. Alza una de sus manos con afiladas garras. Cierro los ojos, pero sigo viendo a la criatura y mi terrible fin.

- ¡Ah! – grito, emitiendo un ruido tras tanto rato. Me levanto de verdad.

Estoy sentado en mi cama. En mi piso. Mi piso de soltero. Me acaricio el costado y la espalda. Estoy bien. Y aunque todo el piso esté en silencio, escucho los coches pasar fuera.

Me levanto. Tengo frío, aunque claro… Estoy en ropa interior, normal que tenga frío. Voy sin rumbo por mi habitación y me asomo por la ventana. El cielo está repleto de estrellas. La ciudad de Washington está tranquila.

Hay alguna luz dispersa. Vuelvo dentro. Voy hacia la ducha. Es agradable el agua caliente sobre la piel. Salgo al rato. Con la piel cálida.

Miro el reloj al sentarme de nuevo en la cama. Las tres y media de la madrugada. Llevo desde el incidente de Racoon City con insomnio y pesadillas recurrentes, pero desde mi estancia en Europa las pesadillas han ido a peor. Y el insomnio me afecta varias veces a la semana. Sopla una corriente de aire frío a mi alrededor. Me estremezco. Suspiro antes de volver a meterme entre las mantas. Al mirar hacia la ventana me parece ver algo. Una figura extraña y grande con largas púas de metal. Me levanto de mi cama para tratar de alcanzar mi pistola. Cuando apunto, la figura ya no está.

Cuando vives muchas pesadillas, no acostumbras a distinguir las que sueñas y las que vives. Por eso ahora el corazón me late en las sienes mientras me aferro a mi arma. Es tan difícil diferenciarlas.

Y ahora, en silencio, escucho un gruñido extraño y vibrante en el salón. Abro la puerta con sigilo y me asalta el miedo. Un pasillo, aunque sea mío. Y veo una luz al fondo. Respiro ruidosamente antes de acercarme.

Me pego a la pared del pasillo y salto al salón…

- Maldita sea… - respiro, dejándome caer en el suelo tal cual.

La tele del salón se ha quedado encendida… Maldita sea, a estas horas suele haber porno, no un dichoso documental de leones. Esto es… inverosímil.

Alcanzo a reírme. Me dejo caer en el sofá y subo un poco el volumen.

- El león vive en una sociedad…

Encima de leones. Un rugido bastante parecido al del Garrador. Apago la tele y me quedo solo y en silencio de nuevo.

Me acuesto en el sofá y miro el reloj de encima de la televisión. Ya son las cuatro. Bostezo. Bendito sueño.

Pero antes de dejarme arrastrar por los brazos de Morfeo, veo una figura alta en la calle. Y me mira sin ojos.

¿Odias las pesadillas? ¿Yo? Solo porque no las distingo de la realidad, sino, serían muy divertidas.