Nota preliminares:
Ésta es continuación a: Lazos Rojos. Eros y Rosas de Hielo.
El universo de Saint Seiya, con todo incluido, es propiedad de su autor, Masami Kurumada y de todos quienes hayan adquirido derechos legítimos y legales sobre ellos.
En el desarrollo de este universo, Julián y Shun son las reencarnaciones de Poseidón y Hades y no las simples posesiones que sucedieron en la serie.
Cuando desarrollamos a los personajes que amamos lo hacemos desde nuestro propio corazón, quizás te encuentres que mi Ikki (por nombrar a uno de ellos) no es el que conoces pero es el Ikki que se ha creado para este universo y es el Ikki que vive en mi ego.
Por lo antes explicado y como un ser humano común y corriente, declaro que ¡por supuesto!, hay un personaje maravilloso por quien siento una profunda debilidad (después verán quien… quizás) aún así intento mantener el equilibrio entre todos, ninguno es malo y ninguno es inocente, son simplemente seres humanos intentando sobrevivir.
Y bueno, gracias por querer leer…
Kary.-
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La próxima vez que te enamores
Kari no Chiryu.
Capítulo 1
El Reencuentro
"EROS, NO¡NO EN LAS ROSAS¡EROS SAL DE ALLÍ!".
Hyoga miró con un dejo de incredulidad al hombre joven corriendo, muerto de risa, en pos de su perro por todo el jardín.
¿Cómo pudo ser él y Hades la misma persona?. Recordando su lucha en el infra-mundo, se le hizo mucho más difícil relacionarlos a ambos. ¿Quién diría que Hades estaría corriendo en el jardín de su nueva casa detrás de un perro que era hoy en día el doble del tamaño que la semana pasada?.
Quizás no era tan difícil de creer. Hades reinó en el infra-mundo resignadamente, nunca exigió el trono de Zeus que le correspondía por ser el primogénito de Cronos pero eso no significó que el dios oscuro no apreciara la belleza de la naturaleza y la luz de la solana, quizás incluso lo apreció más que cualquier otro, porque no las tuvo muy frecuentemente, sino es que... nunca.
Además... Hades debió amar la primavera porque después de todo… se casó con ella.
"Ahem, si haces el favor de quitarte, quizás me pueda bajar".
La voz de Ikki lo trajo de nuevo al mundo. "¡Oh sí!". Dijo sobresaltado quitándose de la escalera de mano que había sostenido hasta entonces.
"Ne, Hyoga". Ikki frunció el ceño al enfrentarlo. A pesar que ahora el cisne era mucho más alto que él, la expresión de Ikki continuaba infundiendo respeto, para no decir miedo. "A Seiya no va a gustarle que mires a Shun así". Se apartó un poco al caminar a la casa. "Sé que a mi no me gusta".
Hyoga tragó el nudo en su garganta al cerrar la escalera y seguir a Ikki. –¿Diría Persephone lo mismo?--. Hyoga se preguntó. –¿Y por qué pienso en ella?--. Quizás porque era la única que podría llevarse el amor de Shun. –¿Qué haría Shun entonces?-- ¿cuál amor prevalecería¿el de Hades por Persephone¿el de Shun por Ikki?. Y ese era el problema, porque no hubo un Hades y un Shun. Ambos eran una única persona.
Uno un inmortal relegado por voluntad propia, apartado y taciturno, severo pero justo, cuya única alegría y felicidad fue Persephone, su esposa, la diosa de la primavera y de quien fue separado cruelmente; el otro, un mortal cuyo destino lo golpeó una y tantas veces con miseria y vejaciones, uno que creció bajo el afecto amoroso de su hermano... quien correspondió sus afectos. ¿A quién escogería él?.
Tan profundo estaba en sus pensamientos que sólo el golpe lo alertó que algo no iba como se suponía.
"¿Hyoga-koi¿daijoubu desu ka?".
Un gemido de dolor contestó a Seiya.
Ikki sonrió al enredo del ruso con la escalera. "Eso te enseñará a ver por dónde caminas".
"Iteee". Hyoga se quejó mientras Seiya le ayudaba a estar de pie. Desde la cocina, Shun sonrió al preparar algunos bocadillos, Eros se tranquilizó finalmente y estaba saboreando un hueso.
