Título: Cada anochecer

Resumen: Merlín entiende que su hogar es con Arturo. Y también sabe que debería recibir un premio por ser la más niña.

Aviso: Este fic participa en el Minireto #1: "Junio Colorido" del foro Un Pequeño Rincón.

Color: Marrón

Significado: Estabilidad

Cada anochecer

El atardecer había pasado y ahora el brillante naranja que se asomaba en el cielo se había opacado y se había convertido en un marrón tranquilo, relajante, que seguía oscureciendo a medida que pasaba el tiempo.

Merlín y Arturo se habían quedado en silencio en la colina, contemplando, mientras sus manos seguían sosteniéndose con firmeza y Merlín decidía que jamás quería soltar al príncipe.

Cada día que pasaba, cada mañana, tarde y noche, Merlín no daba por seguro muchas cosas, no estaba seguro de sí toda la estabilidad que había conseguido con mucho esfuerzo en Camelot se iba a derrumbar en cualquier segundo, ya fuera por un ataque del enemigo o porque su secreto fuera descubierto. No estaba seguro de si su vida seguiría como antes, pero si había algo que se mantendría inalterable esas serían sus ganas de permanecer en ese reino con la gente que ama.

Y cuando la noche se alzó y pintó de negro el cielo era hora de regresar, aunque ambos se resistían. Querían permanecer allí por un rato más, porque a pesar de que volverían a su hogar, al volver tendrían obligadamente que separarse y sus manos no volverían a tocarse en mucho tiempo. Ir a casa era bueno, pero no era perfecto. No se sentía perfecto, como cuando tomaba la mano de Arturo.

— Deberíamos volver.

— Cállate Merlín.

Y le obedeció, sin dejar de mirarlo. Cuando Arturo le devolvió la mirada Merlín se llenó de una calidez que pocas veces había sentido en su vida, como cuando era niño y su madre le contaba historias de su padre o cuando aún vivía en Elador y una señora, ya mayor, cada vez que lo veía pasar por la puerta de su vivienda le regalaba una porción de pastel de manzana que olía de maravilla y que ella había estado cocinando desde temprano en la mañana.

Ahora entendía un poco más lo que le había dicho el dragón. Lo que no paraba de repetirle como una mantra: "Tú y Arturo son dos caras de una misma moneda."

Una variable que no podía modificarse. Él estaría al lado de Arturo en las buenas y las malas y en las más o menos.

Ya sin rastros del resplandor de la mañana, ni del anaranjado atardecer, ni del tono amarronado al caer la noche, ellos volvieron al palacio, sin soltar sus manos. Por ahora, eso era suficiente para que Merlín pudiera sentir que ese era su hogar y que estaba en el lugar correcto.

Sobre todo con la persona correcta.