Amor y Guerra
«No hay mundo sin sacrificio.
¿Acaso no lo sabías?
Estamos en medio de un mar de sangre y cenizas,
flotando en el infierno,
gritando el nombre de un mundo que se desvanece.»
Bleach [Poema 42]
Capitulo I: Dos
La guerra declarada, las posiciones asumidas, las batallas, las persecuciones, la esperanza y la desesperación en cada vuelta de la esquina. ¿Quiénes son los buenos? ¿Quiénes tienen razón? ¿Quiénes obtendrán la victoria? Eso suponiendo que hay buenos en una guerra, suponiendo que alguien tiene razón en una guerra, y suponiendo que hay victorias verdaderas en una guerra.
Pero siempre lo más sorprendente son esas grandes pequeñas cosas, esas que más allá de los bandos, más allá de las armas y los conflictos resurgen para recordarte que aún estas vivo, cosas como la amistad, el compañerismo y el amor.
Un día soleado en tiempos de guerra parece ser un verdadero regalo del cielo, y así parecía serlo, un día en que cualquier cosa parecía poder pasar, en el que dos vidas podrían cruzarse en un choque ambivalente y unir dos caminos separados.
Un día tan lindo en el que se veía a Meas Hughes visitando a la hermosa Gracias, y cierto hombre, muy guapo por cierto, caminaba dando vueltas por la vereda mientras veía a su amigo intentar que su enamorada aceptara una cita.
Su mente divagaba en quien sabe que memorias o pensamientos, pero a pesar de ser un hermoso día soleado, aún había una guerra en algún lugar, en aquel lugar. Una joven y bonita muchacha corría por su vida, literalmente hablando. Esto no paso desapercibido a los ojos de él, era normal verlo en estos tiempo, pero ella llamo particularmente su atención, era la muchacha del café al que solía ir con Maes, esa chica a la que tantas veces quiso hablarle y nunca reunió el valor.
Cuando paso a su lado, la tomo del brazo y se escondieron tras un callejón, entonces ella lo reconoció.
- ¡Suéltame! ¡Eres uno de ellos! ¡Suéltame! – desesperada por soltarse de su agarre.
- ¡Tranquila! No voy a hacerte nada. Acompáñame, prometo que no te entregaré.
No supo porque le hizo caso, pero al darse cuenta se encontraban en la casa de él, que estaba a tan solo una o dos cuadras de donde la había encontrado.
- Tu eres la chica del café ¿Verdad? ¿Por qué te perseguían?
Silencio
- Te ayuda a librarte de ellos, al menos podrías darme una explicación.
- Tu eres uno de ellos, deberías saber porque me perseguían.
Y su cabeza hizo clic.
- Eres judía… - dijo no como pregunta sino como afirmación.
Ella solo miró hacia el piso.
- Ahora vas a entregarme ¿Verdad?
- ¿Por qué lo haría? No tengo problema con los judíos y mucho menos con tigo, no hemos hablado más que para pedir un café.
- Pero eres uno de ellos, eres un Nazi.
- No me parece razón suficiente.
- Pero si me descubren que estoy aquí, tú también serás castigado
- No si no lo descubren.
Entonces sus ojos se detuvieron en el otro por primera vez.
- De todos modos, no puedo volver a mi casa, ni a mi trabajo, me encontrarían. – y comprendió que su vida se veía derrumbada, ya no podía volver a su lugar sin cometer suicidio
- Puedes quedarte aquí. – dijo casi sin pensar.
- ¿Por qué harías eso? Casi no me conoces y arriesgarías tu vida y tu trabajo por mantenerme aquí.
- Mientras no te descubran no hay nada que arriesgar, y ¡¿qué sería de la vida si no cometiéramos algunos riesgos de vez en cuando?
Sus miradas seguían sostenidas la una de la otra, y por un instante no existía ni la guerra, ni los nazis, ni los judíos, solo dos personas, dos corazones, dos inocentes victimas de la vida misma. Y entonces un ruido le alerta de que hay un mundo real esperando por ellos. Alguien golpeando a la puerta podía ser un problema con una judía escondida en la casa de un oficial nazi.
- ¡Rápido! Escóndete en la cocina.
Espero que ella estuviera a salvo en la cocina para ir hacia la puerta y aún allí espero unos segundo y trago salida antes de abrir.
- ¿Se puede saber por qué diablos te fuiste sin avisarme? – simplemente paso y se sentó en el sofá de su amigo.
- Lo siento, Maes, es que como estabas con la señorita Gracia no creí que notaras mucho mi ausencia.
- Ja ja ja. ¡Vamos amigo! Deberíamos buscarte una chica, y tal vez podamos salir los cuatro.
- Eso suponiendo que Gracia de aceptara una cita. Y no te preocupes por mi, yo estoy muy bien.
- ¡Vamos! A este lugar le hace falta un toque femenino. Desde que Lucía se fue a Estados Unidos este lugar es un desastre.
- No te preocupes por mi, Maes, mejor preocúpate por conseguir una cita para ti mismo.
- Estoy a punto de lograrlo. ¿Quieres que vayamos a tomar unos tragos? Yo invito
- Creo que prefiero descansar, y tu deberías hacer lo mismo, mañana tendremos un día muy ocupado.
- ¡Ah si! A veces olvido que estamos en guerra – soltó junto a una risa nerviosa.
- ¡Eres único en este mundo!
- Bien, entonces creo que me iré. Nos vemos mañana, Roy. – se levanto y se fue tan rápido como llegó.
Roy miró tras las pisadas de se amigo y la puerta nuevamente cerrada, hasta que recordó que había alguien más.
- ¡Ya puedes salir! – le gritó – Ya se ha ido.
Ella volvió a aparecer en la sala tan callada como cuando la dejo.
- Lo siento, pero no se tu nombre.
- Riza. Me llamo Riza.
- Riza – repitió él. – Bonito nombre. Yo soy Roy Mustang. – le extendió su mano.
- Gracias… Coronel. – y ella la acepto.
Eran solo dos personas, dos corazones, dos esperanzas y ambiciones. Solo eran dos en ese nuevo mundo.
Mi nuevo fic que estoy escribiendo (sono algo tonto no?)
Es la primera vez que intento un AU de FMA, aunque no es del todo un AU si tenemos en cuenta el primer anime (?)
Bueno, espero que les guste y me animen a continuar(?)
Critias y tomatasos por review
Ya saben, un review no cuesta nada y me engorda, digo, me hace feliz ^_^