Fue su primer fin de semana en su nueva casa y como un grupo bastante íntimo de amigos, Seiya e Hyoga habían venido a ayudarlos con la mudanza y algunos arreglos. Durante todo el día se hicieron las reparaciones de rigor mientras jaranearon en la compañía y los tentempiés. Esa noche Seiya e Hyoga se quedaron a dormir, la casa era bastante grande para sólo una pareja.
"Incluso podríamos venir a vivir aquí". Seiya hizo pensar en un momento. El gesto de Ikki le hizo corregir rápidamente. "Ne, ne, Ikki-senpai, era una broma".
Ikki enarcó una ceja.
Hyoga sonrió al besar la sien del niño loco sentado entre sus piernas cruzadas. "Seiya sólo bromeaba, Ikki, estás muy tenso".
"Hai, Oniisan, relájate". Para apoyar su punto, Shun se detuvo detrás de su hermano para darle masaje a sus hombros tensos.
El Phoenix suspiró finalmente bajo la atención de Shun y sonrió. "Gomen". Se disculpó. "Supongo que he estado bajo mucha presión últimamente".
"Entonces te conviene descansar porque cuando Sahorí-san regrese no tendremos tiempo para nada con los preparativos de su boda". Seiya dijo alegremente pero Ikki, de nuevo, se tensó.
¿Qué iba a hacer Seiya cuando viera a Shiryu?... ahora que estaba con Hyoga, el Dragón venía para buscarlo.
Ikki no tenía duda de eso... ¡Dios!, le provocó dolor de la cabeza sólo pensarlo. Por qué Seiya tenía que hacerse tan importante para él. Si pudiera hablar con Sahorí antes de que regresaran… ¿Pero, qué iba a decirle¿que no trajera a Shiryu?, el Dragón ya estaba bastante crecido para ir dónde quisiera y cuando lo quisiera. ¿Y Seiya?, dónde estaba su amor hoy en día.
Durante los últimos tres años de la ausencia del Dragón, Ikki fue testigo del casi mendigar de Seiya por el amor de Hyoga y ahora, cuando el rubio finalmente lo aceptó, el destino le anuncia el regreso de quien, Ikki tenía por cierto, era el alma gemela de Pegaso.
Quizás fue mejor esperar y ver que resultaba de todo eso pero algo se retorció en su estómago porque supo que... pasara lo que pasara... Seiya iba a tener la peor parte y el muchacho simplemente ya había sufrido mucho. ¡Dios!, él se aferró a Hyoga como un naufrago a una tabla, quizás él mismo no comprendió aún eso. Que sus sentimientos por Hyoga eran necesidad de amar, de entregar todo ese amor que Shiryu dejó huérfano al abandonarlo... pero los dioses saben que el Dragón no mereció el amor de Seiya... y aún así...
"Oniisan¿quieres otro té?".
"¿Ah?, sí, gracias Ototo". Ikki respondió entregando la taza vacía a su hermano.
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Dos Semanas después.
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Hyoga anudaba el nudo de su corbata mientras Seiya se hizo botar alegremente a través de la habitación. "¡No puedo creer que Sahorí-san regrese!. Hace tanto tiempo".
El rubio sonrió al cepillar su cabello. El cariño entre Seiya y Sahorí siempre fue palpable, de hecho, en algún momento llegó a pensar que entre los dos había sentimientos distintos a los de la amistad.
"Apresúrate, Hyoga-koi, Ikki-Senpai y Shu-chan deben estar esperándonos".
"Sí, sí, ya termino".
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"¿Por qué tan pensativo, Oniichan?". Shun preguntó atando la cadena de Eros a su collar, increíblemente, el cachorro que su hermano le regaló hace apenas dos semanas era ahora el tamaño de un pastor alemán adulto, aunque no igual de quieto.
"Nada en particular, Usabi... déjame cepillarte el cabello". Respondió el mayor al ver el esfuerzo de su hermano por sujetar el animal y arreglar su cabello nuevamente largo.
Ikki sonrió al cepillar el cabello de seda, aún le faltaba mucho para regresar a su longitud original pero estaba ahora tan largo... Shun lo dejó crecer desde que ambos se hicieran amantes, hace más de nueve meses.
"Cerberos, ya basta, siéntate". Shun regañó al perro que intentaba llamar su atención arañando los muebles de la sala. El perro gimoteó avergonzado y obedeció la orden en el acto. Ikki se detuvo un momento a las octavas de voz profunda que evidentemente salieron de la boca de su hermano y la orden severa que emitió... y si esto hubiese sido poco...
"¿Cómo lo llamaste?".
Shun pestañeó. "Eros¿por qué?".
