¡Un saludo a los que me estáis leyendo! Hace muchísimos años que no publico nada en Fanfiction. De hecho, lo último que publiqué fue esta historia, que quedó inconclusa, allá por el año 2008 (subí unos seis capítulos). Y 9 años después (¡9 años!) no sé qué me ha dado que la he recuperado, la he reescrito, he cambiado cosas, he añadido otras y está prácticamente acabada. Antes de subir esta nueva versión (espero que mejorada), borré los capítulos que subí hace 9 años. Francamente, no creo que nadie se acuerde del fic después de tantísimo tiempo...

No va a ser un fic muy largo y esta vez sí lo voy a subir completo.

Por otra parte, voy a sugerir algunas canciones. Mientras escribo (casi) siempre escuchó música, y me parece interesante compartir aquí con vosotros algunas de esas canciones que a mi me encantan, y que tal vez a vosotros también:

Let me go de Avril Lavigne & Chad Kroeger

How you remind me de Nickelback

Starlight de Muse

Spending my time de Roxette


Capítulo 1: El rumor

Fecha: Lunes, 10 de Enero.

Hora: Siete en punto de la mañana, cuando el cielo aún estaba en penumbras y el sol ni siquiera se había asomado en el horizonte. O lo que es lo mismo, cuando todos estaban durmiendo a pierna suelta todavía.

Temperatura: Lo suficientemente baja como para congelarle las plumas a las lechuzas matutinas más madrugadoras.

Lugar: Gran Bretaña, en algún valle recóndito oculto entre las montañas de Escocia, en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, en lo alto de la torre de Gryffindor... Mmm... ¿Por dónde iba? ¡Ah, sí! En el dormitorio femenino de séptimo curso.

El silencio en la habitación era total, salvo por el suave ronroneo de Black, el gato negro de Marlene, que se lamía las patas delanteras placidamente en su cesta. Pero la calma fue interrumpida de pronto por una voz aguda y bastante chillona, que no resultaba nada agradable a esas horas de la mañana, y que hizo que el gato se estirase sobresaltado en su cojín en posición de ataque.

Si una bruja de provecho quieres ser,

levántate de la cama a la de tres,

porque para pescar un buen mago

lo que no hay que hacer es el vago

La voz de lo que parecía ser una bruja cincuentona se alargó en la última nota hasta que resultó incluso doloroso de escuchar.

-Por los cuatro fundadores, ¿qué demonios es eso? –gritó Marlene para hacerse oír por encima de los gorgoritos de la voz, que había comenzado a entonar de nuevo la primera estrofa.

Lily, con las manos tapando con fuerza sus oídos, se puso en pie de un salto para averiguar de dónde salía esa melodía tan espantosa.

-Es mi nuevo despertador –contestó Celestina después de pulsar un botón en el reloj de color púrpura que había sobre su mesita de noche, con lo que la canción dejó de escucharse en el dormitorio, y a lo mejor también en toda la torre-. ¿Os gusta?

-¡No! –exclamó Marlene sin una pizca de tacto-. ¡Es horrible!

-No exageres... –murmuró Celestina con el ceño fruncido.

-A ver –empezó Lily en tono apaciguador-, despertarse escuchando...

La pelirroja se quedó a medio camino de terminar la frase, porque no sabía cómo acabarla sin decir que era una verdadera tortura levantarse todas las mañanas con esa voz tan estridente.

-...despertarse escuchando esa porquería –espetó Marlene en su lugar-. Dilo claramente, Lily, no te cortes. Y además la letra es de lo más anticuada y sexista, ¿qué es eso de "pescar un buen mago"? –dijo con una mueca de repulsión.

-La rima no está tan mal... –contraatacó Celestina, enfurruñada.

-¡Oh! ¿Te gustan las rimas? –contestó Marlene con sarcasmo-. Pues ahí te va una: ¡Ese reloj es una porquería, anda y que lo aguante tu tía! –cantó tratando de imitar la voz del despertador.

Lily, que había abierto el armario en busca de una toalla, soltó una carcajada que hizo que sus dos amigas dejaran de discutir para mirarla con una ceja alzada.

-Pero qué delicada eres, Marly... –comentó Celestina con una sonrisa torcida.

-No me llames así, ¿quieres? Sabes que lo odio –respondió al tiempo que abría su baúl en busca de su mochila y sus libros-. Además, estamos en confianza...

-Y ya sabes lo que dicen: la confianza da asco.

Mientras Lily ocupaba el baño para darse una ducha, Marlene y Celestina seguían discutiendo.

-No quiero volver a oír ese cacharro. La forma en la que alguien se despierta por las mañanas influye mucho en el estado de ánimo para el resto del día. ¡Y ese trasto me ha puesto de mal humor!

-Tú siempre estás de mal humor por las mañanas –masculló Celestina-. Y no puedo deshacerme de él porque es un regalo de Navidad de mi hermano Centurio...

-¡Qué chistoso tu hermano!

Pasada una hora y dos discusiones (para decidir quién utilizaba el baño después de Lily), las chicas se ponían los uniformes al ritmo de los Hechiceros de Hamlet, que sonaban desde los Cuarenta Magistrales en la radio.

-¡Me encantan! –exclamó Celestina subiendo el volumen y moviendo la cabeza de manera frenética de un lado a otro.

-No... Si ya se nota… –dijo Lily señalando el póster que había colgado en la cabecera de la cama de Celestina, donde cuatro magos muy jóvenes y atractivos sonreían.

-¿Os he dicho ya que este verano van a dar un concierto en Hogsmeade? –preguntó Celestina, cuyos ojos de color avellana chispeaban de la emoción, mientras se cepillaba su largo cabello castaño-. ¡Tenemos que ir a verlos! Tal vez mi madre pueda conseguirnos unos pases especiales para conocerlos en persona. ¿Os lo imagináis?

La madre de Celestina era una reconocida cantante de éxito en la comunidad mágica. De ella había heredado no sólo sus ojos y el color de su cabello, sino también su nombre, que ambas compartían: Celestina Warbeck.

-Sí, sí, sí... Pero lo que tenemos que hacer ahora es bajar al Gran Comedor para desayunar si no queremos llegar tarde a la clase de Slughorn –dijo Marlene desde la puerta abierta de la habitación, esperando a que sus amigas pasaran delante de ella.

Al pie de las escaleras que conducían a los dormitorios femeninos, ya en la sala común, pudieron ver a cuatro chicos, cuyas nucas reconocieron de inmediato, saliendo por el hueco del retrato.

-Esperad –susurró Lily, que se encontraba entre Marlene y Celestina, agarrando por un brazo a cada una de ellas. Lo último que le apetecía en esos momentos era soportar las tonterías de Potter.

-Vamos, Lily, pasa de él... –contestó Marlene adivinando los pensamientos de la pelirroja.

-Es demasiado temprano para aguantarle –dijo Lily.

-Pues si sigue molestándote, ya sabes lo que hacer –comentó Marlene, que examinaba con aire crítico su imagen en un espejo cercano. Se peinó distraídamente su corta melena espesa y oscura, que dejaba al descubierto su cuello y le daba un toque sofisticado. Mientras, sus dos amigas esperaban expectantes lo que estaba a punto de decir-. Puedes darle una buena patada en...

-¡Marlene! –exclamó Celestina, escandalizada.

Lily río y Marlene no dejó de bromear sobre lo remilgada que podía llegar a ser Celestina hasta llegar al hall del castillo, donde varios alumnos se disponían a entrar en el Gran Comedor, al igual que ellas. Dos chicas de sexto de Ravenclaw pasaron por su lado y al ver a Lily, juntaron las cabezas para susurrar por lo bajo mientras se alejaban de allí. A Lily se le borró la sonrisa de la cara en el acto y lanzó un bufido de mal humor:

-Estoy harta... Yo pensé que después de las vacaciones de Navidad, el "asunto" ya habría pasado a la historia...

-El problema es que en este colegio la gente no tiene vida propia –espetó Marlene sentándose en la mesa de Gryffindor-. Por eso se dedican a cotillear sobre la de los demás... Pero si alguien tiene aquí la culpa, ese es Potter. Yo que tú, se lo haría pagar. Que sepas que estoy más que dispuesta a echarte una mano en tu vendetta.

-Pareces de la mafia, Marlene –comentó Celestina.

-Y tú pareces sacada de un cuento infantil, tan inocente... No creerás que todo fue un malentendido, ¿verdad? –pero Marlene no esperó una respuesta a esa pregunta-. ¿Quién se cree que es para difundir rumores falsos sobre Lily? Supongo que el hecho de que seas la única chica que lo ha rechazado infinidad de veces ha afectado a su enorme ego –dijo mirando a la pelirroja-, pero, de todas maneras, eso no le da derecho a...