Ikki miró fijamente el perfil del rostro de alabastro mientras aún sujetaba unas trenzas de cabello. Finalmente decidió dejarlo pasar. "Por nada, Ototo". Ikki continuó cepillándolo hasta estar satisfecho de su arreglo.
"Está bien, ahora tenemos que irnos". Anunció dejando el cepillo en la mesa y recogiendo las llaves del auto.
"Hai". Shun respondió alegre que su hermano no había insistido. ¿Por qué revocó el nombre de su antiguo can?, quizás porque ambos se perecían tanto en la actitud destructiva pero juguetona. Shun casi sonrió. Quizás el fue él único ser existente que pudo decir que el can de los infiernos era una criatura juguetona. (1)
Cuando Ikki salió de la casa acompañado de su hermano y mascota ya no fue sólo Seiya quien lo preocupaba.
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El grupo se reunió finalmente en la mansión Kido, donde Sahorí insistió se realizará su encuentro, era claro, mucho mas amplio.
"Woww". Seiya exhaló alojando la familiaridad de la sala. Tan poco había cambiado y sin embargo parecía tan diferente ante sus ojos. "Se siente extraño". Susurró.
"Hai". Hyoga estuvo de acuerdo. "Se siente irreal".
"Como otra vida". Ikki agregó en su todo impasible.
El único en apartarse sin pronunciar palabra fue Shun, quien parecía muy interesado en estudiar el cuadro de Mitsumasa Kido. Ese cuadro horrendo que permanecía en la sala.
La muchacha del servicio regresó brevemente después con sus bebidas, los cuatro se establecieron en la sala en una conversación cordial sobre cosas sin importancia.
Ikki se envolvió en la plática pero un rincón de su mente continuaba desviándose a Shun que continuaba sin pronunciar palabra. Finalmente Seiya, quien fue, Ikki admitió, muy perceptivo a sus ambientes, preguntó. "¿Shun¿en qué estás pensando tan intensamente?". Ikki casi sonrió. Perceptivo, sí, pero nada discreto.
Ikki esperó que Shun sonriera y contestara en su moda usual de casualidad pero éste sólo mordió su labio inferior al fruncir el ceño. "Siento como...". Dijo calladamente en una voz grave que no era la suya y que no pasó desapercibida por la suavidad del tono. "...como si no debiera estar aquí". Terminó no muy seguro del sentimiento que lo engolfaba. Desde el momento de cruzar el umbral de la mansión se sintió inquieto.
Seiya sonrió amablemente. Ikki e Hyoga asumieron sus legendarias expresiones de aplomo. "¿Shu-chan, cómo que no deberías estar aquí?".
Shun frunció el ceño más profundamente en un intento de descifrar sus sentimientos. "Esta casa... es de Atena". Aventuró tentativamente para luego sacudir la cabeza. "Es su... dominio". Suspiró incapaz de explicarse. Ikki se acercó al sofá cubriendo sus hombros en un gesto de amor.
"Estoy aquí contigo". Susurró sólo para los oídos de su hermano y éste sonrió al apoyarse hacia su hombro. "Lo sé. Es sólo... que siento como si debiera pedirle permiso a Atena para estar aquí". Agregó desconcertado pero tranquilo en la presencia enérgica de Ikki.
Seiya se sentó al borde del sofá que compartía con Hyoga. "¿Esta es alguna costumbre extraña entre dioses?".
Y una vez más Seiya obró el milagro de traer una sonrisa genuina en la confusión. "¿Sabes qué, Seiya?. Que quizás sí sea". Shun contestó riendo.
De allí en adelante la conversación se desarrolló tranquilamente, exceptuando claro, los mimos y cariños excesivos que Seiya derramó sobre Hyoga. Aunque el rubio parecía un poco avergonzado por la actitud lisonjera de su... novio, le dejó hacer su voluntad, hacía ya un rato que había admitido que la manos de Seiya se sintieron maravillosas encima de su piel, aunque no habían compartido una cama hasta ahora... por lo menos no en ese sentido.
Al principio (eso es, hace dos semanas), Hyoga estuvo seguro que no habría deseo físico en este tipo de 'amistad especial', sin embargo, la noche que Seiya se desnudó quedando sólo en sus calzoncillos, metiéndose a la cama en la cual él estuvo esperándolo e inclinándose para besar su mejilla con ese tipo de dulzura extra-terrenal, para luego volverse sobre sí y cucharearse contra su cuerpo...