-Vale, todos sabemos que James es un bromista y un gamberro, pero... –le interrumpió Celestina mientras se echaba azúcar en el café-. No sé… ¿Pensáis que es típico de él actuar así? Yo no lo creo… Aquí hay algo que no me cuadra…

Marlene le dirigió una mirada desdeñosa a Celestina antes de decir:

-Seguro que no ha sido sólo cosa de Potter; ya sabéis, Black es su incondicional a la hora de tocar las narices... Me parece que el único normal es Lupin –murmuró Marlene, echándole un vistazo al chico por encima de las cabezas de varios alumnos de Gryffindor-, porque, seamos sinceras, a mí Pettigrew siempre me ha parecido un poco lerdo...

Tras el desayuno, las tres chicas se dirigieron a las mazmorras para la primera clase del día. Cuando pasaron cerca de unos Slytherins, estos lanzaron risas burlonas y una par de palabras bastante malsonantes, que no lograron el efecto esperado, pues ninguna de las tres se dignó siquiera a mirarlos.

De repente, al girar la esquina, Lily sintió la presión de una mano más grande que la suya sobre el antebrazo y al momento siguiente alguien la había acorralado contra la pared con demasiada fuerza. Sintió un aliento de lo más desagradable que olía a café mañanero en las mejillas y cuando pudo enfocar la vista se encontró con la cara de Evan Rosier (un Slytherin de cabello negro y bastante más alto que Lily) a menos de un palmo de distancia.

-¡Déjala en paz, cerdo asqueroso! –el grito indignado de Marlene hizo eco en el pasillo de las mazmorras.

-No te sulfures, McKinnon –dijo Avery con menosprecio. Él, Wilkes y Mulciber les cortaron el paso a Marlene y a Celestina.

Algunos curiosos se habían parado a observar la escena, aunque no tardaron mucho en seguir su camino hacia el aula para evitar conflictos con la pandilla más problemática de Slytherin.

-Mirad lo que tenemos aquí –murmuró Rosier lanzando una mirada lasciva a Lily-. ¿Se te ocurre qué podríamos hacer ahí dentro, Evans?

Rosier señaló con un movimiento de cabeza un armario (en el que Filch guardaba sus productos de limpieza) que había justo a su lado. Lily le miró con repulsión y enarcando una ceja, contestó con desagrado:

-¿Qué? ¿Limpiarte la boca?

A Rosier se le borró la sonrisa de la cara en un abrir y cerrar de ojos.

-No te acerques demasiado a ella –dijo en tono burlón Avery-. Recuerda que es una sangre sucia.

Rosier rió entre dientes y Lily se removió en su sitio tratando de librarse de él.

-Oh, vamos, Evans, a Potter no le dijiste que no. ¿Qué tiene él que no tenga yo?

-Para empezar, bastante más cerebro que tú. Por no mencionar que yo no tengo la necesidad de arrinconar a una chica a la fuerza para captar su atención –dijo en aquel momento una voz grave y bastante seria.

Todos se giraron en la dirección de la que provenía aquella voz para ver quién había irrumpido en el pasillo en el momento más oportuno. Lily aprovechó que Rosier había bajado la guardia para empujarle lejos de ella con ambas manos.

James Potter, respaldado por Sirius Black y Remus Lupin, apuntaba con su varita al grupo de Slytherin. Peter Pettigrew, desde la esquina del pasillo, alternaba rápidas miradas de sus amigos al corredor que se perdía hacia el hall del castillo y que quedaba fuera de la vista para los demás.

-Apártate de ella, Rosier –masculló James con voz áspera.

Avery, Wilkes y Mulciber blandían sus varitas en alto, al contrario que Rosier, que no había tenido tiempo de sacar la suya del bolsillo de su túnica.

-Vaya, vaya... Potter ha venido a reclamar lo que es suyo.

Las risas burlonas de los Slytherins atravesaron los oídos de Lily. Si al menos hubiese podido utilizar su varita... Pero estaba demasiado lejos, en el fondo de su mochila. Se reprendió mentalmente por haber sido tan descuidada.

-Tranquilo, Potter, por mí puedes quedártela –a continuación Rosier se giró en dirección a Lily, la agarró con brusquedad por la muñeca y la empujó contra James-. Las sangre sucia no valen nada.

Lily chocó contra el pecho de James, que rodeó su espalda con un brazo, pero ella enseguida puso distancia de por medio entre los dos.

Tras escuchar las últimas palabras de Rosier, James apretó la mandíbula con fuerza y parecía a punto de maldecirlo cuando Peter, desde su punto de vigilancia, estornudó dos veces seguidas.

-Viene Slughorn –susurró Sirius bajando la varita.

El grupo de Slytherin dirigió una última mirada de suficiencia a los Gryffindors y dando media vuelta entraron en clase.