Basta decir que Hyoga no durmió esa noche.
Shun sonrió en su propio abrazo íntimo con su amante... Ikki por el contrario, aunque se satisfizo inmensamente en la presencia de Shun, no pudo dejar de pensar en su pronto reencuentro con el quinto integrante del grupo. El movimiento de algún personal de servicio y la algarabía de Tatsumi le hicieron comprender súbitamente que fue tiempo de dejar de imaginar lo que pasaría porque ahora lo viviría en persona.
"¡¡Tatsumi-san, que alegría verte!!". La voz femenina profirió alegremente.
"¡¡Señorita Sahorí, que alegría!!". Tatsumi dijo y los muchachos sonrieron porque supieron que el hombre mayor estaba llorando.
"¿Y dónde están mis hermanos?".
"En la sala, señorita".
Los cuatros muchachos estuvieron de pie esperando que Sahorí dejara el recibidor donde le diera sus saludos a Tatsumi, que bien se mereció su cariño, para avanzar a la sala en la cual la recibirían más propiamente. En el fondo, todos pudieron oír la voz de Tatsumi dándole la bienvenida a alguien más.
Sahorí caminó al umbral de la sala deteniéndose para alojarlos a todos con alegría. El primero en correr a ella fue Seiya, ojos llenos de lágrimas y casi gritando: "Sahorí-San". Ambos se abrazaron dejando fluir el llanto gozoso de su rencuentro. "Seiya. Seiya". Sahorí pronunció el nombre como si se tratara de una oración.
"Sahorí-san". Shun fue el segundo en aventurarse hacia ella, seguido de Hyoga e Ikki.
"Hola a todos". La voz alegre de un hombre dijo detrás de ellos y todos se volvieron para ver a Julián sonriéndoles. Si alguno estuvo a punto de saludarlo retrocedió a la imagen del hombre alto que caminó tras Julián.
Cuatro quijadas se dejaron caer al piso (figuradamente hablando), incluso Ikki que sabía de la llegada de... 'este tipo'... no pudo sino asombrarse al cambio.
Shiryu sonrió al ondear una mano alegremente al grupo. "Konichiwa, Minna".
Seiya pestañeó, Hyoga pestañeó, Shun pestañeó e Ikki... pestañeó... tratando de asimilar lo que su vista alojaba y ni siquiera tratando de entender la presencia del Dragón.
Shiryu sonrió a la impresión de su llegada. Había cambiado, no tanto en lo físico sino en su actitud y toda su disposición hablaba de ese cambio.
El cabello negro de azabache continuaba largo y flotó tan suavemente como siempre sobre su espalda pero fue el atuendo y toda la disposición del hombre lo que les dejó sin habla.
El dragón vistió en pantalones ajustados de jean negro y botas de cuero. La camisa azul oscuro que llevó era de marca y bajo su brazo derecho un casco negro con lo que debió ser la figura de un dragón azul turquesa pintado artísticamente en él.
El conjunto de la escena era suficiente para causar gran impresión a quienes en su adolescencia conocieron a alguien con ese mismo rostro (un poco amuchachado en ese entonces) a quién nunca le llamó la atención la moda ni los lujos y que permanecía eternamente en sus humildes vestimentas orientales.
"¿¡No van a decir: Hola!?". Preguntó con una sonrisa premiada.
"¿Shiryu?". Ikki frunció el ceño honestamente sorprendido.
"Sí, este idiota me dio el mismo susto la primera vez que lo vi así". Sahorí sonrió
"¡Shiryu!". Shun sonrió suavemente antes de correr a él y abrazarlo. "Bien, por lo menos alguien me extrañó".
"Que bueno verte, Shiryu".
"Lo mismo digo, Shun, lo mismo digo". El dragón susurró abrazándolo, por un segundo, volvía a ser el hombre que todos recordaban.
Ikki se acercó tentativamente para saludarlo y en ese orden le siguió Hyoga, sin embargo, aquel a quien Shiryu esperaba con mayor anhelo, no se acercó... quizás aún estaba desconcertado… y definitivamente herido.
Y Seiya lo estaba, pero no tanto para no comprender las dimensiones de lo que sucedía. ¿Shiryu estaba aquí?. ¿Realmente aquí, en el mismo salón que él y bajo el mismo techo?. ¿Después de estos tres años...?. Su corazón aún se contrajo en su pecho. Cuando Seiya miró a Shun en el abrazo del Dragón supo con certeza fatal que su corazón nunca había dejado de esperar.