-¡Malditos canallas... cobardes...! –espetó Marlene, furiosa, acercándose a Lily.

-Se nos acercaron por la espalda –le explicó Lily a Remus-. No los vimos venir.

-¡Pues claro que no los vimos venir, porque si lo hubiéramos hecho, se habrían llevado su merecido! –exclamó Celestina con rabia contenida.

-¿Estás bien, Lily? –preguntó James con un tono de voz muy diferente al que había utilizado con Rosier.

-Perfectamente –contestó Lily con frialdad-. Y la próxima vez no te metas, Potter. Tú eres tan detestable como cualquiera de ellos.

Dejando a James con la palabra en la boca, Lily se echó la mochila al hombro y, seguida de cerca por Marlene y Celestina, entró en clase de Pociones justo antes de que el profesor Slughorn doblara la esquina.

-0o0o0o0o0o0o0-

A la hora de la comida en el Gran Comedor, James removía con aire distraído los guisantes (que previamente había aplastado hasta haberlos convertido en una masa verdusca) y el puré de patatas, consiguiendo como efecto final una mezcla de aspecto poco apetecible.

-Cornamenta... ¿Vas a comerte eso? –preguntó Sirius sin poder ocultar una mueca de asco.

James levantó la vista de su "obra de arte" y tras mirar durante unos segundos a Sirius, como si la pregunta de éste tardase en llegarle al cerebro, volvió a fijar la atención en su plato, para acabar por apartarlo de un manotazo.

Remus, que hasta ese momento había estado inmerso en un libro bastante grueso, asomó la cabeza por encima de las cubiertas de cuero verde del tomo. Entrecerró los ojos y observó inquisitivamente a James, que en esos precisos momentos hundía la cuchara una y otra vez en la tarta de melaza. Al paso que iba, la tarta quedaría peor que el puré de patatas y los guisantes.

-¿Qué te pasa, Cornamenta? –preguntó Peter-. Estás raro...

Peter Pettigrew nunca sería conocido por ser una mente brillante.

-¿Raro? –repitió James encogiéndose de hombros.

Remus cerró de golpe el libro que aún sujetaba entre las manos, provocando un ruido sordo que atrajo la atención de sus tres amigos.

-Es obvio lo que le pasa.

Sirius lo miró con un gesto de hastío.

-Vaya, qué listo, Lunático. A ver si te crees que eres el único que se ha dado cuenta... Para saber lo que le tiene así de embobado no hace falta tragarse todos esos puñeteros libros sobre psicología que tú sueles leer –desvió la mirada hacia James, una mirada burlona de la marca Black-. Tú no te des por vencido, tío. El que la sigue, la consigue, ¿eh, Cornamenta?

Por encima del resoplido de James, se escuchó la voz de Peter:

-¿Eh?

Sirius puso los ojos en blanco y espetó de mala gana:

-Cada día que amanece eres más tonto, Colagusano. Me refería a Evans, por supuesto. ¿Es necesario que te haga un croquis?

James soltó la primera carcajada de toda la mañana, pero un minuto después parecía igual de pensativo que antes.

-Es que... ¿Qué es lo que hago mal? –preguntó a nadie en particular con ojos de cachorro abandonado.

Sirius se rascó la barbilla en actitud pensativa y dijo de manera pomposa:

-Básicamente, el problema está en que no te soporta, amigo mío.

James hundió los hombros y suspiró con pesadez.

-Vamos, no te desanimes, Cornamenta. Yo te ayudaré a conquistar a Evans –sentenció Sirius sacando pecho, orgulloso de creerse el único capaz de unir a James y Lily, algo que él consideraba casi una misión suicida.

-¿Que tú vas a ayudar a James? –repitió Remus con incredulidad, y a continuación soltó una risotada-. Pues entonces lo tiene claro...

-¿Disculpa? –Sirius se hizo el ofendido-. ¿Estás cuestionando mis tácticas de seducción?

-Es que tus famosas tácticas de seducción no van a funcionar con Lily –repuso Remus.

-¿Por qué?

-Un par de palabras bien escogidas susurradas al oído y un paseo por el lago al atardecer no serán suficiente para Lily. Tu sistema sólo es válido para las chicas que suspiran por todos los rincones del castillo por el "Gran Sirius Black" –dijo con sorna Remus-. Francamente, Canuto, no tiene ningún mérito ligarte a una chica que lleva colada por ti años y que prácticamente te venera como si fueras una especie de Dios...

-¿Insinúas que todas las chicas con las que he salido estaban interesadas sólo en mi fachada de hombre atractivo y popular? –preguntó Sirius con falsa modestia.

-Yo no habría utilizado las mismas palabras... Pero... Sí, algo así –contestó Lupin.

-Pues, ¿sabes qué, Remus? –cuando Sirius lo llamaba por su nombre significaba que las cosas se habían puesto serias-. Te voy a demostrar que puedo conquistar a la chica que quiera, cualquiera, la que sea. Y tú la escogerás.

-Sirius, yo no...

-No, no, no. Has puesto en duda mi honor... No puedes retractarte ahora, Lupin.

-No pensaba hacerlo... –dijo Remus por lo bajo.

-Será como un proyecto de fin de estudios –continuó Sirius, impertérrito, con los ojos grises brillando de emoción-. Quiero que elijas a una chica que no me soporte (aunque tal vez te resulte muy difícil), y después de desplegar mis encantos, caerá rendida en mis brazos. Será todo un reto.

Remus torció los ojos y murmuró algo que sonó como "Tú no tienes remedio".

-Mmm... No quiero sonar egocéntrico, pero... Se suponía que estábamos hablando de mí –soltó James de repente.

-Ah, sí, es verdad –dijo Sirius recordando de pronto cómo había llegado hasta esa conversación con Remus-. Pídele ayuda a Lunático y a su psicología barata.

Remus ignoró aquel comentario y cogió aire como si se preparase para dar el discurso de su vida.

-Verás… Lo cierto es que empezaste el curso con muy buen pie en lo que se refiere a tu relación con Lily, y continuaste así. Te puedo asegurar que ella fue muy consciente del cambio... Hasta empezabais a ser amigos, y parecía que os llevabais muy bien. Pero... –James borró de su cara la sonrisa que había aparecido tras escuchar las primeras palabras de Remus. No le gustó cómo había sonado aquel "pero"-, metiste la pata hasta el fondo con aquel rumor que se extendió por todo el castillo. Ya lo sabes. Y como consecuencia tu recién estrenada amistad con Lily se ha ido al traste. ¿Crees que va a olvidarlo tan fácilmente? Es comprensible que ella aún esté molesta por lo que pasó, y no me extraña.

-¡Pero aquello no fue culpa mía! –exclamó James, indignado.

Remus simplemente se encogió de hombros.

-Yo sólo te estoy explicando el porqué de la actitud de Lily; en ningún momento he dicho que fuera culpa tuya –se defendió Remus-. Aunque ella no piensa lo mismo. Cree que fuiste tú el que difundió el rumor.

-¿Y por qué piensa que yo sería capaz de hacer algo así?

-Muy fácil. Mira, James, el meollo del asunto está en...

Una carcajada muy fuerte interrumpió a Remus. James le lanzó una mirada asesina a Sirius, que había cortado a Lupin justo en el preciso momento en que iba a revelarle por qué su querida Lily le tenía tanta manía como a Filch.

-¿Meollo? –repitió Sirius, divertido.

Remus puso los ojos en blanco y siguió hablando como si Sirius nunca hubiese abierto la boca, aunque de fondo se podía escuchar su voz (¿Meollo? Meollo... Meo-llo... ¡Meo yo!) y la risita de Peter.

-El caso es que desde que os conocéis –comenzó de nuevo Remus-, pero sobre todo, desde que le pediste una cita por primera vez, Lily nunca te ha tomado en serio. Realmente creo que ella piensa que todo era una broma, de muy mal gusto, por cierto.

-No era ninguna broma –dijo James muy serio-. Y además, hace siglos que no le pido una cita... La última vez que lo hice fue justo antes de que comenzaran las vacaciones de verano, cuando acabó el curso… ¡Han pasado seis meses desde entonces! –exclamó como si le pareciera una eternidad-. Pensaba que si le daba algo de espacio e intentaba que me conociera mejor… Y el hecho de que los dos seamos Premio Anual ha sido la excusa perfecta para pasar tiempo juntos…

-Exacto. Ya te he dicho que ibas por muy buen camino. Pero eso no significa que a Lily se le hayan olvidado todas las payasadas que has hecho antes de este curso. Como te decía, creo que ella piensa que no te lo tomabas en serio. Y no es raro, porque tú siempre aprovechabas las ocasiones más inoportunas para pedirle una cita: después de embrujar a Snape, en un partido de quidditch frente a centenares de personas... o como aquella vez que tiraste una bolsa entera de bombas fétidas en la entrada del baño de los prefectos...