"¿Y tú no me saludas, Seiya?". Shiryu preguntó tentativamente, el menor sintió que algo se quebró dentro de él a su nombre en la voz largamente extrañada.
Así como Shiryu tomó un paso hacía él, Seiya retrocedió otro llevando una mano a su pecho y una expresión de terror doloroso en su rostro.
"¿Seiya?". Shiryu preguntó preocupado. Seiya sintió que le faltaba oxigeno, necesitó salir de allí y poner distancia entre él y este remedo de esperanza... la esperanza que hace tres años falleció en la indiferencia de Shiryu, pero antes de tener la suficiente presencia mental para correr, Hyoga alcanzó su lado cubriendo sus hombros temblorosos con un brazo firme y acunándolo cerca de su pecho.
Seiya fundió en ese abrazo porque sintió que fue el único lugar seguro que le daría la bienvenida en el mundo. Su único refugio.
Shiryu frunció el ceño, su inminente comentario murió bajo las inquisiciones de Ikki. "Shiryu, qué¿pusieron una agencia de modelos en Cinco Picos?".
"¿¡Ah?!". Se volvió a Ikki, ambos continuaban siendo de la misma estatura aunque la complexión física de Shiryu siempre fue más delicada y elástica.
"¡Oh!, Oniisan¡¡eres cruel!!". Shun sonrió sujetándose al brazo izquierdo del Dragón. "¿Shiryu, dime, qué te haces en el cabello para tenerlo así?". Haló al dragón lejos de Hyoga y Seiya. Shiryu comprendió la estrategia, todavía hizo el intento de volverse, pero Ikki sacó el casco de su brazo y lo empujó amablemente. "¿Y esto es para el cabello o simple miedo a las alturas?".
Sahorí, que también notó la situación sonrió al unirse a la procesión que insistió en empujar a Shiryu. "¡Ah!... es que ustedes no lo han visto todavía pero aquí nuestro estimado nos hizo traer su Honda Yamaha desde China".
"¿¡SU QUÉ!?!". Ikki y Shun gritaron escépticos.
"Mi moto". Shiryu sonrió alegremente, cediendo a los esfuerzos de todos. Habría tiempo para todo después, aunque Seiya fue su asunto principal y uno que no quiso posponer.
Detrás de ellos, Seiya tembló contra el pecho de Hyoga quien discretamente lo condujo fuera de la habitación.
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"No puedo creerlo". Seiya susurró, manos asidas en puño cerca de su pecho. Hyoga tomó esas manos tratando de halagarlas abiertas.
"Seiya. Intenta calmarte".
El muchacho parecía despertar de su estupor, porque inmediatamente se asió a Hyoga con desesperación. "Sácame de aquí, Hyoga, sácame de aquí".
"Shhh, Seiya tranquilízate". Le pidió sujetándolo fuertemente por los hombros. "Recuerda que Sahorí está aquí también, no podemos irnos".
"Pero no puedo…".
"Puedes y lo harás".
"No puedo". Sollozó pero Hyoga era impenitente. "Seiya, Sahorí ha regresado después de casi un año de ausencia, no puedes irte sólo porque no resistes la presencia de Shiryu, sabías que iba a pasar algún día. Ahora sé fuerte e intenta aguantarlo durante unas horas".
Seiya sorbió temblorosamente, consciente de cada palabra de Hyoga y la verdad en ellas. Su rostro lívido miró al rubio. "¿Te quedarás conmigo?".
Hyoga sonrió dulcemente. "Siempre".
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(1) Cerberos: El perro de Hades y Guardián de la puerta al infra-mundo. El animal poseía tres cabezas y serpientes por cola. Cuando Creonte (Charon) arribaba a la rivera del Etigia con un espíritu, el animal le permitía pasar pero nunca le dejaría salir nuevamente. Y en cuanto a su actitud Juguetona... no creo que el mismísimo Hades pensara tal cosa.
Ni Hades ni Poseidón eran seres malignos pero es pasable que, por los dominios que poseían, fuesen utilizados en la ficción de Saint Seiya para ser 'los antagonistas', lo que nunca entenderé es CÓMO utilizaron a Apolo para 'enemigo' de Atena. ¡¡APOLO¡¡Quien era el Dios Verdadero de la Sabiduría y de la luz!!. ¡Amigo de la Humanidad, por la causa de Zeus!
Bueno, nos vemos luego…
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© Kari. Julio. 2001. Editado. Julio 2007
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