-Sí... –murmuró Sirius rememorando con nostalgia aquel recuerdo-. Esa broma fue genial... Geller tuvo que darse diez baños para quitarse el olor de encima...

Mientras Sirius y Peter comentaban aquella jugarreta, James escuchaba absorto a Remus.

-Y solías pedírselo unas cinco o seis veces al día. Era algo así como... "¿Qué hora es, Lily? Por cierto, ¿te gustaría salir conmigo?". Además, el hecho de que lo hicieras delante de tanta gente le restaba credibilidad.

Remus se cruzó de brazos dando por terminada la charla, pero entonces pareció recordar algo y volvió a hablar:

-¡Ah! Y también influye que no hayas durado con ninguna chica más de dos semanas. Eso te hace parecer inmaduro y muy voluble, como si nunca estuvieras dispuesto a comprometerte con una sola persona.

Sirius, Peter y James miraban a Remus con la boca abierta.

-Todo eso... ¿Te lo ha dicho Evans? –preguntó Sirius.

-No.

-Ya... ¿Has estado leyendo La retorcida mente de una mujer? –volvió a preguntar Sirius.

-No conozco ningún libro que se titule así... ¿Te lo acabas de inventar?

-Mmm... ¿Ellas vienen de Venus y ellos de Marte?

-¡Que no!

-Entonces... sólo me queda una última pregunta... ¿Seguro que eres un hombre, Lunático?

James y Peter se echaron a reír y Remus no pudo evitar esbozar una sonrisa torcida.

-Eres un auténtico payaso, Sirius, ¿lo sabías?

-Joder, Lunático, ¿y a qué estas esperando para escribir uno de esos libros de auto-ayuda? ¡Eres la salvación para todos los hombres que se mueren de ganas por comprender a las mujeres! –exclamó Sirius con vehemencia.

-Volviendo al tema –dijo James-, ¿qué puedo hacer con Lily?

-Ufff, a mí se me ocurren varias cosas que se podrían hacer con Evans... –contestó Sirius con voz grave y le guiñó un ojo a James.

-Ni se te ocurra pensar en Lily de esa manera, Canuto, o me olvidaré de que eres como un hermano para mí y serás hombre muerto, ¿de acuerdo? –dijo James cortante.

-Hey, tranquilo, Cornamenta, que ya sabemos que la pelirroja es sagrada... –Sirius alzó las manos en señal de paz-. Sólo era una broma...

-Me alegra que haya quedado claro. Bien, entonces, ¿qué se te ocurre, Lunático? –James miró ansioso a Remus.

Pero Lupin no contestó de inmediato, sino que se quedó pensativo unos minutos.

-¡Por las barbas de Merlín! –exclamó Sirius-. Me parece que es la primera vez que Remus Lupin, el prefecto perfecto, es incapaz de contestar una pregunta. ¡Cinco puntos menos para Gryffindor! –dijo imitando la voz de la profesora McGonagall.

James le dio un manotazo en la nuca a Sirius para que dejase pensar tranquilamente a Remus.

-Bueno... –dijo por fin Lupin, captando toda la atención de James-. Podrías empezar por desmentir el rumor...

-Sabes de sobra que lo intenté, pero nadie se lo tomó en serio... –musitó James, abatido.

-Pues habrá que pensar en un modo de hacerlo –respondió Remus.

-La culpa de todo la tiene la pesada de Bertha Jorkins… O "Berza" Jorkins, como a mí me gusta llamarla –espetó Sirius de mal humor-. Esa Huffie entrometida...

Bertha Jorkins, una Hufflepuff de séptimo curso, era la chismosa oficial de Hogwarts y seguidora incondicional de Rita Sketeer (una periodista que había dado sus primeros pasos en el mundo de la prensa sensacionalista el año anterior). Bertha creía fervientemente en dos cosas: en todo cuanto publicase Corazón de Bruja, que era casi como una guía espiritual para ella, y en que todo rumor, chisme o cotilleo debía ser divulgado sin excepción. Era algo inexplicable, pero siempre conseguía enterarse de los secretos de sus compañeros: Bradley Morrison no había besado nunca a una chica, Andrew "Apestoso" Smith se duchaba una vez a la semana, Julie Newman llevaba relleno en el sujetador... Todas eran verdades a voces gracias a Bertha Jorkins. Por supuesto, se había ganado muchas enemistades por espiar a los demás y hacer de sus secretos vox populi, pero eso nunca la había refrenado. Lo curioso del asunto era que la gran mayoría de los rumores que Bertha hacía circular eran ciertos, y muy pocos resultaban ser mentira. Por eso casi todo el colegio se tomaba en serio los chismes que salían de su boca. Y, aunque fuesen un engaño, todo el mundo sabe que tratar de extinguir un rumor es tan difícil como intentar convencer a una acromántula de que no te convierta en su cena.

-Estoy de acuerdo con vosotros –dijo Remus mirando primero a Sirius y después a James-, pero si no tuvierais la lengua tan larga...

-¡Oh, vamos! ¡Estábamos de broma! –exclamó Sirius, enfadado-. Cualquiera con un mínimo de inteligencia se habría dado cuenta, pero, claro, Jorkins no sabe lo que es tener cerebro...

-Nosotros no tenemos la culpa de que nos siguiese después del entrenamiento en el campo de quidditch –se defendió James y dirigió la vista hacia Sirius-. ¡Por Merlín! ¡Somos los Merodeadores! ¡Deberíamos habernos dado cuenta de que alguien nos estaba espiando!

-No te lamentes por las cosas que ya no se pueden cambiar, James, más bien intenta buscar soluciones.

-Qué filosófico, Lunático –comentó Sirius-. En serio, deja de leer esos dichosos libros…

-Tenemos mucho trabajo por delante, chicos –dijo James con determinación-. Nuestro primer objetivo es limpiar el nombre de Lily y desmentir el maldito rumor, y después tenemos que idear un plan para que por fin acceda a salir conmigo.

-Pues como no la droguemos... –murmuró Sirius en voz baja, pero lo suficientemente alto como para James lo oyera-. ¡Ay! ¡Deja de darme en la cabeza, que estoy en época de estudio!

-Por bocazas –sentenció James.

-0o0o0o0o0o0-

Tras la última clase de la tarde, Lily, Celestina y Marlene caminaban por los pasillos en dirección a la torre de Gryffindor.

-Los Merodeadores son increíblemente atractivos –Celestina le dio la contraseña a la señora Gorda de mala gana y el retrato se abrió dándoles paso.

-Me parece alucinante que esos idiotas hayan convencido a la Señora Gorda para que cambie la contraseña –gruñó Lily mientras subían las escaleras hacia el dormitorio de las chicas.

-Es que se creen unos sex symbols. Y en este mundo hay mujeres bastante estúpidas que no pueden decir que no ante la caída de ojos y la sonrisa aduladora de Black. Patético, ¿verdad? –espetó Marlene con desdén, abriendo la puerta de la habitación y pasando dentro.

-Ya veréis cuando se entere la profesora McGonagall... –comentó Lily.

-Hablando de la profesora McGonagall –dijo Celestina sentándose en la cama y hojeando Corazón de Bruja-, acabamos de empezar las clases y ya nos ha cargado de deberes. ¿Es que no ha oído hablar del estrés postvacacional?

-Pues yo no te veo muy agobiada –dijo Lily.

-Tampoco tengo que hacer esa redacción ahora mismo, ¿no? –replicó Celestina hojeando la revista-. El buscador de los Montrose Magpies se casa.

-¿Los Montrose Magpies? Es el equipo de quidditch favorito de Potter –comentó Lily, distraída, mientras ordenaba unos pergaminos.

Celestina y Marlene enarcaron las cejas e intercambiaron una mirada burlona.

-¿Cómo sabes tú eso? –preguntó Celestina.

-¿Qué?

-¿Cómo sabes cuál es el equipo favorito de Potter? –repitió Marlene acercándose a Lily.

-Porque me lo dijo el año pasado, la última vez que me pidió una cita –contestó Lily como si fuese de lo más simple. Ante la mirada inquisitiva de Marlene, continuó-. Me dijo que sería capaz de dejar de ir a los partidos de los Montrose Magpies con tal de que saliese con él, así que supuse que es seguidor de ese equipo. ¿Qué? –preguntó, porque tanto Marlene como Celestina la observaban de una forma muy extraña.

-Digamos que es... curioso que recuerdes eso –comentó Marlene-. Sobre todo cuando ha pasado tanto tiempo.

-No creo que tenga nada de curioso –respondió Lily con el ceño fruncido.

Marlene y Celestina volvieron a intercambiar otra mirada de escepticismo.

-¡Dejad de hacer eso! –exclamó Lily.

-¿Hacer qué?

-¡Eso! ¡Miraros la una a la otra como si supieseis algo que yo no sé!

-Para nada –negó Celestina-. Pero volviendo a James... esta mañana has sido un poco dura con él, ¿no crees?

-No, no lo creo –contestó Lily con voz fría, y se dispuso a sacar los libros de su mochila, como si estuviera dando por zanjado el tema.

-Bueno... él sólo quería ayudar. Y en realidad, fue de lo más oportuno –Celestina estaba esperando escuchar los gritos de indignación de Lily de un momento a otro.

-Sí, pero eso no arregla lo que hizo –al contrario de lo que pensaba Celestina, Lily habló con una voz muy tranquila-. Traspasó todos los límites.

-¿Tú qué opinas, Marlene? –preguntó Celestina.

-Que es demasiado tarde para ser un caballero después de haberse comportado como un cerdo.

-A lo mejor con lo de esta mañana pretendía reparar el daño –concluyó Celestina-. Y además, tal vez…

-¡Pues desde este mismo instante te digo que si realmente quiere reparar lo que hizo, va a tener que esforzarse mucho, muchísimo! ¡Por Merlín! ¿Pero cómo fue capaz de decir que él y yo nos habíamos enrollado en el armario de las escobas? Ahora toda la escuela piensa que soy una fresca... que de cara a los demás iba de estrecha y de niña buena, pero que a las espaldas soy todo lo contrario... Todo el mundo cree que soy una buscona… una hipócrita…

-¿Quién ha dicho eso? –espetó Marlene, dispuesta a salir a buscar al imbécil que había abierto la boca para soltar todas aquellas barbaridades.

-Mucha gente, Marlene, mucha gente –contestó Lily con expresión decaída-. Nadie se ha atrevido a decírmelo a la cara, como era de suponer, pero yo misma lo he oído.

-Dame nombres –dijo Marlene con voz dura-. Voy a lanzarles tantas maldiciones a todos ellos que no podrán levantase de la cama en un mes.

-¿Qué conseguirías con eso? Nada en absoluto.

-¿Y si no fue James quien difundió el rumor? –aventuró Celestina con cautela, pues no quería empeorar el ambiente tan tenso que se respiraba-. Aunque Bertha dijera que...

-Te lo juro, Tina, eres el abogado del diablo –la atajó Marlene desde su cama antes de meterse una gragea de Bertie Bott en la boca.

-Creo que sois un poco injustas con James. Esta mañana nos ha ayudado y...

-¿Ayudar? Mira, Celestina, aquello era un combate de testosterona más que nada... –la interrumpió Marlene.

Celestina estaba a punto de replicar cuando Lily intervino en la discusión:

-Mirad, no quiero seguir hablando de Potter, ¿de acuerdo? Y lo peor es que fui una idiota, porque antes de que pasara todo esto, incluso llegué a pensar que él valía la pena de verdad. Comenzamos pasando tiempo juntos por nuestras obligaciones como Premios Anuales, y al final terminé por pensar que de verdad empezaba a conocerle y a apreciarle… Creía que éramos amigos…

La mirada triste de Lily se había perdido en el paisaje que se veía a través de la ventana. Cuando volvió a enfocarla, la dirigió hacia Celestina y Marlene, que por enésima vez se miraban mutuamente.

-Lo estáis haciendo otra vez –dijo Lily con voz cansada.

-¿Qué?

-Lo de las miraditas. En fin... el caso es que sé que es un presumido y un caradura, pero durante un tiempo tuve la sensación de que también era amable, divertido, bondadoso y leal. Y pensé que llegaríamos a ser buenos amigos. Ahora sé que estaba equivocada y que, además de todo, es un mentiroso. Así que no quiero volver a oír hablar de Potter, ¿de acuerdo?

Celestina y Marlene asintieron en silencio y durante el resto de la tarde no volvió a escucharse el nombre de James Potter entre aquellas cuatro paredes.


Hasta aquí el primer capítulo. Se agradecen los reviews. Y mucho. Un beso.

Trinity

Aclaraciones:

Se supone que Bertha Jorkins iba algunos cursos por delante de los Merodeadores (esto lo menciona Sirius en "El cáliz de fuego"), pero yo necesitaba una chismosa empedernida, y teniendo ya a una creada por la propia Rowling, decidí usarla. Podemos suponer que Bertha pudo repetir uno o más cursos, al fin y al cabo, todos decían de ella que no tenía muchas luces, así que creo que podría ser creíble.

En cuanto a Celestina, en un principio quería que fuese la mismísima Celestina Warbeck que se menciona en los libros (la cantante), pero resulta que ese personaje es bastante mayor, así que no cuadraba. Y pensé: ¿Y si fuera su hija? Así que esta Celestina, a la que veces se refieren como Tina de manera cariñosa, lleva el mismo nombre que su famosa madre.